Juan Carlos Perez
Seguramente se diga que hay una saturación de temas relativos al pasado y que este debe quedar en lo que ya se superó. Pero a la misma vera, sobre el mismo renque, se sitúa la necesidad de aportar una nueva visión respecto a las víctimas de la guerra civil y del franquismo, lo cual queda, históricamente hablando, aún más atrás, y el principio debe ser válido antes incluso que el contenido. Por fin, después de que “Choque de trenes” no pudiera ver la luz, por razones diversas, que no vienen al caso, ha podido verse la publicación de este “País de Banderizos”, con la elaboración de conversaciones en el año 2018, el año formal de la disolución del cártel terrorista marxista leninista y vasco, como fue la ETA. Y aporta una visión propia, tal vez novedosa, y sin duda alguna necesaria, si no fuera, además, ni más ni menos que la explicación y aportación personal de una persona que se acercó al fenómeno en un determinado momento. Sufrió el extrañamiento, tanto personal como, digamos, “profesional”, y explica un modo de sentir y vivir en un tracto vital complejo y necesario para complementar la aproximación histórica a estos hechos vividos y sufridos en Euzkadi.
Joxemi Latasa procura ir atrás en sus vivencias sin ira, pero con la amplitud de miras suficiente como para explicar sin ambajes su propia infancia y juventud, poniendo de relieve el magma donde se cría el cultivo que permite el acercamiento al fenómeno terrorista organizado, en el caballo desbocado del momento del tránsito de una dictadura totalitaria que, formalmente, daba sus últimas bocanadas, a algo más aseado, transición mediante. No es ni el libro, no es el momento ni el lugar, para explicar las profundas visicitudes y vericuetos donde explorar esa década de los años 70, sobre la realidad respecto a esa tan manida transición, que queda en trasfondo que explica el fresco donde se sitúa un jóven Joxemi que entra en contacto con los movimientos sociales en su primer trabajo en una fábrica. Son elementos que lanzan al personaje hacia adelante en lo que cree correcto, bajo su punto de vista, en el momento y en el lugar donde se encuentra. Sin vocación de justificarse, sino de explicarse, y eso es vital, porque sólo el protagonista puede verificar su propio sentimiento y pensamiento en los diferentes puntos clave de su propia realidad, y así procura hacerlo en este libro.
Joxemi participó en los grupos, en los comandos, de ETA, y tuvo su ración de violencia, fuera de su gusto o no, y ello se trasluce, sin recrearse en los detalles morbosos y macabros. Quien quiera casquería, pierda toda esperanza. Procura meter humanidad. Y porqué no decirlo, también en su detención y paso por la cárcel. Los sucesos en estos grupos donde cada detalle importa, porque puede ser el fiel de la balanza para poder seguir adelante o caer en una redada, o volar por los aires en un artefacto defectuoso, o con mayor carga que la prevista, el autor residente de las vivencias pudo visitar y revisitar su propia memoria. En todos y cada uno de los puntos clave pudo repensar las circunstancias y destilar, sintetizar, una serie de conclusiones, que le apartaron de ser doblemente preso, como es haber sido preso por haber sido detenido, y preso de los largos tentáculos de la cúpula, bien situada en el exterior. Y que fue el caldo de cultivo para que los propios presos pidieran, en su momento, la política del palo y la zanahoria de la dispersión. Sólo que, poco después, los gobiernos españoles, decidieron quitar esa zanahoria por motivos partidistas desde el pensamiento madrileñocéntrico. Pero como hace Joxemi, la historia ha de poder contarse entera, para poder ser una memoria digna de tal nombre.
Es muy lamentable la utilización de una persona enferma como Latasa Getaria por parte del PNV, primero fue el gobierno del PSOE, cuando fue masticado y escupido como un chicle lo recogió el PNV que desde la pagina esa que lleva Juan Carlos Perez le paseo como un mono de feria, como el mono Peñote de Portugalete aquel. Hasta el aciago dia en que se calentó en esta pagina, de rebote en aquella otra con el resultado de un senador de Bildu imputado y el enésimo intento de suicidio de Latasa.
Dejadle en paz ya.