Joxe Martin Larburu
Las políticas frentistas siguen de moda en el estado español. El frente constitucionalista, el frente soberanista, el frente pro/contra español, el frente pro/contra catalán… No faltan en Euskadi quienes, añorando viejos tiempos, quisieran vivir situaciones similares. En nuestra comunidad se da la paradoja de que, posiblemente por presión del MNLV, sea donde más se ha teorizado, y sin embargo es donde la plasmación de esa teorización es más débil. Los frentistas no consiguen desplazar al extremo las políticas del cauce central vasco.
Los nuevos partidos españoles gustosamente jugarían la partida de los frentes; pero un partido, el naranja, en nuestra comunidad es insignificante. Su única posibilidad es instaurar la confrontación accediendo al poder central; el otro, el izquierdista, el populista español, está abierto a la colaboración con los frentistas de la forma nacional, pero después de un fogonazo en las elecciones generales del 2016 vuelve a ocupar un discreto lugar tanto en la acción popular como en la electoral; en este momento bastante tienen con arreglar sus diferencias internas.
Frentismo autóctono
Así pues, el frentismo en Euskadi queda fundamentalmente en manos de la vieja guardia del MNLV, de los nacionales en forma y agudizadores de la lucha de clases en contenido. Estos, además de haber teorizado mucho sobre la confrontación, cuentan con una importante presencia electoral.
Abandonada la lucha armada, los militantes de la organización han sido descabalgados por la sociedad de la épica ficticia que el MNLV les fabricó y buscan el anonimato y el alejamiento de la primera línea política. Hoy la mayoría de los demás militantes y simpatizantes de base que participan en la tarea política de la izquierda abertzale, han vivido el compromiso frentista en baja intensidad. Más que a aplicar el frentismo se han dedicado en su vida diaria a proteger y a apartar a sus familiares de la primera línea de confrontación política. Justifican su vida parcialmente burguesa votando radical y señalando a los enemigos del pueblo. Parece que si critican al PNV ya logran el estatus de revolucionario.
La dirección quiere cargar la confrontación sobre el hombro de sus movimientos sociales y de sus bases. Pero las personas de las que se nutren -exceptuando una minoría compuesta fundamentalmente de jóvenes con adoctrinamiento exprés, con su sector disidente incluido- en la práctica no le acompañan; pertenecen en su mayoría a la clase media, con salarios estables. Son el exponente referencial de la clase “funcionarial de los derechos”; pudientes no declarados, que visten de sandalias pero que no se reprimen a la hora del consumo en actividades y artículos para el ocio de ‘alto standing’.
Fuera de los prototipos anteriores hay un sector minoritario, aunque importante, que no entraría exactamente en la definición anterior. Son personas que en su quehacer diario funcionan, en la práctica, movidos por la visión vasca del deber y el trabajo. Han comprado la forma nacional del MLNV, pero han interpretado metafísicamente la lucha de clases. En realidad, han funcionado con la idea de la cultura tradicional vasca sobre el trabajo. También ellos lo perciben como el componente principal de todo proyecto de realización personal y cambio social. Por las respuestas dadas a la pregunta de una encuesta del GV sobre el derecho o el deber a la hora de ejercer el voto, un 30% de su base podría estar encuadrada en este sector.
Con este panorama la IA, además de mantener activa e ilusionada a la base, quiere ampliar su influencia en la sociedad. Necesita incorporar nuevos elementos al frentismo. Buscan aliados-escaparate, a ser posible que sean del ala más permeable del PNV, la más “soberanista” dirán ellos. Les halagarán su vanidad -ellos, los que les apoyan, sí que son independentistas y no sus actuales dirigentes-. De momento los destinatarios del ‘canto de sirena’ los ignoran, no les toman en serio. Habrá que ver cómo se desarrollan estas iniciativas. Actualmente, su recorrido es corto. A pesar de sus apocalípticas declaraciones, que no pasan la barrera de la opinión, se queda solo en noticias en unos pocos medios periodísticos y en comentarios de redes sociales.
Frentismo por pulsión unilateral
Saben que en el Estado, si se trata de entrar en confrontación, hay fuerzas que nunca defraudan. El centralismo español desprecia los acuerdos, piensa que pactar no es honorable, eso es cosa de los vascos (antes también de los catalanes) aprovechados (aprobetxategis). Su pulsión centralista no acepta el bilateralismo, y el único unilateralismo válido es el suyo, el constitucionalismo español interpretado exclusivamente por ellos y a su medida.
Muchos en Euskadi ven con temor esta situación y se apenan por la destrucción del cauce central catalán. Entre todos han conseguido que haya sido desbordado por los extremos. En relación con la situación catalana, son muchos los vascos que creen que se debió haber reaccionado ante las propuestas de confrontación de la CUP y ante los deseos de ERC de erigirse en hegemónico a costa del descalabro de CIU. Por supuesto, los responsables de las corrupciones realizadas deben pagarlas independientemente de su cargo institucional.
La respuesta española, una vez más, ha sido extrema. No ha tenido inconveniente en retorcer a su antojo la legalidad para dar un escarmiento, democráticamente injustificable, a los que considera responsables de la celebración del referéndum catalán. Ha convertido a personas cuyo error es haber incurrido en un frentismo irresponsable, a las que podía criticar y combatir políticamente, en victimas injustas. La dirección política estatal, otra vez, se ha mostrado incapaz de gestionar política y democráticamente las disidencias, o si se prefiere, las desobediencias.
Frentismo, una mala solución
La estrategia del frentismo busca una reacción de la parte contraría que afecte negativamente a la población, una polarización de extremos entre los cuales solo exista la confrontación, la obligación de optar por uno de los bandos.
En Euskadi ETA ya planteó a los nacionalistas en 1999 una propuesta para iniciar un ‘proceso constituyente’ en todas las provincias vascas, incluyendo Navarra y las regiones vascas del estado francés. Al negarse estos a participar, ETA rompió la tregua y comenzó nuevamente a matar, retomando la estrategia de la “socialización del sufrimiento”. Fue un intento de crear en Euskadi dos comunidades políticas enfrentadas, de tal manera que el movimiento revolucionario pudiera encabezar la lucha de una de ellas en contra de la otra y en contra del estado. Ese intento fracasó, pero estuvo muy cerca de conseguir su objetivo, pues el nacionalismo del PNV fue atacado por el estado que quiso plantear una identificación entre el nacionalismo y ETA.
El pactismo, garantía de convivencia política.
La experiencia más reciente de pacto político se da en 1979, formalizado como un Estatuto en el que se acordó preveía la devolución de competencias, políticas, sociales y económico-financieras. El pacto estaba respaldado por la disposición que reconocía la posibilidad de restitución de los derechos históricos.
Es cierto que el Estado ha quebrado una y otra vez el pacto, de una manera unilateral. Por eso, se ha necesitado recurrir a la guerrilla parlamentaria, aprovechando los momentos de debilidad de los Gobiernos para arrancarles lo prometido.
Todavía así, el pactismo no tiene alternativa. Hay que pactar para convivir. Dentro, entre los que representan el pluralismo social. Entre las diferentes instituciones, por encima de las actuales fronteras administrativas y entre estas instituciones y los gestores estatales.
El frentismo en el fondo es seguir en la confrontación, sin garantía de que podamos derribar el sistema capitalista (hasta ahora solo se han conseguido cambios burocráticos con cero mejoras para las poblaciones)- y sin ningún modelo positivo real que visualizar.
Mejor, que soñar con grandes cambios sobre los que no podemos influir, trabajar por los pequeños cambios que podemos realizar.
JELen agur
No hay que derribar nada. Eso sería un planteamiento destructivo. Y luego que? Un sistema socialista? Salimos de Guatemala para acabar en Guatepeor? Ni aunque el cambio lo vayan provocando pasito a pasito.
Se trata de identificar las áreas de mejora y transformarlas. Y mantener lo bueno y mejorarlo.
Y luego los de izquierda seguirán llamándolo sistema capitalista, porque en el fondo no es lo que quieren, sino un sistema plenamente socialista. Porque es su religión.
Pero eso a los vascos no debe interesarles. No al menos a los que apreciamos la libertad.
Por comentar y salir del discurso y mantra oficial del oasis vasco del que abusa el comentarista, algunos datos actuales.
» LAB cree que «el desempleo se reduce a golpe de precariedad» pese al crecimiento económico»..
» ha resaltado que el desempleo «ha vuelto a aumentar entre la juventud menor de 25 años».
» En su opinión, «con una tasa de paro que ronda el 30% (el doble que la media europea), es evidente que una gran parte de la juventud vasca se encuentra expulsada del mercado de trabajo».
Datos todos ellos que no concuerdan con la visión de la juventud vasca que el articulista nos proporciona.
Y es que compararse con Extremadura está muy bien, pero lo razonable es hacerlo con regiones europeas de la misma renta per cápita, y eso no parece cuadrar con el discurso.
Hay además otra precisión a realizar, si todo es tan bonito como lo pinta y el manido estatuto ha sido tan estupendo de la muerte, porqué el PNV, junto con EHBildu y Elk-Pod en el tema social, ha firmado un listado de puntos para cambiarlo por un nuevo estatus? No es una contradicción en sí misma ?
En definitiva, tampoco el PNV está contento con la situación actual, dejando aparte distracciones a cuenta del frentismo que en realidad no vienen a cuento y juegan al despiste del problema principal.
JELen agur
No es que nuestro estatuto sea estupendo o no. Es el nuestro. Es el que nos ha habilitado para gestionar con criterio propio nuestras materias.
Se puede vivir de maravilla sacrificando la autogestión, e incluso la libertad. Pero estaríamos a merced de otros.
Y se debe mejorar. Nadie ha dicho que no quede nada por hacer.
Pero la dirección no es la de la revolución socialista. Aunque éstos, para justificar su destrozo, apelen continuamente a lo obvio, que hay muchas cosas por hacer.
Y si los radicales se avienen a firmar proyectos de mejora, fenomenal. Aciertan cuando rectifican.
Los frentistas tienen un notable problema de aversión social en Euskadi. Motivo por el que ni ganan las elecciones ni rentabilizan sus votos. Son malos socios, siguiendo con el lenguaje del artículo, su “guerrilla parlamentaria” es poco efectiva.
El problema, como refleja el último Deustobarometro, de la derecha española y , aunque a distancia, de Ehbildu es que los votantes de los otros partidos no les quieren como socios.
En el otro extremo, siendo el más aceptado, se encuentra el PNV. Las campañas de los partidos extremistas, no consiguen – ni en sus votantes- el rechazo de las políticas jeltzales; la centralidad es claramente de ese partido.
Lo que me lama la atención de todos los comentarios, además del artículo, es que todo está escrito en español. Yo mismo lo escribo en castellano para que se me entienda.
Martin, adi jarraitu duk … – Baina hik ere ez duk, penaz eta dolorez, zuzentzen jakin.