Ion Gaztañaga
Guilarte, con el lehendakari José Antonio de Aguirre, en México
Mucho se ha hablado sobre la visión de Agirre sobre el futuro de las naciones ibéricas y su decidido impulso a la reorganización de los republicanos en el exilio. Su labor de gobierno fue tan brillante, uniéndo a todos los vascos y en una política de diplomacia exterior tan efectiva, que los continuas desavenencias entre los republicanos españoles dejaban evidencia la inoperancia del gobierno de la república en el exilio.
El prestigio de Agirre como demócrata y como líder aglutinador, hizo que pese a sus hondas convicciones nacionalistas (como ya hemos podido leer en las conferencias y discursos que hemos reseñado desde este blog), en 1947 el presidente de la República española en el exilio, Diego Martínez Barrio, le llegara a ofrecer la jefatura del Gobierno republicano. Y es que su imagen, su huella, en palabras de la anarquista tolosarra y reportera de guerra Cecilia G. de Guilarte, estaba «limpia de etiquetas partidistas».
Lo conveniente para nosostros como abertzales que queremos obtener el mensaje más original posible de la visión de Agirre, no es quedarnos sólo con las entrevistas y los artículos (por ejemplo, los últimos de Ludgeer Mees en El Correo y El País) que hemos leido en la prensa citando las relaciones entre Agirre y la república española, sino leer las palabras que el propio Lehendakari Agirre nos ofrece en sus conferencias. En esta que glosamos en este capítulo, Agirre, en el propio centro republicano español, recuerda que los monárquicos ya les ofrecieron cesiones a cambio de participar en una revolución contra la república y que los nacionalistas lo rechazaron, pues «el pueblo vasco no se sublevará jamás contra instituciones nacidas de la voluntad popular». Advierte que el camino contra el franquismo unirá a los vascos con los republicanos, pero que el camino hacia la libertad de los vascos es imparable y es necesario que los españoles comprendan que la cuestión vasca sólo se resolverá si la república es capaz de distinguir lo que la monarquía española que arrebató la libertad de los vascos no supo: «distinguir los límites nacionales de los límites peninsulares»
DISCURSO DEL DR. AGUIRRE EN EL CENTRO REPUBLICANO ESPAÑOL DE BUENOS AIRES, EL DIA 30 DE SETIEMBRE DE 1942
Doctor Barcia, señor embajador, amigos todos:
Allá por el año 31, cuando la República, recién instalada en España, había elegido sus Cortes Constituyentes, el día 31 de agosto, un general llegó hasta Deba. Este general era Orgaz, el actual gobernador general de la zona de Marruecos. Y aquel hombre (…) que yo reputo leal a sus ideas (…) vino a nuestro país con la pretensión de sublevar nuestras fuerzas contra la República. El había visto desfilar a los «mendigoizales», aquellos montañeros de nuestras organizaciones políticas que habían contemplado esta gran concentración vasca, entonces en lucha por la autonomía; y aquel general creyó que los vascos, pueblo que entonces se hallaba algo resentido de ciertas disposiciones (…) que iban emanando de las Cortes Constituyentes, éramos carne de sublevación contra las instituciones de la República. Y recuerdo que (…) llegó el general Orgaz hasta mí, deseando hablar de cosas urgentes y graves. (…)
(…) Cuando estuvo delante de mí, me habló lisa y llanamente, con verdadera franqueza: «Yo vengo aquí en busca, de ustedes por que deseo que ustedes nos apoyen en la sublevación que preparamos para derrocar al Gobierno de la República». «¿Y qué más general?», le dije yo. «Nosotros ofrecemos a los vascos la libertad plena de su país. No hay más que una limitación: el secesionismo.» «¿Y qué más, general?», le repliqué. «Le parece a usted poco?», me contestó. «Pues bien, mire usted, dije, yo no soy más que un simple diputado y un hombre sujeto a una disciplina de partido (…); pero creo que la respuesta es tan fácil, creo que lo que las autoridades de mi partido me van a decir es algo tan íntimo en nosotros, que se lo voy a decir: General, el pueblo vasco no se sublevará jamás contra instituciones nacidas de la voluntad popular».
Yo sé que esto no nos fue perdonado jamás. Y lo que la propaganda ha extendido por el mundo no puede aplicarse tampoco a vosotros, es cierto. Os tengo en un concepto bastante más alto que eso. Pero a nosotros menos, por nuestra manera de ser.
No habían transcurrido quince días cuando dos emisarios llegaron de Fontainebleau, en nombre del rey Alfonso, a visitarme. (…) Por las circunstancias, no por mis méritos, fui el presidente de aquella Comisión de alcaldes que dirigió los trabajos de la autonomía vasca, y aquellos hombres creían que yo era el jefe. (…) Y aquellos dos nobles aristócratas, uno de los cuales era el propio secretario personal del rey (…) me repitieron las mismas palabras y algunas otras: «El rey Alfonso está deseando reparar la preterición que ha cometido con los vascos, porque no los supo comprender. Ahora ha visto que es un pueblo que tiene valor para enfrentarse con la República». Yo les dije que estábamos en contra de las disposiciones del Gobierno republicano, pero no contra lo que la voluntad popular había establecido legítimamente. Distinción interesante que en nosotros era lógica y que ellos no compren dieron. Ellos estaban en conversaciones con el general cuya historia vosotros conocéis. (…)
Señores: esto era en momentos en que muchos de vosotros (…) llamasteis entonces a nuestro pueblo el «Gibraltar vaticanista». (…) Pues este «Gibraltar vaticanista» ha sabido cumplir con su deber, y, como lo ha sabido cumplir, seguirá cumpliéndolo. Luego nos llamaron «comunistas» como a vosotros. Y ya veis qué contra sentido… (…)
Ahora se plantea un problema que hay que mirar de frente, republicanos españoles. Se plantea un problema de futuro, y yo os digo que oigo hablar demasiado del pasado. Yo vengo ahora de recorrer todos los pueblos de América, y quizás sea el único que tenga el raro privilegio de no haber reñido con nadie. (…) Yo puedo visitar y estar en relación con todas las distintas fracciones en que desdichadamente se encuentra dividida la causa republicana. Y pienso seguir estándolo. Hoy en día (…) lo que triunfa es la unidad, y sin ella jamás penséis en nada.
¿Cuál es, pues, nuestro deber? El vuestro y el nuestro. Primero, el pueblo vasco -y yo lo proclamo en su nombre- irá unido, firmemente unido a todos vosotros hasta derrocar la tiranía que está impuesta por Franco y su gobierno. Segundo. el pueblo vasco no pactará jamás con nadie que no albergue un sentimiento democrático en su corazón y en política sea del color que sea. Tercero, los vascos (…) miramos al futuro. Y yo brindo con entusiasmo por la República, pero yo os digo también que no tiene nadie derecho a impedir que, en un periodo de paz larguísimo, como será el nuestro después de esta guerra, los pueblos que tienen con ciencia de su propia personalidad (…) tengan abiertas las vías de su máximo desenvolvimiento y desarrollo. Digo también que no hay derecho (…) a que se puedan cerrar o podamos cerrar ante nosotros las vías de un desenvolvimiento social amplio, amplísimo, de una revolución cuyos alcances hoy todavía no alcanzamos a comprender.
Con sentido democrático no nos separará nada. Yo os aseguro que para lanzar la tiranía -yo hablo en nombre del pueblo vasco- cuento con la adhesión absoluta de todos los partidos vascos, que me ha sido ratificada una vez más en México. Y yo os digo que iremos juntos hasta tanto que en aquellas tierras la tiranía haya desaparecido. Abramos al mismo tiempo vías para el futuro. No miremos hacia atrás. (…)
Cuando yo oigo hablar de la Constitución de la República como algo estático, me echo a temblar. Como punto de partida y de acción, lo que queráis, pero con las vías abiertas. (…) Pues bien: abramos las vías para el futuro. Aquel hombre, don Manuel Azaña, aquel hombre magnífico que supo comprender tan bien nuestros problemas, y a cuya honestidad y a cuyo espíritu de sacrificio he de rendir yo el homenaje más íntimo de mi alma (…) habló conmigo muchas veces del «Gibraltar vaticanista», y aquel hombre nos comprendía y protestaba en su alma de la injusticia que se estaba realizando, y nos lo decía. Soñaba con enlazar la historia de los pueblos libres del siglo XVIII con el pensamiento actual. Y la corona de España no supo comprender su misión, y no supo distinguir los límites nacionales de los límites peninsulares. (…) Es el error histórico más grave.
Y a mí no me guían (…) propósitos obstruccionistas, sino propósitos de paz y de generosidad que quizás vosotros mismos no alcancéis a comprender. Yo sé que se dicen muchas cosas. ¿El separatismo? La intransigencia provocará el separatismo. Pero ¿no creéis que hay soluciones? Pues vamos a ellas; pero mirando al futuro. Porque si miramos al pasado, ya veis lo que está sucediendo. (…) Las discrepancias existen porque no existe todavía un programa de grandeza para el futuro. (…) Y este porvenir es el que en una mesa redonda los hombres que han representado algo dentro de la República española tendrán que discutir con nosotros, cara a cara, estos problemas, no a través de folletos ni de mezquindades que están causando un daño en las cancillerías mucho más grande que el que vosotros podéis pensar. Cara a cara, claramente, vamos a decirnos unos a otros lo que tenemos que decirnos, porque estos siete años de exilio y de lucha son más profundos que los cien años anteriores.. Y es menester que con generosidad todos nos enfrentemos y veamos cuál es el rumbo que adoptamos para el futuro.
Este es mi leal sentir. Si os dijera otra cosa os engañaría. Y el día que lleguemos a esa mesa hablaré igual. Con generosidad extraordinaria. ¿Podemos reanudar la historia que se interrumpió hace cien años? ¿Por qué no dar al hombre libertad de sus ansias raciales? Pero no olvidéis que se trata de un pro blema plurinacional. ¡Y cómo me acuerdo de aquello que me dijo Azaña un día: «Los problemas de ustedes son como una planta que está en su tallo y florece si tiene vitalidad propia. Si usted se empeña en cortarle las ramas, los tallos resurgirán con más fuerza todavía. Es un problema de dejarla, de cultivarla con afecto y con comprensión, porque si tiene vida propia surgirá, y si no tiene, caerá. Cortarla los tallos, perseguirla, no comprenderla, es un error».
Esto me dijo a mí don Manuel Azaña, no en el año 1938, sino en el año 1931, en los tiempos del «Gibraltar vaticanista», cuando yo conocí por primera vez a don Manuel Azaña, aquel hombre que fue bueno y que fue honesto y que era inteligente y que comprendía los arcanos de la Historia como pocas personas. Yo recuerdo -lo recordaremos siempre los catalanes, gallegos y vascos aquel discurso memorable de las tres horas y media, en pleno Parlamento, en que él habló de los vascos en su primera guerra civil, en la que se decía que lucharon por el absolutismo, y don Manuel Azaña dijo: «No. Han dicho eso, pero no es verdad. Luchasteis por la libertad». Aplaudimos a rabiar a aquel hombre que nos hacia justicia.
Yo os aseguro que en nuestro espíritu existe cordialidad. No nos temáis, republicanos. Temednos el día en que os digamos una palabra definitiva, porque la cumpliremos. Pero creednos: si esta palabra es definitiva también y va conforme a vuestros ideales, como irá, si existe entre nosotros comprensión mutua. Yo os lo aseguro.
EUZKADI (Caracas), octubre-noviembre, 1942.
Muy buenas frases podemos sakar d aki xa nuestros trolls apañoles y baturros:
1) “el pueblo vasco no se sublevará jamás contra instituciones nacidas de la voluntad popular» o traduciendo BATURROS GO HOME.
2) “Los problemas de ustedes son como una planta que está en su tallo y florece si tiene vitalidad propia. Si usted se empeña en cortarle las ramas, los tallos resurgirán con más fuerza todavía». MENSAJE A LOS ESPAÑOLES, NO VAIS A PODER ESCONDER LA VOLUNTAD DE AUTOGOBIERNO DE LOS VASCOS.
3) «España no supo comprender su misión, y no supo distinguir los límites nacionales de los límites peninsulares. (…) Es el error histórico más grave» ESPAÑA, MIENTRAS SIGA CON LA MENTALIDAD DE PANDERETA SOBERANISTA DE SANTIAGO Y CIERRA APAÑA, LA SEGUIRA KAGANDO.
Igo, hay muchas perlas en este artículo, por ejemplo:
«Cuando yo oigo hablar de la Constitución de la República como algo estático, me echo a temblar. Como punto de partida y de acción, lo que queráis, pero con las vías abiertas. (…) Pues bien: abramos las vías para el futuro»
El mismo mal sufren los españoles y «constitucionalistas», con la sagrada unidad indivisible y la reforma constitucional sólo para un problema de sexo en la sucesión.
Pero nosotros, los nacionalistas tenemos los objetivos claros y vamos subiendo y subiendo la montaña, tenemos una situación económica de primer nivel europeo y no paramos. Hay quien echa piedras para que no subamosy otros desde el valle nos gritan que subimos despacio mientras ellos todavía no han subido ni medio metro.
Gu geurera eta AURRERA.
Magnífico discurso, como era habitual en él, de Agirre, creo que hay que reafirmar, como ha hecho el PNV en la última negociación, que somo gente de palabra, que cumplimos lo que acordamos. Como se dice en el artículo: «Temednos el día en que os digamos una palabra definitiva, porque la cumpliremos.»
Decir y cumplir, el gran valor añadido que debemos tener los vascos, como pueblo pequeño y humilde que somos, si queremos seguir escribiendo las páginas de la historia.
No te extrañes igomendi, porque la frase la ha sacado Artola de Izaronews, y este seguramente del artículo de Aberriberri sobre los derechos de Euzkadi a su independencia (https://aberriberri.com/2010/04/02/lehendakari-agirre-2-los-derechos-de-euzkadi-a-su-independencia/).
No deja de llamar la atención de que Izaronews nos saque esta frase cuando Agirre sería calificado hoy por este tipo de gente como vendido, tibio autonomista, y poltronero.
Quien lucha por la libertad de Euzkadi y no lucha por la autonomía primero, es que no lucha ni por lo uno ni por lo otro. Cada situación y contexto requiere un avance diferente, en la época de Agirre, se planteó la confederación iberica como forma de volver a la reintegración foral, es decir, que no hubiera cortes españolas que pudieran legislar sobre lo vasco, de forma que cualquier órgano común (como hoy en el caso de Europa) fuese voluntariamente aceptado.
Agirre fue además un lehendakari de todos, lo que le llevó a buscar una solución compartida para la gran mayoría de los vascos. En este caso la autonomía (estación base para nacionalistas y aceptado por la izquierda) y reintegración foral (compartido por nacionalistas y supuestamente por los monárquicos) fueron las expresiones para avanzar y aglutinar fuerzas en la «independencia real» de Euskadi, haciendo nación.
Eso fue lo que llevó a Agirre ser el lider indiscutible de los vascos, y tener el apoyo de todos los partidos en el exilio.
Kaixo forokides, vuelvo a comentar en el foro después de un descanso pero os sigo leyendo todo los días.
La serie de Agirre sigue impresionante como siempre, creo que sería magnífico rescatar las palabras que tiene Agirre sobre el 25 de Octubre de 1839 y ponerlas aquí en el aniversario que será el lunes.
Quien quiera llamarse a sí mismo nacionalista tiene que conocer bien la obra de Agirre y por supuesto, tener conocimento lo que ha supuesto la «infausta» (como le llamaba Agirre) ley que dió como consecuencia el nacimiento del PNV y también del primer napartarrismo. Os animo a seguir el camino eta aurrera!
Galderatxo bat:
¿El Sr Gorka Agirre, Q.E.P.D., era familiar del Lehendakari Agirre?
tú, desde luego, seguro que no.
Hamaikatimo,
¿Para que tienes Google entre otros buscadores?
Esimado antzekoparecido, he estado revisando la documentación existente de Agirre sobre el citado día y hay una interesantísima conferencia de Agirre sobre la Ley del 25 de Octubre, muy amplia e ilustrativa, que espero transcribir y resumir a tiempo para todos los los lectores del blog. Gracias por el interés eta besarkada bat.
Interesante personaje el de Celia G. de Guilarte de quien la asociación Sancho de Beurko en las personas de Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz publicó un libro donde se recogen sus crónicas de guerra.
Interesante sin duda.
Ahi os pego esto por si os interesa a alguno
http://www.sanchodebeurko.org/c/cecilia/cecilia_intro.htm
Eskerrik asko Saseta, muy interesante el enlace.