Igor Zulueta
Hay oportunidades que las trae el diablo. Como tal habrá que considerar el que apenas se hayan apagado los fastos de la victoria electoral de Bildu para que un viejo problema vuelva a reabrirse: el del Alarde de Hondarribia. La victoria de la escisión de la Izquierda Abertzale Abotsanitz parece la causa del efecto de la carta firmada por 50 hondarribitarras, que proponen una supuesta solución al “problema” del Alarde.
Decía hace casi un año que el problema de las fiestas había tenido una resolución muy aceptable: los dos Alardes, el tradicional y el mixto, desfilaron cada uno por su lado. La “iniciativa Saindua” rompe esta armonía, tratando de introducir un nuevo factor que, mucho me temo, anuncia una próxima y borrascosa fiesta para el año que corre. Quiere que Alarde Fundazioa introduzca en su desfile una compañía “mixta” en la que la mujer desfile como soldado. Algo que no es nuevo y que ya intentaron hace años.
La propuesta de Saindua vuelve a mezclar la paridad y la cuestión de género con las dos concepciones que existen para vivir la fiesta. El respeto a cada una de ellas, y a la forma que tienen ellas para vivir la fiesta, es la mejor opción. Saindua Proposamena no está por esas. Quiere modificar uno de los desfiles, el del Alarde Tradicional. El problema del Alarde es un problema de convivencia entre diferentes opciones que no puede resolverse porque la libertad de una de las opciones sea violentada con planteamientos de tipo ideológico.
Tratar de imponer como hace la propuesta Saindua un adelanto del concepto de paridad a un desfile festivo-militar constituye un ejercicio de totalitarismo ante el que, por pura dignidad humana, no debemos ceder. Creo necesaria la existencia de espacios libres de este tipo de constreñimientos. La paridad es un concepto político y matemático, al que la realidad de los ritos de las personas no tiene porque ajustarse. La espontaneidad popular no debe ser reprimida por ideas nacidas en burocracias universitarias y avalada por sus franquicias locales. ¿O es qué alguien plantea un sistema de cuotas de género al carnaval de Río de Janeiro? La gente lo celebra como quiere, con la libertad de la fiesta. Lo mismo queremos para Hondarribia.
La evolución de la fiesta viene determinada por la voluntad de los participantes de la misma de avalar esa evolución. Betiko Alardea ya tiene la suya propia y que además se ha apuntalado por largos años de lucha para mantenerla, pese a numerosas presiones. La propuesta de Saindua es otra de esas presiones, con el mismo pretexto evolutivo y de cambio social. Pero de lo que se trata es que cada cual viva la fiesta como quiera, sin atender a esas presiones, a las que esta nueva propuesta se suma. No en vano ya vino la antropóloga británica Jeanny Pearce a clarificarnos que este no es un problema de género sino de convivencia.
Dice Saindua Proposamena que su propuesta sirve para que las mujeres que quieran puedan participar como soldado. Pero tal opción ya la tienen con Jaizkibel Konpainia. Por tanto, su propuesta no se atiene a la realidad que ya existe.
Como lo ha mostrado el antropólogo Mikel Arriaga la “nueva conciencia de igualdad” que nos viene del mundo constituye una operación político-ideológica de los promotores de lo “políticamente correcto” y sus representantes a nivel local (Bildu y Podemos) destinada a fiscalizar eventos como el del Alarde. La mejor transmisión del Alarde es aquella que no cede a las corrientes de la globalización, para las cuales el Alarde no es más que un nuevo frente de lucha, en el cual imponer sus posiciones, por encima de la voluntad de las personas.
Arguyen desde Saindua Proposamena que quieren que el Alarde “no vuelva a ser utilizado como herramienta reivindicativa, política o de cualquier otra índole ajena a la conmemoración”. Pues para eso habrá que considerar el papel de las corrientes globalizadoras que pretenden desvirtuar un evento popular y de las que Jaizkibel Konpainia y Saindua resultan ejemplos preclaros.
Saindua dice que la celebración de dos desfiles “atenta contra los valores más básicos de concordia, va en contra de las familias y perpetuaría en los más jóvenes una idea muy pobre sobre el concepto de convivencia”. Muy al contrario, dos desfiles representan la mejor idea posible de convivencia y de pluralidad y la posibilidad de que las familias puedan coexistir bajo diversas denominaciones. El respeto, la dignidad, la tolerancia y la libertad son valores que tiene que mantenerse a lo largo del tiempo; en cambio, son los demás factores que giran en torno a este asunto los que tienen que transformarse y regularse.
Saindua Proposamena afirma que no se conforma con “un futuro decadente. No podemos permitir que las siguientes generaciones sean testigos de un Alarde acorralado por leyes, medios de comunicación y sociedad en general. No queremos que los jóvenes de hoy sean los grandes humillados del mañana”. En efecto, es muy perjudicial que con pretextos ideológicos los medios de comunicación pretendan criminalizar al Betiko Alardea. Pero para ello es necesario que la opción tradicional pueda desembarazarse de la pedrea ideológica que cae sobre ella por parte de los padres de lo “políticamente correcto” y sus representantes locales, como Bildu. Debemos defender las libertades frente a la imposición de criterios externos y globalizadores. El futuro no es decadente en sus formas o maneras, sino en la ideología del tutelaje al que se supedita.
La propuesta de Saindua es un verdadero caballo de Troya que bajo la apariencia de un acuerdo quiere justificar una imposición por medio de una supuesta equidistancia que supone que una de las partes tenga que asumir las posiciones de la otra. Repito: el problema ya está solucionado. Dos desfiles, dos modelos de fiesta, dos modelos de sociedad frente a la vivencia de los ritos, que representan la pluralidad y la libertad de opción de los ciudadanos hondarribitarras.
Artículo clarificador.
Vergonzoso que el grupo Noticias difunda la «propuesta». Muy coherente con su pinta engañosa. Si la hubiera sacado GARA lo que se oculta quedaría claro, a saber, que todo responde a una estratagema de la izquierda abertzale para forzar una «solución» a su favor en lo de Hondarribia. Aprovechando que el PNV ha sido desbancado del ayunta. En fin, veremos lo que pasa.
Muy bien. Adjunto un texto de respuesta enviado hoy mismo al grupo Saindua:
https://drive.google.com/file/d/107xSk5sVsXB-BPvkK1-HWAPlSLaTyNd0/view?usp=drive_link
Kaxo Errotaxar.
Me interesa el texto de respuesta a Saindua pero al entrar en el link que encuentro que tengo que poner contraseña. ¿Podrías transcribirlo aquí en los comentarios? Eskerrik asko
Tengo en mis manos Saindua Proposamena y no trata de imponer nada como dices en tu soflama. Saindua es simple y llanamente una propuesta. Así lo he interpretado yo. Basta de falacias.
Hasta lo que mi comprensión lectora llega no percibo esa ideología de género que comentas. Lo más hacen un análisis , desde mi punto de vista certero, de que el nuevo contexto de género va a complicar mucho, lo está haciendo ya, al Alarde. Vuestra furibunda e insultante reacción (La Manipulación…has desayunado fuerte gizon) se entiende desde una “ideología del retroceso” en la que estáis inmersos y que explica la ceguera ante los diferentes movimientos que se están dando.
Y ya que lo mezclas todo permíteme un último comentario. Tu análisis también también denotan cierto resquemor jeltzale. No es la casqueta desde donde se ha de interpretar los resultados de las últimas elecciones municipales.
Hola Urde:
Yo hago una afirmación: la propuesta de Saindua quiere «imponer» una compañía mixta en Betiko Alardea. Y digo «imponer» (y no «proponer») porque la propone como si fuera algo novedoso. No es novedoso ni es una solución, como demuestro. Si quieren compañías mixtas allá tienen Jaizkibel Konpainia. Ante tanta redundancia no queda otra cosa que la «imposición» de una postura por la otra. ¿Por qué no dejáis a la Betiko en paz haciendo su Alarde como quiere?
Dices que no percibes esa «ideología de género» pero hablas de «contexto de género». Yo considero que es «ideología de género» por excelencia el que Saindua pretenda plantear la «paridad» como categoría para la composición de las compañías del Betiko. Es pura fiscalización totalitaria. ¿No tengo derecho a celebrar la fiesta con el disfraz que a mí me guste?
Lo que hago es hacer la suma de dos más dos cuatro. El año pasado la celebración del Alarde fue pacífica y tolerante. Los dos modelos desfilaron y no pasó nada. No había ningún problema. Gana Bildu las elecciones en Gipuzkoa y los de Saindua se aprestan a plantear una «solución». Y ya veremos que pasa este año, con la «hegemonía» de Bildu y una nueva corporación en Hondarribia. GARA ya anunciaba en un editorial que gracias a la victoria de Ahotsanitz venía una «solución». ¿Cuál es? ¿La engañifla de Saindua?
Egun on. Ayer puse un comentario con un enlace, que es verdad, requiere solicitar un permiso por e-mail. Tal y como me ha sugerido Txuribeltza, copio y pego la respuesta enviada, aunque es bastante larga. La versión original tiene frases resaltadas en negrita, ésta no, así que ésta es más densa.
Saindua proposamena – Erantzun bat
Joserra Uriz Zurutuza
27/06/2023
Leo en la lista de firmantes nombres de personas que aprecio, y no dudo de que habrá más personas que estén de acuerdo con la propuesta, pero que por un motivo u otro hayan preferido no firmarla. Estas reflexiones que traslado ahora son rotundas en algunos aspectos, pero las escribo con la seguridad de que quien las lea sepa diferenciar entre el desacuerdo y la relación personal. La propia propuesta menciona a la convivencia en varios momentos, y considero, como también explicaré, que es posible una buena convivencia dentro de la discrepancia en varios aspectos.
Iré directamente al grano.
Al inicio del texto, se lee que “merece la pena esforzarnos en aras de un bien común, donde el consenso y la protección del Alarde prevalezcan sobre otras consideraciones.” Identificar el bien común con el consenso suena bien, pero faltaría definir “consenso”. Por lo que leo a continuación, los promotores entienden por consenso que haya un único Alarde con modificaciones sobre el actual, incorporando la figura de la mujer soldado. Consenso puede también significar que, a dos formas distintas de entender el Alarde, les corresponda dos formas distintas de celebrarlo, en dos Alardes distintos, tal y como ya ocurre en Irun desde hace más de dos décadas. Aunque posteriormente se desecha en la propuesta ese mismo ejemplo de Irun, y se añade que “El discurso de 2 ó 4 “desfiles” como una única salida respetuosa, es una opción que atenta a los valores de concordia más básicos, va en contra de las familias y perpetuaría en los jóvenes una idea muy pobre sobre el concepto de convivencia.“, me sorprende que esa opción sea vista como una “idea muy pobre del concepto de convivencia”. Como irundarra que ha vivido en primera persona esa “solución” que escribís con comillas, me permito explicaros desde mi experiencia personal que sí, que es una solución válida, a la vez que enriquecedora. El único problema que presenta es que hay aún gente en uno y otro lado que no acepta la existencia de dos desfiles, cada uno de ellos con sus características. Es un problema de aceptación de la diferencia como un valor positivo. Muchos no hemos caído en esa trampa. Es posible un consenso que consista en aceptar la diferencia como un valor positivo, como ocurre con la pluralidad en política (¿es mejor un sistema de partido único o una pluralidad de partidos?) , en la cultura, en la religión (¿debemos volver al nacionalcatolicismo como herramienta de consenso?) o en tantos otros ámbitos. La convivencia no se alcanza a través de la uniformidad, sino a través del respeto a la diferencia. Buscar la convivencia a costa de eliminar o borrar la diferencia es, en mi opinión, una derrota: significa rebajar el significado de convivencia.
Ya que en el texto se menciona en varios puntos el tema de la igualdad y el género, creo interesante recordar que esa uniformidad es por cierto la receta que propone el feminismo de la igualdad, una de cuyas ideólogas, la pensadora estadounidense Shulamith Firestone, proponía en 1979 que “la meta definitiva de la revolución feminista debe ser, a diferencia del primer movimiento feminista, no simplemente acabar con el privilegio masculino, sino con la distinción de sexos misma.” Alguien pensará: “Qué tiene que ver esa reflexión con lo que proponemos desde el grupo Saindua?” Pues tiene muchísimo que ver, porque es el fundamento de la reivindicación de la mujer soldado, y del hombre cantinero, como ya ocurre en el desfile mixto de Irun. Por cierto, si se interpreta el Alarde (en mi opinión, de forma equivocada, como explicaré más adelante) desde el prisma de la igualdad, no se sostiene la reivindicación de la incorporación de la mujer como soldado sin la posibilidad de que el hombre pueda desfilar como cantinera. Creo que se entenderá mejor más adelante, pero llamo la atención sobre ello. De una manera más gráfica, no es posible soplar y sorber al mismo tiempo.
Ya que mencionáis el caso de Irun y su solución de dos Alardes, aquí van algunas reflexiones sobre ella.
Entre otras situaciones curiosas y normalizadas, está la de un chico que por motivos familiares, come el 30 de junio con la generala del Alarde mixto, y el 1 de julio, con el General del Alarde tradicional. Y todo bien. ¿Es ése un mal aprendizaje de convivencia o la tolerancia? ¿Es ésa una idea pobre de tolerancia?
Hay actualmente en Irun bastantes cuadrillas de jóvenes en las que unos se identifican con un Alarde, otros con el otro. Y conviven perfectamente. Hay mucho que aprender de esas experiencias a menudo desconocidas, y percibo en la frase sobre la posibilidad de “2 ó 4 “desfiles” como una única salida respetuosa”, como “una opción que atenta a los valores de concordia más básicos”, un cúmulo de prejuicios, y también, así de claro lo diré, una muestra de intransigencia.
Victoria Sendón de León, representante del “ala dura” del movimiento feminista de la diferencia, argumenta de esta forma en favor de la diferencia:
“Si lo entendiéramos bien, veríamos que las diferencias encierran una potencialidad extraordinaria. Sin diferencias no hay cambio ni pluralidad, todo sería homogéneo y estático. La anulación de las diferencias nos está llevando al modelo único, al pensamiento único, a la economía global. Un sistema que, lejos de anular las desigualdades, las afianza y profundiza. (…) No es posible conseguir una verdadera igualdad sin mantener las diferencias.”
Volviendo al texto, a continuación se explica que “En Saindua somos conscientes de la debilidad formal de la propuesta, en cuanto que no responde en términos de paridad a los cambios que se están dando en la sociedad en cuestión de género”. Por lo que leo a continuación, los promotores aceptáis que estamos ante una situación en la que la cuestión de género es determinante, ya que reflexionáis sobre vuestra propuesta desde ese punto de vista. Aceptáis los cambios que se están dando en la sociedad en cuestión de género, aunque lógicamente, no se concretan cuales. Para no extenderse, entiendo. Se menciona la paridad como un objetivo asumido. Es una afirmación ampliamente asumida también en la sociedad, que merece la pena ser analizada, y además, con cierto detalle. Porque vuestra propuesta se basa en ella, y esa asunción es muy discutible, como intentaré explicar.
Más adelante, expresáis que “La sociedad está cambiando, las legislaciones varían. “Una nueva conciencia de igualdad se ha instalado en todo el mundo. Un nuevo contexto donde apenas quedará margen para otorgar un futuro digno a nuestro Alarde si no lo adecuamos a los tiempos.”
Creo que conviene explicar que esa nueva “conciencia de igualdad” llega desde el llamado feminismo de la igualdad, antes citado, cuyo origen puede situarse en la obra “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, escrita en 1949. No me extenderé sobre esto, porque necesitaría varias páginas. Resumiendo mucho, ese feminismo de la igualdad, partiendo de una crítica certera en no pocos aspectos y que merece ser conocida (pero no me puedo extender más), llega a la conclusión de que acabar con la distinción de sexos es la solución al permanente conflicto en el que, argumentan, viven hombres y mujeres en el mundo.
Hay otro movimiento feminista menos organizado y homogéneo, el de la diferencia, ya citado anteriormente, y de mucha menor visibilidad actualmente. No porque sus argumentos sean menos sólidos, sino por la abrumadora superioridad de recursos a disposición del feminismo de la igualdad, que tampoco explicaré porque merecería también un capítulo aparte. Digamos que ahora es así, y ya está.
El feminismo de la diferencia contraargumenta poniendo en valor precisamente aquello que el feminismo de la igualdad pretende eliminar, esto es, la diferencia. El extracto anterior de Victoria Sendón de León lo explica mejor de lo que lo pueda hacer yo.
En cuanto a la adecuación a los tiempos, una pequeña reflexión también. ¿Cómo cambian los tiempos? Los tiempos cambian porque cambian las personas.
Cambiad las personas, y cambiarán los tiempos. Y esos cambios no siempre son a mejor. Hasta el siglo XX, de hecho, el pensamiento predominante consideraba que la evolución del hombre había seguido un progreso bastante lineal. El paso del tiempo había ido mejorando las cosas. El siglo XIX era mejor que el XVIII, y así sucesivamente. La Ilustración en el siglo XVII había introducido la razón como aspecto central del hombre, y el progreso científico se afianzó como garante de ese progreso imparable. El mundo siempre iba a mejor. Adecuarse a los tiempos, hasta el siglo XX, sí ha sido sinónimo de abrazar el progreso. Hasta el siglo XX.
Pero llegó el siglo XX y todo se fue al cuerno. La primera guerra mundial y sus millones de muertes causadas por la mayor eficacia de las armas (fruto del avance científico) , ya hizo que se tambaleara esa idea. Y el auge posterior del nazismo, los totalitarismos y la segunda guerra mundial supusieron la puntilla.
En los años 30 del siglo pasado, los nazis también argumentaban sobre la adecuación a los tiempos, proponiendo teorías científicas que ratificaran la superioridad de la raza aria, y proponiendo reyes raciales “adecuadas a los nuevos tiempos”. Ojo, no estoy comparando vuestra reflexión con la que se dió en esa situación, no me malinterpretéis. Lo que trato de transmitir es que la “adecuación a los tiempos” ya no es en sí misma buena ni mala en el siglo XXI. Creo que estáis algo desfasados en esa reflexión. Como un siglo, más o menos. Porque depende de lo que impliquen esos tiempos, que a su vez dependen de lo que las personas decidan. Y las personas, a veces, se equivocan.
En definitiva, cuando apeláis a la adecuación a los tiempos, simplemente estáis alineándoos con el pensamiento dominante de las personas de vuestro tiempo en ese aspecto concreto de la “conciencia de igualdad”. Que puede ser acertado en todo, en parte, o en nada. Yo creo que ese pensamiento ha tenido y tiene aspectos positivos, pero en otros, va a envejecer muy mal.
Leo más adelante que:
“Una nueva compañía, mixta, avalada por el pueblo, es un nuevo desarrollo del Alarde”. Esto merece más de un comentario.
En primer lugar, la referencia al “pueblo” como una entidad monolítica es una visión muy poco moderna. Hoy día, un pueblo está compuesto por personas de diversas culturas, orígenes, religiones, opiniones. Yo mismo, nacido en Irun, pero con parientes hondarribitarras y con 17 años de residencia en Hondarribia, ¿soy parte del pueblo de Hondarribia? Si no lo soy, ¿cuales son los criterios que se establecen para ser considerado del pueblo? Y si lo soy, ¿qué va a pasar conmigo si no acepto esa propuesta de nueva compañía? ¿Y si somos, digamos, 1.000 personas? Probablemente, nos encontraremos fuera del Alarde, de la misma manera, es cierto, en que otros actualmente no participan por no sentirse lo suficientemente identificados con el Alarde actual.
¿Qué quiero decir con esto? Que “el pueblo” como entidad monolítica, no existe. El pueblo se compone de personas, y pretender que cualquier iniciativa (léase Alarde actual, Alarde con compañía mixta, u otras) sea avalada por todo el pueblo, es vivir fuera de la realidad. Es un sueño del que conviene despertarse.
Ahora bien, probablemente os referís a que el asunto se decida por mayoría. Bien, es una opción, y es una forma habitual de organizarse en sociedad. Pero permitidme que os transmita que es una opción que también implica renunciar a la diferencia. Vuestra propuesta de consenso, por tanto, implica renunciar a la diferencia. No veo en ella una idea muy rica del concepto de convivencia. En todo caso, me resulta, cuanto menos, muy discutible.
En cuanto al valor de la mayoría como forma de legitimación en la toma de decisiones, si bien es de una utilidad indudable, no sirve como criterio infalible de nada. Este punto puede dar mucho juego, pero simplemente os propongo un par de ejemplos. Uno, el del sufragio femenino en Suiza. Como sabéis, Suiza es el país de los referendums, con una cultura democrática envidiada por muchos…. pero que implica situaciones tan injustas como la que se dió con el sufragio femenino, que no fue aceptado a nivel federal hasta el año 1971.
Es fácil argumentar que ese ejemplo no es acertado, porque sólo votaban los hombres. De acuerdo. Pero hay otros. En el 2008, se sometió a referendum la posible prohibición de construcción de minaretes, y el resultado fue favorable a esa prohibición, en un 57%. A mí no me parece ningún buen ejemplo de convivencia, sino más bien una derrota en la integración de la diferencia. En ese sentido, volviendo a vuestra propuesta, si planteáis ese aval popular en base a algún tipo de referendum, sabed que al menos yo no lo aceptaré. Quienes me conocen saben que yo nunca he defendido los Alardes en base al argumento de “la mayoría”.
Por otro lado, el planteamiento de una compañía mixta, en la que las mujeres puedan representar el papel de los soldados varones, es en sí mismo un planteamiento discriminatorio si se cae en la trampa de interpretar el Alarde en clave de paridad. En efecto, ¿cómo argumentar que una mujer pueda desfilar como soldado en dicha compañía, y no en otra? En otras palabras, lo que estáis proponiendo, desde el erróneo, en mi opinión, planteamiento de la igualdad, es discriminar, pero sólo un poquito.
La opción actual de Alarde con su característica de representación de las milicias forales es ajeno a planteamientos paritarios, pues el reparto de papeles en el Alarde en función del sexo no responde a ningún afán discriminatorio. No conozco personalmente a nadie (ningún hombre, y mucho menos ninguna mujer) que defienda la figura del soldado varón con la intención de discriminar a la mujer. Se podrá objetar que “Claro, conscientemente no, pero inconscientemente, sí, porque todos procedemos de una cultura heteropatriarcal y actuamos conforme a ese legado, incluso sin darnos cuenta.” Es uno de los argumentos estrella del feminismo preponderante de la igualdad. De similar forma, yo puedo argumentar que vuestro planteamiento está condicionado, siquiera de manera inconsciente también, por la ideología del feminismo de la igualdad, aplicando postulados de paridad al Alarde sin el suficiente espíritu crítico.
Es cierto que todo lo interpretamos en base a nuestra cultura y creencias. Cada uno tenemos nuestras gafas con las que vemos el mundo, y no todas las gafas están graduadas de la misma forma. Yo quiero mantener mi graduación, sin imponérsela a nadie: el papel de soldado varón se basa en hechos históricos comprobables y (desgraciadamente) bastante actuales, como se comprobó con el reclutamiento forzoso de varones en Ucrania tras la invasión rusa.
Y es que las cosas no son a menudo como parecen ser. Alguien que aterrizara de otro planeta y comprobara, por ejemplo, cómo hay distinción de sexos en el deporte, podría erróneamente ver una flagrante discriminación en ese ámbito, ya que ni los hombres pueden formar parte de equipos femeninos, ni lo contrario. Evidentemente, habría que explicarle que el motivo de esa separación por sexos no es discriminatorio. Sin embargo, a primera vista, así lo parece.
Sigo. “Todas las compañías con las que tan identificados nos sentimos seguirían igual: Hatxeros, Tanborrada, Banda, Caballería, Jaizubia,Arkoll, Akartegi… hasta llegar a Artillería y el Cabildo”. Ya, pero una de ellas admitiría mujeres soldado. Por lo tanto, siguiendo vuestro propio razonamiento en base a vuestros asumidos criterios de paridad aplicados al Alarde, habría una discriminación de la mujer en 21 de las 22 compañías que compondrían ese Alarde. Asumís, desde vuestro planteamiento, que un 95% del Alarde pasaría a ser un evento discriminatorio. Evidentemente, yo no me identificaré con eso. En el texto, anteriormente, asumís la debilidad de vuestra propuesta, y creo que lo hacéis en este sentido. Bien, pues yo diría más: desde el punto de vista que adoptáis de dar por bueno que el Alarde supone un problema de desigualdad (lo cual yo no acepto), no sólo se trata de una propuesta débil, sino inaceptable desde esos parámetros. La propuesta de Guztion Alardea, en base a los planteamientos de paridad que estáis asumiendo, es mucho más coherente.
Más adelante, leo que “el Artículo 25 de la Ley de Igualdad de 2004 ha sido modificado, recientemente, en marzo de 2022, y establece expresamente la prohibición de organizar y realizar actividades festivas y conmemorativas en espacios públicos en los que no se permita o se obstaculice la participación de las mujeres en condiciones de igualdad con los hombres”
(…)
“¿Alguien piensa que nuestro Alarde está protegido ante este horizonte? “
Aunque anteriormente también se cita la Sentencia del TS de 2007 que ampara la organización de Alardes privados, parece que los promotores de esta propuesta tenéis dudas sobre si organizar Alardes en base a una iniciativa privada pueda seguir siendo legal. No soy jurista, y por ello no puedo tener opinión fundada sobre eso. Pero sí sé diferenciar el derecho natural del derecho positivo (el que emana de las leyes), y en ese sentido, el derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas está recogido en el artículo 30 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Hoy día, estamos sumidos en un contexto en el que no descarto, efectivamente, que el derecho positivo termine prohibiendo celebrar Alardes privados. También hay hoy día leyes en muchos ordenamientos jurídicos, incluso democráticos, que son contrarias a los derechos humanos, o al menos, así se pueden interpretar. Hay ejemplos curiosos de ello: si alguno de nosotros hubiera sido asesinado en el año 2014 en el distrito de los Fiordos Occidentales de Islandia (algo poco probable, lo reconozco), el asesino habría quedado impune, porque una ley islandesa del año 1615 le hubiera amparado. El asesinato de vascos fue legal hasta el año 2015. Pero estaremos de acuerdo en que hubiera sido una injusticia. Sé que es un ejemplo curioso y excepcional, pero lo que trato de transmitir es que el derecho positivo puede ser injusto, también en democracia. Por ello, prohibir la celebración de Alardes privados no dejaría de ser una injusticia y una violación de derechos humanos fundamentales.
No tengo duda de que hay mucha presión para que haya un texto legal que prohíba celebrar el Alarde, y el objetivo claro y manifiesto es conseguir que se apruebe un texto que abra la puerta a esa prohibición, pero sin nombrar expresamente a los Alardes de Irun y Hondarribia, aunque son evidentemente los eventos que se pretende prohibir. Quizás lo consigan, no lo sé, pero desde luego, yo no aceptaré esa cacicada. Y no creo ser el único. Vosotros optáis por aceptarlo. Es una opción, respetable a la vez que discutible, pero yo no.
Eso que llamáis “conciencia de igualdad” es, en mi opinión, un tsunami ideológico basado en un tipo específico de feminismo, el de la igualdad, que intenta interpretar cualquier aspecto cultural, social y político en clave de paridad e igualdad, confundiendo la desigualdad con la diferencia. Es posible que ese tsunami nos pase por encima y arrase con todo, incluído el Alarde tal y como lo conocemos. Pero vaticino, por haberla estudiado, que es una ideología con aspectos que van a envejecer muy mal. Si bien estoy de acuerdo con el feminismo de la igualdad en que no hay naturaleza humana sin interpretación de la naturaleza humana, no todas las interpretaciones tienen el mismo valor, y la del feminismo de la igualdad tiene muchas debilidades que imposibilitarán que se afiance. No me extenderé más en ello, ya he dado y sigo dando algunas pistas.
En ese sentido, contrariamente a quienes, como interpreto, estáis ya dispuestos a ceder, cansados supongo (lógicamente también, no os culpo por ello) de ser etiquetados injustamente como machistas en el caso de los hombres, o sumisas al heteropatriarcado, en el caso de las mujeres, yo lucharé con mis argumentos para reivindicar sin ningún complejo la celebración de nuestros Alardes llamados tradicionales. Puede que no tenga o no tengamos éxito, porque no todo está en nuestras manos, pero quedará constancia de que hubo gente que al menos lo intentó, con corazón y cabeza.
No sólo lo hago porque estoy convencido de que los argumentos que expongo son válidos, sino porque también considero que, tal y como expresó el pensador inglés G.K. Chesterton: “la tradición no es más que la democracia proyectada en el tiempo(…) no es más que la democracia de los muertos» . Siento una obligación moral en memoria de esos difuntos que llevo en mi mente y en mi corazón, y que cada año celebran los días 30 de junio y 8 de septiembre sendos maravillosos Alardes en las Campas del infinito.
Dejemos esas campas del infinito a las que no tenemos prisa alguna por llegar, y vuelvo a vuestra propuesta. En el punto 4, leo que “el Legado, sus gentes, el contenido emocional del mismo, merecen una transición que pueda suponer una adaptación no traumática para una gran parte de hondarribitarras.”
Y yo pregunto: ¿Qué va a pasar con aquellos hondarribitarras que, en base a los argumentos que expongo, o similares, no consideren necesaria ninguna adaptación ni ninguna transición?
“Acabamos de vivir el ejemplo con la Procesión de Viernes Santo este mismo año, donde la mujer ha participado en el mismo rol que el hombre y no ha supuesto ningún perjuicio.”
Yo participé en esa procesión, y efectivamente, no hubo ningún problema. Me pareció fenomenal, y así debía ser. Precisamente ese ejemplo es muy significativo. ¿Porqué en la Procesión sí, y en cambio no como soldados en el Alarde? Porque son eventos distintos, con orígenes distintos, en los cuales hablar de discriminación no se sostiene. Como tampoco la encuentro en la prueba atlética llamada Lilaton, en la que únicamente pueden participar mujeres. Y no la hay, porque esa decisión de restringir la participación a las mujeres no proviene de una voluntad discriminatoria hacia los hombres, aunque las apariencias así lo indiquen. Hay otros motivos, y las apariencias engañan.
Estos ejemplos explican que la misma persona pueda aceptar con naturalidad la presencia de la mujer en la Procesión, la presencia exclusiva de la mujer en la Lilaton, y a la vez identificarse con un Alarde que en su característica de representación de las extintas milicias forales, se celebre con un reparto de papeles entre soldados varones y cantineras mujeres. No hay contradicción si se explica.
En el apartado 6, leo: “No podemos permitir que las siguientes generaciones sean testigos de un Alarde acorralado por leyes, medios de comunicación y sociedad en general. No queremos que los jóvenes de hoy sean los grandes humillados del mañana.” ¿Puede haber humillación en la defensa sin complejos y con respeto de una tradición que no supone discriminación alguna? ¿Puede haber humillación en cuestionar leyes e ideologías que pretenden eliminar las diferencias e incluso limitar derechos humanos fundamentales? ¿Qué estamos enseñando a nuestros jóvenes si les transmitimos la conveniencia de plegarse a la presión de los medios de comunicación renunciando a ejercer el espíritu crítico? El que verdaderamente ama a sus hijos no desea comienzos fáciles para ellos. Lo tienen difícil, sí, pero no seré yo quien renuncie a mi responsabilidad de inculcarles la necesidad de desarrollar un espíritu crítico que se atreva a defender sin complejos y con respeto aquello que estimen que debe ser defendido.
“Llevamos años repitiendo que el Alarde se adaptaría cuando la sociedad hondarribitarra lo demandara”
“La incorporación, pactada, de la mujer como soldado, la adaptación a lo que la sociedad, el pueblo, demanda, no es más que un paso más para fortalecer nuestro legado.”
En estas frases finales, se insiste en la idea de una sociedad monolítica, algo que considero anacrónico. Yo propongo otra visión muy distinta: Es labor de todos, hombres y mujeres, proponer modelos colaborativos que pongan en valor la diferencia como riqueza y la colaboración mutua como herramienta para un mejor entendimiento y una mejor asimilación de las diferencias, sin necesidad de eliminarlas o diluirlas ante la presión de medios de comunicación, poderes públicos y movimientos ideológicos.
Eskerrik asko, Errotaxar!
Kaixo Urde. En cuanto a «una “ideología del retroceso” en la que estáis inmersos y que explica la ceguera ante los diferentes movimientos que se están dando.», en mi texto de respuesta intento explicar que muy al contrario, algunos somos muy conscientes de los movimientos que se están dando.
La diferencia estriba en que para tí son movimientos positivos, y para mí, son movimientos consecuencia de una ideología peligrosa con aspectos que van a resistir muy mal el paso del tiempo. Quizás venceréis, pero no convenceréis.
Mira que sois cansinos Urde. Otro nuevo intento de imposición con otro nombre; lo mismo que hace unos años pero con distinto envoltorio. Queréis una integración pero a vuestra manera, y a eso se le llama imposición. ¡Qué no! ¡Qué es imposible!
Y eso mismo ya os lo dijo una mediadora internacional. Que es un problema de convivencia, y que cada visión de la fiesta debería celebrarla cada una por su lado (como en Irún), y ahí no surge el conflicto. Pero no lo admitís, porque en vuestro fuero interno sois TOTALITARIOS.
Y eso a lo que llamáis “ideología del retroceso” se basa en el respeto, la concordia y la armonía, por lo menos hasta un nivel aceptable, como en Irún. Pero vosotros/as/es, erre que erre, buscando bronca y la gresca, queriendo imponer y hacer un trágala ESTALINISTA, disfrazando vuestra proposición con buenas maneras y de forma goxua, pero queriendo IMPONER siempre.
Lo más claro y práctico buscando la tolerancia y el bien de todos, el bien común que apuntaba Errotaxar, es hacer lo que hacen en Irún; y eso es fácil y factible. ¿A qué viene tanta vuelta? ¿A qué tanto interés en remover la mierda? El engaño ya es viejo, y ya no resulta efectivo, más bien cansa.
Además, un apunte al comentario de “desayunado fuerte gizón”, no sé quién tiene más interiorizado los antiguos esquemas machistas. ¡Menudo comentario machista y sectario!
En cuanto a los diferentes movimientos, entre ellos están los de la tolerancia, incluso el Gobierno Vasco tiene una ley de Tolerancia. ¿Por qué no miramos a lo que dice esta ley, e intentamos encajar este problema de convivencia en las pautas de este documento del Gobierno Vasco?
De verdad Urde, no nos deis más la tabarra, ni nos intentéis comer el tarro. Lo vuestro es IMPOSICIÓN PURA Y DURA SIEMPRE.
Tu eres tonto pero tonto del toooo
Ja, ja, ja,…
Xabi Carrera tu eres un ilustrado de los de boina metida a rosca ¿verdad?
Ja, ja, ja,….. Pero ¡qué inteligente que eres majo!
La gente de Saindua demuestra su prestancia intelectual.
Arratsalde on.
Acabo de encontrar este texto en redes, que copio/pego, en respuesta al artículo de Igor. Por cierto Igor, cuando trates temas que no controlas del todo procura cuidar el léxico. Ningún alardezale acepta el término DISFRAZ, en nungún caso, para referirse a la vestimenta.
«¿Cuándo el término propuesta ha significado imposición? Tal vez cuando existe la necesidad de demonizar cualquier alternativa en pos de influir sobre la opinión pública. La iniciativa de proponer una posible solución no será el motivo de emborrascar la fiesta; sí lo será el hecho de alentarla lanzando acusaciones de manipulación y totalitarismo. Pero las mentiras e insultos que se puedan verter sobre los proponentes no hacen mas que afianzar su posición y la de otros muchos participantes del alarde que saben la importancia que tiene el mantener al pueblo unido ante un acto tan importante. No obstante, parece que para ciertos sectores la crispación se convierte en un caldo donde poder encontrar nuevos tropiezos, donde la turbidez enmascara su propósito elemental: mantener a la mujer con menos derechos que el hombre.
Nunca el problema de las fiestas ha tenido una resolución aceptable puesto que una parte sigue queriendo unirse a la otra. Decir que dos desfiles representan la mejor idea posible de convivencia y de pluralidad es tergiversar la verdad. Con ello se da a entender que existe o existirá una marcada diferencia. Sin embargo, hablamos de dos desfiles idénticos; mismas vestimentas y mismos instrumentos, mismos histriones y procederes. La diferencia radica en la participación, o no, de la mujer en los papeles que se representan; algo tan inocuo que llamarlo diversidad es admitir que existe una diferencia de género. Se habla de pluralidad, pero esta no es más que para uno de los dos desfiles. La sociedad se divide en dos partes: una plural y abierta, y otra cercada y sectaria. Y mientras esta última quiera permanecer separada no habrá convivencia puesto que convivir significa habitar con otro u otros en el mismo lugar al mismo tiempo.
Repito: el problema no está solucionado. Dos desfiles -uno plural y el otro no-, dos modelos de fiesta -uno inclusivo y el otro no-, dos modelos de sociedad -uno abierto y el otro no-, frente a la vivencia de los ritos que, por tradición, se deben llevar a cabo en unión, no representan la pluralidad. La libertad de opción seguirá estando cuarteada para la mitad de los ciudadanos hondarribiarras en una de las dos opciones, a no ser que seamos capaces de poner el alarde de todos y todas por encima de todo.
Pd.: Me resulta irónico que el escrito comience haciendo referencia a un partido político -con el que yo, por ejemplo, no simpatizo-, para posteriormente denunciar la politización del conflicto».
Hola Urde:
Lo he dicho y lo repito: una «propuesta» es una «imposición» cuando sabiendo la postura del contrario y habiendo alternativas en las que tal propuesta se producen (en Jaizkibel Konpainia, por ejemplo) a pesar de todo se hacen, como quien no entiende o no conoce aquel a quien se hace la propuesta. Precisamente, Betiko se configura como tal para defender su derecho a celebrar la fiesta en las condiciones que lo hace. La «propuesta» de Saindua pretende pisotear ese derecho, reclamando que hay un conflicto, que la «paridad» es una marea irresistible y que los de Betiko tienen que aceptar la propuesta si o si.
La acusación de «totalitarismo», en el caso de la «propuesta» Saindua, está más que justificada. ¿Es qué Betiko hace algún mal organizando la fiesta tal cómo quiere? El mal que hace es respecto a la concepción «totalitaria» de quienes plantean la «paridad» como un elemento decisivo en un ámbito que no le compete. Es como si yo organizo una fiesta en mi casa y un organismo ajeno me dice que en tal fiesta tiene que existir la «paridad» porque es una gran marea social. Es necesario defender la dignidad y la libertad humana frente a este tipo de atropellos.
El pueblo, como dice el señor Urriz, no es un ente monolítico. Está formado por personas con diferentes pareceres e ideologías. La «propuesta» Saindua responde a una ideología y a la concepción de unos partidos políticos que todos conocemos. Por tanto, la unión del pueblo tiene que darse en el respeto de las diferencias que hay respecto a celebrar la fiesta. El año pasado desfilaron ambos alardes y el pueblo estuvo unido y pacificado. En este contexto, la «propuesta» Saindua cumple la función de avivar un fuego y echar encima gasolina. Es decir, pretende reabrir un problema con el pretexto de solucionarlo. Mayor cinismo no puede caber.
Este no es un problema de los derechos de las mujeres. Puesto que hay muchas mujeres que reivindican el derecho a desfilar en un alarde donde los hombres sean soldados y las mujeres cantineras, en evocación a las milicias forales de la diputación de Gipuzkoa. Como hay otro alarde donde las mujeres pueden desfilar como soldados, las que lo quieran hacer tienen el espacio adecuado para ello. Saindua utiliza el pretexto del derecho de las mujeres en abstracto para pisotear el derecho de mujeres concretas que quieren desfilar en el Betiko.
Tu o tu texto dice: «La sociedad se divide en dos partes: una plural y abierta, y otra cercada y sectaria». Esto es el colmo del maniqueísmo. Plantear una «propuesta» con esta concepción en la que una parte del pueblo de Hondarribia, la mayoría, es tildada de «cercada y sectaria» me parece muy poco respetuoso así como totalmente inexacto. Más bien lo que hemos visto es que hay una minoría que pretende imponerse a una mayoría, diciendo que representan al «pueblo» porque los otros son unos engañados. Tales niveles de presunción y de desprecio por el prójimo son muy dañinos para la convivencia. Convivir significa respetar la opinión y opción del prójimo, por muy equivocada que te parezca. Está claro que tu y Saindua no respetan a la otra parte.
Como lo demuestra el antropólogo Arriaga el conflicto comenzó en la época de la socialización del sufrimiento en los 90 del siglo XX y lo impulsó un partido, la izquierda abertzale. Ahora a este se le une, en esta cuestión, Podemos. Da lo mismo que digas que no simpatizas. Queda claro a quien sirves.
Un saludo
He seguido detenidamente lo que se dice en el artículo, así como en los comentarios añadidos.
Desde mi punto de vista, queda patente y claro que Saindua Proposamena no tiene argumentos de peso en comparación con las opiniones que rebaten su proposición. Así mismo, tanto en el planteamiento como con el vocabulario que utiliza Saindua Proposamena se pueden percibir ciertas maneras para esconder o tapar otros objetivos contrarios a lo que se dice denotativamente.
Dice la propuesta: “plantear una solución a un largo conflicto, con la esperanza de que todos los agentes implicados actúen con generosidad y hagan concesiones”, pero en el fondo las únicas concesiones que piden en Saindua Proposamena están dirigidas a Alarde Fundazioa. ¿Qué concesiones está dispuesta a dar la proposición de Saindua?
También dice: “que cada hondarribitarra ceda una parte de su ideal de Alarde”, y desde Saindua, ¿qué parte de su ideal están dispuestos a ceder?
Y sigue: “La sociedad está cambiando, las legislaciones varían. Una nueva conciencia de igualdad se ha instalado en todo el mundo. Un nuevo contexto donde apenas queda margen para otorgar un futuro digno a nuestro Alarde si no lo adecuamos a los tiempos. Esa es nuestra mayor responsabilidad como transmisores del legado: dotar de futuro al Alarde”. Un ritual antropológico con bases históricas no tiene por qué reflejar las formas de la sociedad en la que se practica, esa es una gran falacia.
Más: “No podemos permitir que las siguientes generaciones sean testigos de un Alarde acorralado por leyes, medios de comunicación y sociedad en general.” ¿Cuántas veces aparece Alarde Fundazioa vertiendo sus opiniones en prensa, y cuántas ha aparecido Jaizkibel Konpainia o sus allegados?
¡Vamos! Me parece de risa. Jaizkibel Konpainia y ahora Saindua Proposamena han tenido y están teniendo un altavoz amplificador en los medios de comunicación tremendo, que muchos quisieran para sí y para difundir sus ideas, y no lo tienen. Pero ellos sí, tienen la ayuda y la connivencia de los medios. ¿Quién acorrala a quién?
Y así un suma y sigue largo. Saindua Proposamena solo quiere quebrar el compromiso, la vivencia y la convivencia de un pueblo como el de Hondarribia con planteamientos falaces y arteros. ¡Basta ya de trampas y manipulaciones!
Quisiera añadir el link de la charla que dio Jenny Pearce en mayo del año pasado. La objetividad se construye sobre pilares firmes y verdaderos. No quiero añadir ningún epíteto sobre la charla. Que el lector/a escuche la misma en el link añadido, saque sus consecuencias, y compare lo que nos plantea Pearce con lo que plantea Saindua Proposamena. Ni más, ni menos.
https://www.youtube.com/watch?v=pwzNe-l2NJA