Imanol Lizarralde
Hay un antiguo dicho maoísta que afirma, “ni lucha sin alianza, ni alianza sin lucha, que el partido revolucionario debe emprender su camino de lucha contra el sistema establecido liderando una alianza amplia en contra del enemigo principal; lo que también significa que la lucha en el seno de la alianza amplia tampoco debe relegarse. El líder del MLNV y escritor político Iker Casanova propone («Después de las elecciones… acuerdo nacional», Gara 26-VIII) una alianza estratégica de gobierno de coalición con el PNV y, al mismo tiempo, afirma que “se trataría de un acuerdo establecido de igual a igual en el cual las cuestiones en las que no haya consenso deberían ser dilucidadas en un terreno intermedio entre las posiciones de uno y otro”.
Ya hemos visto, en el territorio de Gipuzkoa, el significado que le da el MLNV a “dilucidar” las diferencias, como, por ejemplo, en el tema de la incineradora: Bildu aprobó con el PNV un acuerdo que vulneró al día siguiente, afirmando que su intención era “convencer” al PNV de su propia postura, contraria a los contenidos firmados del acuerdo. Un acuerdo, para el MLNV, constituye la formación de un nuevo frente de tensión en el seno de la propia alianza, en el cual no hay ninguna intención de ceder, pese a lo que diga la letra del acuerdo.
El acuerdo es así un medio para debilitar la voluntad del “aliado”, es una forma de lucha por otros medios. Eso es lo que nos dice la experiencia práctica de gobierno de Bildu. De esta manera, la perspectiva revolucionaria de Bildu permanece intacta como lo afirma Casanova curándose en salud respecto a críticas desde la izquierda que puedan ser críticas con este planteamiento de alianza con el PNV: “Está sobradamente argumentada, desde Euskal Herria y desde otros pueblos, la necesidad de una alianza interclasista en una lucha de liberación nacional (…). No cabe, por tanto, atribuir la búsqueda de un acuerdo con los jelkides a espurias intenciones reformistas”. ¿Cuál es la propuesta de Casanova de cara a estas nuevas elecciones?:
“Creo que Euskal Herria Bildu debería proponer públicamente al Partido Nacionalista Vasco conformar un gobierno en el marco de un acuerdo político para afrontar las tres cuestiones que tanto ellos como EHB han definido, con una u otra terminología, como centrales: el cierre del ciclo de confrontación armada, la definición del nuevo marco jurídico para Euskal Herria y la gestión de la crisis económica”.
Las tres líneas maestras que dibuja esta propuesta están trazadas en una situación determinada, como es la que estamos viviendo actualmente. La propia realidad nos puede iluminar sobre su naturaleza concreta, más allá de intencionalidades y palabras bonitas. Pasemos a examinar la primera línea, lo que Casanova denomina “el cierre del ciclo de confrontación armada”. Esta frase es un eufemismo que toca dos cuestiones, la primera de ellas, referida a la situación de los presos de ETA; la segunda, al concepto de “desmilitarización”. Resulta llamativo que este tema constituya el primer principio de un acuerdo de gobierno. En este sentido, la candidata a Lehendakari de Bildu, Laura Mintegi, declaró en un programa de Catalunya Radio el 31 de Julio pasado que “el problema de los presos es parte de la solución, y que no resolverlo dejaría “el germen para futuros grupos verdaderos, auténticos, continuistas o lo que sea” y haría, según ha dicho, que la próxima generación se encontrara otra vez con el conflicto”.
Las declaraciones acerca de la irreversibilidad del proceso y de que el MLNV se había encaminado por una senda de pasos unilaterales quedan, así, contrastadas con la realidad y volvemos a recoger los ecos de la declaración de ETA de 1999 a la BBC donde también se afirmaba que “nuevas generaciones” podían considerar el uso de la violencia. La exigencia de la candidata no deja duda acerca del peligro de reanudación de la lucha armada. Ante esta amenaza real, ¿qué papel le tocaría al PNV dentro de un gobierno de coalición con Bildu? El de gestionar, de forma compartida, un escenario de reanudación de la lucha armada de la mano de aquellos que persisten en utilizar el factor de la violencia como una forma de presión contra el Gobierno español.
El segundo punto se refiere a “la definición de un nuevo marco jurídico para Euskal Herria”. Iker Casanova prescinde aquí de la voluntad y de las intenciones del nuevo Gobierno español, ya que el PP baraja actualmente la aplicación de medidas recentralizadoras. El presidente del PNV de Gipuzkoa, Joseba Egibar, tocando este tema, plantea que
“esta situación exige una modificación radical del actual estatus de relación con el Estado español, lo cual pasa por una negociación. Pero no podemos perder la perspectiva y antes de tomar cualquier decisión, pase foral o cualquier otra cosa, primero hay que tener conciencia de que hay que preservar lo que ya se tiene, hacerlo respetar, y luego pasar a la fase de cambiar el estatus de relación”.
Es evidente que el dirigente peneuvista recalca la defensa del autogobierno actual como base para cualquier ulterior cambio del “estatus de relación”, en la conciencia de que la voluntad del Gobierno español es la que es. En este sentido, cabe destacar la postura de la candidata de Bildu Laura Mintegi que afirma, en la citada entrevista, que “en cuanto a la demanda de pacto fiscal catalán, (…) espera que Cataluña lo obtenga de manera “amplia y completa” y ha añadido que para el País Vasco ha sido un buen instrumento pero que el debate político se centra ahora en la soberanía plena”. Dado que el MLNV plantea, para esta fase, la “confrontación democrática” con el Estado, y, dado que, por razones políticas e históricas propias, niega el autogobierno real, no teme plantear dicha “confrontación” en nombre de una “soberanía plena” irreal. También cabe remarcar la utilización del doble rasero para medir las situaciones, por el cual es deseable un pacto fiscal en Catalunya pero tal cosa no lo es para Euskadi. ¿Por qué? Por que la defensa del autogobierno vasco frente a los posibles ataques externos sería, para Bildu, el reconocimiento de una vía que el MLNV lleva rechazando en las últimas décadas.
Entramos en el quid de la disyuntiva que señala el presidente del PNV y candidato a Lehendakari Iñigo Urkullu: “de entrada se da por hecho que los que nos decimos abertzales tenemos una sintonía, pero habrá que ver si hay una misma concepción de autogobierno y de constitución de Euskadi como nación”. A tenor de lo que dicen tanto Laura Mintegi como Iker Casanova, y teniendo en cuenta la concepción ideológica e histórica del MLNV, esas concepciones no poseen tal sintonía en la perspectiva del autogobierno y de su posible modificación. El PNV interpreta el derecho a decidir como respeto a lo que el pueblo vasco ha decidido hasta ahora, junto con lo que decida en el porvenir. Para el MLNV el ejercicio del derecho a decidir todavía no se ha realizado, que es tanto como prescindir del hecho de que existen unas instituciones vascas que poseen unas atribuciones a las que hay que defender por el propio bien de los ciudadanos vascos –ya que Mintegi no puede menos que afirmar la obviedad de que el pacto fiscal vasco “ha sido un buen instrumento”. ¿No lo es ahora? ¿No hay que defenderlo?
De la mano del pacto fiscal vasco o concierto económico podemos entrar en el tercero de los temas que apunta Casanova: “la gestión de la crisis económica”. Pues es desde la institución que se disputan las próximas elecciones, el Gobierno Vasco, desde donde hay que gestionar de forma real e inmediata la terrible crisis que causa tal incertidumbre en la mayoría de los ciudadanos vascos. Siendo reconocida tanto por las instituciones europeas como las españolas la “soberanía fiscal” del concierto, y dada la situación de intervención de hecho del propio estado español, ¿de qué manera podemos defender y, a la vez, aplicar, el concierto, para bien de los vascos? Para Bildu este tema no existe, aunque sea de vital importancia para el planteamiento institucional frente a la crisis económica. Recordemos que fue el PNV el que en los 80 y principios de los 90 ayudo a vencer la crisis económica con una serie de políticas cuyos beneficios ahora palpamos. ¿Qué papel tuvo el MLNV en aquel tiempo? Uno muy negativo, como testifican el coche bomba, los secuestros y el impuesto revolucionario contra el empresario vasco.
Por eso, causa perplejidad lo siguiente del artículo de Casanova: “No deberíamos ofrecer, ni podemos permitir que así lo entienda el aparato de Sabin Etxea, una cesión en aspectos sociales a cambio de la implicación del PNV en una política de construcción nacional”. ¿A qué aspectos “sociales” se refiere? No conocemos ni una iniciativa del MLNV que haya resuelto un problema social verdadero en Euskadi. Sigue siendo el movimiento cooperativo, cuya raíz es cristiana, el ejemplo vasco de transformación de la empresa y de las relaciones sociales, sin que el MLNV no haya aportado ninguna forma de organización social o empresarial ajena al esquema de control leninista con el cual gestiona sus propios grupos.
Los “aspectos sociales”, en oposición a la “construcción nacional del PNV”, serían el producto de la identidad entre la independencia y el socialismo que establece la ideología revolucionaria del MLNV. El MLNV necesita y quiere potenciar una sociedad fracturada y enfrentada. Cualquier colaboración en combatir la crisis económica con políticas comunes con otros partidos sería una cesión inaceptable, por muchos beneficios sociales y económicos que ello supusiera. La construcción nacional (es decir, social) del MLNV no pasa por reforzar el tejido empresarial ni reactivar la economía ni en cambiar el modelo de organización del trabajo.
Dice Casanova al principio del artículo que “esta no debería ser una propuesta trampa destinada ser rechazada y a provocar contradicciones en las filas jelkides, sino un emplazamiento sincero para la colaboración”. Esta afirmación resulta algo chocante ¿Lo dice por qué, hasta ahora, las propuestas del MLNV han sido “propuestas trampa” destinadas a ser rechazadas y a provocar contradicciones en las filas jelkides? Y más adelante repone: “una estrategia independentista viable necesita de un PNV independentista. Esa, obviamente, no es la situación actual (…). Habrá que forzar a moverse al PNV”. Usando el lenguaje dialéctico clásico, Iker Casanova afirma para luego negar, pues ¿puede compatibilizarse “un emplazamiento sincero para la colaboración” con “forzar” al sujeto de esa colaboración? Sólo desde la ideología del MLNV, para la cual es legítima esa forma de proceder con sus “aliados” con los que también está en lucha. Lo malo es que en el juego de la hegemonía del MLNV la población vasca sufre una crisis económica profunda y quiere que los políticos realmente colaboren en su solución. Ese no es el camino de Bildu, tengámoslo claro.
A pesar de todo, no me extrañaría que para estas alturas los del movimiento tuvieran ya urdido algún tipo de acuerdo con López y sus muchachos, una especia de plan B en caso de que EAJ no trague con la propuesta de confrontación que le van a poner delante…de los socialeros me espero cualquier cosa con tal de que Urkullu no sea Lehendakari y de los de la IR también.
El modelo de «acuerdo» de Bildu es el que ilustra la noticia de hoy de El Pais:
«Errazkin pide un acuerdo sobre un modelo de residuos sin incineración»
es decir, un acuerdo siempre y cuando se haga lo que yo diga. A lo mejor lo que quieren acordar es el color de la bolsa del PaP…
Yo me quedo con esto:
“Está sobradamente argumentada, desde Euskal Herria y desde otros pueblos, la necesidad de una alianza interclasista en una lucha de liberación nacional (…). No cabe, por tanto, atribuir la búsqueda de un acuerdo con los jelkides a espurias intenciones reformistas”
Por eso decía Lenin que el «proletariado» y su «partido» tenían que buscar alianzas con la «burguesía», aunque también hubiera que zurrarla. Ese es el modelo de alianza de toda la vida de la IA.
1989:
1.- Que el PNV sostiene no sólo el Derecho de Autodeterminación, del Pueblo vasco, sino su plena Soberanía, considerándolos irrenunciables, aunque ajustando su ejercicio a las posibilidades reales de cada momento histórico.
2.- Que ignora qué es lo que el bloque KAS entiende por Derecho de Autodeterminación, creyendo que es ya hora de que dicho bloque y HB expliquen claramente al pueblo su concepto de tal derecho, y el cómo y cuándo de su ejercicio.
A la hora de esta labor de fortalecimiento que requiere la conjunción del esfuerzo de todos los grupos sociales, hay entre nosotros una división básica y extremadamente peligrosa para esta tarea: mientras unos caminamos por la vía institucional y política, otros siguen con el empleo de la violencia. Mientras unos aceptamos el marco de actuación política arraigado en todo nuestro entorno europeo, otros, con un respaldo electoral no despreciable, plantean, como hemos indicado, metas revolucionarias marxistas-leninistas, ajustando a ellas su acción política, sindical y de masas.
Quienes hemos institucionalizado el país, llevándolo a cotas importantes de autogobierno, tenemos derecho a preguntar al Bloque KAS cuál es su proyecto político y social concreto, más allá de su ; cuál es, no sólo su cuadro final revolucionario, sino su marco jurídico concreto y alternativo al actual Estatuto, su proyecto socio-económico de cara a la industria, a la investigación tecnológica, al paro, a la Universidad, a la enseñanza, al uso del euskera en la Administración y en la vida. Algo que constituya una alternativa real en un país real, fuera del perpetuo no a todo y del constante eludir responsabilidades concretas.
Y el 22 de Octubre de 2012?
Por otra parte, publicar comentarios discordantes, siempre enriquece.
La endogamia es fatal.
La izquierda abertzale siempre se comporta con sinceridad con el PNV.
Lizarra-Garazi es un ejemplo. El PNV tuvo miedo a soltar amarras con el estado frente a la propuesta de la izquierda abertzale de comenzar un proceso constituyente.
Las cosas no han cambiado desde entonces. El PNV sigue aferrado al actual marco mientras la izquierda abertzale, ahora reforzada por EA, que ha rechazado su etapa reformista, abre un nuevo rumbo de esperanza.
Estos carpinteros que gustan de CORTAR amarras, piernas, vidas, son todo un canto a la esperanza… aguirre.
La IR en Lizarra se descononó del PNV y de toda la sociedad vasca.La kale borroka no paró, ETA siguió preparándose para matar ( y después mató de lo lindo), y la culpa es del PNV…es el problema de la amnesia selectiva que sufren algunos.
¿PNV-PP? Zergatik ez?
Apelo al pragmatismo histórico del PNV.
Quizá sea imposible por ahora pero pienso que no habría que desdeñarla, entre otros, por los siguientes motivos.
1- Decisión rompedora, sorpresiva, innovadora.
2.-Nos quitamos la mochila de no tener mas remedio que coaligarnos con ese partido desleal, despilfarrador, y camaleónico que es el PSE-PSOE.
3- Marcamos distancias con BILDU, desapeándoles de esa prepotencia con la que acuden a estas elecciones.
4.- Lo urgente es la salida de la crisis economica. Necesitamos Concierto sobre impuestos indirectos y el interlocutor es un PP con mayoria absoluta.
5.- Las reivindicaciones soberanistas las dejamos para los catalanes. Ya es hora de que hagan de ariete.
6.- Dulcificaría enormemente las negociaciones sobre presos.
7.- A lo mejor conseguimos que ¡por fin! Basagoiti, Quiroga y Cia hablen euskera, cosa que no se ha conseguido con P LOPEZ.
8.- El peso del PP en un hipotético gobierno de coalicion sería pequeño.
Esta propuesta está hecha desde el abertzalismo mas profundo. Creo que debemos vendernos mejor de lo que lo hemos hecho hasta ahora, intentando seducir a España como dijo JOSU JON
Sin ánimo de ser dogmático:
1- El PP lo está haciendo muy mal, muy mal en España. Que chupen ellos el desprestigio de ser un partido incompetente.
2- El PP tiene el proyecto de recortar las autonomías y como el Pisuerga pasa por Valladolid también la nuestra o a lo mejor especialmente la nuestra.
3- Los gobiernos de coalición con el PSOE han sido un bien para nuestro pueblo, con la perspectiva histórica. Está claro que es un partido traicionero, despilfarrador y corrupto, y español a más no poder, pero tiene un arraigo en la cultura de nuestro país y tiene un músculo social que el PP no tiene.
4- De cara a la crisis económica estaría bien que el PNV se coaligara con un partido espacialmente de izquierda. Daría mayor seguridad a nuestro país.