Patxi Agirre

EAJ-PNV acaba de culminar su proceso de renovación interna con la elección del nuevo Euzkadi Buru Batzar (máximo órgano ejecutivo) y la aprobación de sus ponencias. En los debates previos de la ponencia Una organización democrática se ha apelado al concepto de la confederalidad organizativa histórica de la formación abertzale.

Dicha circunstancia me ofrece un buen punto de partida para realizar un repaso histórico a lo que, en relación a la aplicación del concepto confederal, ha sido la organización interna de EAJ-PNV a lo largo de su dilatada historia (este año celebrará su 130 aniversario).

No será hasta 1906, tres años después de la muerte de Sabino Arana, cuando el PNV disponga de sus primeros estatutos (Estatutos de Bilbao), una base organizativa de difícil aplicación ya que, a excepción de Bizkaia, aún no se habían constituido los órganos ejecutivos territoriales. Por poner un ejemplo, el Gipuzko Buru Batzar (ejecutiva guipuzcoana) se creó el 20 de abril de 1908. Hasta entonces, y desde 1904, Engracio Aranzadi Kizkitza, el gran ideólogo del abertzalismo postaranista, había ejercido el cargo de delegado regional en Gipuzkoa, un territorio en el que la implantación sabiniana resultaba complicada habida cuenta del fuerte asentamiento de otras ideologías como el carlismo o el integrismo.

En contra de lo que pueda parecer, el concepto de confederalidad en la estructura interna no es un aspecto que remita a la primera hornada de proyectos estatutarios (p.e. Elgoibar 1908, Zumarraga 1914), ni siquiera a los modelos establecidos tras la adopción de la nueva denominación de Comunión Nacionalista Vasca en 1916 (término este que apela al concepto de partido-comunidad interclasista). En contra de lo que se haya interiorizado erróneamente por la militancia, este periodo inicial del partido estuvo marcado por una preponderancia del nivel decisorio regional sobre el municipal y esta situación puede entenderse mejor constatando que en la Gipuzkoa de los primeros años del siglo XX, sólo cinco municipios disponían de una implantación abertzale suficiente como para tener delegado municipal.

Y como en la vida de un partido democrático no hay nada inmutable, la siguiente configuración organizacional (1920-1922) recogió un esquema centralizado para, al cabo de dos años, optar por un modelo que conjugaba elementos federales y confederales. Para aquel entonces, la estrategia de la propagación de la cultura nacionalista había dado sus frutos y en el periodo 1917-1918, el PNV lideró la Diputación de Bizkaia con Ramón de la Sota Aburto, obtuvo en este territorio cinco de los seis diputados y tres senadores en Madrid (uno de ellos el navarro Arturo Campión) y disponía de concejales en Gipuzkoa y en Iruñea.

El término confederal se recogió por primera vez en la Asamblea Nacional celebrada en el Teatro Ureta del Aberri Etxea de Tolosa (1932-1933) quedando estructurado el partido en forma de Confederación Republicana, compuesta de regiones y municipios confederados “porque así lo quiso el pueblo en el desenvolvimiento de sus libres actividades al correr de la Historia”. Esta última frase alude al secular y soberano régimen foral vasco, pero no a la existencia de entidades políticas regionales previas que decidieron crear de nueva planta un partido llamado PNV. Para ratificar esta afirmación, basta con citar que, tras la muerte del fundador, el nuevo presidente del partido, D. Ángel Zabala, firmó en junio de 1904 un decreto disponiendo que “en todos los pueblos de Euzkadi en que hubiese un núcleo nacionalista de más de diez patriotas, se reunieran para elegir un Delegado municipal que, entendiéndose con el general del Partido, quedara al frente de los jelkides de la población”.

En dicha asamblea de Tolosa, los responsables de la ponencia de organización fueron José Antonio Aguirre y Manuel Irujo. Sus propuestas organizativas (afiliación de mujeres y sacerdotes, apertura del partido a sectores no católicos, etc.) representaron el triunfo de las tesis renovadoras frente a la ortodoxia más sabiniana de figuras como Ceferino Xemein o Luis Arana. Y tras el largo periodo del exilio, las fórmulas confederales internas fueron asumidas por la Asamblea Nacional de Iruñea de 1977 celebrada bajo el lema Batasuna ‘ta indarra.

Un año después de la dramática escisión de 1986 que dio lugar a la creación de Eusko Alkartasuna (EA), el PNV abordó la renovación de su estructura interna en la Asamblea General de Zestoa , dedicando un riguroso análisis a la naturaleza de la confederalidad del Partido. En uno de sus apartados, el documento Bases organizativas realizó un planteamiento autocrítico al afirmar que “la formulación estatutaria invita a interpretar, equivocadamente, que la organización del PNV es estrictamente confederal, cuando de hecho contiene elementos que contradicen la naturaleza confederal. Y no puedo estar más de acuerdo.

Porque si realizamos una analogía con la formulación clásica de la confederalidad en el ámbito de la construcción de marcos jurídico-políticos, hemos de concluir que EAJ-PNV NO es una “unión de Partidos que conservan su soberanía y se rigen por determinadas leyes comunes”. Ni tampoco una alianza de entes independientes previos, unidos por unos objetivos compartidos.

La formación jeltzale es, como se manifestó en Zestoa 87, un ÚNICO partido político estructurado en Organizaciones Municipales, Regionales y Nacional. No es una confederación de partidos de ámbito municipal y regional”. Desde su creación en Bizkaia, el objetivo del movimiento político iniciado por Arana fue impulsarlo en “los estados hermanos”.

Además, el documento aprobado en Zestoa hizo énfasis en dos aspectos fundamentales del funcionamiento democrático jelkide: “La Soberanía y el poder residen en la afiliación” y “La soberanía como único partido se ejerce desde los Órganos Nacionales”.

La confederalidad no solamente quedó desechada en aquella Asamblea Nacional Extraordinaria sino que en su discurso de clausura, Xabier Arzalluz, refiriéndose a las dinámicas previas que propiciaron la traumática ruptura en la nave abertzale democrática, señaló que “aprovechándose de la estructura confederal del Partido, vino la asunción de soberanía por parte de los guipuzcoanos, la rebelión de 15 juntas municipales que no aceptaron lo que, en definitiva, era una escisión camuflada de legalidad”.

Con estos antecedentes, no parece muy adecuado apelar al concepto “confederal” para fijar una posición respecto a propuestas de organización interna.

Al igual que en Iruñea 77, las bases organizativas establecidas en Zestoa diez años después, tuvieron en cuenta que el modo de funcionamiento debe ajustarse a las nuevas circunstancias sociales y me atrevo a añadir que tal principio debe ser ejercitado de manera permanente. Si algo ha caracterizado la acción política de EAJ-PNV en su largo y exitoso discurrir ha sido su capacidad de realizar una correcta lectura de los tiempos históricos. Y en ello, la organización interna no debería ser una excepción.

La IX Asamblea General, celebrada en el Frontón Atano III de Donostia, ha aprobado un texto que incide en el concepto de que la “soberanía reside en la afiliación y en su participación en las Asambleas Municipales”.

Desde este axioma, la próxima reforma de los Estatutos Nacionales de EAJ-PNV debería tener presentes nuevas reflexiones para la nueva organización interna:

  1.  Desde el reconocimiento de que las organizaciones locales son la célula básica organizativa, éstas no pueden sustituir o representar en todo momento la capacidad decisoria que, en última instancia, corresponde a cada militante.
  2.  Las organizaciones territoriales, que gozan de ámbitos competenciales definidos, no deberían convertirse, teniendo en cuenta que el espacio político-institucional vasco está cada vez más interrelacionado, en “comandos autónomos” de tendencia reduccionista (en el sentido coloquial de la palabra). Y tampoco habría de entenderse la composición de órganos nacionales como el Euzkadi Buru Batzar (EBB) a modo de meros sumatorios de voluntades territoriales
  3.  Los procesos electorales internos deben adecuar sus procedimientos electivos a las normativas en materia de idioma y/o paridad de género, atendiendo al tiempo a las nuevas demandas de participación política (voto telemático, consultas sectoriales etc.).

Si algo ha quedado demostrado con meridiana claridad en este último proceso interno es que, a pesar de las múltiples dificultades –compartidas por otras muchas entidades del mundo asociativo–, la formación jeltzale sigue siendo un partido de bases y una organización plenamente soberana que se eleva sobre intentos de presión de grupos exógenos no precisamente abertzales. El PNV no es un partido de cuadros (eso sí, dispone de amplio margen de mejora en su acción formativa interna), ni tampoco un partido de aparatos que desde el ejercicio de lo que en el argot se llama política de salón, planifican sin atisbo de reacción de las bases los designios presentes y futuros. Sí es un partido de afiliadas y afiliados que aportan su fuerza militante, decisoria y decisiva a la causa de la libertad de Euskadi.

Es tiempo de ilusión para el PNV que abrirá nuevas ventanas de oportunidad para la sociedad vasca. Ireki leihoak eta eman bidea etorkizun libreari!

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2 comentarios en «Confederalidad»

  1. Vamos a ver estimado Patxi.
    Creo que el último apartado de tu aportación es inexacto
    Porque las bases del Partido,por la información,que tenemos,mi fuente es ZUBIZARRETA,solamente ha participado el quince por ciento de la afiliación,en el proceso.Las bases,como tú dices,han pasado olímpicamente del proceso democrático ,si es que los datos de Zubizarreta son ciertos,ya que el PNV,no ha facilitado ningún dato al respecto ,que sepamos .No estaría del todo mal que analizarias el porque de esta pasividad,elocuente y escándalosa por otra parte.
    En el último apartado mismamente,dices que el PNV,no es un partido de cuadros,ni de aparatos que teledirigen a las bases de la militancia.
    Lamentablemente,tengo que discrepar nuevamente con tus interpretaciones,porque si algo ha trascendido ,es precisamente lo contrario,n remix de familias,de mitxelines perpetuos,un enfrentamiento entre candidatos,que se acusaban de poner a prueba nada menos que la UNIDAD del alderdi jeltzalea.
    En el periódico guipuzcoano,que informaba de la asamblea del frontón,decía ente otras cosas,que los miembros de la Asamblea tenían oris por ir al estadio del futbol al comienzo del partido,y también es muy elocuente que ese medio informativo,ese mismo día donde anunciaba el nombramiento del neoburukide,publicaba una entrevista al ex burukides Imaz,de dos caras enteras.
    A mí me suena todo esto,en contra de tu parecer ,de una orgia de intereses,y una componenda pactada por el la influencia y poder.
    No se si me explico .
    Ondo izan Patxi ,eta sakondu azterketan,azkarra zera eta Ondo jantzia.

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