Joxan Rekondo
LOS VALORES DEL AUZO+LAN. En algunos de sus escritos, Arizmendiarrieta quiso reflejar ese carácter vasco, entusiasta vigilante de la propia autonomía, aunque no por ello era incompatible con la cooperación vecinal: “bakarti-berak izanarren auzo-miñik gabeak ez gara izan, edo auzoerakundeen bidez jokatu izan oi dogu”. Se podría decir que la cultura de nuestros antepasados buscó su sitio en el espacio central entre ‘un individualismo disolvente y un colectivismo degradante’, extremos estos que Arizmendiarrieta reprobaba en sus sermones. Centralidad espacial que se correspondería con la antropología individual-grupal que observó Pedro Uriarte en sus obras sobre el carácter de guipuzcoanos y vizcaínos a lo largo de la historia y con la perspectiva personalista comunitaria que cultivó el mismo Arizmendiarrieta en su mensaje y en su obra.
Por ahondar en lo que quería significar el sacerdote marquinarra, podríamos decir lo que sigue. Los etxeko interiorizan esa tendencia hacia la autosuficiencia del grupo doméstico, que se traduce en el celo por salvaguardar su autonomía en aras del mejor cumplimiento de sus deberes para con la casa. Pero, se sienten integrados en la vecindad, y participan en el autogobierno de esta y en las obligaciones que se adquieren ante la misma. Sería imposible explicar lo que impelía a los etxeko a entregarse al máximo en el cumplimiento de las responsabilidades adquiridas, sin considerar que no se sentían sujetos a dominación ajena. Porque esa disposición abierta a entregarse solo puede provenir de la consciencia de su propia libertad. Solo en estas circunstancias podría verificarse en los etxeko la condición ideal del ‘buruaren jabe izatea’.
Arizmendiarrieta reivindicó la validez de los valores implícitos en el ‘auzolan’, entendiendo que serían necesario recurrir a ellos en el futuro como pauta de comportamiento. La sola mención al ‘auzolan’ tenía, en su modo de ver las cosas, un “profunda resonancia en nuestro pueblo y en su realidad socio-económica”. Arizmendiarrieta desmontaba el término ‘auzolan’ en sus dos componentes (Auzo+Lan) para poder profundizar en el análisis de los principios sociales que le subyacen. Así, de Auzo, resaltaba su significación de vecindad, comunidad o pueblo al que se pertenece, y su relación inseparable con el ejercicio y la vivencia de la libertad, el mutualismo o la reciprocidad como valores humanos y sociales principales. Lan, por su parte, significaría el trabajo y la acción, factores sin los que no se podría pensar siquiera en procesos de transformación y evolución. De nuevo, la convivencia con la que el sujeto humano se identifica, el trabajo que produce para el Auzo y el sentido que le orienta se presentan como una unión inquebrantable, expresión antropológica de la Etxea original.
Ahora que se habla de procesos de resiliencia que incluirían operaciones de resistencia, recuperación y transformación (incluso, de reconstrucción) es preciso cultivar un clima de ánimo colectivo y un espíritu de confianza, que no son innatos ni pueden improvisarse y que solo pueden activarse desde el ‘mundo de significados’ con los que nos identificamos. A este mundo podríamos recurrir para dotarnos de los valores del ‘Auzo+lan’. Así, podríamos acceder a la libertad negativa que protegía la autosuficiencia de la casa y la dignidad de la persona; a la libertad positiva que conllevaba la práctica de la responsabilidad y reciprocidad, que se apoyan para su ejercicio en un mínimo estatus social paritario (“iñor iñoren otsein ez”); y a la confianza en el potencial fertilizador de la acción y el trabajo. Todas ellas se configuraron como las claves del desempeño práctico del grupo doméstico y vecinal vasco.
‘GU ELKARREKIN’. El COVID aflora como un problema sanitario, económico y político, pero afecta profundamente al sistema cultural que vincula y define las formas de vida. Interpela a nuestra capacidad para distinguir el bien y el mal, para fijar los comportamientos adecuados. Una posición moral sana, sobre la base de una pertenencia común y un sentido cooperativo, debería ayudar a prevenir los contagios. Además, saber qué hacemos y cómo resolvemos los trastornos a los que el sistema de restricciones somete a nuestro universo social y cultural debe formar parte de la perspectiva con la que se debe abordar el control de la pandemia.
La pertenencia (inclusión) asegura a la persona una existencia bajo la protección de las provisiones comunitarias, enderezadas hacia las necesidades de seguridad y el bienestar de sus integrantes. Su opuesta, la no-pertenencia (exclusión) arroja la vida humana casi a la intemperie. Si a cada acto y decisión libres se acompañara de la práctica de la responsabilidad cívica (libertad positiva) que a aquellos corresponde no viviríamos con esta percepción de inseguridad con la que vivimos. Es el entendimiento de que la libertad solo se expresa en su forma negativa, como barrera ante la intromisión pública, lo que está acentuando la desafección ante lo común y con ella profundizando la fisura entre libertad y seguridad.
Son dos perspectivas de la libertad que conviene distinguir porque tienen diferentes efectos morales. La primera se muestra indiferente ante la consecución del bien social, pero altamente vigilante ante la interferencia ajena. En torno a la segunda se cataliza un gran potencial cívico comprometido con la resolución de las necesidades sociales, puesto que el corolario natural de la libertad es el cumplimiento de las responsabilidades para con el conjunto de la sociedad, que al sujeto que es libre cabe demandar por causa de la propia libertad de la que dispone.
Cuando se apela a la responsabilidad cívica, no vale que la referencia sea casi siempre a una responsabilidad individual. La responsabilidad con lo que es de todos exige una actitud que vaya más allá de un cumplimiento personal, que puede ser perfectamente compatible con una indolencia por lo que hacen los demás. Hay una responsabilidad colectiva que está estrechamente vinculada a una participación y una supervisión colectivas de nuestros bienes comunes.
‘Auzolan’ y ‘Auzolotsa’ son dos expresiones que significan esa dimensión también colectiva de la responsabilidad que provienen de la tradición social vasca. Bajo esta tradición, el individuo que apela a su libertad para actuar para sí mismo sin responsabilizarse de lo que comparte con sus convivientes o colaborantes es un personaje descentrado de su comunidad. ¿En qué medida ha fracasado el potencial espiritual del ‘auzolankidetza’ vasco?
Lo que choca con el sentido de lo común e impide entender la idea de bien común que se le asocia, es la asociación de la libertad personal a una responsabilidad que se limita a la esfera estrictamente individual. En su última obra, Michael Sandel critica que el “todos estamos juntos en esto” (‘Gu elkarrekin’) pueda ser un eslogan únicamente recurrible en tiempos de crisis, y vaya a ser descartado cuando retornemos a la ‘normalidad’ cotidiana. La pertenencia común a la que apela el eslogan se diluiría sin la asunción, en la vida corriente, de una responsabilidad que es recíproca entre los individuos que la comparten y colectiva respecto al común al que se pertenece.
¿No es más adecuada a la actual situación concebir la libertad al servicio de la vida, desde la perspectiva personal-comunitaria? Es decir, una libertad que pueda representar a la vez una ‘barrera defensiva’ ante las injerencias impuestas y un impulso positivo de coparticipación o disposición responsable para actuar juntos en el logro del bien común. Ahí emergería el fundamento individual-colectivo que es natural al comportamiento humano y que ahora está quedando muy a la vista.
Y qué importa ? .
Tapia no responde a que aunque gane el recurso no podrá explotar el pozo de Subilla
Una enmienda aprobada ya en Ponencia a la Ley de Cambio Climático establece que no se concederán licencias de explotación que no estén ya en marcha al aprobarse la norma. Mikel Otero, de EH Bildu, se lo ha recordado en el Parlamento a la consejera Arantxa Tapia, que no ha respondido a la evidencia.
El parlamentario de EH Bildu Mikel Otero y la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno de Lakua, Arantxa Tapia, han debatido este viernes en el Parlamento sobre el recurso judicial presentado por la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (SHESA) contra denegación por el Ayuntamiento de Gasteiz de la licencia para los trabajos de exploración en el pozo de gas en el concejo de Subilla.
En los trabajos de la ponencia que debate la Ley de Cambio Climático y Transición Energética en el Congreso de los Diputados, el pasado 24 de febrero se rechazaron las enmiendas al artículo 8 que presentó el PNV para tratar de preservar la exploración y explotación de gas en pozos como el de Subilla, y se acordó por mayoría y con la abstención jeltzale que «no se admitirá a trámite la solicitud de concesión de autorización de explotación que no hubiere sido iniciada con anterioridad a la fecha de entrada en vigor de la ley».
Como informó NAIZ, con la nueva redacción de este artículo 8 se daría la paradoja de que si en el pozo de Subilla se desarrollara la exploración y se encontrara una bolsa rentable de gas, estaría prohibido concederle el permiso de explotación, por lo que todo el gasto anterior hubiera sido totalmente en balde.
En la sesión de control de este viernes en el Parlamento, el parlamentario de EH Bildu Mikel Otero se lo ha expuesto a la consejera: «Aunque ganarais el recurso, aunque explorarais, sabéis que no vais a poder explotar, así que ya está». «Es un jaque mate –ha añadido– y ni siquiera os estáis dando cuenta. Y esto empieza a ser todo un despropósito. Eso sí, malgastando tiempo y malgastando dinero de todos, en un contencioso que no os va a llevar a ninguna parte, ni aunque lo ganéis y lo sabéis».
Arantxa Tapia, que ha defendido la presentación del recurso para salvaguardar que se mantengan vivos los derechos de exploración que tienen en una sociedad en la que la empresa pública Shesa está unida y lidera a otras privadas, no ha dado respuesta a esta afirmación de Mikel Otero ni disipado las dudas sobre la efectividad de los pasos que está dando, con todos sus costes.
Qué degenerado es este Periodista Pesebrero , Sr. Merodio ¡¡¡
Qué asco…»lo que tuvimos que aguantar» escribe uno de los «a sueldo » de los medios de comunicación del stablishment…escribiendo sobre hechos de hace años…qué mala baba ¡¡
Merodio lo que te queda por ver ¡¡¡
Creo que Mikel Segovia anduvo muy atinado cuando comparó en El Independiente la escenificación de la apisonadora sobre las armas de ETA que ha organizado el gobierno español esta semana con el circo que montaron los artesanos de la paz en Baiona y alrededores. ¡Lo que tuvimos que aguantar quienes no veíamos nada de heroico, nada de épico, nada de bonista y nada de ciudadano en aquello que olía a ETA que echaba para atrás y que solo buscaba mostrar un falso apoyo social a su rendición! Pues miren, no. Ni entonces ni ahora. La foto de Madrid y la de Baiona emiten las mismas vibraciones.
Impresionante artículo. Este es el mayor reto que tenemos como sociedad vasca para que se nos siga reconociendo porque lo éramos tan apreciados.