Joxan Rekondo Pyrenaeus-eko Talaian
El cambio estratégico controlado desde el puente de mando del MLNV (Otegi dixit) ha llevado a este movimiento de una dinámica político-militar que ha durado décadas al cese de la lucha armada de ETA. A partir de aquella libre disponibilidad de todo tipo de medios de presión, incluido el ejercicio del terrorismo por parte de ETA, la izquierda abertzale ha llegado a la actual postura de organizar su acción política en un nuevo marco en el que ETA sigue siendo central, aunque ahora lo sea por el rendimiento que el MLNV espera obtener del cese definitivo de la actividad armada.
De acuerdo con este diseño, la llamada resolución del conflicto tendría dos espacios de desarrollo, que operan a la vez de manera autónoma e interconectada. Uno es el relativo a la definición de los contenidos políticos de la resolución. Otro es el que pretende la finalización de lo que ETA llama ‘confrontación armada’. La previsión es que el primero evolucione alrededor del conflicto entre fuerzas vascas y que se caracterice por ser un espacio hegemonizable por Sortu, al reservarse este partido para sí la dirección suprema y la supervisión de la cartografía del recorrido (Gernika, Aiete) que llevaría a la paz, con el apoyo que supone estar en posesión del monopolio (unilateralidad) a la hora de interpretar las intenciones y los movimientos de ETA.
Bajo estas condiciones, es del interés del MLNV simplificar el actual escenario político, y neutralizar el actual predominio del ‘cauce social central’ que ha cooperado en la construcción del país a pesar de la espiral violenta, para polarizarlo entre dos orillas confrontadas. La cocina comunicativa de Sortu presenta así la oposición entre las dos líneas de frente: la estrategia de los que construyen la paz contra los que se mantienen en la negación histórica de Euskalerria. Lo importante ahora es la lucha por la correlación de fuerzas, buscando por otros medios la ‘suma cero’ de la confrontación, a la que ahora se adjetiva democrática, con el fin de hacerla más digestiva para la gente.
Si esta disyuntiva que prefigura la izquierda abertzale lograra desplegarse con éxito en el país, la búsqueda en el segundo espacio de una negociación de ETA con el estado abriría dos opciones, mayor agudización del conflicto o negociación, que se pueden producir de manera alternativa o sucesiva. Al decir de ETA, es imposible el cese definitivo del ciclo de confrontación armada sin la participación del estado en la desmilitarización y la reparación de las consecuencias del conflicto. Pero, situada en este lejano ámbito la liquidación final del conflicto, la mayor parte de la sociedad vasca, la que nunca ha secundado las violencias y la que ha manifestado repetidamente su oposición ética a las mismas, quedaría relegada a ser una mera convidada de piedra.
Sin embargo, parece que este diálogo, previsto en el punto 2 del acuerdo de la conferencia de Aiete, está muy lejos de celebrarse. Se habla, por ello, del bloqueo de Aiete. Y no es extraño. Ante Aiete, sin perder de vista las grandes ausencias, hubo mucha escenificación y diplomacia. De entre los que estuvieron, hubo quienes destacaron la relevancia del acto como imagen, aunque fuera para unos expresión directa de la derrota de ETA y para otros una interesante oportunidad de lanzamiento de un proceso no cerrado en su textualidad. Luego están los que se ataron férreamente a la declaración final, aunque ésta fuera redactada en un lenguaje impreciso, muy propio de funcionario de cancillería.
Recientemente, Rufino Etxeberria ha dicho que “hay que explorar renovadas hojas de ruta y abrir nuevas vías”. Algunos especulan que ese mensaje puede significar que el MLNV, visto el cierre del gobierno de Rajoy, rectificará su posición aferrada a una lectura literal de la declaración de Aiete y que buscará por lo tanto otras alternativas. Cabría decir, sin embargo, que no hay razones para pensar que el MLNV vaya a moverse del esquema básico a partir del que se ha desarrollado su hoja de ruta en el ‘proceso de paz’, delineada sucesivamente en Anoeta (2004), Gernika (2010) y Aiete (2011) y declarada reiteradamente como ‘única vía’ para la paz.
De hecho, el esquema descrito en los primeros párrafos de este artículo sigue invariable. Incluida la referencia a la búsqueda de una negociación con el estado. Este ámbito de negociación es concebido como un frente de lucha, en el que se desarrolla una intensa guerra de posiciones. No es el estilo del MLNV abandonar un frente de lucha, por mucho que el enemigo se encuentre eficazmente atrincherado. Activar la sociedad en torno a un bloque histórico y cambiar las relaciones de fuerza, resuenan como eco de un Gramsci muy presente en el giro estratégico. La negociación es, en este ciclo, “la fusta del proceso democrático”, la herramienta clave para actualizar el valor de la historia de lucha de ETA y su movimiento, y consagrar una hegemonía política de la izquierda abertzale en una sociedad vasca que busca reconstruir a su medida.
Lo que Rufino Etxeberria ha querido decir en su entrevista es que el MLNV no se va a recluir en una actitud puramente defensiva del documento de Aiete. Sin enredarse en su letra, las ‘nuevas vías’ que propugna son muestra de la movilidad táctica de Sortu y marcan iniciativas que profundizan en los contenidos de aquella declaración. Así, por ejemplo, el llamado Foro Social de Paz cuyas recomendaciones se ciñen estrictamente a la realización del punto 2 de Aiete, que es el hoy bloqueado, pero que se presentan como si fueran los contenidos de una nueva ruta. Recomendaciones que ya tendrían el aval del conjunto de la izquierda abertzale, incluida ETA.
Parece que, redactadas por un cerrado Sanedrín de ‘sabios’, la gestión comercial de estas recomendaciones quedaría en manos de un grupo de personalidades vascas conocidas, buscando reflejar al máximo posible la pluralidad social vasca. Este colectivo buscaría proyectarse hacia abajo, creando una red de difusión y movilización social en favor de la solución del conflicto bajo parámetros controlados por los aparatos de vanguardia de la izquierda abertzale.
Esta historia ya nos la habían contado. Los estrategos del MLNV no nos ofrecen nada novedoso. Expertos en trampantojos, si hay algo seguro es que tras el artificio de las ‘nuevas vías’ no hay propuestas alternativas que buscan la senda más integradora hacia la convivencia. Queda claro que tras esa verbosidad que apela a la superación del conflicto únicamente se busca la agudización de una confrontación que, aunque sea atizada por medios diferentes, apunta a un dilema de peligrosa solución: o dominamos (hegemonía) o rompemos (fractura social).
fin de la acción armada, pero no de la violencia.
En Iparralde, sigue la quema …
¿cómo encajan estas acciones en el «cambio estratégico»?
http://www.sudouest.fr/2013/11/13/incendie-d-ayherre-64-la-piste-criminelle-envisagee-1228299-4018.php
el comun de los peatones abertzales no se hace esos analisis tan esdrujulos. felizmente vemos que ETA ya no da matarile, y visualizamos que con este nuevo panorama se clarifican ciertas cosas, asi que el abertzale independentista optara por opciones independentistas, con todos sus defectos, y, por que no decirlo, con sus patrañas comunistoides, pero ay amigo, si eres independentista, hoy en dia solo tienes una opcion. ahora bien, si no lo eres, el regionalismo foral y forral, tambien es buena opcion.
Claro que son compatibles, a este lado se siguen quemando antenas y no pasa nada, es el anti-sistema…en Iparralde las formas de respuesta van a otro ritmo, de ahí que la txabaleria ha decidido no vincularse formalmente con Ernai. Interesante panorama, veremos aguerridos kaleborrokeños pasando la muga para dar rienda suelta a «lo suyo»?