Juan Luis Laskurain (*) Ekoberrin
Hace poco que se ha celebrado una nueva edición de la Bienal de la Máquina-herramienta en el BEC de Barakaldo. Tuvimos la oportunidad de comprobar la fortaleza de este sector, que está afrontando la crisis de un modo casi brillante, dejando claro que su competitividad está muy asentada, al contrario que otros sectores más parecidos a gigantes con pies de barro.
Su apuesta por la internacionalización, por la innovación, por la investigación, por el conocimiento permanente de las necesidades de los clientes y de la evolución de los competidores, unido a una gestión bien hecha y a la profesionalidad y capacitación de sus trabajadores, son razones que nos explican el por qué de este éxito. Todo ello muy distinto a lo que han sido los signos de identidad de esos otros sectores que se han visto superados por la crisis.
A mi modo de ver, la máquina-herramienta combina muy bien con nuestro carácter. Incluso con nuestra cultura industrial. Consciente o inconscientemente, desde hace muchas décadas, en Euskadi se tiene una sensibilidad especial por este sector, en el que nos sentimos cómodos y hasta realizados. De algún modo, es una expresión de lo que sabemos hacer con el hierro.
Por eso, me he sentido particularmente sensibilizado al conocer que, recientemente, Soraluce S. Coop. –una de nuestras principales referencias del sector- ha cumplido 50 años. Quizás en este sentimiento tenga algo que ver el hecho de haber nacido yo en el municipio del mismo nombre pero, independientemente de ello, es digna de reseñar esa efemérides, sobre todo cuando se llega creando empleo y en plena forma.
Que, en plena crisis, se consiga crecer, crear empleo, exportar más (algo así como el 85% de lo que produce se exporta), ser más competitivos y cumplir 50 años sin ningún síntoma de debilidad, sino todo lo contrario, es como para celebrarlo. Y así lo debieron pensar también sus cooperativistas, los cuales debatieron –por lo que oí a uno de ellos en Euskadi Irratia – cómo celebrar esas bodas de oro.
No es un asunto baladí. Como en otros órdenes de la vida, los éxitos, los logros, la consecución de objetivos o el cumplimiento de determinadas fechas son razones para celebrar, pero en ello, en qué hagas o cómo lo hagas, se suele notar a unos y a otros. Dime qué celebras o cómo lo celebras y te diré quién eres.
Hubo quienes planteaban no celebrar nada, porque los tiempos no están para ello. Esta opción, sin embargo, les dejaba con la pena de desaprovechar un aniversario importante, que daba pleno sentido al esfuerzo hecho hasta entonces y marcaba el inicio del esfuerzo que había que hacer.
Ganaron, afortunadamente, los que se inclinaron por celebrarlo. ¿Cómo?. Inmortalizando el cincuentenario con una escultura que iba a quedar fijada en la entrada de la factoría. No iba a ser una escultura cualquiera, tenía que ser una escultura importante. Y así se hizo.
La verdad es que algunas de las cosas que voy diciendo no sé si son así, puesto que me las he imaginado a partir de esa pequeña entrevista a la que he hecho referencia en Euskadi Irratia. Pero, bueno, me he tomado esa licencia para tratar de contar una pequeña historia que nos conduzca, con naturalidad y coherencia, a un final feliz. Un final en el que los 50 años de Soraluce S. Coop. quedan reflejados en una escultura potente.
El acierto, en mi opinión, es doble. Por un lado, se opta por una inversión (no un gasto) en una obra de arte, reforzando así la sintonía de esta actividad industrial con nuestra esencia y nuestra cultura. Y, por otro, se evita el recurso a otras opciones que, probablemente, no hubieran tenido esta simbología.
Pero, en el fondo de la cuestión, lo que quisiera resaltar es que la verdadera celebración es el trabajo de cincuenta años, el haber sabido hacer y crecer, el estar en todo momento en condiciones de ofrecer lo que se necesita, en saber evolucionar en la dirección correcta. Y en conseguir que esto se haga, ininterrumpidamente, durante 50 años.
No he tenido oportunidad de ver la escultura pero espero pasar por Osintxu y contemplarla pronto, sabiendo que –en esa mirada- se reviven 50 años de una empresa modélica.
Zorionak Soraluce.
(*) Ex-diputado de Hacienda de Bizkaia
Mesedez, bizkaitarrok, ez esan Soraluce, Soraluze da eta… ez eman barruko berotasunik, bihotzeko mina ematen du…
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