Joxan Rekondo
1. Para la política vasca, es muy relevante que el partido Sortu (que lidera EH Bildu, la fuerza política con más posibilidades de gobierno de toda la oposición vasca) tome a la Revolución Rusa como referente ideológico de su acción política. Así lo hizo en la resolución final del Congreso que este partido realizó a primeros de año.
Hay quien dice que puede que únicamente se quisiera dar testimonio del centenario del ascenso de la revolución leninista, y que esta referencia no tendría nada que ver con tomar aquel acontecimiento como modelo. Pero, el materialismo histórico al que explícitamente se adhiere Sortu en sus ponencias no admite testimonialismos retóricos. Si se quiere dar testimonio, hay que darlo llevando las proclamaciones a la realidad de los hechos. Por lo tanto, de la coherencia que se auto-atribuyen los marxistas-leninistas vascos hay que esperar que las referencias al Manifiesto Comunista y a la Revolución bolchevique no sean menciones rituales sino orientaciones prácticas que se inscriben en la lucha ideológica, que es una de las dimensiones principales que tras el cese de ETA ha adquirido la estrategia de la izquierda abertzale.
En estos dos artículos hemos querido entender y exponer lo que esto significa. En el primero de ellos, hemos examinado los factores de lucha más significativos con los que se desarrollan los acontecimientos revolucionarios sucedidos en la Rusia de 1917. En este segundo artículo nos quedan por tratar dos cuestiones. Una es la referida al tratamiento de la dialéctica nacionalismo/internacionalismo en el marco del revolucionarismo leninista. La segunda nos llevará a considerar si pueden existir paralelismos ideológicos que relacionen a un partido marxista del siglo XXI con el modelo revolucionario ruso, que según la absoluta mayoría de los observadores solo pudo ser posible en unas condiciones espacio-temporales radicalmente diferentes a las que hoy y aquí vivimos.
Es imposible entrar aquí, en el espacio que ocupan dos artículos de Aberriberri, en un análisis preciso de contexto y coyuntura. Pero, hemos de saber que por mucho que se insista en que las características de las revoluciones socialistas son particulares e irrepetibles, la experiencia rusa ha marcado todas las demás y los revolucionarios marxistas siguen usando a Lenin como referencia principal, contrastada y enriquecida por los movimientos revolucionarios que la han seguido en estos cien años. Por eso, no es difícil encontrar en los textos que la izquierda abertzale ha producido a lo largo de su historia formulaciones casi literales de las que realizó Lenin para Rusia.
2. En el breve examen que podemos concluir en dos artículos, nos quedaría por valorar la importancia que, en el paradigma que se evoca con la remembranza de la revolución rusa, adquirirían las demandas Lenin en relación con las singularidades nacionales. En este sentido, habría que decir que lo determinante en el marxismo-leninismo es el seguimiento invariable a sus principios y reglas de carácter universal, que se reproducen casi miméticamente aquí y allá. Esto es así porque lo general está presente en la esencia singular de todas las cosas, según la propia filosofía marxista.
La relevancia de lo particular, de los hechos diferenciales que caracterizan a cada país, depende sin embargo de variables históricas, subordinados siempre a los fines más o menos inmediatos que se persiguen desde el campo revolucionario. En este marco, la cuestión nacional (para nosotros, lo abertzale) se ha tratado como una demanda auxiliar de la revolución, y es meramente táctica. Lenin es claro al respecto: “el marxismo es incompatible con el nacionalismo, incluso el más justo, puro, refinado y civilizado de los nacionalismos” (cita en “Unidad proletaria y diversidad nacional”, obra de Hélène Carrère d’Encausse). A pesar de esa incompatibilidad, “los movimientos marxista-leninistas han aprendido a arropar sus llamamientos prerrevolucionarios con el manto del etnonacionalismo… como medio para hacerse con el poder” (“Etnonacionalismos”, Walker Connor).
De acuerdo con esa visión que reproducen dos (Carrère y Connor) de los más reconocidos especialistas mundiales en lo que se refiere a las relaciones entre el leninismo y la cuestión de las nacionalidades, los bolcheviques utilizaron el derecho de autodeterminación como gancho para atraer al proceso revolucionario a los movimientos nacionales sometidos. A partir de la toma del poder de Lenin, el debate adquirió otro cariz: ‘¿puede utilizarse la autodeterminación contra los soviets?’. La historiadora Carrère d’Encausse afirma que Lenin sometió finalmente la prometida ‘autodeterminación de las naciones’ a las nuevas condiciones creadas tras la toma del poder por los bolcheviques. La nueva visión, perfectamente congruente con la dialéctica marxista, sostenía que la autodeterminación no correspondería ejercerla a las naciones sino a los trabajadores. Tal y como más tarde pudo decir el mismo Argala, la pertenencia nacional vendría a separar a los trabajadores y únicamente podría unirlos en su misión la realización de la autodeterminación desde una perspectiva universal de clase obrera.
3. La adopción por Sortu del paradigma de la Revolución rusa como ‘brújula del socialismo’ tiene implicaciones doctrinales muy concretas, aunque no se planteen explícitamente en las ponencias recientemente aprobadas por tal partido. En primer lugar, es una garantía de carácter ideológico que sirve para marcar el horizonte con fidelidad a la ortodoxia doctrinal, y neutralizar de esta manera la tentación de dejarse llevar por el oportunismo de lo particular e inmediato.
En lo que al modelo organizativo se refiere, sus propios aliados de EA han percibido con claridad que la reorganización de la coalición EH Bildu se debe al afán centralizador de un Sortu al que el propio lehendakari Garaikoetxea calificaba abiertamente como marxista-leninista.
Por lo demás, Sortu se mueve en torno a un planteamiento estratégico de gradualidad revolucionaria, con un programa de radicalización democrática, tratando de aprovechar todas las oportunidades de negación que pueden ser capitalizadas en clave de poder popular. El mecanismo estratégico es también análogo al que desarrolló Lenin. La izquierda abertzale ha definido tres ámbitos principales de confrontación: el ideológico, el institucional y el de masas. Se busca la activación popular, recuperar el potencial de conflicto perdido y abrir múltiples frentes de lucha, crear doble poder y finalmente desbordar a las instituciones democrático-formales.
Finalmente, en relación con su concepción de lo nacional-patriótico, la lógica de Sortu es también fielmente leninista. Su referente principal no es la continuidad o la prosperidad de la singularidad nacional vasca. Otegi no se cansa de reprobar el nacionalismo: “no somos nacionalistas, somos independentistas” (Berlín, 14-01-2017). El partido vanguardia de la izquierda que se autodefine como abertzale insta a quebrar la sociedad aquí -incitando “procesos que polaricen a la sociedad” [ponencia Abian]- para promover la caída del llamado régimen del 78 que rige en Madrid.
Para el leninismo, no hay alma nacional a la que merezca darse continuidad, puesto que lo nacional y lo social no representan contenidos alternativos. Lo nacional no remite a contenido alguno, solo representa una imagen formal. Lo esencial en el proyecto revolucionario siempre es la naturaleza de clase con la que el proyecto se alinea. En coherencia con esta idea, Sortu afirma que “la lucha de liberación nacional es expresión de la lucha de clases”. En coherencia con lo que postula el marxismo-leninismo para el que, como concluye la especialista Carrère d’Encausse, “la clase, categoría permanente, prevalece sobre la nación, que es transitoria”.
A mi lo que me preocupa es que si Sortu consigue el poder y pone en practica la senda de la independencia socialista Rekondo estara del lado de los escuadrones de la muerte, de la Contra o no?.
Las chorradas que es capaz de decir un baturro cuando no quiere entrar al trapo del debate. La independencia socialista de Sortu sabemos que está en ninguna parte, 35 años de que la izquierda baturra nos ofrece eso y lo que consigue son 845 asesinados y cuatrocientos de sus presos en la trena. Un balance de resultados magnífico. Pues con la revolución comunista pasa lo mismo, el episodio más sangriento de toda la historia de la humanidad con sus apologistas más jetas, el señor Victor, por ejemplo.
Por cierto, leo el artículo del autor y no veo mención alguna a los escuadrones de la muerte. Que niveles de intoxicación nos quiere meter esta calaña baturra.
La senda de la independencia socialista no concluirá hasta que el capitalismo sea finiquitado.
Es un poco lo que yo entiendo después de leer el artículo. Lo nacional al estar bajo lo social no puede realizarse más que cuando se consiga el objetivo estratégico.
Ese objetivo es el fin del capitalismo, al que todos los fines coyunturales y todos los instrumentos de lucha están subordinados.
Al ser lo nacional parte de lo social es normal que adopte la forma pero no el contenido.
Es ahora usual tanto en Cataluña como en Euskadi que haya gente que diga «soy independentista pero no nacionalista».
La independencia es una bandera de lucha, pero su consecución no es incondicional.
JELen agur
Utilizar la cuestión nacional al servicio de su proceso revolucionario. Les sirve de parapeto, de excusa, de acelerador, pero siempre han dicho que en cuanto la revolución adquiera vida propia, como el huevo, romperán el cascarón como hace el pollo y se dedicarán en exclusiva al socialismo.
Así que teniendo claro que para estos cafres se trata de una lucha de socialismo contra el capitalismo, en esa especie de esquizofrenia bipolar, en lugar de centrarse en la dignidad de la persona, debemos de saber que de la compañía de esta cuadrilla solo se puede esperar la traicion.
El nacionalismo, en las antípodas de esta bipolaridad, debe seguir su propio camino, con la comunicación a la sociedad de esta posición ideológica.
Por aclarar conceptos para los seguidores de EH Bildu, después de la Revolucion Rusa hubo unas elecciones democráticas que perdió el Partido Bolchevique ( Comunistas) pero estos dieron un golpe de estado e implantaron una dictadura comunista por la fuerza.