Ivan Larraza
El pasado Martes 19 de Enero (mientras algunos cenaban copiosamente en alguna de las muchas sociedades de Donostia dispuestos a celebrar nuestro gran día), la Commonwealth de Massachussets (estado situado en el Noreste de Estados Unidos, cuya capital es Boston) celebraba unas elecciones trascendentales para el futuro de la reforma sanitaria liderada por Obama. Si los republicanos ganaban, conseguían una minoría de bloqueo (41 votos) en el Senado.
Unas elecciones que en su día estaban llamadas a ser un paseo militar de los demócratas (Martha Coakley- candidata demócrata-tenía una ventaja de 20 puntos en Diciembre), se convirtieron a partir del 3 de Enero -fecha en la que se publicó una encuesta en la que, sorprendentemente, y por primera vez Scott Brown(R) mostraba opciones de batir a su rival Martha Coakley (D)- en una batalla fratricida por lograr uno de los tres escaños que corresponden a Massachussets en el Senado.
A partir de ahí, la historia ya se conoce: Massachussets convertido en el centro de batalla de la política nacional, millones de $ invertidos por los republicanos, 1 millón de $ recaudados por Scott Brown en un día, aplicación por parte de los republicanos de la estrategia que llevó a Obama a la victoria…y una respuesta muy lenta y mal medida por parte de los demócratas (Obama no tenía pensado intervenir en la recta final de la campaña y tuvo que variar sus planes para hacerlo dos días antes del final).
Aún así, a pesar de ese último sprint final, el resultado final ha sido 52%-47% a favor de Scott Brown, el candidato republicano. Es decir, Scott Brown (republicano) es el nuevo representante de Massachussets en el Senado, cogiendo el relevo del fallecido Edward Kennedy (demócrata), en un feudo demócrata y en unas elecciones trascendentales para Estados Unidos. Muchos se preguntan cómo puede ser que hayan ganado los Republicanos en un bastión demócrata.
Razones de la derrota Demócrata:
Las razones de esta dolorosa derrota para los demócratas se pueden analizar desde diferentes perspectivas. Una de ellas es que la población de Massachussets estaba en contra de la reforma y que Scott Brown logró esos votos críticos, señalando en campaña que él era la llave para que la reforma no saliese adelante. Sin embargo, personalmente creo que la razón es más coyuntural, y es que la población de Massachussets ha querido mostrar su descontento con la gestión del gobierno federal demócrata donde el paro ha subido considerablemente y las medidas presentadas han sido ineficaces. En definitiva, Scott Brown ha logrado capitalizar un descontento con los dirigentes demócratas de ese Estado. Esto se puede mostrar en los datos que afirman que días antes de las elecciones los electores independientes (que son decisivos para el resultado final) mostraban una preferencia mayor de 20 puntos a favor de Scott Brown, cuando en las elecciones para Presidente de Gobierno, las diferencias en las encuestas eran opuestas.
La mayor paradoja de esta historia es que el recientemente fallecido Edward Kennedy, uno de los mayores ideólogos y defensores de la reforma de salud, ve como el sucesor de su escaño va a ser la principal razón por la que no se va a poder aprobar la financiación de la reforma sanitaria.
Posicionamientos de cada grupo político
La gran mayoría de los republicanos, se han posicionado en contra de la reforma sanitaria. Esta postura es absolutamente coherente con lo dicho por Reagan en el momento de su elección en 1980, quién, refiriéndose a la justicia distributiva-espíritu de esta reforma- afirmó aquello de que:”quitar a un ciudadano para dárselo a otro es simplemente una forma de robo”.
Aún así, yo quiero señalar a los demócratas. Si todos los demócratas hubiesen remado en la misma dirección, la reforma se hubiera aprobado hace mucho tiempo. Pero, entre otros, el ala más conservadora del grupo ha logrado ralentizar el proceso, basándose en argumentos tan peregrinos como que esta reforma iba a financiar el aborto. En un intento por evitar estas malintencionadas informaciones cuyo fin era retrasar el debate, Obama ha hecho esfuerzos ingentes por reconducir la situación, incluida una reunión en la Casa Blanca entre todos los senadores demócratas para tener una voz y voto común. Aún así, ya es tarde, porque en estos momentos a pesar de que todos los senadores demócratas voten en bloque a favor de la financiación de la reforma sanitaria, no tendrían la mayoría cualificada necesaria para sacarla adelante en los términos actuales.
¿Y ahora qué?:
Mirando a lo que puede pasar ahora con este culebrón, emergen diferentes posibilidades. Podemos dividirlas en dos: “Flight or Fight” (Lavarse las manos y olvidarse del asunto o luchar por sacar adelante la reforma). A mi juicio, y considerando que la primera sería un suicidio político, me quedo con la segunda- Luchar-, para la que también hay diferentes escenarios y estrategias. Personalmente, creo que el analista político E.J Dionne tiene razón cuando afirma que la salida es:” La Cámara aprueba una versión del proyecto de ley que recoja las distintas enmiendas planteadas por el Senado y lo envía al Senado. El Senado lo cambiaría ligeramente (pero ajustándose a lo que la Cámara lo acordó), por lo que requeriría que la Cámara votase sobre ella de nuevo. Al obtener el proyecto de ley revisado, la Cámara puede asumir el proyecto de ley del Senado. Entonces, la Cámara podría aprobar los dos proyectos de ley y enviárselos al presidente. Problema resuelto, y seguimos adelante.”
El problema de todo esto es que tras la elección de Scott Brown, ya no sólo los demócratas conservadores son los que muestran pegas a la reforma, sino que algunos demócratas más centristas también han comenzado a mostrar sus reservas. Por lo que habría que intentar volver a reconducir la situación en una nueva negociación interna con las nuevas enmiendas…y esto puede complicar aún más las cosas.
A pesar de todo, parece que los demócratas (Nancy Pelossi así lo afirma) tienen claro que van a sacar la reforma adelante, y esperemos que así sea, pero lo que parecía que iba a ser simplemente un trayecto largo pero factible, se ha visto interrumpido por una oleada de factores imprevistos que pueden hacerlo fracasar.
El sistema de los EEUU es muy diferente al de Europa tanto en lo de la regulación como en lo de la desregulación. La preocupación que tiene el ciudadano americano es el de la subida del nivel de imposición y la inyección de dinero en un sistema sanitario estatal que ya es un auténtico sumidero de fondos públicos.
El sistema sanitario actual cubre al 85 % de la población. Pero es caro e ineficaz. Mi pregunta es: ¿en qué medida sirve el sistema propuesto por Obama para solucionar este problema?
He leído, (y no se si es cierto), que el congreso y el senado debian negociar el sistema final, ya que lo aprobado por cada uno era diferente. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el Congreso apruebe literalmente la propuesta de Senado sin modificaciones, con lo que no habria que negociar ni votar en el Senado.
Respondiendo a Zeppo, la reforma inicialmente prevista por Obama y la aprobada difieren considerablemente. Obama no pretendía una sanidad pública, sino la obligación de que todo el mundo tuviera seguro y crear un seguro público que aseguraría a aquellos que no están asegurados por una privada. Esa aseguraadora les haría la competencia con un precio menor, y la intención era que con esa competencia los privados bajaran de precio. La opción del seguro público se ha desechado porque los demócratas conservadores estaban en contra, así que sólo habrá privados.
Lo que pasa es que las aseguradoras podían rechazar asegurar a pacientes basados en precedentes familiares, grupos de riesgo, etc.. y eso se va a prohibir por ley. Luego está el tema del coste de las medicinas y servicios, pero desconozco cómo van a atacar el tema.
Los USA tenían el gastó público por habitante más caro de los países desarrollados, con una cobertura muy inferior. Y el coste está creciendo de tal manera que o había reforma o bancarrota. Los republicanos también querían reforma pero supongo que de otra índole.
Jan 21st 2010
From The Economist print edition
“The question that we ask today”, said Barack Obama in his inaugural address, “is not whether our government is too big or too small, but whether it works.” This is clearly naive: with deficits soaring, nobody can afford to ignore the size of government. Mr Obama’s appeal for pragmatism has some value: conservative attempts to roll back government regulations have led to disaster in the finance industry. But left-wing attempts to defend entitlements and public-sector privileges willy-nilly will condemn the state to collapse under its own weight. Policymakers will not be able to give a serious answer to Mr Obama’s question of whether “government works” without first asking themselves some more fundamental questions about what the state should be doing and what it should be leaving well alone.
Según leo, los demócratas están tan asustados por la pérdida en Massachusetts que se van a centrar en la campaña por la «clase media». La reforma sanitaria parece que se desvanece, salvo aprobar unas medidas que también comparten los republicanos para el control del gasto, así que la sanidad universal (que no pública) no parece que vaya a llegar.
En Texas y Nuevo Mexico, el porcentaje de personas sin seguro supera el 20% y sigue subiendo con la crísis. Hay que ver cómo un sólo senador republicano, cuando en Enero la candidata demócrata tenía más de 20 puntos de ventaja sobre el republicano ha hecho que todo se vaya al carajo.
Las promesas de Obama se van a quedar en agua de borrajas con la pérdida de la «supermayoría» en el Senado.
Efectivamente porompompero, una de las cosas que queria tarsladar con el post es las graves consecuencias que ha tenido la perdida del senador de Massachussets para los democratas.
Los republicanos se han crecido, y de que manera, y hoy en la portada del Washington Post se peude leer:»Una vision sin cubrir.Un anyo despues: El plan de Obama cuestionado»
Estas elecciones que los democratas planificaron mal, les pueden llevar a trastocar no solo los planes de la reforma sanitaria, sino otros que tenian en mente.
Veremos que pasa, pero esto no es bueno ni para Estados Unidos ni Europa..
Hoy leo que Obama en su discurso de la nación, ha dicho que va a continuar con la reforma, no se qué reforma, pero que sigue adelante. Se ha centrado en las medidas económicas para la «clase media» que es lo que le puede hacer recuperar la credibilidad. Pego la parte del discurso traducido por El País:
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Decidí ocuparme de la sanidad por las historias que he oído contar a ciudadanos con enfermedades preexistentes cuyas vidas dependen de que consigan cobertura; pacientes a los que se ha negado esa cobertura; y familias –incluso algunas con seguro– que, con una enfermedad más, corren peligro de caer en la ruina.
Después de casi un siglo de intentarlo, estamos más cerca que nunca de aportar más seguridad a las vidas de muchos estadounidenses. La estrategia que hemos adoptado protegería a todos los ciudadanos de las peores prácticas de las aseguradoras. Daría a las pequeñas empresas y a los ciudadanos sin seguro una oportunidad de escoger un plan de salud asequible en un mercado competitivo. Exigiría que todos los planes de seguros incluyeran los cuidados preventivos. Y, por cierto, quiero reconocer la labor de nuestra primera dama, Michelle Obama, que este año va a crear un movimiento nacional para abordar la epidemia de la obesidad infantil y hacer que nuestros hijos estén más sanos.
Nuestra estrategia protegería el derecho de los ciudadanos que tienen seguro a mantener su médico y su plan. Reduciría los costes y las primas de millones de familias y empresas. Y, según la Oficina de Presupuestos del Congreso -la organización independiente a la que todas las partes consideran asignan la tarea de llevar las cuentas del Congreso-, nuestra estrategia reduciría el déficit hasta en un billón de dólares durante las dos próximas décadas.
Aun así, ésta es una cuestión compleja y, cuanto más se debatía, más escepticismo despertaba. Asumo mi parte de responsabilidad por no explicarla con más claridad a los ciudadanos. Y sé que, con todas las presiones y todos los tira y aflojas, este proceso dejó a la mayoría de los estadounidenses sin saber en qué iba a ayudarles.
Pero también sé que este problema no va a desaparecer. Para cuando termine de hablar aquí esta noche, más estadounidenses habrán perdido su seguro. Este año lo perderán millones. Nuestro déficit aumentará. Las primas subirán. A algunos pacientes les negarán los cuidados que necesitan. Los pequeños empresarios seguirán eliminando los seguros por completo. Yo no voy a abandonar a estos estadounidenses, y tampoco deben hacerlo quienes están en esta Cámara.
Cuando se hayan enfriado los ánimos, quiero que todo el mundo vuelva a echar un vistazo al plan que hemos propuesto. Si muchos médicos, enfermeros y expertos en sanidad, que conocen nuestro sistema mejor que nadie, piensan que esta estrategia es una inmensa mejora respecto al statu quo, es por algo. Pero si alguien, del partido que sea, tiene una estrategia mejor, que disminuya las primas, reduzca el déficit, proteja a los que no tienen seguro, refuerce Medicare para los ancianos e impida los abusos de las compañías de seguros, que me lo haga saber. Lo que yo le pido al Congreso es lo siguiente: no deis la espalda a la reforma. No en este momento. No cuando estamos tan cerca. Vamos a encontrar una forma de colaborar y rematar la tarea por el bien del pueblo estadounidense.
Más alla del debate sobre contenido, alcance y otros aspectos de la reforma sanitaria, lo que está en juego es mucho más. Es el futuro de la política, y no solo en Massachussets. No es derecha ni izquierda. Es si el populismo, siempre peligroso, avanza en detrimento de la recuperación de la política, adaptada al siglo XXI. Y reflexiones para Euskadi.