Sixto Jimenez Ekoberri
¿Cuántas veces han oído Vds. lo de “no hay más remedio” desde que se inició la crisis?. Respuesta: más o menos las mismas que las que se les ha pretendido manipular durante ese periodo a propósito de la inevitabilidad de nuevas medidas de austeridad.
No hay un solo modelo económico disponible y no hay inexorabilidad en los recortes de gasto sino ideología neoliberal en acción, intencionalidad política centralizadora y escasez de sensibilidad social.
El problema fundamental de España es de insuficiencia de ingresos públicos, aunque también haya habido un escandaloso dispendio del dinero público, especialmente en la Comunidad Valenciana y un exceso de inversión en infraestructuras.
La economía subterránea se acerca al 24%, especialmente en ciertas comunidades, y uno de cada cuatro ciudadanos no encuentra hueco en el sistema de producción por lo que no genera el ingreso público que nos aportaría si tuviera un empleo. La Iglesia transfiere dinero al exterior, se niega a pagar impuestos y amenaza indecorosamente con recortar su contribución a Cáritas, que solo supone menos del 2% de los ingresos de ésta, aunque la admirable Cáritas le reporta a la Iglesia el 100% de su buena imagen y le proporciona una excelente palanca de motivación para optimizar la cosecha de ingresos en la campaña del 0,7% de la renta.
La carga fiscal empresarial es baja y la de gastos sociales es alta dificultando el empleo. El impuesto sobre la renta castiga el trabajo, premia la especulación y protege a las grandes fortunas.
Un mayor ingreso haría posible un mayor gasto social, que crearía bienestar ya que es un gran generador de empleo y, por ello, un impulsor del consumo que a su vez crea actividad económica. Se trata de una espiral positiva factible y con excelentes consecuencias humanas y sociales. Es lo que falta estructuralmente en la economía española para aproximarse al modelo escandinavo.
Estamos sufriendo una escasez de demanda que no pueden generar las economías privadas por su alto nivel de endeudamiento y la inseguridad de sus ingresos, ni puede aportarla el sector público por su dificultad para financiar la deuda. Sí puede resolver el problema el Banco Central Europeo prestando a gobiernos, comprando su deuda, prestando a bancos o emitiendo moneda. La dificultad reside en que se le autorice a hacerlo venciendo la resistencia alemana derivada de su orgullo diferencial y de su desconfianza respecto a la seriedad de los países del sur de Europa.
Los recortes masivos no resuelven el déficit porque reducen el consumo, crean incertidumbre, y el Estado termina por ingresar menos con lo que no reduce el déficit, no resuelve el problema financiero y sí crea enormes problemas humanos y sociales. Desde lo alto de la pirámide social, el paro es una cifra, el parado alguien que tal vez no se ha esforzado lo suficiente, y el mendigo un problema estético a evitar en el centro de la ciudad y en ningún caso mi problema que para eso están las ONG. Si además se nos dice cada día que el sacrificio es inevitable y que la “verdad económica” existe, es única y la poseen los expertos financieros, el somnífero está servido.
Sí hay remedio a la crisis a nivel europeo y hay que pelear políticamente para ponerlo en funcionamiento en lugar de lavar cerebros con la religión neoliberal, desmontar los sistemas de protección social, acentuar desigualdades económicas y de oportunidades, y mantener durante años a gran parte de la sociedad en la miseria o en la angustia de estar en riesgo de caer en ella.
Lamentablemente, cuanto más débil es la posición política y financiera del Estado español, menos alternativas quedan al puro y duro sacrificio del gasto social para garantizar la capacidad de pago de la deuda. El gobierno actual eligió priorizar la reducción del gasto frente al aumento del ingreso, paralizó la economía y ahora no logra más ingresos ni aumentando los impuestos al enfermo sistema económico.
La cascada desordenada de recortes genera inseguridad, temor y retraimiento de la inversión y el consumo. Las tácticas electorales previas a las elecciones andaluzas antes y a las gallegas y vascas ahora mediatizan la agenda económica. La evidente catástrofe a que nos conduce la falta de un plan en la acción económica y de sensibilidad social en la elección de medidas se nos venden con la única pero falsa argumentación posible: es que no hay más remedio.