Joxan Rekondo Pyrenaeus-eko Talaian
1. Tradicionalmente, el uniformismo español ha visto que la mayor amenaza a su predominio provenía del avance de las singularidades nacionales minoritarias, a las que tildaba malignamente de aldeanas, disolventes o privilegiadas. Singularidad que ha sido formulada, en nuestro caso, en términos de hecho diferencial o derecho histórico vasco con la finalidad de protegerla de la obsesión estatal uniformizadora y a la vez preservar una personalidad política irrevocable, incluso ante la expresión de una voluntad popular mayoritaria. Desde aquí se ha defendido, sin embargo, que el reconocimiento de esta voluntad es un elemento de carácter decisivo para actualizar y profundizar en el autogobierno nacional.
De esta manera, creíamos disponer de unas herramientas conceptuales contrastadas a lo largo de la dura historia que nos ha tocado vivir. Durante siglos, nuestra conciencia de lo diferencial nos ha servido como un factor fortalecedor de la resiliencia tanto en lo político y cultural como en lo económico. “Nada diferencia tanto a los hombres y a los pueblos como su respectiva actitud en orden a las circunstancias en que viven… una de nuestras características ha sido el sentido práctico, el de saber actuar en el ámbito de las posibilidades sin indiferencia ni renuncia a los ideales”, diría Arizmendiarrieta.
2. En eso estábamos, hasta que se nos propone revisar radicalmente esa percepción dominante. Últimamente, leemos que habríamos de abandonar ese sentido práctico tan particular, que se ha verificado muy útil para nuestra sostenibilidad nacional a lo largo de la historia, por ser un proyecto derrotado que fortalece las posiciones del unionismo estatal. Se suele argumentar que el canon autodeterminista de signo nacional se ha mostrado fracasado para construir fuerzas y confrontar con el Estado. Muerto el sujeto de carácter histórico-nacional a causa de su particularismo terminal, la alternativa propuesta sería un independentismo universalista, que únicamente se legitimaría a partir de la irresistible materialización de su voluntad colectiva. Pero, con la convicción de que “el independentismo del siglo XXI no se puede plantear como un proyecto abertzale” (Txutxi Ariznabarreta).
¿Qué porvenir ofrecen a este pueblo los que quieren despojarlo de su autoconciencia nacional? Los que defienden esta tesis la califican de universalista para procurarse una condición de poder moral, prefabricando así una relación de superioridad ante lo que invalidan como particularista. La nueva enunciación, sin embargo, me evoca una vieja objeción, ya que por mucha pompa académica con la que este universalismo se presente no deja de ser en sí misma una visión muy particularista, aunque pretendan que lo suyo se abre a representar la totalidad cosmopolita frente a la particularidad rústica que fracturaría lo social y en la que se encerraría la perspectiva nacional. ¿Pensar globalmente y actuar localmente es lo correcto?
3. El sistema de creencias del nacionalismo vasco parte de una realidad y un espacio social en los que se comparte un sentido social diferencial, aunque sin recluirse en un particularismo estrecho. Al menos desde Agirre, la visión que el abertzalismo preconiza es local y universal. Postula un mundo de pueblos libres ya que es lo que corresponde al ‘orden natural’ de las cosas. La implicación de los nacionalistas en favor de la libertad de las personas y los pueblos en todo el globo, movilizándose contra los totalitarismos del siglo XX, es consecuencia de esa visión. “Tenemos que tener un sitio en el mundo, el que nos corresponde, y mirar al mundo sin olvidar las raíces”, actualiza Ibarretxe. Es pensar y actuar en lo global desde lo local. A partir de la casa, a través de la vecindad y la ciudad, hacia el mundo.
¿Lo nacional es un particularismo que fractura lo social? No, si el despliegue nacional se produce a través del consentimiento cotidiano. Podemos ofrecer dos muestras. Primera, el trabajo por el resurgimiento de la educación vasca, clave de identidad nacional como no hay otra, fue y sigue siendo un ejemplo vivo de unión social. Segunda, la experiencia que describe el lehendakari Ibarretxe también evidencia que lo nacional es socialmente provechoso, incluso en la era de la mundialización. La identidad ha sido determinante, junto con la innovación, para el éxito del ‘caso vasco’, con un desarrollo humano integrador desde 1980 a 2008. Otra cosa puede suceder, sin duda, si lo que se busca es el oportunismo de apuntarse a toda ocasión para agudizar la confrontación política. Es inevitable que el efecto colateral inmediato sea la desconfianza social y la fractura.
¿Crepúsculo del nacionalismo? En absoluto. A pesar de la universalización de los medios y de los poderes, la gente vive aferrada a los vínculos de su cotidianeidad, que son los que marcan los aspectos significativos de su identidad diferencial. El ciclo es propicio para los nacionalismos que, sin renunciar a sus ideales, quieran gestionar las oportunidades con aquel sentido práctico y posibilista que Arizmendiarrieta observó en nuestra personalidad. El nervio del nacionalismo vasco ha sido precisamente esa capacidad de mantener los pies en el suelo de nuestra identidad diferencial y adaptarse con éxito ante un mundo cada vez más agitado en el que se están originando grandes mutaciones.
«Nazioa hil, independentismoa salbatzeko». Hori da iraultzeen, erabaki eskubidearen, atzean dagoen kontzeptua. Jeltzaleak eta abertzale humanistak «Txalo pin Txalo» pertsonai gutxiago eta gauza hauek sakonean aztertuko dituen jende gehiago behar dugu . Rekondo gehiago alegia.
La falsa dicotomía entre lo local y lo universal siempre ha estado en el debate político. Sin embargo, en este mundo cada vez más «globalizado» las personas buscan su identidad y comienzan a valorar lo local, lo cercano.
Lo cierto es que «lo local» ya no circunscribe solamente a la cercanía geográfica. Existe también una «distancia virtual» que depende de la intensidad de la comunicación (via métodos de difusión antiguamente o los nuevos métodos telemáticos) y conforman nuevas identidades colectivas.
El «universalismo» puro es tan falso como desastrosos para la humanidad. Es además falso en toda práctica real, ya que aquellos unionismos que se creen la quintaesencia del universalismo no aplican su medicina cuando se comparan con otras identidades más grandes. ¿Están los españoles dispuestos a renunciar a su idioma, con muchos menos hablantes que el chino? ¿Están dispuestos los franceses a renunciar a su lengua y costumbres? Sólo si la identidad universal se entiendoecomo la suma de las identidades locales puede aceptarse que no hay antagonismo entre ambos, sino complementariedad.
Yo soy vasco y español y quiero seguir siendo vasco, español, europeo y universal. No quiero Igeldos independientes ni Españas independientes, quiero interpelación entre pueblos y que los ciudadanos vivamos en la aldea global (MUNDO). Será una utopía, pero merece la pena creer y luchar porque se haga realidad. Por eso no quiero ser nacionalista, porque me empobrece esa visión tan encorsetada del Planeta que nos brinda el nacionalismo (sea vasco, español o ucranio).
Lo que más empobrece la visión es estar en contra de la libertad de los pueblos, sea el vasco o el ucranio. A los pueblos hay que dejarles libres y no pensar que los tanques rusos o españoles son buenos por qué representan esa universalidad totalitaria en la que sueñas todas las noches.
Prefiero dejar libres a los ciudadanos, Los pueblos están formados por ciudadanos que muchas veces tienen un sentimiento de pertenencia plurinacional no homogéneo
Los ciudadanos tienen que ser libres incluso para decidir en que estado o de que estado quieren formar. No podemos estar obcecados con modelos estatistas en los cuales países imperialistas como Rusia o España imponen restricciones a las decisiones de sus ciudadanos.
Tantaz tanta nos tomas el pelo, alguien que se dice universal (??) no lo puede ser si se cuelga tantos apellidos delante, vasco, español, europeo, terrestre…
Tantaz tanta, tonto tonto nos quiere hacer creer que los que se creen vascos y españoles son los “universales” y los que sienten vascos y no españoles son los “particularistas” los “aldeanos”.
En la defensa que el nacionalismo humanista hace de la nación hay universalismo, “eman da zabal zazu”. Este compagina las libertades de las personas y de los pueblos en uniones voluntarias. Contrario a las imposiciones basadas en el derecho creado a través de la fuerza injusta.
vete a las reuniones de alkartetxes y batxokis y saldrás asustado del «universalismo» de sus militantes.
Gracias, pero yo se lo que se cuece dentro del nacionalismo (sea vasco o español).
Por eso paso de los nacionalismos olímpicamente.
El universalismo españoloide de tíos como tu Tantaz Tanta no impresiona ni mueve a ninguna masa, por que es el típico rollo para puretas cansados de la vida.
Tu ya sabes lo que se cuece con el nacionalismo español, por que eres más español que la verruga disecada de Lola Flores.
Lo que pasa es que los españoles de tu tipo están avergonzados de lo que son y tienen que dar el turre con teorías universalistas para tapar sus miserias.
Me ha gustado el artículo.
El futuro es GLOCAL.
No valen las globalizaciones uniformizadoras, ni lo localismos que no salen de su cascarón.,
Es el matrimonio entre lo local y lo global lo único que nos puede proteger genéticamente de los peligros de una endogamia degeneradora.