Gabriel Otalora
Espero que esta película «os haya servido para algo; es un canto a esa necesidad de convivencia que tenemos todos, de vivir entre distintos pero respetándonos. También es un canto a la deslegitimización de la violencia, pues con violencia no se consigue nada», comentó Maixabel Lasa a los reclusos de la cárcel de Iruña que quisieron visionar la película Maixabel –unos setenta– que se ha presentado después en el Festival de Cine de Donostia.
La película se centra en la actitud de esta mujer tras el asesinato de su marido en el año 2000, Juan María Jauregui, a manos de ETA. Lo cierto es que aquella barbaridad ha conseguido algo más que segar vidas y destrozar en vida a sus familias: que surja lo mejor del ser humano en víctimas y victimarios. La proyección de Maixabel en la prisión se enmarcaba en el ciclo Proyectando reinserción: cine y miradas alternativas a la Justicia organizado por el Gobierno de Navarra. Y lo hace desde un ángulo muy concreto: narra los encuentros que ella tuvo con Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco, dos de los tres integrantes del comando que atentó contra su marido, un político que, paradójicamente, impulsó la investigación del asesinato de Lasa y Zabala.
Maixabel Lasa quería escuchar y que le escucharan porque, como ella misma afirma, «junto al muchísimo daño que te han hecho, sabes que, si pudiesen, volverían para atrás. El odio no te deja vivir». Ella fue una de las personas que acudió en su día a los encuentros restaurativos de la llamada Vía Nanclares porque es una convencida de las segundas oportunidades. Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco han hecho su camino de autocrítica reconociendo el daño causado y pidiendo perdón.
Esta reconfortante noticia nos lleva a otra que debiera haber tenido un protagonismo social mayor por la ejemplaridad que atesora para todos: la propia Maixabel Lasa relató en este encuentro carcelario que mantiene el contacto con Ibon Etxezarreta, quien en uno de sus permisos penitenciarios acudió al rodaje de la película y luego la llevó a su casa en coche. También relató que conoce a la madre de Ibon Etxezabarreta, con la que quedó a tomar un café en San Sebastián y hablan por teléfono cada Navidad.
Hay mucho que aprender con este tipo de actitudes. Atiborrados como estamos de foros, simposios y conferencias en torno a las posibilidades competitivas que atesora la ciencia y el conocimiento, tenemos un déficit de experiencias éticas que marquen cultura relacional en nuestra sociedad, necesitados como estamos de referentes profundamente humanos. En el contexto sociopolítico con más motivo, pues el odio y el rencor son sentimientos muy profundos que al arraigarse terminan desequilibrando a la persona y al colectivo. Se vuelven contra nosotros. Y si encima hay ideales de por medio, el veneno corre como un reguero por las venas de la sociedad. Reforzando este tipo de sentimientos y resentimientos, tampoco nos permitimos cualquier oportunidad de disfrutar del presente.
Perdonar es una decisión que implica dejar atrás el rencor y la actitud de venganza, abriendo de paso la puerta a los sentimientos de comprensión y empatía hacia la persona que nos hirió. Y, de paso, sentir un tipo de paz que ayuda a vivir cada día. Maixabel Lasa es un ejemplo de que ofrecer segundas oportunidades es posible y necesario aun en las situaciones más trágicas; entre otras cosas porque personas desalmadas en un momento dado pueden convertirse a su vez en ejemplos de humanización poniendo en valor el sufrimiento ocasionado. Y porque «la forma idónea de deshacer lo hecho, por lo menos a manera de descarga, se nos ofrece bajo la forma del perdón» (Hannah Arendt).
Estas actitudes transformadoras de víctimas y victimarios afectan también a quienes mantienen su corazón helado. Son una oportunidad para repensar su realidad y dar pasos hacia su liberación interior. Ahora me refiero a los diez reclusos de ETA que penan en Iruña y no quisieron sumarse a la proyección de la película ni participaron en los talleres de justicia restaurativa puestos en marcha hace ya unos años. Ellos se lo pierden, pues su actitud granítica les ha convertido hoy en víctimas de sí mismos. Cuando antes se percaten de ello, antes saldrán del odio estéril que solo quema sus adentros. Y si esta gran mujer mantiene la esperanza de que puedan seguir sumándose más victimarios y víctimas a la fiesta del perdón, yo tampoco pierdo la esperanza.
Su OPINION Sr. Otalora…también se invita al Sr. Bujanda .
Menudo relato si a la impunidad le suman un silencio cobarde
A veces, lo escandaloso es el propio silencio sobre un escándalo. En esos casos, la consigna del silencio resulta atronadora. Se adivina en los portavoces, en las redes, en la prensa afín y en los medios gubernamentales. Ese silencio chirría más si viene de solemnes afectados, de chillones habituales, de personas que se dedican a decir a diario lo que debería sentir y pensar el resto sobre este mismo tema. Porque, según la versión oficial sobre el no-conflicto vasco, la guerra sucia de los aparatos del Estado contra la disidencia vasca y su impunidad es parte del mismo tema, de «la violencia, venga de donde venga» y es un escándalo. ¿O no?
Objetivamente, es más grave por venir de donde viene: de las estructuras del Estado. Porque la llevaron a cabo quienes tenían que defender la ley y la seguridad de toda la ciudadanía. Porque son los mismos que torturaron a más de 5.000 personas. Porque a la vez que mandaban cartas-bomba contra la oposición sus responsables firmaban «pactos por la paz y contra el terrorismo» con el fin de excluir a esa misma oposición del «juego democrático». Votos, y bombas. Es grave porque esos escuadrones los dirigía el PSOE y porque el PNV era y es su aliado. Y porque pretenden establecer para los independentistas condiciones morales que ellos incumplen.
Aunque rece que todas las violencias son iguales, el establishment vasco las separa de manera sectaria por origen, objetivos y responsabilidad. A cuenta de la violencia de ETA braman, pero respecto a la suya miran para otro lado. De silencios y versiones oficiales falsas está repleta la hemeroteca. Hasta tal punto son parciales que discriminan a las víctimas, que tienen distintos grados de derechos a la verdad, la justicia y la reparación.
¿A partir de qué punto algo es un escándalo?
Los hechos son tan salvajes que merecen ser rememorados para valorar la desvergüenza del silencio oficial. En 1989, de la mano del ministro José Luis Corcuera, del PSOE, un grupo especial de las FSE envió cartas-bomba a militantes de Herri Batasuna. Un cartero, José Antonio Cardosa Morales, murió en Errenteria cuando metía una de esas cartas en el buzón del militante de la izquierda abertzale Ildefonso Salazar. Este había logrado una de las pocas condenas por torturas contra un guardia civil, el teniente Fidel del Hoyo Cepeda, que a pesar de ello sería promocionado a capitán y a comandante. Pertenecía al círculo de Enrique Rodríguez Galindo.
Pero los hechos son más rocambolescos. Sin que se sepa a través de qué fuentes, la Ertzaintza que entonces dirigía Juan María Atutxa localizó al menos otras dos misivas: una en Donostia dirigida al abogado Iñigo Iruin y otra en Azpeitia contra los concejales de HB Mari Karmen Egiguren y Kike Zurutuza. Este último ha contado cómo la Ertzaintza les prohibió personarse. Su hipótesis es que pararon las cartas para despistar el objetivo y poder endosar la muerte del cartero a ETA. Concuerda con la versión oficial de la época y es veraz. Eso sí, nadie se lo creyó en Euskal Herria.
Ahora la biografía de exjefe del Cesid Emilio Alonso Manglano confirma estos hechos a través del testimonio del difunto Antoni Asunción. Este sustituyó a Corcuera, que previamente había relevado a José Barrionuevo porque este estaba manchado por los GAL.
Justicia transicional y reconciliación honesta
La única respuesta oficial a este escándalo ha sido por parte de la consejera Beatriz Artolazabal, y fue en Madrid a preguntas de NAIZ. Era en la presentación del Plan de Convivencia y Derechos Humanos. Dijo obviedades que no le comprometen. Nadie más les ha preguntado, y oportunidades no han faltado. El lavado de manos de Txarli Prieto en sede parlamentaria fue obsceno. PSE, PSN y PSOE tienen mucho camino por recorrer si no quieren aparecer como cínicos y despiadados por encubrir su responsabilidad en estos crímenes.
Quienes hace diez años pusieron sus esperanzas en la batalla del relato para conseguir una derrota política del independentismo que no habían logrado por otros medios se habían creído sus propias mentiras sobre el conflicto vasco, eran terriblemente parciales moralmente, eran gentuza o las tres cosas a la vez. Querían debate y ahora suplican ahogarlo. ¿De verdad no sabían que tenían las manos manchadas y a nadie condenado? Que este silencio les sirva para reflexionar, mirar sus actitudes con espíritu crítico y apostar por una justicia transicional para todos y por una reconciliación sincera.
Totalmente de acuerdo con el autor y la valoración del perdón que nos propone. Nada que objetar al artículo ni a la actitud de Maixabel, tras el vil asesinato de su marido.
No obstante, una vez más, las criticas a todo esto giran en torno a la vida de un demócrata asesinado por ETA, y a la violencia que el Estado, al que Juan Mari representó en Euzkadi, ejerció contra esta sociedad y la izquierda abertzale, sobre todo en estos últimos años.
Quizá por mi parte, eche de menos el perdón y la autocrítica de Juan Mari y los suyos, que hubieron de haber realizado en ese tránsito a la democracia y al respeto por la vida, cuando él mismo militó en la organización terrorista que después le asesinó. Sobre todo esto, no se ha oido nada…
JELen agur
Quieren definir como la misma la violencia de la una y de la otra. Hecho por hecho son igualmente deplorables. Pero yo sí que veo muchas diferencias entre las de un lado y las del otro.
¿Jugamos al juego de las diferencias?
Podríamos proponer ese juego… en mi caso, seguramente que llegaríamos a un punto en común. No me cabe duda.
Lo que quiero decir, es que he oído y leído autocríticas muy serias y creíbles de algunos miembros de ETA m, y de sus acciones más execrables de los ultimos 20 años, que de muchos ex poli milis que, en alegre biribilketa, abrazaron la democracia y acusaron al nacionalismo jeltzale de tener la responsabilidad de todos los males…
Ante el artículo que tratamos hoy, me quito el sombrero. Pero del asesinato de un demócrata, tambien echo de menos, por su parte, un pequeño ejercicio de autocrítica de lo que defendió en su momento. Quizá lo haya hecho. No he podido visualizarlo. Si alguien conserva alguna cita pública… encantado de recibirla. O también quizá, sea algo a tratar en otro momento…
JELen agur
Acaba de hacer una declaración el MLNV por boca de sus lideres.
En ella declaran que “el sufrimiento de las víctimas nunca debía haberse producido”.
Es correcto? Es lo que cabe esperar de ellos?
Una declaración muy meditada (les ha costado 10 años). En ella se piensa en el sufrimiento causado pero no en la causa que lo generó de la que no dicen nada.
No lamentan ni condenan aquellos hechos (ellos mismos eran miembros en activo). NI arrepentimiento…
Cuánto camino les queda por recorrer….quizá generaciones.
Y todo por no perder un ápice de apoyo social o quizá buscando ampliar ese apoyo, hacer que los demas dejen de criticarles su pasado y su lamentable presente.
Creo que son unos inconmensurables cínicos que buscan ganar paso a paso la confianza mayoritaria del pueblo, pero sin sus renuncias. Con el doble lenguaje del cínico.