Joxan Rekondo Pyrenaeus.org-eko Talaian
Al margen de clarificar las cuestiones referentes al liderazgo político y la agenda pública de las instituciones nacionales vascas, las elecciones vascas de octubre dilucidaron otro asunto que, aunque limitado al ámbito propio de las instituciones guipuzcoanas, puede tener importantes repercusiones más allá de nuestro territorio, en la política del país en su conjunto. Me refiero a la gobernabilidad de las dos instituciones más importantes de Gipuzkoa, Ayuntamiento de Donostia y Diputación.
La manifiesta caída de EH Bildu y el brillante ascenso del PNV han sido leídos en clave de política guipuzcoana. Es decir, que para explicar la fuga de una buena parte de los votos perdidos por EHB y la llegada de una importante porción de los nuevos votos del PNV se ha recurrido a razones de tipo local y territorial. Freno, en todo caso, a la gestión de Bildu y expectativa en el PNV como alternativa.
¿Puede entenderse este cuestionamiento de la labor pública de EHB, como un mensaje social favorable al cese de Garitano e Izagirre? Aunque parezca chocante, el efecto político de los resultados del 25-O en Gipuzkoa ha resultado en una mayor estabilidad de los actuales gobiernos de Bildu.
Me permito un breve rodeo. Decía Karl Popper que las personas y las sociedades no somos mucho más capaces que los animales y las plantas a la hora de predecir las consecuencias de nuestros actos. Incluidos, por supuesto, nuestros actos políticos. Nuestros aciertos no son, en general, consecuencia de nuestra capacidad de anticipación, sino el corolario de un proceso continuo de ‘ensayo y error’. La experiencia no es sustituible por la profecía. Ahí se inscribe la capacidad del método democrático, que nos permite, con la ayuda de la crítica y el mandato limitado, detectar y corregir nuestros propios errores.
El PNV entendió adecuadamente esta característica de la personalidad humana. Vio que, de la misma manera que apoyaron a Bildu, sus votantes pueden decepcionarse por su actuación y corregirla cuando les parezca procedente. Por eso, no quiso preguntarse sobre la adecuación para gobernar Gipuzkoa de la izquierda abertzale. PSE y PP, en cambio, creyeron poder valerse de esa actitud nacionalista para desgastar electoralmente a Markel Olano y su grupo, achacando a estos una complicidad con Bildu que no existe. Tras las elecciones vascas, el PNV de Gipuzkoa es una sólida alternativa y el PSE y el PP, sin embargo, no son una opción frente a EH Bildu. La convocatoria a una moción de censura, en consecuencia, ha enmudecido.
Estamos en las fechas más importantes del año político. Son las más intensas y decisivas de calendario anual de gestión. Es el momento para aprobar los programas de gobierno, definir los recursos fiscales y asignar las provisiones de gasto. Todo ello en el marco del debate presupuestario. Estos días se disputa la gran prueba de la estabilidad del gobierno para todo el próximo ejercicio.
Pues bien, ya se ha empezado a revelar el nuevo clima. Bildu y el PP han afianzado su alianza en la política de carreteras y acordado un paréntesis en el debate sobre peajes. El PSE es el socio preferente de Garitano en política tributaria y ya ha declarado su disposición a acordar los presupuestos. El PNV, por su parte, ha renunciado a enmendar a la totalidad las cuentas, garantizando así su aprobación y buscando que la situación pueda llegar a transponerse al resto de instituciones vascas.
En definitiva, el 25-0 ha hecho visible el desgaste de Bildu, pero paradójicamente ha normalizado la gobernabilidad guipuzcoana. Descartada la censura del gobierno de Garitano, el juego de fuerzas en las Juntas Generales de Gipuzkoa se plantea abierto a todas las posibilidades. Por ahora, se conforma como un escenario en el que, a causa de la voluntad de los partidos, sí es posible la práctica de la ‘geometría variable’. Muestra del compromiso de todos con la gobernabilidad de Gipuzkoa. Es un antecedente muy saludable para la gestión pública. Habrá que ver todavía si esos mismos partidos muestran una disposición favorable a extender al resto de las cámaras vascas igual régimen de relaciones. Confiamos en ello. En los tiempos que corren, la responsabilidad tiene un gran poder de convocatoria.
Ave JEL
Ya lo hemos comentado hasta la nausea, no queremos autogobierno ni nacionalismo de ningún tipo si es leninista, o aún peor, antihormigonista.
Más nos vale disolver nuestras institucionales que transigir con los malos contrarios al progreso y las grandes infraestructuras.
Junto a España contra Lenin-en eta Kutxanbak-en Agur Jaunak
Lo que queremos, betiko, tu y yo, es que el puerta a puerta y los cubos de basura sean los señores de la casa y que nuestros hijos respiren deshecho orgánico hasta la náusea y que nuestras empresas públicas, como Garbitania, vivan del erario público.
Que pena lo de Kutxabank, betiko, que gran oportunidad hemos perdido para poner a joseba permach, el abanderado de la Èuropa social. Pero la izquierda abertzale sigue adelante y conseguiremos, un siglo de estos, liberar a los presos.