Azala / Portada » Entrevista de ETA: La hegemonía (y 4)

Imanol Lizarralde

Para terminar nuestro periplo por la larga entrevista de ETA, nos centraremos en el interés del mismo en impulsar el «relato verdadero», el que conviene para sus fines. ETA plantea que son tres las decisiones más importantes que tomó a lo largo de su historia. La primera de ellas, naturalmente, es la de su fundación como organización, que tratamos en el anterior capítulo. Y continuando con la enumeración:

“La segunda, cuando la reforma española no atendió a las reclamaciones de Euskal Herria y se produjo la división entre las fuerzas abertzales, con la decisión de ETA de continuar con la lucha armada. Y la tercera, ésta de ahora, con el anuncio de su fin”.
La organización armada explica el segundo punto:

“Es cierto que hace 34 años la posibilidad del fin de la lucha armada estuvo sobre la mesa. Aquello fue en Xiberta, y la elección del PNV lo malogró, cuando aceptó el marco de partición impuesto por España y cuando prefirió zambullirse en su gestión (…). La izquierda abertzale no picó en el anzuelo y, en la fase posterior de la reforma, se comprometió con la defensa de Euskal Herria, a la vez que se involucraba totalmente en el trabajo de la construcción de la nación vasca. En aquella época, frente al entramado jurídico-político que buscaba la desaparición de Euskal Herria, ETA adoptó una trascendente decisión: continuar con la lucha armada. Y mediante la lucha armada, entre otras cosas, se impidió que el modelo de imposición de la reforma se afianzase en Euskal Herria”.

Este es un punto que se repite entre los portavoces del MLNV. El mismo Arnaldo Otegi incidió hace unos años en él tal y como lo relatamos en artículo «Txiberta Blues«, dando la misma versión que da la organización armada. Según esta perspectiva, la culpa o responsabilidad de que ETA siguiera con la lucha armada a lo largo de la transición era del PNV. Sin embargo, en la misma explicación del hecho podemos detectar un pequeño matiz: ETA señala que “mediante la lucha armada” se impidió asentarse “el modelo… de la reforma” en Euskal Herria, es decir, que impidió la legitimación de lo que entonces ETA denominaba “democracia burguesa”. De esta forma, ETAm, en 1974, definía la función de la lucha armada:

“(…) tampoco podemos jugarnos todas las cartas a la democracia (que de ningún modo puede considerarse el marco político donde los trabajadores vascos puedan ser libres) porque ello significa liquidar el único elemento verdaderamente inasimilable por la burguesía, la única garantía de conseguir nuestros objetivos finales: la lucha armada”.

Con esta visión de las cosas, habida cuenta del asentamiento de la “democracia burguesa” en el Estado español y en Euskalerria, era imposible que ETA se planteara el final de la lucha armada a cambio de un acuerdo con el PNV mostrando que la oferta de Txiberta fue totalmente engañosa y Otegi y ETA la usan como pretexto para culpabilizar al PNV. Examinemos otra declaración de ETAm que se refiere a la perspectiva táctica que tenía ETAm acerca de la transición española. Es una declaración antes de las elecciones del 15 de junio de 1977, las primeras elecciones democráticas de la transición:

“ETA en particular continuará desarrollando la lucha armada hasta conquistar para Euskadi las bases democráticas mínimas contenidas en el programa de la alternativa KAS, y posteriormente mantendrá y desarrollará su organización para sostener esa conquista y cualquier otra que los trabajadores vascos obtengan a partir de ella y hasta la consecución de la independencia y el socialismo para Euskadi”.

La organización armada planteaba que su acción y existencia iban a persistir hasta que se consiguiera la “independencia y el socialismo”. La decisión del PNV, según sus propias palabras, no tenía nada que ver con la prolongación de la lucha armada en las últimas décadas. Esta perspectiva se corresponde con la estrategia revolucionaria clásica, en los términos en los que ETAm la definía en 1978:

“ETA se propone la destrucción del Estado burgués y su sustitución por un Estado de los trabajadores, que permita a estos terminar con los residuos del poder político y económico de la clase burguesa, y con su sistema ideológico… La historia nos ha mostrado que desgraciadamente las minorías privilegiadas no están dispuestas a abandonar por las buenas sus privilegios… En la medida en que ello se produzca en Euskadi, la toma del poder será violenta y su predominio sobre la burguesía toma la forma represiva de dictadura”.

ETAm definía aquí su ideario, “la toma del poder” de forma violenta y la imposición de una “dictadura”. En esa época el MLNV se alineaba con los países del llamado “socialismo real” y concretamente con el bloque soviético. Pero este ideario, y el eje de alianzas mundial que lo componen en la actualidad, sigue vigente dentro del MLNV, e incluso el término “dictadura” ha sido sustituido ahora por el de “hegemonía”. Katu Arkonada nos refrescaba recientemente en GARA el significado análogo del término “hegemonía” que el teórico comunista italiano Antonio Gramsci toma de Lenin y formula como “la cuestión de la hegemonía del proletariado, es decir, la base social de la dictadura del proletariado y del Estado proletario”. Así, Katu Arkonada plantea la necesidad de la “hegemonía” del MLNV frente a la “burguesía” del PNV, abogando (y cita a Arnaldo Otegi que también se remite a Gramsci) por la creación de un “bloque histórico”“un bloque popular para llevar el proceso de liberación nacional y social hasta el final”:

“El poder y la mayoritaria presencia institucional nos pueden llevar a convertirnos en una socialdemocracia en la línea de muchos nuevos partidos de izquierda europeos si no tenemos un rumbo ideológico y un proyecto político y económico bien definido. Como nos plantea Slavoj Zizek citando a su vez a Alan Badiou, nuestro mayor peligro es la ilusión democrática, es decir, la aceptación de los mecanismos democráticos como marco final y definitivo de todo cambio, lo cual evita el cambio radical de las relaciones capitalistas”.

Katu Arkonada plantea para el momento actual la misma problemática que ETA en 1977, el peligro de verse absorbido por el sistema democrático y la necesidad de mantener vivo el fuego del “cambio radical”. El “polo soberanista” constituye así la base popular desde la que el MLNV debe de ejercer la “dictadura” contra el enemigo. De esta forma, gobierna desde arriba con las instituciones (la diputación de Guipúzcoa), y desde la base ataca al enemigo, como el caso del ataque al batzoki de Oñati. Ser mayoría y poseer las instituciones es una forma de posibilitar el ejercicio de la violencia contra el enemigo. Así el MLNV combina legalidad e ilegalidad, lucha pacífica y lucha violenta, que es la forma de lucha leninista.

Con estas tres citas casi contemporáneas de Txiberta  queda claro que ETA consideraba el uso de la lucha armada como un factor esencial e irrenunciable y que el PNV nada podía tener que ver con la decisión de ETA de continuar la lucha armada.

 ¿A qué se debe la insistencia del MLNV en responsabilizar al PNV? En estos momentos de balance de toda una fase, ETA tiene que repetir, con otros voceros del MLNV, que “ha sido la estrategia del PNV la que ha fallado”. Llega a acusar al PNV de ser responsable del fracaso de la negociación de Argel en 1989 (“su actitud fue decisiva para la ruptura del proceso”), aunque tal cosa sea ficticia, ya que Argel lo rompió ETA, como el propio Gobierno Argelino lo reconoció, expulsando del país por la vía rápida a sus representantes. Este es el quid de la actitud del MLNV y de ETA respecto al PNV: tratar de ennegrecer sus logros, aun a costa de falsear la realidad y responsabilizarle de sus propias acciones. Aquí entraríamos en la tercera “decisión” de ETA: la de anunciar el fin de la lucha armada. ¿Cuáles son los logros y los triunfos que esgrime para llegar a tan importante decisión?

Ni siquiera la buena voluntad de Martxelo Otamendi tiene capacidad para encontrar, en el pasado de ETA, un logro tangible e indiscutible. La organización armada define sus ganancias en términos generalmente negativos, como cuando dice que “mediante la lucha armada (…) se impidió que el modelo de imposición de la reforma se afianzase”. Otros factores, como que “En Argel conseguimos que el Estado se sentara en la mesa de la negociación” o el acabar con el Pacto de Ajuria Enea, van por el mismo camino. Los logros de ETA no se encuentran, sobre todo, en el pasado ni en el presente, están en el futuro: “Mediante la lucha armada, entre otras cosas, Euskal Herria ha llegado a tener abiertas las puertas de la libertad”. ¿Qué significa esto? Que la actividad armada ha sido un factor necesario para llegar a este estadio presente de acumulación de fuerzas, porque

 “En todos los procesos la izquierda abertzale ha extraído una conclusión común: que no ha profundizado suficientemente en la activación popular. El pueblo debe ser el protagonista. Sólo el pueblo puede garantizar el desarrollo del proceso”.

De esta forma, la organización armada se autoerige en una especie de Moisés colectivo que guía al “pueblo”(representado por Bildu-Amaiur) hasta los bordes de la Tierra Prometida. ETA anuncia su cese en este momento con la intención de que el sujeto “pueblo” pueda sobrepasar electoralmente al PNV y se erija en interlocutor del Estado en una negociación política. Las elecciones del 20 de noviembre han constituido, para este objetivo, un pequeño anticlímax, aunque no quepa duda que el MLNV persistirá en su empeño de desbancar al PNV de ser la referencia máxima de nuestro pueblo.

ETA construye un relato a la medida de sus necesidades actuales para la búsqueda de la hegemonía. Y sus necesidades son señalar el “fracaso” del PNV y anunciar la futura victoria de Bildu-Amaiur. Debemos entender la tradición revolucionaria de la que ETA nace y que impregna su visión de las cosas, y según las mismas, la “verdad” no existe; existen sólo interpretaciones de la realidad, en función de los intereses del “sujeto” o persona que la emite. Sin embargo, al confrontar el “relato” de ETA con los hechos que realmente acontecieron, vemos que hay una verdad existente que nada tiene que ver con la ficción que la organización quiere extender entre sus militantes y la sociedad. Mantener la memoria activa, en la confrontación de relatos, es el reto que tenemos los vascos para que no nos dejemos engañar por las falsas promesas producto de la interesada visión del pasado que ETA nos quiere transmitir.

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7 comentarios en «Entrevista de ETA: La hegemonía (y 4)»

  1. Muy buen artículo, se contrastan perfectamente «los hechos que realmente acontecieron». Se da luz a la «verdad existente» y se rechazan por la vía del ejemplo las «visiones interesadas de las cosas».
    Se huye del relato «en función de los intereses del “sujeto” o persona que la emite», y se evita plasmar una «interesada visión del pasado». La verdad resplandece ante la ETA sinónimo de mentira.
    JEL-en agur

  2. La verdad es k la hegemonia la van a tener pronto en Gipuzkoa kon paktos komo kon el PNV k x 10 millones de euros «xa fomento» (1 kantidad d risa, xa la ekonomia giputxi) les aprueban el presupuesto despues d todas los atakes k han hecho desde bildu al gobierno anterior d Markel olano tildandolo d derrochador, fraude, etc.. Alguien sabe si este hombre tiene sindrome d estokolmo?

  3. El PNV de Gipuzkoa se ha lucido con este pacto. Parece ser que quieren hacer difícil que el partido consiga la Lehendakaritza. Por cierto, pactan con los que «rechazan» el ataque al batzoki de Oñati pero no quieren declarar que esos malhechores deben de estar entre rejas.

  4. Incomprensible pacto el de Gipuzkoa. Por cuatro duros, el PNV impide que o se muestre la realidad de la incapacidad de BILDU para gobernar o tenga que quitarse la careta y pactar con el PSE. Sinceramente incomprensible y preocupante.

  5. EL pnv de Gipuzkoa es el PNV de gipuzkoa y ya tiene el culo lo suficientemente reventado como para pensar claro.

    Egibar, va lento y torpe. Si algun día deja un poco de lado sus poteos e intereses con Amenabar porque ya no le queda PNV y se decide de una vez por hacer cola en el MLNV, va listo, pues en el MLNV no caen bien los pequeños burgueses por muy independentistas que se digan.

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