J. Agustin Ozamiz (*) Ekoberrin
Recientemente ha saltado a la prensa una información sobre 90.000 tarjetas sanitarias que han sido eliminadas de la base de datos del Departamento de sanidad, y que los ciudadanos interesados reclaman. De las mismas varios miles incluso han sido dadas de baja en el departamento de Sanidad, por fallecimiento, sin haber muerto los correspondientes ciudadanos. Incluso es más, varios cientos de estos “falsos fallecidos” se hallaban en lista de espera para ser intervenidos quirúrgicamanente, con los problemas, como todos podemos imaginar, que se han producido en los hospitales y en la comunicación con los pacientes.
Lo que ha sucedido con estas tarjetas es un exponente de lo que esta sucediendo en el Estado y lo explico a continuación.
En la década de los 80 la mitad de las comunidades autónomas asumieron las Competencias de planificación y gestión de la Sanidad. El año 2000 a las que todavía estaban siendo gestionadas por el INSALUD, ante la evidencia de menor eficiencia en la gestión centralizada, se les transfirió también estas competencias. Pero el ministerio de sanidad se quedó con la gestión de la tarjeta sanitaria y comenzó a plantear hacer lo mismo con las otras Comunidades, ya que tenía en sus manos un instrumento que parecia importante para el sistema general.
El Ministerio de Sanidad ha ido planteando que lo único que pretendía era transmitir la información de unas CCAA a otras evitando problemas de duplicidad en las tarjetas, y un mayor control de los traslados y fallecimeientos. Los que conocemos en profundidad el tema y lo que es una base de datos sabíamos que esto no podría ser así. Una base de datos ha de estar directamente vinculada a las causas de altas, bajas y cambios que se generen, y estas cuestiones son las claves de la gestión de la sanidad que, repito, es competencia de las comunidades autónomas.
Ahora hasta la ministra de sanidad abiertamente dice que el propósito es hacer una única tarjeta sanitaria para todo el estado.
El problema es que, ante esta clara intención de recentralizar la gestión, muchos se confunden no distinguiendo un sistema de indicadores informativos, de un instrumento de gestión. La tarjeta sanitaria y la base de datos que alimenta y la sustenta, es un instrumento de gestión. Pretender centralizarla, cuando la gestión es competencia de las CCAA, va a crear muchos problemas como el de estas 90.000 tarjetas.
La gestión centralizada de la Sanidad se demostró ineficaz y más cara. Y ahora los nostálgicos del poder del estado nos van a crear muchos problemas.
Los nostálgicos, en todo caso, siempre han guardado algunas cartas bajo la manga. Así no han permitido deslindar el derecho a la asistencia sanitaria de la cotización a la Seguridad Social, tal y como incluso el Congreso de los Diputados lo ha exigido repetidas veces, y es consecuente tanto con la legislación vigente derivada de la Constitución, como con la realidad de la financiación de la Sanidad. Por otra parte esta posición incongruente de los nostálgicos del poder centralizado, está siendo una gran rémora para el desarrollo de la Tarjeta Electrónica Europea de Aseguramiento Sanitario.
No hay que olvidar tampoco las cuestiones de imagen e identidad que subyacen en el trasfondo de esta cuestión. En modo alguno es despreciable el impacto que en el ciudadano causa la titularidad de una tarjeta sanitaria que guarda siempre en su bolsillo, que le dice claramente quien financia y gestiona su asistencia sanitaria. El debate que hubo con las matrículas de los automóviles, que aún se mantiene vivo en algunos lugares como Gerona, no es nada comparado con esta cuestión, que además induce a confusión sobre la real situación de descentralización del estado.
Por otra parte se añade la circunstancia (en el caso de estas 90.000 tarjetas), de que los problemas de autoridad moral del gobierno vasco hacen que directivos de sus Departamentos se precipiten y actúen con cierta prepotencia, sin consultar a los expertos, como ha sucedido en el caso de las tarjetas sanitarias.
Resumiendo el problema de la confusión con las 90.000 tarjetas sanitarias ha sido consecuencia de la precipitación de directivos que han seguido ciegamente las directrices de Madrid. Ha sido el resultado de una gestión que ha priorizado las directivas centralistas, menospreciando el consultar a los técnicos trabajadores locales, con experiencia y profundo conocimiento del sistema, que en este caso concreto les proponían hacer una evaluación a priori de las incongruencias surgidas al tratar de contrastar la base de datos del Departamento de Sanidad, con la del Ministerio. Es el resultado de una precipitación en las decisiones tomadas que han priorizado las directrices políticas, sin calcular adecuadamente los riesgos y las consecuencias sociales negativas de sus decisiones.
(*) Doctor en Sociología
Ya se sabe k el afan centralizador tambien tiene problemas komo lo tiene descentralizar sin ton ni son. Y ahora k se tambalea Zapatero, me parece bien k el PNV kiera acelerar las transferencias pendientes k habia paktado. No sea k a ZP le da x pegar la espandatada y si te he visto no me akuerdo.
Zorionak Igomendi,
Muy interesante tu post, añade luz y claridad al tema de Osakidetza del autor del artículo.
Yo veo el tema de las tarjetas de forma diferente. Se han dado problemas en Osakidetza y en Lanbide (con una diferencia en el número de parados nada despreciable). LO que ha ocurrido es un problema de gestión informática, y es que entre las demandas exxageradas de los de siempre y las resistencias de otros, lo cierto es que durante todo ese tiempo, la administración vasca ha puesto en marcha sus propios organismos y se ha reservado sus propias actuaciones, y tenemos muchas duplicidades e, incluso, algunas incompatibilidades.
Lo explicaba muy bien Gardoqui en el Correo: «Por culpa de la informática, el volcado de datos de un sistema a otro se había traducido en pérdidas de documentación y, consecuentemente, en la obligación de repetir parte del tortuoso camino burocrático que han de transitar los que pierden su empleo o quieren mejorarlo.»
Y al cruzar los datos de que disponían ambas administraciones, se han encontrado errores de mas y de menos en el asunto de las tarjetas de Osakitdetza y en las del paro. Lo más importante es que la administración vasca solucione esto, que es poco presentable y se dedique a mejorar Osakidetza y Lanbide.
Ago que ya están haciendo, se están reduciendo las listas de espera de osakidetza, ya ha empezado la construcción del segundo hospital de Txagorritxu, se está equipando el hospital de Basurto y han salido dos OPEs para medicos y personal sanitario.
Por tanto no estoy de acuerdo con la idea que trasnmite el articulista de que la Sanidad se está centralizando o que no está suficientemente centralizada.