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Arizmendiarreta: La solidaridad en el tiempo (3)

Joxan Rekondo

En este marco, la patria adquiere el significado de flujo histórico que expresa la ‘solidaridad en el tiempo’ de Arizmendiarrieta. Es una “marcha hacia la tierra de promisión[i] que recoge en su seno el caudal que proviene el pasado para ponerla al servicio del futuro, de las nuevas generaciones que han de venir. Una visión patriótica que se adecúa a la interrelación que establece entre la herencia del pasado y las obligaciones con el porvenir: “corresponder a lo heredado o recibido más o menos gratuitamente con nuestro esfuerzo, para ensamblar el presente en el futuro, apoyándolo en la solera de nuestra tierra y transformarla en Pueblo o País revitalizado”[ii].

Esta es la concepción de proceso histórico de la que Arizmendiarrieta no se despega jamás. Un proceso sin quiebras traumáticas, con cambios que buscan profundidad a través de transiciones sin radicalidad, que obtiene del pasado materiales valiosos para el nuevo orden que busca en un futuro que se prepare sin aventuras, a programar con los que se puedan ver “afectados por lo que va a suceder[iii]. Arizmendiarrieta realza el sentido práctico que persigue “poner la mano en la reforma que se puede hacer cada día”[iv] para “cambiar aquello que transformado pudiera sernos, mejor punto de apoyo para ulteriores evoluciones de toda índole”[v].

Tiene interés conocer las características de la revolución arizmendiana al máximo detalle. Por ahora, nos basta con algunas indicaciones. La principal, que no pretende ser un acto aislado de liberación. Para Arizmendiarrieta, la revolución tiene que inscribirse en el proceso histórico y conjugar el factor tiempo, para no agotarse en el acontecimiento que pretendería volcar el estado de cosas. Esta pretensión revolucionaria puede parecer incompatible con la idea de promover el desarrollo del sentido histórico vasco, idea a la que Arizmendiarrieta recurre constantemente.

Sería una revolución que no pretende “derrochar nada de lo que pudiera hacernos falta por el irresponsable y vano empeño de comenzar en cero”[vi]. Parece claro que lo que quiere es desmontar estructuras y formas agotadas, cuyo mantenimiento está aprisionando la dinámica progresiva del que a menudo llama espíritu secular vasco. Es una revolución que habría de llevarse a cabo día a día, “para acreditar un humanismo en escala progresiva[vii] avanzando a pasos sucesivos. Una revolución, en definitiva, que no está sujeta a un determinado día de la liberación, cerrándose dogmáticamente a las transformaciones en cadena que exigiría el futuro[viii].

Un proceso de estas características plantea una exigencia mucho más alta y radical que lo que exigiría la realización de un golpe de mano revolucionario. Frente a una efervescencia de pasiones colectivas que necesitaría un acontecimiento de este estilo, la revolución arizmendiana exige mantener activa una conciencia moral honda y robusta que sostenga, sin desplomarse, la acción que la revolución necesite cada día, en el marco de un proceso emancipatorio de largo recorrido[ix]. La pasión por lo que se anuncia como gran acontecimiento es excitante, frente a lo discreto de la expresión ritual y repetitiva del compromiso diario que exige la cooperación. Pero, si hacemos caso a uno de los filósofos de moda, son las repeticiones las que dan estabilidad y sentido a la vida[x].


[i] JMA. Ley de vida. TU, nov. 1975.

[ii] JMA.  Pedagogía y cooperación. TU, julio-agosto 1975.

[iii] JMA. Pueblo trabajador y consciente. TU, mayo 1975.

[iv] JMA. Despertar (editorial). PR, lib 04. Archivo Arizmendiarrieta, edición digital, 2008.

[v] JMA. Una participación real. TU, diciembre 1972.

[vi] JMA. Menos prisa y más seriedad. TU, enero 1976.

[vii] JMA. La verdad y la justicia. TU, diciembre 1973.

[viii] “Una revolución diaria consistente en transformaciones efectivas consolidadas en estructuras nuevas no es evasión y es susceptible de un proceso en cadena que puede llegar más allá de lo que pudiéramos imaginarnos”. JMA. Sin arrogancia ni falsa modestia. TU, enero 1968.

[ix] JMA. Los cooperativistas que se necesitan. Boletín Cooperación, julio 1961.

[x] Byung-Chul Han. La desaparición de los rituales. Herder 2020.

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