José Manuel Bujanda Arizmendi
Estamos viviendo una situación inédita que nos ha trastoca radicalmente nuestro ritmo vital cotidiano y donde anímicamente castigados necesitamos respirar alivio y sosiego. La angustia, el agobio e inevitable temor que nos causa diariamente la estadística de muertos, contagiados e ingresos en UCIs abruma al conjunto de la sociedad. Estamos viviendo momentos, situaciones y parámetros sociales inéditos y es conocido que no existían referencias anteriores en los que los gobiernos concernidos podían basarse a la hora de tener que tomar las decisiones sanitarias y políticas pertinentes. Sí, hay que reconocerlo ha habido decisiones tipo “prueba-error”, contradicciones inevitables, dudas inherentes ante la incredulidad reinante, improvisación a falta de certidumbres anteriores…pero todo ello, reconozcámoslo, aderezado con la mejor de las voluntades habidas y por haber. Quien niegue esa buena voluntad de las instituciones es radicalmente injusto e hipócrita. Vivimos una situación surrealista de incertidumbres desesperantes tanto a nivel local como planetario, miente compulsivamente pues cual bellaco sabelotodo quien afirma saber perfectamente, como entrenador repanchingado en sofá y cigarra política y/o sindical cómodamente asentado en su escaño, lo que había que hacer con exquisito rigor y suficiente antelación. Irresponsabilidad total de la oposición política-sindical coincidente inéditamente en la más absoluta diversidad en una ecuación surrealista: “Bildu-Podemos-PP-Vox”. Dios los hace y ellos se juntan.
Que luego no hablen de la inexistencia de la llamada “pinza”, “pinza” de la vergüenza y de la irresponsabilidad más desnuda, porque los extremismos tienen esa ventaja-defecto aderezados con la nunca inestimable ayuda de una agitación sindical y apoyo de una agitación social, que parafraseando a Iñaki Anasagasti, es sujeto y partícipe de denuncia Jeremíaca de la llamada Izquierda (cada vez más Independentista y menos Abertzale) que sigue sin asumir su derrota en las últimas elecciones autonómicas pero que creen que la oposición consiste en poner palos en las ruedas (que mal que les pese funcionan y avanzan). Una oposición política-sindical irresponsable que distorsiona gravemente el día a día en una situación de total emergencia. La oposición política-sindical en Euskadi recrea contra el Gobierno Vasco, el PNV y contra el lehendakari Iñigo Urkullu la batalla de las Termópilas, de Salamina y de las Leónidas, el todo o nada, el blanco o negro, la victoria total o el desastre definitivo. Mienten. Hipócritas de manual que construyen y aplican estrategias diferentes según el territorio y la correlación de fuerzas existente en un lugar o en otro: mientras en España muestran su disposición al acuerdo presupuestario aún sin conocerlo, mientras en la Comunidad Foral Navarra muestran su lado más flexible, pragmático y posibilista, en este lado de Euskadi se muestran inmisericordes con el Gobierno Vasco de coalición, inmisericordes con el PNV, inmisericordes con el Lehendakari Urkullu, y que aun sin conocerlo deciden que el presupuesto del Gobierno Vasco es “neoliberal”, concepto donde entra todo lo que no les gusta, perdón, aunque lo conociesen en su totalidad su miedo escénico estratégico nunca-jamás les impediría aprobar, ellos, sí ellos, son la alternativa. Como alguien ha manifestado recientemente, no se trata de ideología, no, sino de estrategia indecorosa y descarnada donde las haya. Creyéndose la alternativa arrinconan la ideología.
Los gobiernos lo han hecho lo mejor posible y han tomado las mejores decisiones que han estimado oportunas, todas ellas difíciles y complicadas, a veces no bien entendidas y que posteriormente han resultado si, o no, correctas y acertadas. No son tiempos de baja politiquería-estéril por parte de la oposición contra el gobierno de turno, no deberían ser momentos de no colaboración y de obstrucción, de critica por la crítica, del no sistemático, del todo se hace mal. Y hablo de Euskadi, de la posición adoptada por la oposición político-sindical radicalmente obstruccionista en esta parte de Euskadi. Comento pues algunos posicionamientos de la oposición político-sindical vasca y apelo a la autocrítica de sus autores responsables porque es trampa manifiesta ponerse luego de perfil y hacerse el avestruz: “El Gobierno Vasco, el PNV y el Lehendakari Urkullu están a las órdenes directas del gran capital, de Confebask, de las grandes empresas que solamente buscan continuar amasando grandes riquezas, despreciando irresponsablemente la salud y la seguridad sanitaria de los trabajadores; en resumen: en Euskadi quien gobierna es Confebask”. Se propuso en su día por parte de la oposición político-sindical una inédita y muy variopinta mesa multicolor compuesta por el Gobierno Vasco, patronal, partidos, sindicatos, universidades y diferentes agentes sociales con el objetivo de dar respuestas a la situación. A lo largo de la llamada desescalada y desconfinamiento se hicieron durísimas acusaciones, a corto, a botepronto, facilonas, injustas, no ciertas, contradictorias, irresponsables y sin altura de miras. Y que cuando se constató su falsedad, parecería que el viento se las llevara cual hojarasca.
Es más, cuando se propuso por parte del Gobierno Vasco iniciar una recuperación paulatina, con todas las garantías sanitarias, de la economía no esencial con la incorporación progresiva de sus trabajadores se acusó al Gobierno Vasco de irresponsable y de ser los causantes y culpables de todos los futuros desastres sanitarios que se profetizaban entre los trabajadores. Se criticó, y todo ello al mismo tiempo, el correr demasiado y las prisas por un lado y las medidas de precaución y preventivas tomadas por prudencia por otro. A machaca martillo se repitió en su día hasta la misma saciedad que en su día, no tocaba hablar de elecciones, que la sociedad vasca tenía otras prioridades, que ya se hablaría de elecciones cuando todo esto pasara, que quien lo planteaba lo hacía por partidismo y electoralismo. Y ante la difícil y complicada decisión que se tomó en su día respecto a la vuelta del alumnado a las aulas con todas sus precauciones sanitarias, la oposición se echó las manos a la cabeza y en vez de mantener una actitud proactiva adoptó una posición drásticamente negativa y obstruccionista. Todo menos aportar y colaborar. Ni agua.
Y hoy en día, críticas aceradas y crueles, oportunistas políticamente a la actual Consejera de Salud Gotzone Sagardui, críticas sin piedad e hipócritas a todas luces respecto a quien se vacuna o no, críticas que obvian vacunaciones a liberados sindicales ante las cúales cínicamente se opta ponerse de perfil. Y qué decir de los insultos intolerables, reprobables e inaceptables al PNV, partido mayoritario y más votado hace muy poco por el conjunto de la sociedad vasca, tachándolo despreciativamente de jauntxos, élites, castas, dueños del Batzoki etc, insultando así a sus cuatrocientos mil votantes. Un PNV por cierto sostenedor del Gobierno progresista de España y que propicia precisamente que ni más ni menos que el Vicepresidente del Gobierno se llame Pablo Iglesias. Una oposición vasca política-sindical insaciable, imposible de contentar con las respuestas que se les da a sus preguntas e interpelaciones en foro parlamentario. Una oposición política-sindical vasca que no digiere su no victoria en las elecciones vascas y que cuando cree que pincha en hueso, en este caso con la nueva Consejera de Salud Gotzone Sagurdui, incide y reincide hasta el hartazgo baldío en su reprobación y exigencia de dimisión. Y qué decir de la irresponsabilidad manifiesta, error manifiesto a todas luces, de ciertos líderes y representantes políticos de Bildu y Podemos no secundando la labor de la Ertzaintza, criticándola y tachándola de desproporcionada y apelando a una “policía democrática, de cercanía y pedagógica”, en cuanto a los incidentes callejeros protagonizados entre la Ertzaintza e irresponsables adolescentes, cuando no niñatos menores de edad, insolidarios que saltándose chulescamente todas las normas sanitarias habidas y por haber hacen de su capa particular y egoísta un sayo personal callejero urbanita pijo.
Irresponsabilidad supina no sujeta a la altura de los momentos de crisis sanitaria, social y económica que vivimos. El tiempo pone a cada uno en su sitio, lo pondrá, la irresponsabilidad de la oposición político-sindical en estos inéditos tiempos quedará al descubierto en su esterilidad. Lamentable que tengamos que recapitular tanto despropósito de quienes no han estado a la altura que las excepcionales circunstancias requerían. Pero si en algún momento podemos demostrar para qué sirve la política, es este. Esta crisis ha alterado la vida de toda la sociedad. Euskadi va afrontar uno de los momentos más delicados de sus últimas décadas, pero responderemos al desafío, estaremos en primera fila en la búsqueda de la reconstrucción social y económica de Euskadi, de su prosperidad y justicia social. Saldremos, a pesar de los que actúan como si lo peor fuese lo mejor. Volveremos a poner a Euskadi en pie, es nuestro compromiso, tenemos fuerza, ilusión, ganas y proyecto. Superaremos el ruido que buscan algunos.