Sabin Azua (*) Ekoberrin
Cuando asistimos a una carrera alocada de crecimiento del número de trabajadores en situación de desempleo, se produce una serie de recortes en los programas de apoyo a los colectivos desfavorecidos de la sociedad, cuando se anuncian recortes en presupuestos que afectan a la cohesión social, se hace más evidente la necesidad de articular medidas de actuación que contribuyan a una sociedad más justa y equitativa.
Desde mi punto de vista este proceso debe tener en consideración la potenciación de los mecanismos de generación de riqueza como piedra angular de las políticas sociales. La generación de empresas y administraciones más competitivas, con capacidad de inserción en el entorno competitivo internacional, comprometidas con el desarrollo sostenible es una condición imprescindible para poder desarrollar una política social avanzada.
Contemplo con estupor como algunas formaciones políticas y sociales se olvidan en numerosas ocasiones que la distribución de la riqueza, la tendencia a una sociedad más igualitaria y equitativa, la prestación de servicios sociales, educativos y sanitarios de calidad, etc., no pueden realizarse si no ponemos un acento especial en la generación de riqueza. ¡Que evidente se hace esta verdad de Perogrullo en la dramática situación económica en la que nos movemos!
La apuesta por una Euskadi competitiva (desde mi punto de vista incluye la economía y la cohesión social) debe estar asentada sobre la base de una economía mixta (pública y privada) que aproveche las bondades del autogobierno y el concierto económico para favorecer la existencia de empresas competitivas, una apuesta por el desarrollo de la ciencia y la tecnología, una educación de calidad, y una cohesión social elevada.
Tenemos que acceder a mayores cotas de autogobierno, no para establecer fronteras inexpugnables, sino para utilizar nuestra capacidad de decidir en la articulación de políticas que favorezcan la justicia social (representada porque Euskadi continúe siendo uno de los territorios con menores diferenciales de renta en la sociedad), la generación de un espíritu comunitario que haga avanzar el bienestar social, en el marco de una profunda apertura y cooperación internacional.
En Euskadi disponemos de una trayectoria de empresas con fuerte vocación social que pueden ser clave para el desarrollo de la competitividad de nuestro país. La pujanza del movimiento cooperativo (sin parangón en el mundo entero), la proliferación de empresas de economía social, la articulación de modelos organizativos basados en las empresas, las formas de participación de los trabajadores en las empresas, etc., son claros indicadores de la configuración de modelos competitivos de futuro.
Las políticas de las instituciones vascas deberán enfocarse en reducir los diferenciales de rentas entre la población. Creo que la igualdad absoluta (como decía Mao: a trabajos iguales, salarios iguales) es imposible y poco deseable, debiendo ser sustituida por la articulación de medidas que favorezcan una alta equidad en los niveles de desigualdad de renta, la incentivación del emprendizaje empresarial, la inserción de las empresas en la comunidad en la que se instalan, un compromiso por el desarrollo sostenido de los proyectos empresariales, etc.
Si queremos una sociedad justa y equitativa deberíamos generar una visión de la sociedad vasca sobre algunos de los rasgos que tradicionalmente la han caracterizado: solidaridad, comunitarismo, emprendizaje, esfuerzo, etc. Mi opinión es que la pregunta que se formulaba Manu Robles Aranguiz (quien fuera Presidente de ELA-STV) ¿Socialismo o Comunitarismo?, optando por este último, cobra una rabiosa actualidad en nuestros días.
En esta batalla por la competitividad y la cohesión social debemos hacer nuestra esta elección. En una sociedad Comunitaria las personas tienen libertad de adhesión, son reconocidas en cuanto aportan, son solidarias, participan activamente en la mejora de las condiciones de todos los miembros, etc. Debemos intentar trasladar este espíritu a todos los ámbitos de la vida: la política, la sociedad, la cultura, las empresas y la educación.
Si queremos apostar por un nuevo modelo de desarrollo económico y de sociedad, apoyémonos fuertemente en los rasgos diferenciales de nuestro País. No son muchas las sociedades con esta tradición solidaria. Para fortalecerla es necesario que transformemos la esencia de nuestro sistema educativo para favorecer comportamientos en este sentido.
La sociedad vasca debe comprometerse con este proceso de desarrollo de nuestra competitividad. Si queremos una sociedad más justa, contemplemos el sistema en su integridad. Exijamos a los gobernantes, empresas y sindicatos una apuesta decidida en este sentido. Pero no nos hagamos trampa: cada uno de nosotros debe aportar su colaboración a este proceso.
(*) Consultor de estrategia y Competitividad.
Sabin, en el Congreso Euskal Hiria 2012 (http://www.euskalhiria.org y http://www.basquecity.org) un tema central fue la importancia de que los stakeholders se impliquen directamente en la elaboración de una estrategia territorial consensuada. Cuando digo stakeholders, además de los tres clásicos, (1) sector privado, (2) sector público, (3) sociedad civil, también incorporamos (4) academia (univ y c/t) y (5) emprendedores/activistas sociales.
Ahora mi pregunta:
¿tenemos masa crítica diversa y capaz de generar diálogo constructivo?
o dicho de otra forma,
¿disponemos de Capital Social Comunitario?
Un par de reseñas:
a.- Seguirá en breve:
http://www.igorcalzada.com/euskal-hiria-2012-kongresuaren-zuzendari-zientifikoa-bilbo-euskalduna-jauregia-26-27-azaroak
b.- Mondragon case en el International Handbook of Social Innovation:
http://www.igorcalzada.com/mondragon-case-from-the-social-innovation-chapter-accepted-to-be-part-of-the-international-handbook-of-social-innovation-by-the-edward-elgar-publishing-editors-moulaert-maccallum-mehmood-hamdouch
Besarkada1 eta 2013 Urte Berri On eta Oparoa guztiei,
Oxford (UK)tik.
Dr. Igor Calzada.
mientras seamos administrativamente hispanistan, todo el articulo es una quimera. estado vasco ya, embrion CAV. lo demas, discusiones bizantinas sobre el sexo de los angeles.
Por lo que más se caracteriza secularmente a la sociedad vasca es por la cuestión del COMUNAL.
El comunitarismo está en la base del comunal.
El comunitarismo tiene una base personal, el comunalismo en cambio una base real.
Necesitamos generar una nueva dinámica comunitarista para generar nuevos comunales. En este blog se escribio una vez algo al respecto, porque además se necesita defender los que ya tenemos como las cajas vascas.
https://aberriberri.com/2010/04/09/la-necesaria-lucha-por-los-nuevos-comunales/
Necesitamos generar entes que generen obra social.
Y con esta obra social tenemos que crear propiedades sociales que sirva para crear el baserri de la nueva familia social vasca.
El PNV no apoya los presupuestos de la DFA, mientras Urkullu alude a la «responsabilidad de los partidos para apoyar todos a uno el presupuesto del Gobierno Vasco».
Pero, de qué vais? Menos farfolla comunitarista a lo Michael Walzer y mas koerentzia!
A lo Micheal Waltzer. Y es que somos liberales europeos y comunitaristas vascos.
sobra españa.
Este artículo, visto desde un observador externo, reproduce uno de los defectos tìpicos del pensamiento nacionalista vasco, que consiste en llevar a cabo una identificación esencial entre desarrollo económico, modelo de sociedad y escenario de soberanía. En realidad el desarrollo económico, sobre todo en un sistema capitalista, tiene muy poco que ver con la política y la ideología. Antes bien está relacionado en primera instancia con medidas técnicas y de planificación que si resultan eficaces, es porque se encuentran convenientemente desligadas de planteamientos ideológicos y por consiguiente de la necesidad de lograr una coherencia con los mismos.
En apoyo de lo anterior tenemos los casos de la República Popular China y de Alemania en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En el primer ejemplo, un partido comunista gestiona un proceso de éxito económico sin parangón en toda la historia del mundo, basado en los principios del capitalismo y la libertad de empresa y, no hace falta decirlo, totalmente incompatible con los postulados ideológicos del materialismo dialéctico. En el segundo, anterior en el tiempo, los partidos fundadores de la República Federal -Democracia Cristiana y SPD- tuvieron que ceder en sus preferencias y aceptar el modelo de la denominada economía de mercado social, que para nada cuadraba con sus preferencias ideológicas, pero que en aquellas circunstancias era el que demandaba la inmensa mayoría de la población y terminó convirtiéndose en un modelo de éxito que incluso hoy día, seis décadas después de su establecimiento, conserva buena parte de su potencialidad y su impulso.
Ningún país ha salido jamás de la crisis con modelos ideológicos. El nacionalismo vasco, que acaba de regresar al poder en Euskadi, haría bien en no perder demasiado el tiempo con este tipo de consideraciones modélicas y dedicarse a lo que realmente importa: crear un clima favorable a la iniciativa empresarial que genere riqueza y puestos de trabajo. Un gobierno que cultiva el éxito económico -un éxito basado no en burbujas ni en la cultura del pelotazo, sino en la economía real y el fortalecimiento del tejido industrial- es un gobierno con prestigio, y su liderazgo será aceptado no solo por la militancia del partido que lo sostiene, sino también por la mayoría de la sociedad.
Si el PNV quiere quedarse en Ajuria Enea durante los próximos veinte o treinta años, lo que debería hacer es política económica en serio, conseguir que las cosas funcionen, que haya inversiones, se funden empresas, se modernice la infraestructura, se creen puestos de trabajo y, por supuesto, que a todos los que trabajan por cuenta propia -como es el caso de quien esto escribe- les empiecen a llegar pedidos de sus clientes habituales y otros nuevos. Y, sin que esto pretenda ser una crítica, también debería dejarse de historias acerca del modelo vasco o las cooperativas. Todo eso estaba muy bien en tiempos de Ibarretxe y Ollora, pero hoy día resulta anticuado. Un poco ombliguista, diría yo. Y además, todo el mundo sabe que las cooperativas vascas deben su éxito a un tratamiento fiscal que ya quisieran para sí el resto de las empresas. No existió ningún milagro económico alemán, y tampoco existe un milagro económico guipuzcoano. Todo tiene su explicación, y esta no ha de buscarse en la retórica à la Koldo Saratxaga, sino en el buen hacer de los contables, el funcionamiento impecable de la maquinaria y el duro trabajo del obrero.
Antes de que alguien me acuse de neoliberalismo: todo lo anterior -éxito económico y empresarial como prioridad- no quita para que después se tengan que encauzar medidas adecuadas para la cohesión social y la reducción de las diferencias de renta. También es importante. Pero nada vendrá si antes la economía no despega. Y para ello este debe dejar de ser un pueblo de soñadores, ideólogos y funcionarios. Hay que poner hechos y cifras sobre la mesa. Todo lo demás es blablá de consultoría y brindis al sol.
Hay una parte muy importante de la población vasca que jamás votará al PNV, pero que enfrentada a la única alternativa de una Izquierda Abertzale con su proyecto inviable, un PSE-EE en declive y una derecha vasca que no sirve absolutamente para nada, puede avenirse a tolerar el liderazgo jeltzale si Urkullu y sus sicesores son capaces de pilotar una reconstrucción económica que ponga a este país definitivamente en la sociedad globalizada del siglo XXI.
Leido, algunas cosas interesantes. Otras tomo nota, para matizarlo.
A mi estas loas a China no dejan de confundirme, siendo cierto que el ascenso de China se produce a favor del capitalismo no entiendo porque se obvian hechos como que es una dictadura o la absoluta implicacion estatal en toda la economia, se podria argumentar que en Japon la intervencion estatal en la economia tambien es un hecho y sin embargo son una democracia, ya pero Japon no llega tan lejos como China y menos mal.
Por cierto si queremos «dejarnos de historias» ya va siendo hora de meter mano a los autonomos, en muchos casos bandas de cuatreros fiscales.
El señor Igandekoa se equivoca cuando dice que el desarrollo económico de China está en contradicción con el materialismo dialéctico. Den Xiaping planteó el «desarrollo de las fuerzas productivas» y la hegemonía del partido comunista chino, que es un principio dialéctico. La aplicacion de eso de «un país dos sistemas» es otro principio dialéctico.
La liberalización económica de China es parcial y reversible, como planteaba el propio Deng Xiaoping, mientras que la hegemonía y monopolio del poder del Partido Comunista es totalmente incuestionable. Cuando el historiador Richard Mcgregor le hizo alguna objeción al carácter comunista del sistema a un alto funcionario del partido, este le dijo: «nosotros decidimos que es ser comunista». Desde luego, lo pueden decidir con mucha mayor autoridad que Patxi Igandekoa.
Un sistema que obliga a las fábricas a tener una delegación del PC y del sindicato oficial, no es un sistema capitalista corriente y moliente: la liberalización está condicionada por las decisiones políticas. Eso si, junto con la persistencia de una dictadura monolítica que, recordemos, representa la continuidad del PC chino desde hace más de 50 años, tenemos un desarrollo económico donde el trabajador sufre unas condiciones que hacen de las condiciones del Manchester de Engels parezca Alicia el País de las Maravillas. China recoge todos los inconvenientes de un sistema comunista )dictadura política y represión) junto con los inconvenientes de un sistema capitalista (sobreexplotación y precariedad laboral y social).
No quiero dar la impresión de ser un apologista de la política económica china y por eso me gustaría matizar algunas de las respuestas dadas a mi comentario. En primera lugar nada de loas a China. Simplemente me he limitado a constatar un hecho: la pujanza del sistema capitalista en ese país, para bien o para mal. En segundo lugar no pretendo, ni de lejos ni de cerca, quitar autoridad al Partido Comunista de China para definir nada. Es cierto lo que dice el camarada Ziplo: los únicos que tienen la facultad de decidir lo que es comunista o no (aparte del propio Ziplo) son los dirigentes de Beijing. Y si ellos dicen que ser comunista es tener un BMW y consumir en MacDonalds, eso no tiene vuelta de hoja: ser comunista es tener un BMW y hartarse de ternera en un MacDonalds. Suscrito y ratificado hasta nueva orden. Punto final.
Con respecto al ignorante de Victor II, a quien conozco bien por su contribución en el hilo de comentarios de Izaronews, nada que objetar salvo poner de manifiesto las implicaciones de esa estupidez que acaba de escribir acerca de los autónomos. En efecto, que la Hacienda Foral investigue a los autónomos: a fisioterapeutas, a propietarios de bares, a repartidores y a profesionales liberales como el que suscribe, y que en el mes de diciembre no llega ni siquiera a cubrir el coste de su propia aportación a la Seguridad Social. Que mande inspectores -profesionales con largos años de formación y cuyo puesto le cuesta a DFB más de cien mil euros al año- a rascar en la cuenta de resultados de una cafetería para producir a lo mejor 300 euros anuales en concepto de IVAs mal calculados.
Hagamos la cuenta del negocio para las arcas públicas: inversión en recursos de personal, 100.000 euros, ingresos estimados: menos de la centésima parte de esa cantidad. Olvídense de las chatarrerías, del comercio al por mayor de discos duros, de la gran empresa y de las cooperativas que tributan a un tipo efectivo del 4-5%. Concéntrense en las tabernas de barrio y en los despachillos de procuradores: es ahí donde está la solución al fiscal cliff de Euskadi. Colega Victor 2: el día que adelgaces lo suficiente como para entrar por la puerta del Palacio Foral deberían nombrarte Diputado General de Bizkaia.
Eso de que a las cooperativas vascas les compran productos en China o en Francia gracias al tratamiento fiscal… joe Patxi. Eso deberías publicarlo en una revista de ciencia empresarial… es un descubrimiento muy importante.
«también debería dejarse de historias acerca del modelo vasco o las cooperativas.»
Tú que te eres el portavoz de la eficacia técnico-económica, tiene gracia que digas esto, cuando miles de personas en Euskadi pueden comer tres veces al día gracias a la eficacia económica de las cooperativas.
Un poco más de prudencia, amigo Patxi. Las cooperativas no son un discurso político. Son una realidad.
«Todo tiene su explicación, y esta no ha de buscarse en la retórica à la Koldo Saratxaga, sino en el buen hacer de los contables, el funcionamiento impecable de la maquinaria y el duro trabajo del obrero.»
¿Y a quién dices que pusieron al frente de Irizar cuando ésta estaba a punto de cerrar?
El buen hacer de Saratxaga como líder empresarial es un hecho indiscutible Patxi.
En fin… muy negacionista de la realidad te veo.
Muy agradecido por ponerme a la misma altura que los dirigentes de Beijing a la hora de decidir lo que es comunista. No soy merecedor de un honor tan excelso o tan despreciable.
No se que principio del materialismo dialéctico está en contra de ir a MacDonalds o tener un BMW. Los comunistas, siguiendo el materialismo dialéctico, siempre han combinado cualidades aparentemente contradictorias con un mismo fin: mantenerse en el poder o conseguirlo. El materialismo dialéctico es un instrumento para eso y no una preceptiva de principios ideológicos.
De esta forma se puede ser (a la vez) internacionalista y nacionalista (incluso tenemos ejemplos de eso por estos contornos), liberalizar parcialmente la economía y seguir siendo comunista, manteniendo la hegemonía y el monopolio del partido. Lenin también liberalizó la economía y nadie le acusa de ser pro capitalista.
Señor Igandekoa no me he dirigido a usted de ningun modo que merezca ser calificado como un ignorante, un estupido o un gordo (?) asi que le exijo que retire inmediatamente estos insultos que empañan la cordialidad que caracteriza el debate en esta pagina y le pediria que recapacite sobre su manifiesta incapacidad para aceptar ningun tipo de critica o puntualizacion a sus comentarios fruto, quizas, de un ego desmedido o un autoritarismo que explicaria esa admiracion por China.
vaya formas te gastas, igandekoa. y mira que con el primer parrafo de tu primer comentario puedo estar de acuerdo. siempre te veo perder los papeles en este blog, en izaro sueles templar mas la gaita.
Victor, lamento que tomes tan a mal los comentarios sobre tu exceso de peso. El hecho de que abundes en el tema sugiere que mis insinuaciones no van tan desencaminadas. De hecho te he visto hace tiempo en aquella foto asando una ternera y me pareció que te sobraban algunos kilos. Si desde entonces has hecho dieta y mejorado tu forma física no dudes en aclararlo, y no tendré el menor reparo en rectificar esa parte de mi comentario. Eso sí, te vas a tener que quedar con tu brillante currículo de experto en temas tributarios.
Para Ziplo al que le veo un poco susceptible: no sé a cuénta de qué estamos discutiendo acerca de lo que los chinos entienden o dejan de entender por comunismo. Como si la cosa importara algo a estas alturas. Ya ha quedado claro que comunismo es conducir automóviles de gama alta y pasar la tarde en MacDonalds. Y de todos modos, después de esas disquisiciones que demuestran un conocimiento tan detallado de los métodos científicos del análisis marxista, me veo obligado a cederte la autoridad en todo asunto relacionado con la cúpula dirigente china. Si has captado la amable ironía de mi comentario llévate también un cordial saludo y mis mejores deseos para estas Fiestas.
Con respecto a Galtzagorri, por la recurrencia de sus intervenciones sobre temas puntuales me da la impresión de que se siente ofendido por lo que él considera un ataque a la gran vaca sagrada del cooperativismo vasco. Solo es un poco de crítica y nada más. OK con lo de Koldo Saratxaga y el business en China. No hay tiempo para tocarlo. Pero sí que le recomendaría que se enterase mejor de todo lo relacionado con el tratamiento fiscal de las cooperativas -según el texto de la ley y los datos del Tribunal Vasco de Cuentas-. Teniendo en cuenta que el impuesto de sociedades es teóricamente del 32% y en la práctica algo menor, pero nunca por debajo del 22-25 o del 10-15 para algunas grandes empresas con mucha influencia política, invertir capital y recursos en unos establecimientos que tributan efectivamente al 5 o el 6 por ciento siempre será un buen negocio.
Ese es el «modelo» de las cooperativas, la «realidad» de la cual me hablas. Hay que aceptarlo asi porque es bueno para el empleo, todos somos buenos vascos y no vamos a tirar piedras a nuestros propios tejados. Pero el sistema no tiene nada de milagroso ni de diferencial. Cualquier extremeño que se monte una cooperativa en su pueblo obtendrá los mismos resultados positivos que nosotros.
De todos modos la intención de mi primer comentario no iba dirigida a denostar las cooperativas ni la figura de Koldo Saratxaga -libreme Dios-, sino simplemente a exponer lo que a mí, desde mi perspectiva de profesional independiente e influida, no lo niego, por mis propios condicionantes y prejuicios, me parece que debía ser una política económica adecuada para la Euskadi del siglo XXI. No contaba con que algunos comentaristas susceptibles fueran a sacar de contexto observaciones circunstanciales sobre marxismo, cooperativas o perlas retóricas á la Saratxaga para hacerme unas recriminaciones tan pejigueras y alejadas de la línea de debate principal. Solo falta que alguien me acuse de estar a favor de Angela Merkel por mis alusiones a la economía de mercado social alemana.
Igandekoa, creo que deberías pensar bien antes de escribir. Empiezas diciendo que hay que olvidarse del cooperativismo, para luego terminar aceptando que sí, que funcionan bien.
Yo no hablo de vacas sagradas sino de la realidad, de la que me temo que tú huyes como de la peste en tus an álisis.
Con respecto a la fiscalidad como «base» del modelo, no puedes estar más equivocado. Aquí entran más que nunca en juego los valores y las prioridades. Aunque una empresa pague pocos impuestos su dueño puede decidir llevarse los beneficios a suiza o a las islas caimán, o reinvertirlo en procesos productivos, o en ladrillo. La clave no está en pagar pocos impuestos sino, precisamente en la reinversión, pero no en una reinversión cualquiera de los beneficios, sino en la reinversión en la actividad económica productiva para la generación de empleo, un valor clave en el cooperativismo que no es tal -valor Tú mismo niegas tu discurso pero no te das cuenta de ello.
Por otro lado, la reinversión ha de ser acertada. De ahí la necesidad de buenos profesionales con unos valores bien fundamentados. Aquí és pertinente el amigo Igor Calzada y sus análisis sobre redes y capital social.
Que las empresas y los empresarios paguen pocos impuestos es algo, en lo que se refiere al cooperativismo, secundario. Lo importante es lo que se hace con esos beneficios. No es lo mismo utilizarlos para especular con bienes de primera necesidad en beneficio propio, que para tratar de generar actividad productiva que cree empleo. El valor añadido y la diferencia del cooperativismo con respecto al individualismo capitalista vigilado por el estado que a tí tanto te gusta está aquí. No es que crea que toques nada sagrado, es que creo que todavía no has entendido nada.
Patxi, montar una cooperativa no es sinónimo de éxito, igual que invertir en la ladrillo no era sinónimo de beneficios permanentes. Confundes las cosas. Lo que da beneficios es el buen trabajo, y lo que da beneficios sociales es el buen trabajo orientado por valores de corte social.
Por cierto. Hablando de Saratxaga, es pertinente recordar que él dice que la forma cooperativa (la organización de una empresa como cooperativa) no es determinante, sino los valores con los que se actúa. Esto va en doble sentido: puede haber cooperativas que se desvíen demasiado de los valores que las deberían guiar, y puede haber empresas capitalistas que se guían por valores positivos y por la integración de los distintos agentes. El propio Arizmendiarrieta era consciente de ello. Se optó por el modelo cooperativista porque era la forma legal que mejor se ajustaba a los principios que propugnaba.
Es evidente que hay que facilitar las cosas a aquellas empresas, sean cooperativas o no, que reinvierten los beneficios en la actividad productiva y en la generación de empleo. Cosas como las SICAV, que tanto les gustan al PP y al PSOE, significan más recursos improductivos en manos de unos pocos. Los beneficios fiscales a las cooperativas y otras empresas productivas son más recursos puestos en favor de la actividad productiva y de la generación de empleo, es decir, a la larga, más ingresos fiscales.
No es la fiscalidad la clave de bóveda del modelo. Si sigues pensando esto es que sigues sin entender nada.
Hay que llevarse bien con la realidad, eso es todo.
Galtzagorri: que hayas tardado menos de once minutos en escribir esa parrafada en contestación a mi comentario sugiere que no has seguido mi consejo, porque normalmente se tarda algo más en ir al Tribunal de Cuentas a preguntar algo y no digamos ya que te respondan. La otra vez que tuvimos ocasión de debatir pasó lo mismo: utilizaste masivamente la semántica para contrarrestar mis argumentos. Respóndeme a una pregunta: ¿por algún casual no habrás estudiado con los jesuítas?
En cualquier caso date cuenta de una cosa: por muy bueno que sea el modelo cooperativista eso no quiere decir que se pueda extender al conjunto de la economía y que los resultados socieconómicos sigan siendo igual de buenos. Con una carga fiscal tan ventajosa la administración pública carecería de recursos y no podría desempeñar las funciones que le corresponden en una economía moderna. Uno está a favor de la libre empresa, pero no tanto como para eso.
Las cooperativas son un movimiento interesante con un gran beneficio social en las zonas donde funcionan, qué duda cabe. Pero también tienen sus límites. En alguna parte tiene que haber empresas que tributen al 30% o más, porque si no el sector público no podría existir. De hecho, la mayor parte del sistema productivo, en una economía capitalista, tiene que estar estructurado en torno a la empresa privada no cooperativista, es decir, en sectores que requieren una política económica de tipo convencional, que permita a los empresarios ganar dinero, a los trabajadores tener empleos productivos y bien pagados y a la administración un flujo adecuado de ingresos. Y para ello se necesitan medidas eficaces, planteamientos claros, realismo. Vete tú a China y pregunta a los funcionarios del gobierno de Beijing a ver qué opinan de implantar en el Celeste Imperio el sistema vasco de cooperativas.
Lamento insistir en ello, pero la retórica de consultoría y todas esas banalidades que dice Saratxaga en sus roadshows acerca de «las personas» y el «valor de no sé qué» no van a ser de gran ayuda. Lo único que ayuda es crear un entorno favorable a la actividad empresarial, a la iniciativa particular, al esfuerzo, y una estructura de incentivos que evite la fuga de profesionales cualificados.
No te gustará lo que dice Saratxaga, pero me temo que él ha liderado más creación de empleo que tú, de modo que también entiendo que sabe sobre esto algo que más que tú. Sin acritud.
Tu preocupación son los impuestos e ingresos fiscales. Pero es que volvemos a lo mismo. No hay impuestos sin actividad económica. Los modelos de incentivos y fiscalidad son muy variados. No se pueden comparar el modelo nórdico, el chino, el norteamericano… Cada uno de ellos tiene sus aspectos positivos y los menos negativos. Las cooperativas no tributan al 30% (como otras muchas empresas que NO son cooperativas. Por cierto) pero crean empleo y actividad económica que a su vez generan ingresos fiscales (IRPF, IVA… Incomprensible y significativo que te hayas olvidado de esto. Hablas de fiscalidad sin tener en cuenta todo el sistema).
Nadie ha defendido aquí tampoco que toda la economía vasca sean cooperativas. Tampoco creo que el nacionalismo vasco denoste la inciativa privada en la economía.
Pero las cooperativas son una realidad. Una Euskadi sin cooperativas sería una Euskadi peor y, desde luego, con menos presupuesto público. Esto lo sé yo, lo sabes tú y lo sabemos todos.
Y aquí es donde entra nuestro debate. Porque has sido tú quien ha dicho que el nacionalismo vasco debe olvidarse de las cooperativas.
Si tienes que retractarte de lo dicho, hazlo. Es más digno que inventarte cosas que no he dicho.
PD: si tienes algún dato que aportar desde el tribunal vasco de cuentas, apórtalo. deja de sugerir para no decir nada.
El desarrollo chino es perfectamente compatible con su sistema político, de hecho, los chinos no paran de repetir que el desarrollo de las fuerzas productivas es una condición sine qua non para su «socialismo con características chinas», que no sabemos ni lo que es ni lo que será, pero que parece que va viento en popa. Lo extraño era el anterior plan de implantar el socialismo en una sociedad rural como la china. Con las fuerzas productivas de la China de Mao podían aspirar a que la mitad de la población no se muriera de hambre siempre y cuando no se le ocurrieran chorradas del tipo El Gran Salto Adelante y similares.
El desarrollo chino está planificado por Deng Xaiping desde 1979 con lo que se llama la «estrategia de tres pasos» (estrategia que parece que sigue vigente según parece): Primer paso, materializar la duplicación del valor global del PIB con respecto a 1980, para resolver el problema de la subsistencia del pueblo. Segundo paso, aumentar para fines del siglo XX el PIB de modo que la población acceda a un nivel de vida modestamente acomodado. Tercer paso, a mediados del siglo XXI, el valor global per cápita del PIB deberá alcanzar el nivel de los países medianamente desarrollados y la vida del pueblo será relativamente rica. En plan puede ir con retraso pero camina por lo planificado.
Una vez logrado esto bajo el yugo del PCCC, ya verán qué inventan para el siguiente siglo.
He picado como un capullo.
Me gustaría saber dónde he dicho que el nacionalismo vasco debería olvidarse de las cooperativas. Lo único que he dicho es que Galtzagorri, por su propensión a utilizar la semántica y los razonamientos casuísticos sobre frases sacadas de contexto, parece que se ha educado con los jesuítas. Y desde luego asi parece.
No quiero dar a nadie la impresión de que tengo algo en contra del cooperativismo. No sería un buen vasco si atacara a ese movimiento empresarial tan típico de estas tierras. Y para demostrarlo me gustaría exponer alguos argumentos acerca de su contribución económica, basados en mi propia experiencia profesional de hace años, cuando iba de intérprete a las fábricas del grupo Mondragón.
El cooperativismo es un factor importante en la modernización de la industria vasca porque ha asumido el papel de proveedor de confianza de algunas casas importantes del sector europeo del automóvil y los bienes de equipo (principalmente empresas alemanas y francesas). El hecho de que no haya huelgas y los propios trabajadores estén dispuestos incluso a cubrir con cargo a su propio bolsillo las pérdidas coyunturales, junto con la disposición a realizar inversiones en tecnología y formación, hacen que fabricantes como Mercedes, Opel o Ford, a la hora de subcontratar componentes, confíen más en las cooperativas que en cualquier otra empresa vasca o española.
Imaginad que una planta de montaje en Ingolstadt o Bratislava tuviera que depender para su buena marcha de piezas fabricadas por Babcock Wilcox o cualquier sociedad privada o pública expuesta a problemas de liquidez, manejos sindicales o intrigas políticas. Si yo soy un ejecutivo alemán o belga no me lo pienso dos veces. Prefiero contratar con Mondragón antes que con cualquier otro.
Indudablemente el cooperativismo, a través de la generación de rentas y el empleo indirecto -menos mal que Galtzagorri nos lo ha recordado, de otro modo jamás habríamos dado con ello- es un factor de generación de riqueza que compensa cualquier crédito fiscal concedido desde la administración. Pero en mi opinión el verdadero valor está en lo que acabo de comentar antes: en la confianza que inspira en el exterior, y también en el prestigio. En tales términos podemos definir al movimiento cooperativista como un volante de inercia del tejido industrial vasco, y también como un modelo de liderazgo y estímulo tecnológico.
No sé, son ideas que he desarrollado sobre el tema a lo largo de los años.
A ver Patxi.
Primero escribes:
«debería dejarse de historias acerca del modelo vasco o las cooperativas.», como si eso no tuviera nada que ver con crear empleo.
Y ahora vienes contando historias acerca de ser «buen vasco» o lo buenas que han sido y son las cooperativas para Euskadi.
Leyendo esto último que has escrito, no sólo no «debemos dejarnos de historias» acerca de las cooperativas, sino que incluso parecen ejemplares.
Primero dices que «hay que dejarse de historias sobre las cooperativas» porque «todo el mundo sabe» que el éxito les viene del «tratamiento fiscal», y terminas diciendo:
«un volante de inercia del tejido industrial vasco, y también como un modelo de liderazgo y estímulo tecnológico.»
En fin. Cualquiera te entiende.
Solo por curiosidad, respóndenos a la gran pregunta: ¿estudiaste con los jesuítas?
:-)
Al tema, Patxi. Al tema.
Eso parece querer decir que sí. Hubiera apostado por ello, porque solamente los que han estudiado con los jesuítas razonan de ese modo, como si fueran personajes de una fábula de Samaniego. Ya sabes, aquello de galgos o podencos.
Un debate muy interesante el de Igandekoa y Galtzagorri. Incluso con toques graciosos.
No ha llegado la sangre al río, y eso siempre es de agradecer.