José Manuel Bujanda Arizmendi
Soy de los que desea una Euskadi en la que los diferentes sentimientos de pertenencia de quienes componemos la sociedad vasca convivan compartiendo un proyecto de país cuyo futuro construyamos entre todos. Creo en una Euskadi en la que la voluntad democrática de sus ciudadanos sea la base de la mutua convivencia y en la que los acuerdos amplios entre diferentes sirvan para hacer frente a los retos del futuro. Creo por ello en la negociación, en el no impedir y en el no imponer, en el derecho a decidir de los vascos y en su concreción pactada, creo en la convivencia y en la bilateralidad real, respetuosa, mutuamente acordada y amable entre Euskadi y España. Creo en un proyecto de futuro, líder, que se trabaja y que se gana, que lo ganaremos, trabajando entre todos codo a codo y día a día, porque al fin y al cabo todos y todas somos parte voluntaria y vital de ese mismo proyecto a futuro, abierto y amplio. Creo en un proyecto con el que vascos y vascas aspiramos a ser lo que deseamos, y que por ahora no lo hemos conseguido del todo.
Sueño en una Euskadi como objetivo, autoexigencia moral e imaginación creadora, lugar de contradicciones y de discrepancias, apuesta abierta de interrelación e interdependencia, sueño en la vía vasca al futuro que alumbra y se hace realidad, causa por la merece la pena luchar y en la que afortunadamente existen razonables expectativas de ganar el devenir porque disponemos de la capacidad creadora necesaria para acometer un futuro nacional y social, justo y solidario. Creo en un proyecto político que exige energía, innovación creadora, confianza en nosotros e inteligencia de que la fe no es que creamos lo que no hemos visto, sino que significa hacer realidad lo que creemos, por lo que soñamos y por lo que apostamos.
Estaremos y seguiremos siendo, no solamente porque acertemos y demos con el proyecto y en las soluciones, sino por anticiparnos a dársela al futuro. Porque el verdadero objetivo y fin último de la política es la persona, mujer, hombre, niño, joven o mayor y sólo se justifica y tiene sentido en sí mismo en la medida en que es capaz de servir a la dignidad, al bienestar y a las libertades esenciales del ciudadano/a. Creo vislumbrar una sociedad vasca imperiosamente necesitada de normalizar definitivamente su convivencia y de gestionar con eficacia definitiva la construcción de un escenario garante de un futuro político compartido. Creo y sueño en que se procederá en justicia y lealtad democrática recíproca exigir respeto para los vascos que quieren sólo vascos y para los que quieren ser además españoles. Creo, sueño en que se avanzará a partir de la libre decisión de todos los vascos respetando las reglas de juego. Sueño en manos tendidas que se estrechan sin amagos.
Creo en Euskadi nación vasca, patria que la construimos en auzolan para hacerla más y mejor. Sueño en que llegue el día en que acepte con naturalidad que el nacionalismo vasco responde a la voluntad legítima y democrática de amplias capas de la sociedad vasca. Día en el que no habrá problema en abordar con naturalidad las percepciones y voluntades diferentes, todas legítimas y democráticas, que contemplen cuestiones tan enredadas históricamente entre lo vasco y España, y sus derivadas en cuanto a los diferentes grados de conciencia nacional vasca y/o española. Sueño y creo en que seguiremos abordando en toda su dimensión los problemas inherentes a la sociedad que nos ha tocado vivir: paro, vivienda, inmigración, multiculturalidad, sanidad, educación, equidad e igualdad, innovación, tecnologías, juventud, tercera edad, ocio, infraestructuras, movilidad, medio ambiente, Europa.
Creo que llegará el día en que se reformará lo que haya que reformar si la sociedad vasca así lo demanda buscando entre todos nuevos espacios de encuentro donde se respetará la palabra y la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca, negociando y pactando, en primer lugar aquí y con el estado después. Sueño en el día en que nada se impondrá en Euskadi y tampoco nada se impedirá ni vetará en Madrid. Creo y sueño en que seguiremos actuando con pragmatismo sin confundir principios con coyuntura con paso de buey que bordea la montaña camino de la cima. Sueño en seguiremos avanzando y mejorando solidariamente la nación vasca, con normalidad y altura de miras y donde lo máximo no se convertirá en enemigo de lo bueno, ni lo óptimo de lo posible.
Confío en Euskadi, en sus mujeres y hombres, en su espíritu emprendedor, en nuestra identidad como vascos que somos, estimo la valía de nuestras gentes, sueño en el derecho que tenemos a dibujar nuestro presente y nuestro futuro, y en nuestra prudente y audaz capacidad inteligente de integrar, incluir y negociar con paso seguro y mirada larga.
Sé que el pasado está ya escrito y que podemos describirlo, pero sé también que ya no podemos cambiarlo. Creo que el futuro, en cambio, es el mejor regalo que podemos dar a los que nos sobrevivan, y que éste está por escribir, que lo haremos, que es nuestra esperanza y nuestro patrimonio intacto. Sé que es cierto que muchas semillas no germinan nunca, pero también sé que es preciso decir que hay sólo un fruto que nunca se recoge y que éste es el de las semillas que no se ha tenido el coraje de plantar. Sueño en Euskadi y la quiero demasiado como para permitir que se construya unos frente a otros. ¿Sueño de de una noche de verano? Creo y deseo que no.
“Creo en una Euskadi en la que la voluntad democrática de sus ciudadanos sea la base de la mutua convivencia y en la que los acuerdos amplios entre diferentes sirvan para hacer frente a los retos del futuro.”
Ese pensamiento es a mi entender el correcto. Hoy la política de la eficacia, en la consecución de objetivos solo propios, según visión unilateral sigue muy presente entre nosotros. El planteamiento de la unilateralidad, hasta ahora, además de no democrático se ha demostrado ineficaz en Euskadi.
Para rematar sobre el tema nada mejor que meditar sobre el artículo de ayer en Deia de Mario Zubiaga donde concluye que…
» Mark Fisher critica la tendencia a consumir “pasados recalentados”. No es el caso. Al contrario, es momento de construir la utopía posible desde la nostalgia del futuro que pudo ser en el pasado. Tras los intentos frustrados del 76, del 98, de 2005… No podemos perder ahora la enésima oportunidad de institucionalizar un autogobierno efectivo. Por eso, tocará mirar con lupa el texto articulado que se presente en noviembre. Tocará, sobre todo, echar mano del buscador y mirar si aparece el término “confederal”. Ese que se cita hasta diez veces, diez, en el acuerdo de bases aprobado hace un año por las fuerzas políticas que representan la mayoría absoluta de la Cámara vasca. No es conveniente confundir la loable “ampliación de consensos” con el otorgamiento sistemático de capacidad de veto a la minoría que rechaza la ampliación del autogobierno. Y, por favor, no apelemos al manido “acuerdo entre diferentes”. Un ripio que no hace sino disfrazar la constante imposición de la unilateralidad por parte del Estado español y el desprecio a lo que en el lejano pasado quizás fue, no ha sido en la historia reciente, pero deberá ser en el futuro cercano: una verdadera relación de igual a igual. Es decir, una relación de naturaleza confederal.»
Pues eso…
“Tras los intentos frustrados del 76, del 98, de 2005”, frustrados?, sí, sobre todo para aquellos que no consiguieron nada de lo que planteaban. Nadie consiguió lo que quería, pero más del 84% de los vascos cree que el estatuto de Gernika ha sido una herramienta importantísima para la construcción social y política de este pueblo.
El juego de mayorías por etapas de eliminación, al que juegan Zubiaga y el grupo de «intelectuales» de la IA, está más visto que el TBO. Eso de ir eliminado los enemigos uno a uno, solo se lo han tragado algunos de EA; parece otros ya se han cansado.
“Y, por favor, no apelemos al manido ‘acuerdo entre diferentes’. Un ripio que no hace sino disfrazar la constante imposición de la unilateralidad por parte del Estado español(..)”
Zubiaga nos plantea, como ya tenemos una ‘demanda común’, que funcionemos como un ‘frente unido’ CONTRA el ‘enemigo común’. Eso es precisamente lo que la IA nos ha propuesto tradicionalmente, una vía de destrucción para la construcción, señalar al enemigo inmediato y luego destruirlo. La vía vasca del “acuerdo entre diferentes” ha funcionado a la inversa; la “demanda común” se ha logrado por consenso, no por imposición.
Vamos a dejar de actuar en el juego de descalificaciones a priori y de los argumentos » ad hominen » y demos un paso adelante en el debate en marcha aportando en positivo
Pues nadie negará que…» evidentemente, no podemos atender aquí a todos los aspectos que configuran el nuevo estatus político. En primer lugar, si bien el procedimiento a seguir para su aprobación es el de la reforma estatutaria, el nuevo estatus no es en ningún caso una “autonomía mejorada”. Al contrario, supone un cambio profundo en la naturaleza del autogobierno que se plasma, entre otros, en los siguientes aspectos: asunción del carácter nacional del pueblo vasco, reconocimiento no discriminatorio de la nacionalidad vasca, amplio elenco de derechos y libertades, perspectiva transversal de género, y reconocimiento efectivo -no meramente retórico- del derecho a decidir. En este punto haremos referencia al verdadero quid de la cuestión, es decir, a “la configuración de un nuevo modelo de relación con el Estado, bilateral, de igual a igual, de respeto y reconocimiento mutuo, de naturaleza confederal”.
Los modelos confederales pueden ser el resultado de procesos de articulación de estados soberanos independientes que desean compartir voluntariamente un espacio de decisión común en determinados aspectos -al estilo europeo- o bien ser consecuencia de procesos de rearticulación de unidades políticas -demos institucionalizados- que, dentro de un mismo Estado, desean establecer un vínculo paritario en el que la soberanía conjunta es consecuencia de un pacto voluntario y, por lo tanto, revisable y rescindible.
Desde un punto de vista constitucional español, hablamos de una mutación del actual Estado unitario descentralizado que da paso a una federalización asimétrica avanzada. Es decir, se trata de retomar el espíritu del pacto foral que el PNV planteó en aquella primera propuesta fallida de disposición adicional primera -reconocimiento, garantía de los derechos históricos y reintegración pactada-, y fusionarlo con el principio democrático de autodeterminación contenido en aquella otra propuesta fallida, la que la izquierda abertzale planteó respecto del artículo segundo. Ni Arzalluz ni Letamendía consiguieron entonces lo que pretendían. »
Impecable andamio para iniciar una nueva fase en la tan traída y llevada Unión Abertzale, en humilde y propia opinión.
JELen agur
Para todo eso, no hace falta ni ser abertzale…
Con no haber tenido terrorismo ni haber andado con maximalistas, sino fomentando el diálogo, el pacto y la lealtad mutua, probablemente nadie pondría pegas a nada de eso a estas alturas.