Wakonigg José Díaz Herrera

Los Mitos del Nacionalismo Vasco y las mentiras de José Díaz Herrera” (3)

“Le fusilan el 19 de noviembre de 1936 por ayudar a escapar empresarios vascos por el Puerto Internacional de Bilbao…”

Wakonigg y José Díaz Herrera

Como ya expliqué en los capítulos anteriores de la serie de “los Mitos del Nacionalismo Vasco y las mentiras de José Díaz Herrera”, el periodista canario recurre a diversos recursos literarios de cosecha propia para desinformar y mentir al lector de una manera eficaz y premeditada.

El odio de este hacia el nacionalismo vasco es tal, que maniatado por los hechos históricos, no le queda otra que página a página, a lo a largo del libro, bombardear despiadadamente al lector con mentiras.

Ante tal abundancia de berzas cualquier inocente lechuga nos pasará desapercibida.

En este caso José Díaz Herrera utiliza una vez más el recurso que he bautizado “mentira a píe de página”. Es el caso de Wilhelm, o Guillermo, Wakonigg, cónsul de Austria-Hungría en Bilbao durante la guerra; capturado cuando salía del puerto de la capital vizcaina portando documentación comprometedora y posteriormente fusilado a causa de ello. Pero veamos cómo nos lo relata el periodista José Díaz Herrera.

Texto:

“Guillermo Wakonigg: Consejero de Minas de Cala y de Siderúrgica del Mediterráneo. Cónsul de Hungría y de Austria. Le fusilan el 19 de noviembre de 1936 por ayudar a escapar empresarios vascos por el Puerto Internacional de Bilbao durante la Guerra Civil»44

Nota:

44 “La sentencia de muerte fue por espionaje aunque su papel primordial en la Guerra Civil fue la de ayudar a mucha gente a escapar…”

Los Mitos del Nacionalismo Vasco-Pág-137-José Díaz Herrera

En este ejemplo de “mentiras a pie de página”, como en del capítulo al anterior, el texto y la nota a pie de página se contradicen.

Como muy bien sabe el periodista la gran mayoría de sus lectores, desalentados por sus farragosas e intrascendentes notas a pie de página, no se van a detener a “completar” la información en estas.

Arriba en el texto que todo el mundo va a leer el periodista nos dice que Wakonigg es fusilado “por ayudar a escapar empresarios vascos”. La mayoría de lectores de “Los Mitos del Nacionalismo Vasco” es con lo que se va a quedar y nadie es más consciente de ello que José Díaz Herrera.

Abajo, en la nota a pie de página, en la que una minoría de lectores reparará, nos “aclara” que la sentencia de muerte fue por espionaje. Un dato histórico sin duda relevante el de “su papel primordial…fue la de ayudar a mucha gente a escapar” pero que, “como veremos más adelante”, no tiene nada que ver con su muerte y como implícitamente está reconociendo el propio escritor, lo dicho más arriba es sencillamente mentira.

Es decir, como en el caso anterior de los burukides del PNV fusilados por Franco, en el texto dice una cosa y en la nota, otra diametralmente opuesta.

Una cosa es su hipotético “papel primordial en la guerra” y otra por qué lo fusilaron. Dos cuestiones diferentes.

En el relato del libro no deja margen a la duda, se le fusiló por ayudar a escapar a empresarios vascos. Y es que el Gobierno Vasco debía de ser tan criminal para José Díaz Herrera que lo fusilaron por salvar la vida de esos infortunados empresarios. En la infra leída nota a pie de página no sabemos si su atrofiada conciencia profesional hace un infructuoso intento de acercarse a la verdad o continúa queriendo intoxicar. Que cada cual lo interprete como quiera.

De lo que no cabe duda es que el periodista chicharrero por enésima vez miente.

Me resulta llamativo ver cómo el autor se lanza a la piscina cuando el motivo del fusilamiento de Wakonigg tiene tan poco misterio entre los historiadores. Pero teniendo en cuenta el carromato de trolas y medias verdades de “Los Mitos del Nacionalismo Vasco” supongo que una vez entrado en barrena no hay quien lo detenga.

Sin embargo, desafortunadamente para José Díaz Herrera, hay compañeros de profesión que consideran la verdad como un compromiso con sus lectores.

Hace ya unos años que Ingo Niebel, historiador y periodista alemán, escribió un libro sobre el “caso Wakonigg” en profundidad, hurgando en el detalle fino del caso. Niebel investiga, entre otras cosas, si el cónsul seguía órdenes superiores para espiar o lo hizo por motivos personales, como hacer méritos ante los futuros “dueños” de Bizkaia.

Como se suele decir vulgarmente a Wilhelm Wakonigg lo “pillaron con el carrito del helado”. En un viaje de Bilbao a San Juan de Luz, le registraron el equipaje y encontraron correspondencia dirigida al “general jefe del Estado Mayor del Ejercito del Norte”, “al gobernador militar de San Sebastián”, “al general Solchaga”, con los planos del puerto de Bilbao, y del armamento y fortificaciones de los que disponía el Gobierno Vasco, entre otros documentos comprometedores1.

Tal era la avalancha de pruebas que la diplomacia austríaca solo envío unos pocos telegramas en señal de protesta.

Y tal fue la flojera de la reacción austríaca que esto es lo que tuvo que contestar la diplomacia austríaca ante las quejas de los propios:

“El 24 de febrero de 1937, la diplomacia austríaca rechazó rotundamente todas las acusaciones hechas desde Steenockerzeel. El consejero de Legación Winsterstein escribió el 15 de marzo de 1937 que aunque Wilhelm Wakonigg hubiera sido reconocido oficialmente como cónsul honorífico, la diplomacia austriaca no hubiera podido actuar de otra manera, porque “las instituciones españolas […] hubieran tenido derecho, de detenerle por espionaje y de encausarle judicialmente. Según nuestras informaciones no hay duda de que Wakonigg espiara realmente contra el Gobierno vasco y haciéndolo fue pillado in fragranti

“Al infierno o a la gloria. Vida y muerte del ex cónsul y espía Wilhelm Wakonigg en Bilbao. 1900-1936” -Pág.-286- Ingo Niebel.

Wakonigg José Díaz Herrera
Wakonigg José Díaz Herrera

El cónsul de Austria-Hungría pudo elegir abogado y el juicio se celebró con la prensa como testigo. El escándalo fue mayúsculo, ya que Wilhelm tenía contactos en las más altas esferas bilbaínas y era suegro del primer jefe de la Ertzaintza, Luis de Ortuzar, quien dimitió a consecuencia de su captura.

En aquella época, en un país democrático con las mayores garantías, ante la gravedad de la acusación, lo palmario de las pruebas y sobre todo, en guerra, cualquiera en la misma situación que Wakonigg hubiera sido fusilado. Por eso la diplomacia austríaca apenas protestó y reconocía la legitimidad de los motivos de su detención. Ni siquiera su suegro, Ortuzar, pudo hacer nada por salvar su vida.

Es cierto, también, que Wakonigg ayudó a escapar a empresarios vascos al otro lado del frente. Curiosamente José Díaz Herrera nos omite que en esta humanitaria acción, contaba con la indispensable ayuda del alcalde nacionalista de Mundaka, Alejandro Mallona Iza2. Y que al edil jelkide, su gesto no le sirvió para nada, ya que fue fusilado por los franquistas el 4/9/1937.

En este caso, algo nada inusual. Me refiero a que jelkides, tanto de base como dirigentes, escondieran y salvaran a notorios derechistas. Tampoco que les sirviera de nada para evitar su fusilamiento por parte de los fascistas.  Son los casos de Florencio Markiegi, alcalde de Deba o Leandro Amezaga Villa, directivo del PNV de Algorta. Fusilado tras esconder a los derechistas L.Aznar, J.M. Rivas, Antonio Basagoiti, Ramón Villabaso y varios religiosos. “Cárceles y campos de concentración de Bizkaia”-Pág 206-Ascensión Badiola Ariztimuño

Y aunque, Díaz Herrera insista en satanizar al PNV, los testimonios de jeltzales salvando a franquistas de la represión republicana son innumerables. Desde nacionalistas de base a los más altos cargos del PNV. Lo reconocen las mismas víctimas franquistas de esta represión en los libros testimonio escritos en caliente, justo acabada la guerra (Ybarra, Herrera Oria, Rodríguez del Castillo, Carasa Torre, Echeandia, Cesar Jalón)3.

Ahora bien, ¿significa esto que no se fusiló a nadie “por ayudar”?

Pues resulta que sí. Sí que se fusiló a este tipo de buenos samaritanos. Desgraciadamente para el relato intoxicador de Díaz Herrera los asesinos no fueron nacionalistas. Si estos hubieran fusilado a estas almas generosas hubieran tenido que hacerlo con muchísimos compañeros de partido.

Los fascistas ni tuvieron esos escrúpulos ni eran tan mojigatos. No solo fusilaron a nacionalistas vascos o republicanos. Su furia asesina no se detuvo ni con sus propios camaradas. Es el caso de Beasain, donde diversos franquistas locales fueron asesinados por las tropas del teniente coronel Cayuela por pedir moderación.

«Como ejemplos dramáticos habrá que señalar que, hasta carlistas de Beasain, fueron fusilados por intentar proteger a sus conciudadanos de la crueldad de sus correligionarios.»

«Negociaciones del PNV con Franco durante la Guerra Civil»-Pág. 168-Carlos Olazabal Estecha (ex portavoz del PP en la Diputación de Bizkaia).

Tampoco para encarcelar a aristócratas, como Don Alfonso del Valle de Lersundi. Arrestado por intentar salvar a un joven nacionalista que los había protegido a él y su familia durante el «periodo rojo».

«Un numeroso grupo de nacionalistas viene todas las noches a dormir aquí, detenidos en calidad en calidad de rehenes. También está detenido el caballero monárquico don Alfonso del Valle de Lersundi, hijo de la condesa de Lersundi. Un tipo interesante. Luce en la solapa las cintas de sus condecoraciones y se considera solidarizado con todos los que se reúnen aquí. Acaba de contarme su caso.
Reside en Hernani, donde durante el periodo rojo, los nacionalistas le protegieron a él y a su familia, lo mismo que a otros destacados elementos, en el convento de las Agustinas. Convenció a sus protectores a que se quedaran en el pueblo a la entrada de las tropas y escondió en su casa a uno que de manera particular se portó bien con él. Poco después detuvieron a este muchacho y, entonces, él comenzó a pasarle comida a donde se encontraba preso. Don Alfonso me contaba cómo primeramente le prohibieron pasar al desgraciado el café y puro con que acostumbraba obsequiarle al final de todas las comidas; luego la prohibición a rajatabla de servirle nada y, por último, cómo terminaron fusilando a su protector y, más tarde, deteniéndole a él mismo.»

«El abrazo de los muertos»-Pág 49-José de Arteche

Como detalles curiosos de este suceso, Ingo Niebel refleja los aportados por el periodista británico George Steer. Por un lado, la valentía y deportividad demostradas por el cónsul ante su inexorable final y por otro, el detalle humano e insólito a la vez, de su suegro el jefe de la Ertzaintza Ortuzar, y del consejero de Justicia del gobierno que lo fusila, Leizaola, pasaron la tarde previa a su muerte acompañándole4.

Recomiendo leer las notas a pie de página, son parte del artículo y espero que no lo contradigan ;)

Próxima entrega de “Los Mitos del Nacionalismo Vasco” y las mentiras de José Díaz Herrera” un ejemplo del recurso literario “Calumnia que algo queda” titulado “El asesinato de los siete jóvenes requetés de Azkoitia”.

En este capítulo el periodista chicharrero pasará de la mentira tonta y sin gran trascendencia a otro nivel.

 1“tres sobres con su correspondiente documentación: el primero era aquel dirigido al general jefe del Estado Mayor del Ejercito del Norte, el segundo tenía como destinatario al gobernador militar de San Sebastián y el tercero tenía como destinatario al general Solchaga”.

“Al infierno o a la gloria”– Pág. 189- Ingo Niebel

“El mismo día 28 de octubre, el capitán Murga fue interrogado en la Dirección General de Seguridad. Reconoció ser el autor de las tres notas que se refieren al armamento y las fortificaciones.”

“Al infierno o a la gloria”– Pág. 192- Ingo Niebel

2“Entre las veintidós personas que el 24 de setiembre de 1936 que embarcaron en el torpedero Jaguar se hallaba la hija de Wakonigg, María Luisa, de treinta y un años, en compañía de dos niños de tres y un año de edad- Con ella subieron a bordo sus hermanas María Isabel (quince años) y maría Pilar (catorce años) y su hermano Juan Daniel (once años). Que el austriaco eligiera Mundaca como lugar de encuentro con el Kriegsmarine tenía su razón: el alcalde de la villa, el jelkide Alejandro Mallona Iza, escondía a destacados miembros de la derecha vizcaína. Entre ellos se hallaban integrantes de la familia vizcaína Ybarra, una de las que financiaron el golpe militar. Cuatro días más tarde, el 28 de setiembre, se produjo otro embarque en Mundaca. Aquella vez llegó el vapor alemán Neptun al puerto vizcaíno para transportar un número indeterminado de personas, cuyas identidades desconocemos, a Francia.”

“Al infierno o a la gloria”-Pág.135-Ingo Niebel

3Me refiero a seis de los libros escritos por estos prisioneros franquistas relatando su experiencia en la Guerra. Son libros escritos en caliente, con una reedición de Cesar Jalón poco antes del advenimiento de la democracia. En general muy críticos con la actuación del PNV, pero ellos mismos nos relatan situaciones en las que los jelkides les salvaron la vida, a ellos o a personas muy cercanas. En una época en la que el revanchismo era la tónica general y los halagos a los nacionalistas no estarían bien vistos. Excepto en el caso de César Jalón lo relatan sin darle demasiada trascendencia.

“Este recibió, a altas horas de la noche, la visita de un jefe comunista. El cual, entre otras cosas, les dijo: «Si los separatistas no fusilan a los hermanos Herrera, no tienen vergüenza». Era pues indiscutible, que en este caso los separatistas influyeron para que no se cometiera un atropello con nosotros.»

“Los cautivos de Vizcaya”-Pág 79-P. Enrique Herrera Oria

«A las tres de la tarde llegó por ahí un tal Aracama, jefe de fortificaciones en aquel sector; este era un separatista de San Sebastián, sin malas intenciones, cegado por su ideología.

Más tarde fue él quien nos ayudó a huir a nuestras líneas.»

«Vida y muerte en las cárceles rojas»-Pág 210-Del médico fascista Jesús Rodríguez del Castillo.

Deja la cárcel (Ondarreta) la primera expedición.
Al salir la que yo formaba se produjo un movimiento de pánico. La guardia exterior pretendía impedirnos nuestra salida.
-¡Hay que matarlos! ¡De aquí no sale nadie! Dijeron pretendiendo poner manos a la obra.
Unos muchachos separatistas que habían recibido el encargo de trasladarnos al barco sanos y salvos, se dispusieron a nuestra defensa, empuñando sus mosquetones. Precipitadamente nos encerraron en las celdas de la planta baja. Pasaron unos minutos. Se parlamentó con los que pretendían acabar con nosotros. Cedieron éstos, y salió por fin nuestra expedición con rumbo al puerto”.

“Presos de los rojo-separatistas. Navarros, guipuzcoanos y vizcaínos”-Pág 51- Federico Carasa Torre

“Al poco tiempo de los sucesos, en el lugar que se encontraban ocultos en Bilbao, sorprenden un grupo de bizkaitarras a mi hermano Ignacio y a su amigo falangista Rebolledo. Los llevan detenidos por la carretera de Las Arenas cuando un coche que les seguía, al llegar a Lamiaco  les pasó y se cruzó en la carretera. No pudo continuar el automóvil en el que iba mi hermano y se hicieron con la presa los rojos que ocupaban el otro coche, en el que continuaron hasta Guecho. Al pasar por Algorta, los bizkaitarras pidieron auxilio en el “Batxoki”(sic), y se les unió otro automóvil. Ambos fueron atrás del rojo y llegaron a la tapia del cementerio de Guecho en el momento que iban a fusilar a mi hermano y a su amigo. Afortunadamente Ignacio pudo escapar más tarde y salió en una motora que lo llevó a San Juan de Luz (Francia) de donde pasó a la España Nacional.” 

“ Mi diario de la Guerra de España: 1936-1939”-Pág 19- Javier de Ybarra y Bergé

“Al siguiente día, después del desayuno, comenzó un visiteo sospechoso. Los oficiales y clases del batallón socialista iban y venían por las celdas, repasando las caras de los detenidos. Aquello tomaba mal cariz. Fingiéndose humanitarios, preparaban para la siguiente noche una matanza de seleccionados. La Providencia divina veló por nosotros, sin embargo, frustró el plan urdido.

A las tres de la tarde precedidos por una gran algazara, aparecieron en El Carmelo las altas siluetas de aquellos mozos vascos, robustos, de la guardia “Ertzaña”, que tenían su cuartel en la zona de Las Arenas. Los Tenientes Abando, Uriguen, Peña y otros buenos muchachos, abrazando a paisanos y conocidos, nos decían:
 -¡De buena habéis escapado! Nos enteramos a mediodía en qué manos estabais, y a la primera indicación del Gobierno nos hemos presentado todos, voluntariamente, para tomar El Carmelo por las buenas o por las malas. Antes de intimar el relevo al batallón de la U.G.T. habíamos emplazado fuera las ametralladoras.

-¿Y nosotros ayer dormimos tan tranquilos!-les dijimos.

-¡Pues no hubieseis quedado un centenar! Y menos mal que no empezaron el jaleo anoche mismo. Ya no nos vamos de aquí. Hasta el final tendréis dentro y fuera, guardia de mozos vascos (1).

  Y ello fue cierto. Todos se esforzaron en dulcificar nuestra situación y consiguieron que en adelante viviéramos un largo paréntesis de paz.

(1) (nota de Echeandia): «Siempre me ha parecido el más imperdonable de los crímenes entregar una juventud desviada en lo político, pero espléndida en lo moral y en lo físico, a los peores enemigos del País Vasco, a los que se burlaron constantemente de su fe, de la nobleza de sus costumbres y de su honradez tradicional, a los que al mes siguiente de establecerse la República dieron al mundo civilizado el espectáculo brutal del incendio de iglesias y conventos.»

“La persecución roja en el País Vasco”-Pág 202/203-José Echeandía

Echeandía, como el resto de escritores, olvidan y omiten la masacre que estaba ocurriendo en esos momentos en la retaguardia franquista. En Navarra más de 3.000 civiles asesinados sin que hubiera frente de guerra y bajo las barbas del Cardenal Gomá.

En Navarra la mayoría de asesinados fueron republicanos, con notorias excepciones como Fortunato de Agirre. En Gipuzkoa, sin embargo, se cebaron con los nacionalistas de a pie que no esperaban ser blanco de la represión franquista. Más de un tercio de la población había huido porque ya habían llegado las noticias de lo que sucedía en Navarra, se quedaron los que no se lo esperaban. Sin olvidarnos de los sacerdotes nacionalistas, o no, fusilados en Hernani u Oiartzun.

Del libro de Cesar Jalón escribiré más extensamente más adelante. Pero es quien defiende a los nacionalistas de una manera más clara.

4“Su yerno Ortuzar y Leizaola, le visitaron para reconfortarle aquella tarde, y como en los viejos tiempos, sostuvieron una larga y amistosa conversación”, relata Steer”

“Al infierno o a la gloria”-Pág261-Ingo Niebel

“Steer añadió un detalle, según el cual “el pelotón de ejecución le estrechó la mano” y que Wakonigg se puso delante de sus ejecutores “sin venda en los ojos”. Según recordó el testigo presencial Leizaola, Wakonigg “se descubrió, gritó “Heil, Hitler, y así murió.”

“Al infierno o a la gloria”-Pág 262-Ingo Niebel

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