Jon Argeder
Alertado por determinadas informaciones, quiero aportar mi particular opinión sobre lo que nos está ocurriendo.
Poco a poco, nos estamos quedando sin nuestras empresas. Se están vendiendo muchas. Guascor, el último ejemplo más conocido. Pero hay muchos otros casos.
Subrayo el “nuestras” por ser un adjetivo frecuentemente utilizado, aunque no se suelan definir las condiciones para considerarlas así.
En mis reflexiones, más allá de definiciones formales como ubicación física, o de la razón social, utilizo “nuestras” para calificar aquellas que además de radicadas aquí, mantienen el poder de decisión en manos de nuestras personas. Más en concreto, cuando los propietarios y los consejos de administración o equivalentes, son personas que están comprometidas con el país. Como toda definición, se puede seguir precisando más cada término, pero puede valer así para el propósito del trabajo.
Y nos está ocurriendo, por diferentes razones, que se están vendiendo muchas empresas, mejor dicho, las acciones que formalizan la propiedad de las empresas. Entre dichas razones figuran las de: presión competitiva; absorción por otra empresa competidora; relevo generacional; interés de realizar activos; incapacidad directiva; normativa bancaria; especulación prevista por algún fondo; etc. Muchas y muy variadas son las razones, pero con un denominador común: quien tenía la responsabilidad de dirigir la empresa y tomaba sus máximas decisiones estratégicas, prefiere vender, abandonar su responsabilidad y dedicarse a otras cosas.
Pese a que el relato utilizado frecuentemente es el de que la venta permitirá el acceso a mayores desarrollos y es positiva para el país – a veces se suele presentar como única solución -, la cruda realidad suele ser que perdemos el poder de decisión, y más tarde capacidad de generar riqueza para el territorio, y finalmente acabamos perdiendo más puestos de trabajo.
¿Por qué mi alerta? Por el momento en que estamos y por lo que supone para el país.
Explico lo del momento. Es fácil. Estamos en un momento delicado que llamamos crisis. Lo único seguro en estos momentos es que el futuro no será una prolongación del pasado. Será diferente y sobre todo, difícil. Pues bien, para afrontarlo es fundamental encarar la situación estando las decisiones empresariales en “nuestras” manos. O sea, en manos de personas que viven y son responsables para con nuestra sociedad. Que viven aquí, y tienen su proyecto de vida con nosotros. Forman parte de nuestra sociedad.
Por experiencia sabemos que las empresas, alemanas por ejemplo, tienden a cerrar o reducir sus plantas no alemanas en primer lugar. Natural. Recuerdo que ante una decisión de desintegración de unas operaciones en el sector del automóvil, la ingeniería de la empresa había concluido que no era rentable desintegrar, lo que no se correspondía con la realidad. Mi colega le espetó al responsable alemán: “no he visto jamás a una ingeniería alemana concluir que es mejor desintegrar una operación en Alemania para llevarla a otro país de menor coste”. Por ello considero vital que sigamos teniendo empresas “nuestras”. Porque en caso contrario se acabarían cerrando “nuestras plantas” que serían propiedad de otras empresas que no son de aquí.
En segundo lugar, por lo que supone para el país. ¿Creemos que es posible mantener una cierta autonomía si no tenemos autonomía empresarial? O sea, si no contamos con empresas que podamos llamar “nuestras” según la definición que he aportado más arriba. Pues es difícil de imaginar. Es suficiente mirar la evolución de la crisis, país por país, para darnos cuenta de la importancia de contar con empresas “nuestras”. Con el agravante para nosotros de que siendo pequeños relativamente, necesitamos estar más seguros en este campo.
Para muchos esta preocupación por lo “nuestro”, está reñida con la globalización, con determinadas regulaciones (Basilea), con el progreso, con la dinámica empresarial. Esta falsa contradicción se sostiene sólo en base a una determinada concepción del mundo empresarial, muy conectada con lo que sostiene el enfoque neo-liberal, con los “mercados” como referente de poder.
Afortunadamente empieza a estar presente el compromiso con la “sostenibilidad” empresarial. Dicha sostenibilidad no se limita a que las actividades respeten los recursos y no deterioren el entorno, sino que sean sostenibles por parte de la sociedad. La sostenibilidad se extiende a las personas. Sostenible por las personas y sostenible para las personas. Y ello implica una correspondencia con mantener la sociedad en la que se asienta. Es preciso que las actividades sean sostenibles, o sea coherentes y sintonizadas con la cultura y con las capacidades del territorio. Las empresas se tendrán que responsabilizar con mantener puestos de trabajo y no destruirlos, porque hay que reducir costes, por ejemplo, razón muy utilizada. Como si no hubiera otras estrategias mucho más rentables que reducir costes.
Hay quien argumenta, con SCHUMPETER, que la destrucción es creativa. Permítame recordar el trabajo de J. DIAMOND y su reflexión sobre la deforestación perpetrada por los habitantes de la isla de Pascua para erigir sus “morais”, esas estatuas enormes. ¿No estaremos acabando poco a poco con nuestro tejido empresarial quedándonos sin uno de nuestros pilares como sociedad?
Que es difícil retener nuestras empresas, ya lo sabemos. Por eso es preciso conservar la propiedad en nuestras manos. Aunque sea difícil, cueste esfuerzos y muchos sinsabores. Pero no nos podemos permitir indiferencia ante ese fenómeno. Muchos esfuerzos fueron necesarios para lanzar y desarrollar nuestras empresas, y no es de recibo la insensibilidad de muchos responsables ante estos movimientos. Ahora no es momento de vender porque es demasiado lo que nos jugamos.
Cuando una empresa se vende algo tuyo se vende, y se pierde.
Una de las reflexiones más refrescantes que he leido últimamente, que uno está cansado ya de tanta prima de riesgo. Eso no quita para que no vea cómo se puede llevar a la práctica esto.
Sin embargo, tampoco podemos pedir a un empresario que no venda su empresa. Si se va a jubilar, y si ningún familiar quiere continuar, me parece perfecto que quiera hacer caja. Incluso si simplemente quiere hacer caja, la empresa está para ganar dinero.
Además sabemos que la continuación familiar suele llevar al desastre, pocas empresas aguantas 3 generaciones. No descartaría la creación de un fondo desde Kutxabank y GV/Gobierno Navarra para tomar participaciones en empresas que se encuentren en esta situación. Por lo menos para mantener/atraer el poder de decisión.
La única alternativa realista para tamaños medianos es que el capital esté en los trabajadores, bien como participaciones, bien como cooperativa.
quería añadir un cosa, pero ya lo ha hecho porompompero
completamente de acuerdo con la suma
insisto, aunque desde ópticas diferentes, el amor al terruño nos hace confluir más a menudo de lo que muchos (sin apuntar) quisieran
¿Y los obreros, asalariados, empleados, trabajadores….?…¿Dónde están, si no los nombras en tu escrito?…. ¿Crees que una opinión como la escrita por tí sería compartida por los dueños de los medios de producción, que dirían más o menos así: «cuando se despide a una plantilla, a cientos de trabajadores, algo nuestro se pierde»…?.
Joderrr, leerte es como volver a ver las viejas postales vascas, con el caserio al fondo y la romería, el txistu y el txakoli. Todo bonito, precioso, aunque nunca salian en la foto ninguno de los maketos que se dejaban la piel y los pulmones en la mina, sí, ese puto agujero negro que, según tú, cuando lo cerraron décadas más tarde, era un agujero de todos…
Por cierto, propongo abrir de nuevo ese agujero negro inservible, sin mineral, para alojar en su interior a todos los políticos corruptos y a todos los banqueros y constructores que nos han robado las esperanzas a nosotros y a nuestros hij@s
La clave, en mi opinión, es la «visión de país». A mí, que sean de aquí o nó, salvo en el tema tributario-recaudatorio (que no es poco ciertamente), no me preocupa demasiado. De aquí era el BBV, antes de marcharse, y tantas y tantas empresas.
La cuestión es si el empresario-emprendedor tiene visión de país (Euskadi o Euskal herría, tanto monta) o no la tiene. Ese es un aspecto fundamental, y más que lo va a ser a futuro corto.
Nafarroa como autonomía uniprovincial ha fracasado. No es viable, y ya se habla de una unión con La Rioja, Zaragoza y no se qué más (Nabarra es cuesión de estado, claro). Quizá estemos ante la mejor ocasión para solventar la cuestión de la territorialidad.
Creo que la situación económica dramática va a suponer para quienes somos independentistas (de uno u otro signo) la mejor oportunidad de la que hemos gozado desde el advenimiento de la democrácia en el estado español.
En ese escenario son necesarias empresas con personas al frente que tengan «visión de país», que miren sin miedo a un futuro esperanzador dentro de europa y fuera de españa. Y son necesarias instituciones financieras fuertes, puestas al servicio de nuestro entramado industrial. Por eso no tiene nombre lo que está impulsando «alguien» con la única institución financiera pública fuerte que tenemos, kutxabank.
Parece que hay quien de kutxabank también quiere sacar tajada, impulsando una privatización que hará que algunos se llenen los bolsillos, pero que supone el enorme riesgo de que gente «sin visión de país» o simplemente de otros países, entre en el accionariado, obtenta las debidas mayorías, y trate a kutxabank simplemente como una empresa a la que sacar rentabilidad.
No me gusta lo que hace desde hace un tiempo el PNV. Se han colado personas sin esa visión de país, que solo buscan la rentabilidad a corto, el vivivir bien a costa de lo que sea (sanidad, educación).
Es increíble el furor partidista con la que defiende Bildu su porción de poder, en el caso del que escribe allá arriba, lo de Kutxabank, como si la cuestión fuera la rentabilidad cuando es que Bildu quiere meter la cuchara. Lo primero es diferenciar al país del partido político, y Bildu no lo hace nunca, se piensa que ella es el país.
El PNV es el partido que ha conseguido que la economía vasca se encuentre en la situación en la que está y la IA es el partido que ha hecho todo lo posible para todo lo contrario. Hablar de empresarios con visión de país cuando la IA los ha maltratado a punta de pistola es realmente atroz.
Menos demagogia, señores de la IA, menos mentiras, menos lucir palmito independentista y más trabajar por proyectos que hagan país. La IA tiene esa asignatura pendiente y hacen como que no se enteran.
Txaparro, no dices más que bobadas. Un poco de seriedad, hombre, que si me pongo a tu nivel podría decir que el PNV es el partido en el que el enchufismo es poco menos que una religión, vamos, que los del PSE y el chanchullo chapucero de los examenes de osakidetza, eso con el PNV nunca pasaría (que te pillen, claro).
El PNV es el único partido en el que cualquier cargo o cargito de caca, cuando acaba su periplo político, vuelve a «oh, sorpresa» a su puesto de trabajo, que casualmente siempre es o en la administración (en cualquiera de sus niveles) o en una empresa pública. Muy poquitos se vuelven a la empresa privada, y ninguno, ni que decir tiene, ha aprobado una oposición en regla, pero ahí estan, y a cobrar, que son dos días.
El PNV es en gran medida el responsable de la destrucción de las conquistas y avances que poco a poco se han ido logrando. Todavía recuerdo, avergonzado, como desde la diputación de bizkaia, en sus multiples empresas, los trabajadores tenían derecho, con cargo al erario público, claro, de «igualatorios médicos», «sanitas», y demás, menospreciando lo que hasta entonces era una magnífico servicio de salud pública, osakidetza. El mismo PNV que ha abierto las puertas a clínicas privadas como «quiron», etc…, que guai. Osakidetza, a la mierda.
Claro, eso era cuando el dinero fluía a raudales, cuando ni todos los mamoneos, despilfarros (sueldazos de ordago), duplicidades, ineficacias e ineficiencias hacían que la leche de la vaca se acabara. Eran vacas gordas. El mejor ejemplo, el torpe e ineficaz Ardanza. El político más gris y con menos carísma que ha habido en la política (ni lopez, oiga), que solo va a ser superado por el alelado de Urkullu, el máximo exponente de la degeneración ideológica de un partido, el PNV, en el que la visión de país hace tiempo que se subsumió en la idea de que el partido permanece, cual secta o club exclusivo en el que si quieres medrar tienes que afiliarte.
Que se lo digan a Anasagasti, que nos mete todos los domingos unas chapas de impresión, que desde que llegó de Venezuela ha vivido a cuerpo de rey,vamos igual igual que los inmigrantes que llegan allende los mares. Menudo pájaro, menudos sueldos, joder….
En fin, que el PNV es en Euskadi (mejor dicho, en Bizkaia) lo que el PP en Valencia, que han llevado al país casi a la ruina con sus corruptelas, enchufazos, mamoneos, y lo cojonudo es que todavía hay gente, no solo qeu les vota, sino que les va a volver a votar. Lo que más gracia me hace es eso de que, como Bildu va a pactar con el PSE (sic), no nos va a quedar más remedio que pactar con el PP (o con el PSE, que más da), y al final, además, la culpa la tienen los bilduarras, que nos obligan a pactar con los malos, ja ja ja.
Y en campaña, Urkullu y compañia todavía tendrán la poca verguenza de intentar utilizar y aprovecharse de Ibarretxe, para intentar capitalizar el buen sabor de boca que dejó un político enfrentando con el aparato de su partido, y que, aunque al final cedió y se bajó los pantalones, sí dio cierta sensación de tener visión de país. Espero que Ibarretxe se niege y les lea la cartilla a esta pandilla de golferas vividores.
caundo para descalificar usan eso de «el gris Ardanza», es señal de escasez de materia gris. Algunos creen que han inventado la «kaka de kolores» y se creen la ostia, el siniestro no será total