Ekonomiaren txokoa: La solución a la crísis

Sixto Jimenez

La solución técnica a la actual crisis financiera es factible y hasta sencilla y voy a tratar de explicarlo. Por el contrario, el acuerdo político para hacer lo necesario para conseguirla parece ser imposible. Pero la opinión pública europea y especialmente la alemana pueden hacer que el acuerdo político se alcance. Las elecciones en Francia y Grecia son pasos adelante en ese sentido. Una vez más Francia es la esperanza del cambio necesario. Pero puede que ya sea tarde.

El desastre provocado por la especulación financiera nos ha dejado enterrados bajo una montaña de deuda privada que genera desahucios de viviendas y cierres de empresas y una creciente montaña de deuda pública. La refinanciación de esta última es rehusada por los mercados y castigada con tipos de interés que frenan la capacidad de desarrollo y premian la especulación.

Todo estado poseedor de una moneda propia tiene un banco central llamado a “crear” dinero cuando resulta necesario, lo que le permite reactivar la economía y financiar al sector público sin más límite que la amenaza de inflación que puede desbocarse si se abusa de ese recurso y eso sí, con la consecuencia de la pérdida de valor de la moneda del país.

Los países que adoptamos el euro como moneda propia nos encontramos con que el Banco central Europeo (BCE), controla los tipos de interés pero no puede prestar a los países miembros. La razón de que se creara ese “banco manco” con semejante limitación intencionada de origen residió en la desconfianza de Alemania respecto a la seriedad de los países del sur de Europa. Ese es un sentimiento lamentablemente afincado desde siempre en el alma alemana, para el que no faltan pruebas a favor en algunas de nuestras conductas recientes y en muchas de las de Grecia. Crear una barra libre de crédito en el BCE para los países del sur creaba alarma en el norte. Eliminar totalmente esa posibilidad de crédito fue la errónea decisión adoptada.

Como consecuencia de esa decisión, el BCE tuvo que prestar recientemente un billón de euros (mil millones de millones) a los bancos europeos para tres años y al 1%. En el caso de los bancos españoles, el dinero acabó destinado principalmente a la compra de deuda del estado español, pero a intereses superiores al 5% y hasta al 6%. Esa compra de deuda pública de su país por los bancos españoles ha hecho que la deuda pública española en manos de extranjeros haya pasado de ser mayoritaria a representar menos del 40% del total, un alivio. Ese dinero debió haberse dado directamente a los gobiernos al 1%, previa aprobación de sus políticas económicas para evitar la falta de seriedad en el uso de los recursos.

Países que se esfuerzan por reducir gastos e inversiones y que incluso incurren en la reducción salvaje de servicios, como ocurre en España, para agradar a mercados y a europeos del norte, deberían tener capacidad de recurso al crédito del BCE a bajo interés para doblegar la presión de los mercados y para reactivar su economía. Un acuerdo de este tipo es fácilmente describible y concretable, conviene a los países en dificultades y favorecería a toda Europa, incluida Alemania. Un encarnizamiento de la crisis es demoledor para el sur de Europa pero acabará por ser ruinoso para Alemania al hundirse importantes mercados para su exportación y hundirse sus bancos cargados de créditos al resto de Europa.

En definitiva, debe lograrse que el Banco Central Europeo (BCE) sea, de una vez por todas, un banco central cree dinero y preste a las entidades públicas para que no estén a merced de los mercados. Debería además ampliarse el presupuesto comunitario y autorizarse la emisión de bonos europeos para planes de inversión que estimulen la economía. Es también lógico que se exija la supervisión europea de las políticas de los diferentes países para garantizar el uso racional de esos recursos.

Europa está muy lejos de sufrir una amenaza inflacionaria y el BCE tiene mucho margen para “crear” dinero o emitir bonos prestando a los gobiernos en dificultades. El temor de Alemania a la falta de seriedad en el sur se resuelve con más Europa en el control de la economía. El temor de Alemania a ser el pagador final de la factura si se llega al desastre se ahuyenta logrando volver al crecimiento y explicando que el hundimiento del sur conllevaría el del norte y que el primer beneficiario de una Europa exitosa sería su buque insignia: Alemania.