Comentarios sobre el Aberri Eguna

Imanol Lizarralde

Con motivo al último Congreso de EA en Donostia, me llegó a los oídos el comentario de uno de los elaboradores principales de la ponencia política que se iba a presentar. Este llegó a decir que si el Lehendakari Juan José Ibarretxe no hubiera sacado a la palestra el tema de la «consulta» le hubiera sido muy difícil elaborar su ponencia.

Es ciertamente reflejo de un vacío de ideas (y de un alejamiento palpable de la realidad) ver la política nacionalista meros términos de propuestas «constitutivas» en el sentido que dona Iñigo Lizari cuando habla sobre las «estrategias constitutivas» como aquellas que «nos dejan casi siempre de vacío y nos provocan una frustración a la vez que permiten a mucho político parásito vivir del cuento de la reivindicación insatisfecha».

El Aberri Eguna de EA de Gernika, más las reacciones de ciertos dirigentes de EA a las palabras del presidente del PNV Iñigo Urkullu en Bilbao, es paradigmática del mecanismo descrito anteriormente.

Es muy preocupante que los dirigentes de un partido, como Eusko Alkartasuna, que ha tenido los peores resultados de toda su historia en las elecciones estatales españolas (y que ni siquiera han planteado un proceso de reflexión acerca del desastre), digan, como dijo Mikel Irujo respecto a la «consulta» que esta se encuentra por encima de «coyunturas políticas» y que no puede ser «revisada» tras los resultados electorales (El Mundo, 25-3).

Por que ello es muestra de que esos dirigentes están más preocupados por lucir los signos de una determinada radicalidad que por que su alternativa, «la consulta», se lleve alguna vez a cabo de una forma convincente.

¿Cómo es posible que los dirigentes de EA no planteen la necesidad perentoria de un acuerdo con el Gobierno Español y el PSOE? ¿Es que esperan que el PP vuelva al poder para que podamos negociar un nuevo estatus político para la CAV?

La pena es que estos mismos dirigentes propulsan acciones conjuntas con la izquierda radical en Iparralde y no tienen empacho en compartir Aberri Eguna con ellos, con aquellos que machacan a los afiliados de EA en nuestros pueblos.

Es por ello que se echa de menos en mi partido escuchar cosas como las que dijo Iñigo Urkullu en Bilbao como que no existía entre el nacionalismo y la izquierda radical ninguna «coincidencia, ni en medios ni en fines»; de que se iba y podía conseguirse un buen acuerdo con el PSOE y de que había que hacer «autocrítica» (palabra ominosamente ausente de cualquier declaración de los dirigentes de EA).

Mis coincidencias con las palabras del líder de otro partido no son materia ideológica, sino que responden a convicciones pre-políticas (negar la colaboración y la identificación con aquellos que comparten la estrategia político-militar de ETA) y a cuestiones de mera credibilidad; pues si no planteamos el acuerdo con el estado como una cuestión prioritaria todas nuestras propuestas carecerán de credibilidad. Pero, claro, como dice Iñigo Lizari, podrá seguir perpetuándose una casta de políticos que sólo se muestran capaces de vivir a costa de blandir la reivindicación insatisfecha.