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Antropología y sociología del Alarde Alternativo (1)

Mikel Arriaga (Profesor e Investigador)

Muerte y resurrección del sujeto

El análisis de la evolución del Alarde suele estar supeditada a la función polémica de imponer u oponer un modelo frente a otro. La pregunta clave sería ¿cómo hemos llegado a esta situación? Pretendo cambiar el foco de la polémica y centrarme en uno de sus componentes. No ya en la fiesta y sus características sino en la naturaleza de la confrontación en torno a ella. Me refiero a la irrupción de un fenómeno político contemporáneo. El Alarde Mixto nace en un contexto histórico promovido por una fuerza, como la Izquierda Abertzale, que se especializa en lo que ella misma denomina como “luchas sectoriales” supeditadas a un objetivo más general, como es la negación de este sistema calificado como “patriarcal-capitalista”.

Dentro del esquema general de la Izquierda Abertzale ¿Dónde localizar las raíces ideológicas del Alarde Mixto? ¿Cuál podría ser su genealogía? Decía la organización juvenil de la Izquierda Abertzale, Jarrai, en 1995, que “el movimiento popular tiene que generar conflicto”. Podemos considerar al Alarde Mixto, que surgió a los pocos años de esas palabras, como un “movimiento popular” o “movimiento social” en el sentido expresado por Jarrai: como generador de un conflicto al que, a más de treinta años, no le quiere poner fin más que con la derrota absoluta del contrario.

Esta concepción hunde sus raíces en la historia reciente. Es un ejemplo de la irrupción de lo contemporáneo en lo tradicional. La Izquierda Abertzale nació como producto de la estrategia político-militar de ETA a partir de Mayo del 68. Lo que se ha dado en llamar “ideología de género” o “queer theory”, que hoy en día impregna sobre todo las ramas humanísticas de las universidades, los cursos de formación de la enseñanza media y las propuestas de algunos partidos políticos, constituye una de las derivaciones del 68.

La “ideología de género” no es producto del feminismo sino de la confluencia de parte de este con las nuevas corrientes de extrema izquierda que se desmarcaron al final de los 60 de los partidos comunistas clásicos. Las nuevas organizaciones surgidas entonces trataban de sumar la energía del feminismo, el ecologismo y del nacionalismo de las pequeñas nacionalidades a la causa revolucionaria. El abertzalismo anti-patriarcal de la Izquierda Abertzale pretende abarcar todo ello. Son los teóricos franceses Michel Foucault, Jacques Derrida y el psicoanalista Jacques Lacan (con adiciones posteriores como Gilles Deleuze) los catalizadores de esta ideología. No es un grupo arbitrario ni arbitrariamente reunido.  El filósofo marxista Louis Althusser lo apadrinó y pretendió ponerlo en liza en la arena político-filosófica.

Decía Louis Althusser, “la lucha filosófica sobre las palabras es parte de la lucha política[1] por tanto “la filosofía es en última instancia la lucha de clases en la teoría” [2]. La filosofía debe poseer una concepción “polémica y práctica (…) proponiendo tesis que se oponen a otras tesis existentes”. Al igual que Antonio Gramsci, pretendía unir “filosofía y política[3]. Althusser quería “intervenir en la filosofía dentro de la política y en la política dentro de la filosofía[4]. Calificó estos planteamientos como un “proyecto[5]” (p. 226) y contó con la alianza de esos tres pensadores en el mismo sentido en el cual se disponen las fuerzas para una batalla. Para llevar a cabo este designio, le era necesario propender una serie de temas acordes con el espíritu de “intervenir en la filosofía dentro de la política”. Uno de los más importantes era el tema filosófico la “muerte del sujeto”. Retomando a Spinoza, Althusser proponía un “pensamiento sin origen ni fin”:

…sacaría mi fórmula de la historia y de la verdad como proceso sin sujeto (originario fundador de todo sentido) y sin fin (sin destino escatológico preestablecido), porque negarse a pensar en el fin como causa originaria (en el rechazo especular del origen y del fin), era realmente pensar como un materialista[6].

Como Althusser plantea sus afirmaciones dentro del esquema de la dialéctica marxista (dentro de la propia lucha de opuestos que tal dialéctica propugna), hay que entender sus afirmaciones con sus omisiones y ocultaciones. La historia y la verdad constituyen un “proceso sin sujeto” porque:

…era necesario que inventáramos a nuestra vez nuevas formas de pensamiento, nuevos conceptos -pero siempre según la inspiración materialista de Marx para “no contar historias” nunca, y seguir atentos a la novedad y a la invención de la historia[7].

Eso ocurre así, según Althusser, ya que “la Verdad sólo está allí para garantizar en última instancia el orden establecido de las cosas y de las relaciones morales y políticas entre los hombres[8]. Todo sentido de la historia remitiría a un “autor”, ya fuera a Dios o al Hombre, que sería el sujeto de los sujetos. Y que Althusser considera abstracciones que son producción de un orden social que se funda en esas ideas. Como Althusser quería quebrar ese orden, la negación del sentido de la historia le venía aparejada con la voluntad de la invención de la historia.

Tanto Althusser como Foucault, “destacaban con igual intensidad el carácter material y performativo de la producción de sujetos[9]”. Traduciendo, los sujetos son creados para transformar la realidad. La negación del “sujeto” (Dios, Hombre), siendo parte de la negación del orden socioeconómico, presuponía la afirmación de otro “sujeto”, esta vez conscientemente inventado o construido, como era el partido o el movimiento social.  Este último, es el nuevo tipo de “sujeto revolucionario” creado tras el mayo de 1968, en colaboración/competencia/sustitución del partido comunista clásico. La crisis de los partidos comunistas de los 80 aceleró la preeminencia de los “movimientos sociales” y coaliciones de los mismos como cumplidores de la función de la revolución.

Althusser señaló “la crítica a la noción de “autor”, noción muy moderna” por parte de Michael Foucault. Tal idea estaba ligada a la del “sujeto” cuando se asimila a la de individuo o persona, típica de las sociedades burguesas. De esta manera, el intelectual en lucha desaparecía en el anonimato de su lucha, “como yo en las filas de mi oscura célula, él (Foucault) en la acción militante junto a los encarcelados[10]. La “lucha dentro de la filosofía” debe manifestarse transformando la realidad, pero siendo independiente de la noción de tal o cual persona o colectivo como autora de esa transformación. O planteando un sujeto interpuesto, eslabón de lo que Ernesto Laclau denomina una “cadena equivalencial”, es decir, de una cadena de movimientos-sujetos a los que une un enemigo común. Althusser en la célula del Partido Comunista y Foucault por cada causa pública que tomara partido formaban, así, un frente común, conformaban los diversos eslabones de una cadena, en contra del “poder”.

[1]    Louis Althusser, “Philosophy as a Revolutionary Weapon” New Left Review, 1971, del original de L ´Unita de febrero de 1968. Entrevista de María Antonia Macchiocchi.

[2]    Louis Althusser, El porvenir es largo, Destino Barcelona, p. 225

[3]    Ibidem, p. 226.

[4]    Ibidem, p. 263.

[5]    Ibidem, p. 226.

[6]    Ibidem, p. 291.

[7]    Ibidem, p. 282.

[8]    Ibidem, p. 246.

[9]    Pablo Francisco Pérez Navarro, “Dos extraños compañeros de cama. La ideología y el poder en Althusser y Foucault”, Tabula Rasa, julio-diciembre 2007,  p. 152.

[10]  Althusser, op., cit., p. 281.

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2 comentarios en «Antropología y sociología del Alarde Alternativo (1)»

  1. Un post muy interesante.
    Resulta gracioso que los maestros de las actuales feministas de la escuela Queer sean machirulos. Igual que todas las «feministas» de Bildu son las txotxongilos de Arnaldo Otegi. Su harén político.

  2. Muy interesante, aunque Arriaga ya apuntaba a esto hace tiempo.
    Ahora nos adjunta pruebas mucho más contundentes. Lástima que nuestras autoridades políticas no tengan en cuenta estas reflexiones tan contundentes desde el punto de vista sociológico y antropológico con datos epistemológicos tan certeros y concretos.

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