Jon Urtubi
Conocemos otros casos de vascos ligados a acontecimientos luctuosos producidos en el extranjero. Ahí está el de Pablo Ibar, condenado a cadena perpetua, después que se anulara la condena a muerte por el asesinato de tres personas en Florida en 1994. Ahí está también el caso del periodista Pablo González, encarcelado en 2022 en Polonia, acusado de espiar para los rusos. Ambos casos sirven como ejemplo de cómo se han tratado noticias similares relacionadas con hechos que han afectado a vascos en el extranjero. En esos casos conocemos el rostro de los protagonistas. El mismo día de la noticia del asesinato de Illarramendi, la Real Sociedad jugaba un partido fútbol de la Champions League en su estadio. La parte radical de su afición -minoritaria-, como siempre vinculada a la izquierda abertzale, tuvo el cuajo de organizar una performance en el estadio, donde unos siniestros encapuchados portaban banderas palestinas, las mismas que portaban los que prendieron fuego a los cuerpos de Illarramendi y su mujer. Arnaldo Otegi (*) mostraba sus condolencias a sus allegados en su cuenta de twitter por la muerte del vasco al mismo tiempo que “pedía un alto el fuego para un alto el fuego y la negociación”.
¿Por qué no conocemos el rostro del vasco Illarramendi? Su particular y aventurero periplo existencial podría haber sido glosado por nuestros medios de comunicación tan proclives a las noticias donde se ponen en funcionamiento formas de vida opuestas al capitalismo. A Arnaldo tampoco le interesa el tema. Ya decíamos que los kibutzim de la frontera eran la mayoría de ellos, proyectos comunales, donde todo se producía, repartía y era decidido por la comunidad. Se trataba de formas de vida que son posibles en comunidades pequeñas, donde existen unos valores compartidos y asumidos libremente por sus integrantes. También estaba entre ellos la apuesta por la convivencia con los palestinos de Gaza. Desgraciadamente, esas comunidades hoy han desaparecido, solo quedan las cenizas de vivencias, recuerdos y proyectos compartidos de vida en sociedad. La desaparición de estos proyectos comunales, exóticos y pintorescos en la sociedad digital de la información, no interesa hoy a los medios occidentales.
La escandalera creada por la izquierda revolucionaria mundial, y su filial autóctona, que afecta a nuestros medios de comunicación, nos ha querido sustraer esta muerte tan cercana. Hay una cierta ironía en el hecho de que en un país como el nuestro, donde por ejemplo ETA ha tenido relaciones históricas con la OLP y la izquierda abertzale no ha dejado de dar el mantra a favor de los palestinos y en contra de Israel, uno de los asesinados fuera un vasco euskaldun, al que algunos han querido quitarle humanidad llamándole «colono» o diciendo que no era vasco porque marchó de aquí hacía tiempo. Por eso he querido mostrar su identidad de vasco universal, aventurero, con vocación por la libertad y que optó por un modelo social comunitario y cooperativo, como correspondía a su idiosincrasia a la que fue fiel hasta la muerte.
En este rincón del mundo, hoy, rendimos homenaje a la víctima del ataque de los poderosos. El imperialismo árabe, la organización cuyos dirigentes poseen mansiones en Damasco con griferías de oro, que proceden del dinero aportado por los occidentales de manera pueril e irresponsable y expropiado a los palestinos que carecen de los servicios mínimos para su existencia. Ya dijimos que la única condición de la izquierda revolucionaria europea heredera de Arafat para oponerse al capitalismo, es que sirva para producir y repartir dinero a los demás. Cuando se trata del robo, el saqueo y quedárselo todo para uno mismo, no percibimos atisbo de crítica por ninguna parte.
Hoy, rendimos homenaje a Iván Illarramendi y Loren Garcovich, su querida mujer. Víctimas a los que se les quiso robar el rostro. Desde aquí, nuestro respeto y admiración de quienes realizaron una apuesta de vida pionera y de frontera, en el que compartir con el prójimo fue la piedra de toque de su aventura existencial. Solamente porque era el único vasco, podía haber tenido un eco mediático en nuestro pequeño país, que en otros casos menos terribles han tenido otros protagonistas. Es preciso que haya un rincón en Euskadi donde se redacten unas líneas contra la injusticia y de homenaje a esta singular pareja, que vayan más allá de las frías y políticamente correctas muestras de condena de la política oficial. Ese es el motivo que animó a redactarlas. Hoy, rendimos homenaje a las víctimas inocentes del odio y el fanatismo. Hoy desde aquí, rendimos homenaje a un vasco al que quisieron robar el rostro. Ya podemos decir que no lo han conseguido. Agur eta ohore Iván eta Loren. Egun handira arte. Goian beude.
(*) Arnaldo Otegi 🔻 en X: «Queremos mostrar nuestro pesar ante la confirmación de la muerte del ciudadano vasco Ivan Illarramendi. Nuestras condolencias a sus familiares y allegados. Redoblamos el llamamiento a un alto el fuego, al diálogo y a la negociación.» / X (twitter.com)