Iñaki Azkoaga bere blogean
Me consta que el nombre del país es un tema que importa a los políticos que participan en la elaboración del nuevo estatus para el ente que aglutina los territorios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, hasta ahora llamada indistintamente Comunidad Autónoma Vasca, de Euskadi o del País Vasco, cuyos acrónimos son CAV, CAE o CAPV. Importa también a muchos de los que están intentando seguir el debate sobre el tema.
Ahora que ha concluido la primera de las fases de la ponencia del Parlamento que ha elaborado una propuesta de bases para la redacción del nuevo estatus vasco, se ha decidido que a partir del septiembre, se traslade el documento a un grupo de juristas para elaborar una propuesta de articulado, que se espera tenga una concreción en ocho meses.
Entiendo que los temas que tengan que ver con el entramado legal, su encaje jurídico y la redacción adecuada para propiciar acuerdos transversales, como una mayoría dice que desea lograr, son aspectos en que los expertos en leyes tienen unas destrezas específicas que ayudan a redactar cuestiones delicadas con una precisión que especialistas de otras disciplinas generalmente no alcanzan.
Suele decirse que el cirujano tiende a tratar la gripe con el bisturí, el abogado a dirimir cuál es el mejor vino redactando unos estatutos y el contable a tomar la decisión estratégica más apropiada solamente cuando sabe exactamente cómo va a quedar la cuenta de resultados.
Por eso me ha extrañado que nuestros políticos hayan dejado todos los temas en manos de expertos juristas. Aunque pueden ser los más adecuados para redactar de forma brillante una propuesta de articulado, no parece la disciplina más idónea para tratar de dar con una solución al tema del denominativo.
Ya los políticos partícipes en la ponencia, al ver que este del nombre podría ser un tema complejo, tomaron una decisión coyuntural, probablemente acertada, de llamar al ámbito a tratar Sujeto Jurídico Político (SJP) durante la redacción de las bases. Así se evitaba entablar una discusión, considerada colateral, pero importante, en un momento en que era necesario avanzar en otros conceptos.
Me refiero principalmente al nombre como sujeto, no a la definición de tipo jurídico. Estoy hablando de si se llama País Vasco, Euskadi, Euskalherria o Baskonia, más que a su definición como nación, estado, comunidad, foral, etc., que siendo un tema fundamental, me parece que tiene una especificidad más cambiante de lo que el nombre como sujeto debería tener, pues sería deseable que este sea estable y perdure en el tiempo, aunque la definición del tipo de organización del país se modifique.
El tema del nombre es capital. Recordar que Cicerón ya dijo “Nomen omen”, el nombre es presagio, y que el euskera tiene una dicho precioso “Izena duenak izana du”, quien tiene nombre existe.
La correcta elección del nombre es una disciplina que está en manos de comunicólogos, que con mayor o menor acierto parten del nombre de cualquier ciudad, país, nación, estado, organismo, empresa o institución, para construir la reputación necesaria del ente en cuestión. La disciplina se llama naming y trata de dar con el nombre más correcto para nominar una marca.
Ahora bien, en mi opinión, el nombre de un país es un tema demasiado serio como para dejarlo solamente en manos de comunicólogos que entienden de naming. Sobre el nombre del país de los vascos han opinado tradicionalmente historiadores, filólogos, políticos y expertos en disciplinas varias, que con sus aportaciones, muchas veces monocordes, han tratado de proponer alternativas desde sus conocimientos. La aparición de los comunicólogos y expertos en naming es considerablemente más reciente.
Por ello, entiendo que para nominar al país de los vascos o a una de las partes, debe tenerse en cuenta la aportación de expertos de todas las disciplinas que entienden o han entendido de la cuestión. En realidad, es un tema multidisciplinar para el que, orientados por expertos, son muchos quienes pueden realizar aportaciones de interés.
Para definir el nombre no hace falta un articulado, sino articular convenientemente el denominativo, que no es lo mismo. No es un tema de juristas, es un tema multidisciplinar, también de juristas pero principalmente de otras disciplinas.
Por eso animo a nuestros políticos que posibiliten, de forma seria y profesional, una vía para tratar el tema del nombre. Expertos no van a faltar.