Imanol Lizarralde
Es preciso recordar, ahora que ha muerto de forma reciente, el por qué Alexandr Solzhenitsyn, el escritor y disidente ruso, es una de las personalidades más importantes e influyentes del siglo XX. Se nos hace difícil imaginar que hace sólo unas pocas décadas más de la mitad de Europa se encontraba bajo un régimen político-policial cuyos aparatos de control y dominación tenían una efectividad tremenda en la socialización de la información. Resulta también difícil de creer que por esta última razón la existencia del GULAG, del sistema de castigo social soviético, era un hecho que, al contrario que la barbarie nazi, apenas tenía impacto en la vida política de las sociedades occidentales. Fue Solzhenitsyn el que cambió la cosa.
Primero hay que destacar el papel del escritor ruso dentro del régimen soviético. Mientras los escritores revolucionarios eran los que hablaban en las sociedades capitalistas acerca del escritor y el compromiso, y su importancia de cara a la emancipación de la sociedad, tal papel lo cumplieron, precisamente, escritores e intelectuales que actuaban en la disidencia y en la oposición en los países del socialismo real. Y ello era así, en el caso de Solzhenitsyn, por el carácter heroico que siempre tuvo en Rusia el trabajo de escritor.
Es por ello que Solzhenitsyn es también la floración de un determinado tipo de persona, el escritor disidente que se enfrenta al poder, pero a un poder a una escala que no nos podemos ni imaginar. Leídas hoy día resultan inauditas las cartas que Mijail Bulgakov, escritor perseguido, mandó a Stalin. O simplemente imaginar a Boris Pasternak, aprovechando la llamada del propio Stalin para pedirle que no enviase a su amigo, el gran poeta Osip Mandelstam, a un campo de muerte.
Era la época antártica del régimen soviético. Solzhenitsyn vivió la época de la estabilidad hiperburocrática de Breznev. Las mayores hambrunas y matanzas habían pasado ya, pero existía un sistema de campos de trabajo donde decenas de millones de personas, los zek, pasaban y probaban y muchos de ellos dejaron allí sus huesos. Por encima de sus ambiciones literarias, Solzhenitsyn sabía que su papel en la vida iba a ser avivar la memoria de los inocentes aniquilados, frente a un aparato de información y desinformación, como el soviético, que había conseguido hasta entonces echar tierra sobre sus brutalidades, cantando las glorias del “desarrollo soviético”.
Y escribió «El Archipiélago GULAG» con la información que pudo recabar de cientos de ex convictos, como el mismo, que habían tenido ocasión de probar las mieles del sistema de campos. Su libro autobiográfico “Coces al Aguijón”, es la crónica de cómo recién salido de la trinchera concentracionaria y curado de un cáncer aprovechó los resquicios del veranillo jruchoviano que sirvió para publicar su primera obra, «Un día en la vida de Ivan Denisovich».
Su autobiografía es la crónica inaudita de un hombre al que el mayor sistema dictatorial de la tierra, con todo su aparato policial y de propaganda, no pudo callar ni doblegar, sino al contrario, el lo hizo tambalear de la fuerza del peso del testimonio de su obra. Solzhenitsyn, de paso, mostró que además de sobrevivir los rigores del campo de trabajo podía también superar el concierto de voces progresistas y revolucionarias, que a lo largo de toda su vida no dejaron de calumniarle, con la intención de desviar la atención de los millones de víctimas.
Muere vencedor, mientras un presidente ruso ex miembro de la KGB no tiene más que remedio que reconocer su grandeza y premiarle por ser, como lo seguirá siendo, una gloria para Rusia y para la humanidad.
Lo de Putin es de juzgado de guardia. Rusia es un pais pseudo-dictatorial con un presidente q pasa a ser primer ministro y sigue mandando, con la mafia rusa campando a sus anchas y el gobierno encarcelando y nacionalizando petroleras (Yukos). El homenaje Solzhenitsyn, pues es una operacion de marketing de Putin. Hasta le visito en su casa:
http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/935876.stm
Lo de Putin da para un serial.
El GULAG es hoy un tema de actualidad.
Las Solovki son hoy el lugar más enigmático de la tierra, epicentro del universo. Han mostrado al mundo una experiencia espiritual única, nunca antes vista en la tierra.
Uno se pregunta: – Qué es el GULAG? Cuáles son las causas de su surgimiento,origen del sufrimiento de millones de personas? Cuál es el sentido espiritual de los acontecimientos que han ocurrido, del fenómeno del martirio? Qué podemos extraer de las lecciones del pasado? Qué es importante recordar y saber, para vivir en el presente y en el futuro, de acuerdo a los valores de bondad y amor, comprendiendo profundamente la altura y el valor de cada ser humano?
Los martires del GULAG, los santos atrevidos de los campos de concentracion estalinistas vencian a sus verdugos con la fuerza de su amor sobrehumano mas alla de los limites, prohibiendo el mal en la tierra.
El Calvario de las Solovki es la suma de los sufrimientos no sólo del pueblo ruso, sino también de toda la humanidad.
Los fantasmas tibetanos del comunismo, del fascismo y del capitalismo pasarán a la historia. Y nacerá una nueva comunidad humana en cuyos orígenes se alzará Serafim el Enternecido patriarca de Solovetskiy y millones acudirán a Dios.
Las Solovki son un tema excepcional del autor Yohann Bereslavskiy. En su libro “El vencedor del GULAG: Serafim, el Patriarca de Solovkí” corre la cortina tras la que se encuentra el gran misterio.
El padre Yohann, ha sido el primero en anunciar al mundo este misterio. De modo que ha sido levantado el telón sobre las Solovki. Y él cree que llegará el día (y esto ocurrirá pronto) en que la humanidad agradecida agachará la cabeza ante estos nuestros padres de las Solovki, ungidos, coronados y deificados.
¿Qué y cuál herencia El GULAG quiere entregar a todos nosotros? La respuesta a esta pregunta la encontraréis en este libro.
http://juangrial.com/loslibros/Solovki.htm
Estimado Jorge María:
Saco este fragmento de tu link, donde se describen las condiciones de los zek condenados a las islas Solovsky:
“Muchos se volvían locos. A los que perdían la cabeza los reunían en una sala y los fusilaban. Por repugnancia no los ataban cuando les golpeaban con los pies o les daban patadas con las botas en la cabeza o en los genitales. Cuando ya no quedaba más que un amasijo sangriento, los envolvían en un saco de lienzo y los tiraban en los confines olvidados de las Solovki. Les prohibían taparse la cara y otras zonas durante las palizas. Los quemaban con cigarrillos, desmembraban a los vivos, les arrancaban los órganos. Les golpeaban en la cabeza hasta que se les salían los sesos, los torturaban con fuego y con carbón. Probaban torturas psicológicas y preparados médicos. Atroz era su último suspiro. De júbilo el suspiro aliviado antes del paso hacia la eternidad.”
Tenía noticia, por medio de la escritora Tatiana Goricheva, del inmenso martirio sufrido por la Iglesia Ortodoxa y millones de cristianos rusos durante el régimen soviético. Pero fue milagroso, tal como ella lo contaba (ella, ex secretaria de las juventudes comunistas de Leningrado) como toda una generación de jóvenes inconformistas, de miembros del partido en los años 30, que sólo habían conocido la «nueva sociedad» y que habían sido educados en el ateísmo de estado, afluyeron en masa a las pocas Iglesias abiertas y a donde los pocos starets a los que permitían dar misa.
El florecimiento espiritual de Rusia en plena helada stalinista o brezneviana fue la demostración de que, como decía la propia Goricheva, «si no hay sacerdotes, predicarán las piedras».
Sólo añadir que el propio Solzenhitsyn fue uno de esos conversos y uno de los que con más claridad vio que la opresión política y social eran el reflejo aparente de la opresión del espíritu, de la más grande de las negaciones. Por ello pudo decir Goricheva: «el primer estado ateo del mundo es un estado de esclavos».
Un cordial saludo.