Iñigo Lizari
En el planteamiento del nuevo «Concierto Político» para 2020 no podemos desafinar ninguna nota. En el Concierto deben estar presentes todos los instrumentos de nuestra clásica orquesta foral previa restauración conforme al desarrollo de la técnica que corresponde a nuestro tiempo. Pero lo más importante es que la música de este Concierto esté en plena sintonía con lo que la generalidad de la sociedad vasca en su pluralidad y diversidad desea escuchar y que su melodía despierte por fin un espíritu de unión que se halla hoy tan alterado por la cacofonía de los últimos tiempos. Necesitamos una nueva sinfonía coral foral en cuya masa estén todas las voces que representan las distintas sensibilidades que viven y conviven entre nosotros y con nosotros, que sea la base para algo más ambicioso como un concierto social vasco.
La condición primera No podemos ponernos a discutir ni la más mínima coma de ningún futuro estatuto si antes no conseguimos que el actual se cumpla hasta la última transferencia pendiente. Hacerlo es deslegitimar el presente Estatuto y también el futuro. Y lo que es más grave aún: deslegitimar a la propia sociedad vasca y al estado de derecho que lo ha sancionado. Cabía preguntarse además ¿para qué vamos a pactar un nuevo estatuto si al día siguiente va a ser incumplido?
La condición segunda No podemos empezar construir esta casa desde el tejado, es decir desde un finalismo que en modo alguno va a ayudar al proceso necesario. No podemos plantear en la mesa ningún plato precocinado y pretender que comensales políticos que no han participado en su elección nos den su aprobación. Acaso hemos olvidado que somos vascos? ¿Acaso hemos olvidado como nos gusta compartir la buena comida en este país?
A todos nos gusta comer. Pero no a todos nos gusta lo mismo. Entre nosotros siempre a la hora de preparar una buena cena para una ocasión especial nos hemos preguntado unos a otros que nos gustaría comer. Juntos decidimos lo que comer descartando aquello que nos desagrada y juntos decidimos lo que comer buscando un entusiasmo compartido en algo que nos agrada a todos. Al final siempre nos hemos puesto de acuerdo. Puede que nadie a cuenta de este acuerdo alcanzado vaya a comerse su plato favorito. Pero para comer su plato favorito ya está la cocina de cada uno en su casa. Pero lo cierto es que este día a buen seguro comeremos algo que nos apetece mucho a todos.
La cosa entre vascos además no se queda en eso. Juntos compartimos sociedad y para esa comida todos nos hemos puesto el delantal y hemos participado en su elaboración y hasta hemos quedado para hacer la compro juntos repartiéndonos a veces los papeles. La comida por ello no sólo resulta rica por sus ingredientes y por su sabor. La misma tiene el valor de lo realizado entre todos y para todos. ¿Que hemos hecho los vascos después? Unir nuestras voces en armonía para cantar un zortziko, un Boga-Boga y lo que sigue después. La pregunta es ¿Por qué esto que aplicamos a nuestra idiosincrasia social no la aplicamos a la política de nuestro país?
La condición tercera. ¿Donde está la despensa que puede proveer de alimentos a las ansias de un mayor autogobierno vasco? Esta despensa no puede ser otra que la de los derechos históricos. Los derechos históricos son de todos y para todos, incluso de los descendientes de aquellos que se afanaron por su abolición y que pueden redescubrir en ellos las virtudes que no supieron observar sus ascendientes. Nadie los debe patrimonializar. Y en cualquier caso, somos sobre todos nosotros, los Jeltzales, quienes más nos hemos empeñado en su defensa, quienes debemos abrirlos a todos la sociedad y al resto de sensibilidades políticas para que lo asuman de una vez como propios.
Los Derechos históricos, es decir la legislación histórica básica y estructurante de cada territorio, están en vigor, y lo están porque la Constitución los ampara en su Disposición Adicional Primera, y sobre todo, por algo que a veces si minusvalora, porque la Constitución en su disposición Derogatoria punto 2º deroga las leyes de 1839 y 1876 que abolieron los fueros de los Territorios históricos de Bizkaia, Gipuzkoa y Alava. Es por tanto su actualización general (que no puntual) lo única que se somete al nuevo marco que perfila la constitución Española de 1978 y el Estatuto de Gernika de 1979.
Si queremos que no fracase la pretensión de alcanzar un concierto político para abordar esta actualización de nuestro derecho histórico vascongado, se debe plantear un proceso. Dicho proceso además de multi-participativo tendrá que ser también un proceso gradual que requerirá de distintas fases preparatorias, de suma sucesiva de acuerdos sobre unos mínimos, y en este sentido nada o muy poco se conseguirá al respecto si no se socializa está necesidad por las ventajas que supone para el conjunto de la sociedad vasca.
Las cosas no se socializan por el solo hecho querer socializarlas, por más que se ponga voluntad y se realicen acciones al respecto, si en dicha socialización se prescinde de la consideración de aquello que la sociedad está dispuesta a asimilar, y esto nos adentra e la tercera condición necesaria. ¿Qué pedagogía social hemos realizado en torno a los Derechos Históricos que son las auténticas Constituciones Materiales de cada uno de los territorio históricos?
(Continuará…)
Iñigo, guztiz ados zurekin. Ezin dugu utzi «Kontzertu Politikoa» Ibarretxe plana III batean bihurtu zakarrontzira botatzeko. Ez zait gustatzen «Eskubide historikoen» izena, badirudi besteek ez dituzten zerbaiten bila gabiltzala. Nii Foruak edo Euskal Konstituzioak izenak askoz gehiago gustatzen zaizkit, apreziatzen ez ditugun altxorrak izan direlako.
Batetik batzuk (espainolek) «zaharrak» eta «pribilejioak» bezala jotzen dituzte eta beste batzuk (MLNVkoak) «mugatuak» eta «subiranotasun apurrak» bezala. Eta guk pedagogiarik egin al dugu honen inguruan? Deus ez. Eusko Alderdi Jeltzaleak eta Eusko Alkartasunak lotsarik balute 30 urteotan gure hezkuntza sisteman foruen azterketa sakona ez egiteagatik barkamena eskatu beharko luteke. Ezjakintasunaren zabaltze honetan gure etsairik handienak gara.
Me parece esencial Iñigo que saques el tema del Concierto Político. Ayer mismo, Urkullu habló en Santurtzi de un «un concierto político al modelo del económico que garantice la bilateralidad».
Realmente no sabemos qué es el concierto político aunque sabemos que probablamente estará basado en los derechos históricos.
Me parece fundamental hacer pedagogía de las auténticas Constituciones Vascas, que yo estoy descubriendo poco a poco y dentro de mis limitaciones. ¿No deberíamos los abertzales tener conocimiento de nuestras instituciones y de las leyes cuya derogación dió origen al PNV?
En este sentido el nacionalismo debe hacer autocrítica, pues no ha sabido transmitir la esencia, el texto y la importancia de las «lagi zarrak». Una situación que espero cambie para que no volvamos a repetir una y otra vez los mismos errores de complejos frente a supuestos «constitucionalistas» que vinieron después y pretenden presentarlos como rémoras de un pasado atrasado.