Arizmendiarreta: La solidaridad en el tiempo (2)

Joxan Rekondo

Para la generación de Arizmendiarrieta, hablar del País Vasco tenía un significado que iba más allá de la mera localización de un territorio inserto en la bastedad del mundo global. Un país que, en el tiempo, había mostrado posibilidades y carencias, y un carácter que debieran tomarse en conciencia. No se concebía ningún derroche “de lo que pudiera hacernos falta por el irresponsable y vano empeño de comenzar en cero”[i]. Se enarbolaba la consigna que instaba a tener ‘menos prisa y más seriedad’.

En sus textos, Arizmendiarrieta apela a la simbología del roble como representación mental del país y del régimen de vida social con el que se identifica. En torno al roble se condensarían los atributos del trabajo humano, con los que se lograría “expresar las esencias del pasado con las realidades del presente en la construcción de un orden social evolutivo”[ii]. El trabajo sería, por lo tanto, el factor de conexión más relevante entre pasado, presente y futuro. La experiencia histórica es trabajo acumulado, capa sobre capa. No es posible aprehender la significación integral del trabajo cooperativo prescindiendo de toda “su dimensión vital e histórica[iii].

Aunque el presente resulte muy satisfactorio[iv], puede caducar si no tiene al futuro como horizonte real. “No podemos detenernos ni resistirnos a penetrar en el futuro en un período en que el fenómeno más significativo es la aceleración y el cambio, so pena de actuar insensatamente”[v]. El mismo cambio al que se aspira sólo puede provenir del trabajo que se desarrolla en el espacio vital constituido en torno a un tiempo que tiene el futuro como referencia. Arizmendiarrieta convoca a afrontar dichas condiciones de cambio y aceleración, inscritas en procesos inevitables de evolución, que imponen la necesidad de “ser forjadores del futuro”, de buscar prepararse ante los nuevos tiempos[vi].

Como pueblo, nos queda mucho por hacer. En este marco, Arizmendiarrieta advierte que no podemos vivir confiados en que las condiciones de lucha y competencia en las que vamos a tener que desenvolvernos vayan a ser las que pudiéramos prefijarlas nosotros[vii]. En su visión de la historia, lo que distingue a los pueblos es su actitud ante las circunstancias que tienen que afrontar. Unos se preparan para ser protagonistas de la historia y buscan orientarse y conducir a su favor las circunstancias del tiempo. Otros se someten a las condiciones que se les presentan, esperando salir favorecidos. Pero, señala Arizmendiarrieta, que “los que optan por hacer historia y cambiar por sí mismos el curso de los acontecimientos llevan una ventaja sobre quienes deciden esperar pasivamente los resultados del cambio”[viii].

Una y otra vez repite que el signo de la vitalidad (de la empresa cooperativa, y por extensión de las comunidades humanas) no reside tanto en la mera duración, sino en la capacidad demostrada de adaptarse y renovarse. La duración será consecuencia de que pueda verificarse tal vitalidad. Ante los riesgos e incertidumbres que no puede controlar por su propia mano, el ser humano “debe ser hoy una antena sensibilizada hasta el máximum para captar nítidamente las vibraciones de todo lo que a su alrededor se mueve y se propaga”[ix]. Tal demanda no conlleva una exigencia de perfección, sino de mantener una tensión que no decaiga en relación con el compromiso social adquirido, tensión que está asociada con la promoción a la que debería aspirar la propia persona.


[i] JMA. Menos prisa y más seriedad, TU, enero 1976.

[ii] JMA. Un ejemplo concreto: Ulgor en su clima. Estructura de Ulgor. CLP, lib. 10. Archivo Arizmendiarrieta, edición digital, 2008.

[iii] JMA. Lo que va con el hombre va con el pueblo. TU, dic. 1972.

[iv] “Sentirse satisfechos es un lujo intolerable; es una actitud que la conciencia humana y social no puede consentir en quienes quisieran vivir decentemente”. José María Arizmendiarrieta. Pensamientos. Otalora, 1999

[v] JMA. Memoria 1974. CLP, lib.08. Archivo Arizmendiarrieta, edición digital, 2008.

[vi] JMA. Ley de vida. TU, Noviembre 1975.

[vii] Id.

[viii] JMA. Memoria 1973. CLP, lib 08. Archivo Arizmendiarrieta, edición digital, 2008.

[ix] JMA. Cosas sabidas que no se deben olvidar. Abril 1952. PR, lib 05. Archivo Arizmendiarrieta, edición digital, 2008.

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