Gabriel Otalora
LA expresión metafórica “el tiempo es oro” del escritor Edward Bulwer-Lytton (aunque algunos se la atribuyen a Benjamín Franklin), tiene un significado más literal desde que la codicia se adueñó de todo: nunca es tiempo suficiente para hacer dinero. La unidad de tiempo, lo único que es irrepetible, es el más valioso recurso de que dispone el ser humano en forma de vida presente, aunque nuestros pensamientos tengan tendencia a encadenarnos al pasado y sufrir con el futuro. Tan es así que se ha popularizado el concepto psicológico mindfulness a partir de la técnica milenaria budista de meditación que consiste, resumidamente, en tomar plena conciencia del momento presente y vivirlo lo más libre posible de condicionantes del pasado y del futuro.
El presente se nos escapa ahora con más facilidad al convertirse en algo difícil de controlar con las nuevas tecnologías que multiplican las posibilidades del campo humano de actuación. Quisiéramos abarcarlo todo. En muy pocos años, nos hemos ido de un extremo, el que daba pie a la metáfora “el tiempo es oro” como advertencia a los que derrochan los días en cuestiones improductivas (tal vez confiados en que más adelante tendrán la posibilidad de hacer lo que hoy postergan); a cruzar la línea roja del rendimiento óptimo, a partir de la cual la progresión en la asimilación se detiene y es sustituida por la regresión que convierte el disfrute del tiempo en sufrimiento.
Lo que ha cambiado es la utilización de las horas hasta el punto de que nos cruje la necesidad de recuperar la libertad sobre el tiempo propio, el de cada uno. Ahora vamos detrás de él por el salto cualitativo que ha supuesto disponer de nuevas tecnologías. Con ellas, podríamos ayudarnos a realizar más y mejores cosas en el mismo tiempo, pero nos han catapultado a un frenesí compulsivo en la falsa creencia de que tenemos menos horas que nunca y que tampoco las utilizamos adecuadamente. Para colmo, estas mismas tecnologías que tantos beneficios aportan, nos hacen sentir que corremos no tanto para llegar a más sitios sino para no quedarnos atrás, no se sabe muy bien respecto a qué.
Resulta contradictorio que vivamos aceleradamente incluso cuando tenemos tiempo; como si no sentirnos apretados por nuestros quehaceres fuera señal de inactividad. Y es posible que en este vivir acelerado hayamos bajado la guardia ante la subversión de los valores convirtiendo muchos medios en fines ante la dictadura del corto plazo a la medida de los grandes mercaderes que han sabido hacer del tiempo otra medida más de unidad de consumo: nunca están suficientemente exprimidas las horas para producir y para enriquecerse.
La falta de límites también aquí nos pasa factura. Límites, sí, que entendemos en quien practica el parapente cuando cuida adecuar sus movimientos a los vientos para disfrutar y por la cuenta que le tiene. Pues lo mismo ante el abuso de nuestras horas sumadas atropelladamente en actividades que nos dejan tan derrengados como vacíos. Límites, como los que aconseja la socióloga Judy Wacjman tener en el trabajo, acotando los horarios en los que se pueden enviar whatsapps relacionados con la actividad laboral para no incrementar la sensación de tiempo acelerado como un activador más del estrés. Incluso ella va más allá al demandar políticas públicas con diferente distribución del tiempo en la vida cotidiana.
Vivir las horas, no pasarlas de cualquier manera, es el reto que tenemos por delante. Generar e irradiar vitalidad solidaria, humanizada, que riegue los pliegues del corazón humano. La norma suprema del “más y más” sin límites añade presión sobre nuestras vidas precisamente con las herramientas que iban a darnos un respiro haciendo lo mismo con menos. Moraleja: si la ética no gobierna a la razón, la razón puede convertir hasta las horas de vida en una unidad de codicia.
LA expresión metafórica “el tiempo es oro” del escritor Edward Bulwer-Lytton (aunque algunos se la atribuyen a Benjamín Franklin), tiene un significado más literal desde que la codicia se adueñó de todo: nunca es tiempo suficiente para hacer dinero. ( sic )
Sí , lamentablemente , en nuestro pequeño paisito tenemos muchos codiciosos a los que el tiempo se les hace corto por el ansia desmesurada que tienen de acumular riqueza material , a costa de lo que sea , explotando a la gente mayormente.
El batua , bantua le llamaba Krutwig , es la lengua unificada vasca , es la unificación que todas las lenguas nacionales , mayormente las de tradición oral y muy poca literatura escrita , tuvieron que hacer.
Según Federico , euskaldun autodidacta , no era el Euskera su lengua materna , académico de la lengua vasca , traductor al bizkaiera de los clásicos alemanes siendo todavía un teenager , se debía haber tomado el Labortano como base , habida cuenta su mayor presencia en la literatura vascona , pero la academia vasca tomó otros derroteros y tenemos el actual batua.
Como todo producto humano tendrá sus defectos , carencias y limitaciones pero sirve perfectamente para que todos los vascos escriban igual , licencias literarias o bertsolaristas al margen.
Al que le pique que se joda.
Todos los vascos escriban igual? En esujera no desde luego. Una lengua que solo habla un cuarto o meos de los vascos es imposible que sirva a todos los vascos.
Al que le pique que se joda, o que siga viniendo a este blog a seguir fantaseando.
¿ A los guardia civiles , militares y funcionarios españoles que residen en Euskadi también les metes en el ajo ? , ¿ entran los 300000 exiliados de Fatxagoiti ? , ¿ también todos los que sin integrarse en el país de acogida , se han dedicado a poner palos en la rueda de la recuperación de nuestra lengua ? , ¿ metes a toda esa gentuza antivasca que reside entre nosotros como vascos de pro , incluído tú mismo ?
Koldo MItxelena linguista ospetsuak,garbi utzi zituen,Arantzazuko erabakietan,euskara batuaren erabilerak,
Euskara batua:ikastoletako textoetan,administrazio ofizialetako idazkietan eta komunikabidetan erabili behar zela.
Aldiz kreazio lanetan,hau da,eleberri,ipuietan eta abar,nola entsegu lanetan ere, batuaren uztarpetik aske utzi zituen.Gauzak horrela egin diran edo ez hori beste kontu bat da.
Dena den egin dezagun euskaraz,batuan edo dena delakoan.