Jon De Urbia
Hasta la fecha, solo la extrema izquierda anti sistema, mal llamada «abertzale», sugería falazmente el concepto «Estado policial» cada vez que la Ertzaintza en pleno ejercicio de sus facultades disolvía con los medios adecuados, cualquier alteración del orden público.
Algo chirría cuando quién menos debiera, aduce que cargar contra cuatro mierdas borrachos y mal organizados, fácilmente identificables, a los que se permitió vandalizar el centro de Bilbao las horas previas a la final de Copa, hubiera sido propio de un «Estado policial»…
Evidentemente los avergonzados ciudadanos de Bilbo, donde creían vivir, era en un lugar, en el que su policía integral y democrática, les defendiera de quienes aprovechando cualquier coyuntura destrozaran la ciudad poniendo en peligro la vida de familias con niños .
La falta de previsión de lo que luego vino, y la ausencia de detenciones 72 horas después de los disturbios, denota unas fallas que deben de ser depuradas, en tanto que la apertura de todos los informativos del fin de semana con la entradilla «aficionados del Athletic, causan disturbios en Bilbao» fuera la gota que colmó el vaso de nuestra incredulidad y paciencia.
¿Deberemos de creer en el futuro, que cuando la Ertzaintza nos someta a un control de alcoholemia, es porque vivimos en un Estado policial ?
¿La defensa del derecho al trabajo de los trabajadores de Tubacex, protegiéndolos de piquetes violentos, será consecuencia también de un Estado policial?
¿De verdad que no le preocupa a nadie? Que algún día, quienes deben de hacer el «trabajo sucio» de «sacar la BASURA de las calles» se planten y digan con justa razón, majete ahora los reprimes tu….
Evidentemente, ya sabemos que NO vivimos en un Estado policial, solo queremos vivir en un Estado social de orden y derecho sin complejos.
Fue deprimente.
El que unos borrachuzos, dirigidos por gente que les gusta la bronca por encima de las demás cosas, cortaran tráfico, destrozaran mobiliario urbano e hicieran presentarnos a los socios y aficionados rojiblancos justo en las antípodas de lo que siempre hemos sido, fue deprimente de verdad.
Un preludio de lo que nos esperaba en Sevilla con unos jugadores veteranos defendiendo con uñas y dientes su puesto de trabajo, bien subidos y aposentados en un tiempo record a las barbas marcelinas.
Que pasados días desde que los angelitos disfrutaran a costa de nuestro buen nombre, ganado con esfuerzo en miles de tardes de San Mames, no haya aún detenciones ni identificaciones, hace pensar que hay quien cobra una suculenta nómina, tiene seguridad en el empleo, pero no pega ni sello a costa del contribuyente, sea éste del equipo que sea.
El que ni policía, ni guardia civil, ni ertzaintza, ni municipales, ni secretas, ni infiltrados, ni el glorioso ejército español, (tememos y pagamos de todo) hayan sido capaces identificar y detener, siendo algo tan sencillo, da que pensar al honrado pagador de todas las rondas, que nos sobra demasiada policía y que el dinero que empleamos en tan escasa protección, era casi mejor en emplearlo en comprar contenedores nuevos de quita y pon y así por lo menos, gastábamos el dinero en algo que tendría siempre un aspecto inmaculado.
Incluso después de quemado.
Manda oeufs.
Si se circunscribe a lo anecdótico tiene razón el artículo en las preguntas que hace porque son casos extremos en los que proteger a un ciudadano de las amenazas o daños causados por otros.
Y sin embargo vivimos es verdad que vivimos en un estado policial y muy proactivo en su labor. Nunca en la historia ha tenido el Estado tanto poder –y medios técnicos y tecnológicos– como hoy para tener a su población controlada. No es un problema de aquí. Es de todas partes.
Y de estas cosas, que son gravísimas por sus consecuencias, nunca se habla porque nos hemos cerrado en un cascarón –cocoon le dicen otros– para pensar que vivimos aislados de los problemas normales de cualquier ciudadano.
¿Han olvidado ustedes que la población carcelaria de España es diez veces mayor que con Franco en los años 50, 60 y 70?
¿Han olvidado que las operadoras de telecomunicaciones europeas tienen la obligación de guardar nuestros correos electrónicos un mínimo de tres años?
Olvidamos demasiadas cosas para sacar pecho sin razón.