Sixto Jiménez, … (*) Ekoberrin
Los ciudadanos nos hallamos en estado “desactivado” en cuanto a implicación social y política se refiere.
Los años finales de la dictadura y el periodo de transición fueron de una actividad política especialmente intensa en nuestra comunidad. Participar, opinar, promover, manifestarse, eran la respuesta al cansancio por la falta de libertades y el fruto de la ilusión y de la convicción de que aquel estado de cosas podía cambiar. La edad del dictador y la aproximación a Europa, junto con la relación personal con la oleada de turistas y la elevación del nivel de educación, crearon un contagio de expectativas de cambio que generaba a su paso motivación y compromiso. El cambio fue social antes de ser político.
Actualmente, por el contrario, nos encontramos distanciados de la actividad política y de sus protagonistas y hacemos zapping al verlos en televisión a mayor velocidad que con los anuncios. Atendemos a nuestros intereses personales y seguimos al fin el consejo que nos dio el dictador, “haga como yo, no se meta Vd. en política”.
Como resultado, nuestra democracia sigue siendo el ensayo tímido y limitado que se diseñó en la transición para evitar salidas de carril y, peor aún, los modos de hacer política han degenerado y el insulto, la distorsión torticera del lenguaje y los argumentos, o el no escuchar ni dudar ni ceder, son modos de hacer política que se dan por buenos en la medida en que son habituales. La vista y el oído se acostumbran.
Activémonos. Lo sucedido con Wikileaks y países árabes muestra el poder de la sociedad cuando la coordinación se hace posible. Durante siglos el poder nació de las armas para definirse después como proveniente de Dios e imponerse a una masa ignorante, paupérrima y en busca de pastor. Somos la sociedad más formada e informada de la historia y poseemos los medios de comunicación adecuados para coordinarnos y hacernos oír. No somos menores de edad, no somos ignorantes, no somos carne de dictadura ni robots consumistas.
La manipulación no llegará más allá de lo que le permita nuestra pasividad. La ley electoral, las listas cerradas, el estilo dictatorial dentro de los partidos de los llamados a ser padres de la democracia, la autopublicidad de los gobiernos, el secretismo de la financiación de los partidos, etc., existirán hasta que nos posicionemos contundentemente en contra y logremos comunicarnos por medios independientes.
Como se ha comprobado en el norte de África, cuando la sociedad dice basta y cada ciudadano se hace consciente de que los que le rodean piensan como él y desean cambiar las cosas, la fuerza resultante es imparable incluso en regímenes brutales. En países democráticos debería resultar más fácil imponer mejoras de calidad de la democracia. Y es que no hay democracia o ausencia de democracia sino un cierto nivel de democracia en cada país y en cada fase de su historia, y el nuestro de hoy no es para tirar cohetes ni está en camino de mejorar si no le empujamos.
Activémonos. Creamos en nuestras posibilidades. Tomemos posesión de la palabra. Hagamos que la política institucional sea una mera canalización práctica del flujo de opinión social y no un mero voto pasivo a un candidato elegido a dedo por unos pocos, y que puede distar de ser el mejor, salvo en la habilidad para ser elegido por los pocos afiliados que controlan su partido.
La juventud actual vive políticamente en una fase de oportunidad de mejora. La democracia limitada pensada para la transición es ya insuficiente. Se impone una revisión profunda de su funcionamiento real. Hay que elevar el nivel de calidad democrática y hacer uso de los maravillosos medios de comunicación y coordinación entre personas que hoy existen. Seguimos con modos de hacer política de otra época cuando ya hemos entrado en la segunda década del siglo XXI, disponemos de internet en casi todos los hogares y tenemos un alto nivel de formación. Pero si logramos que se extienda la convicción de que una mejor democracia es posible, haremos posible y hasta inevitable que el cambio ocurra.
Los medios para mejorar la sociedad en general y su sistema político en particular existen. La situación invita a no demorar el aumento de implicación de los ciudadanos y la exigencia a los políticos de democratizar el sistema. Y el primer paso es sencillo y posible, activémonos.
Firman también: Txema Amigot Gracia, Juana María Arteta Cabodevilla, Juan Bautista Astigarraga Goitia, Javier Erice Cano, Javier Goñi Esparza, Mae Herias Oscáriz, Ignacio Rodriguez Ruiz de Alda y Javier Zulaika.
Los ciudadanos estan desaktivados en parte xk los partidos politikos se han konvertido en 1 porkeria y no son kauce d participacion sino 1 chiringuito d 1s pokos, 1 kasta dirigente k komo en las multinacionales, se dedika a mandar sin trabajar en el mundo real, 1 sekta k se konoce desde sus tiempos d sekcion juvenil del partido.
Los partidos politikos han perdido kredibilidad, esto no son los 80 donde parecian el kauce natural. Los movimientos ciudadanos, las asociaciones, los blogs, etc. son ambitos kon mucha + libertad k kualkier partido politiko. Los partidos politikos todavia no se han demokratizado del todo, y dificilmente puede 1 partido k no ha aplikado internamente los principios de participacion y demokratizacion, aplikarse al konjunto de la sociedad kuando gobierne.
Muy acertado tu analisis Sixto.
La gente dentro de los partidos se preocupa de la ponencia politica.
Yo soy de los que se preocupa de los Estatutos porque son los que deben reflejar más que ningun otra cuestión los valores del partido, y te aseguro que siempre me quedo sólo en la realización de enmiendas tendentes a hacerlo más abierto y democrático.
Los partidos están hechos para que unos pocos sobre unas posiciones de ventaja adquirida gracias a un preexistente clientelismo puedan seguir dominando el cotarro. so cotos donde se regla que se impone es la del sectarismo, y esto nada tiene que ver con la democracia.
La democracia es posible cuando se hace posible la concurrencia dentro de cada partido y no solo la concurrencia entre diferentes partidos.
Hay partidos que timinadamente por la consolidación y paulatina instucionalización de unas primarias están avanzando algo en este sentido, pero estamos muy lejos de alcanzar los mínimos democráticos en la vida interna de los partidos.
Lo dijo Garcia Trevijano vivimos una partitocracia, gracias a aun consenso alcanzado en su día para que los partidos se repartieran la tarta de los votos sin que se cuestionase las formulas para que unos pcos dominaran internamente esos partidos, ni se cuestinase la inexistencia de una relación directa entre representantes y representados políticos por medios de circunscripciones como se da en Inglaterra y en otros sitios.