Imanol Lizarralde (*)

Manu de la Sota apuntó en su diario con ánimo exhaustivo los nombres de los vascos que encontró o que simplemente vivían en cada una de las localidades por las que pasaron (visitaron también Nevada, Oregón y Utah) mientras Irala remitía al Lehendakari Agirre un balance de su sociología: la mayoría eran pastores que emigraban para allá y se casaban con mujeres del pueblo de origen. Disfrutaban de un sueldo bastante mayor que los pastores o baserritarras que quedaban en casa. Luego figuraban los “dueños de ovejas, hoteles, y otros establecimientos”, que vivían en los centros urbanos. Finalmente, los hijos e hijas de los anteriores, que todavía conservaban el euskara, y que vivían también en las ciudades, “ocupan puestos en toda la vida de la población, desde los bancos al peluquero y taxis”.

Los Delegados contactaron primero con los dueños de las hoteles y las ovejas, pues los pastores vivían dispersos en el campo. Entre ellos destacó John Archabal, el más grande propietario de ganado de Boise, el cual había comenzado como simple pastor, en las mismas penosas circunstancias que los demás, habiendo atravesado el país casi sin dinero y sin conocer el idioma. “La fraternidad entre los vascos es absoluta”, decía el informe oficial de la Delegación. Pese a las diferencias de riqueza, la hermandad de los vascos de Boise se basaba en la confianza, la disciplina de trabajo y la estrecha cohesión debidas al idioma y a un oficio duro y solitario.

Irala y de la Sota escogieron esas fechas de diciembre sabiendo que el 22 del mes se celebraría el baile anual de los pastores, acontecimiento social por excelencia, que reunía a la mayor parte de la colonia vasca. Consiguieron que las actividades de tal día se dedicaran a ayudar económicamente al Gobierno Vasco en el problema que tenía con los refugiados. Incluyó la emisión del documental Guernika. Ambos delegados causaron muy buena impresión. Gracias a ello, hubo otro baile de beneficencia y, mediante un núcleo de simpatizantes nacionalistas fervorosos, constituyeron una sociedad de ayuda a los refugiados. Además de ello, tuvieron a su disposición durante un tiempo la sección vasca del periódico local.

Todo esto lo cuenta con el mayor detalle en su diario Manu de la Sota, que era uno de los miembros de la famosa dinastía nacionalista. Tenía vocación y talento literario. A propósito de los miembros de la Delegación de New York, escribió al Lehendakari Aguirre un diálogo imaginario con Mr Hull -se trataba de Cordell Hull, Secretario de Estado de los EEUU, amigo de los vascos: “Este es Manuel de la Sota, hijo de Sir Ramón de la Sota; este es Ramón Sota, nieto de Sir Ramón de la Sota, y este es José Urresti, yerno de Sir Ramón de la Sota. Mister Hull no dice nada, pero piensa. ¡Oh en Euzkadi todo es de este Sir R. Sota!, O en otro caso, estos Sotas son más enchufistas que la familia Trujillo (el dictador dominicano)” (Diario, p. 243). Los bienes de la familia Sota, entre ellos su famosa naviera, fueron confiscados por Franco. Pero los Sota siguieron en activo. Su educación británica y conocimiento de los componentes del establishment anglosajón eran un aval para Gobierno Vasco en las gestiones que debían de hacer. Mientras que Irala constituía el hilo directo con el Lehendakari y era su brazo ejecutor.

Manu de la Sota, además, había sido presidente del Athletic Club de Bilbao, era escritor vocacional que estrenó obras teatrales en euskara y uno de los miembros del Jagi-Jagi (organización nacionalista radical) que en la guerra civil, al igual que otros como Lezo de Urreiztieta, se pusieron a las órdenes del Lehendakari Agirre. Con estilo ágil, abigarrado, trufado de ironía y humor, Manu de la Sota describe las incidencias del viaje a Idaho, tales como Irala recitando unos “bertso zarrak” para tratar de amainar infructuosamente una disputa entre los pastores, los discursos de Damián Tellería en un español trabucado y la lista de los interminables menús y comensales. Da noticia de la obra y del bertsolari abertzale Simón Gandarias, mostrando el vigor de la cultura popular vasca en esas latitudes. Para ellos, esa comunidad de los EEUU reproducía la vibrante realidad de lo que podía ser su propio pueblo, autosuficiente y de cultura euskaldún, sin interferencias francoespañolas.

Decía Manu de la Sota en otro libro que en los EEUU, “triunfan la democracia, la estabilidad política, la libertad, el respeto al ser humano, el optimismo, el carácter emprendedor y sencillo de sus ciudadanos, la igualdad de oportunidades y la posibilidad de enriquecimiento del hombre común”. Sin embargo, no era ciego a los defectos de la democracia americana y en el diario consigna, con indignación, la segregación racial a la que se sometía a los negros americanos, con un par de anécdotas de primera mano.

Irala previó que el fin de la guerra (y la derrota republicana) traería un enfriamiento del entusiasmo que él y Manu de la Sota habían conseguido generar en la comunidad del Medio Oeste. De esa manera, la sociedad de socorro vasco se disolvió, la crónica vasca del diario de Boise dejó de publicarse y los agentes franquistas iniciaron una labor que reclutó a John Archabal. Pero quedó un núcleo de nacionalistas entusiastas que lograron que las ganancias de la fiesta de diciembre de 1939 se destinara a las mujeres vascas refugiadas. E Irala organizó en 1940 una sub delegación vasca en Boise, por medio de su amigo, el vasco-puertorriqueño, licenciado por la Universidad de Columbia y capitán de gudaris Jon Bilbao.

Jon Bilbao abrió la oficina de la sub delegación en el centro de Boise, llegó a impartir clases en un instituto local y organizó el primer grupo de baile vasco. Embarcado en su gran obra, la elaboración de una Bibliografía de todos los textos que aludieran a lo vasco, su biblioteca y archivo constituyeron el núcleo de la biblioteca de los estudios vascos de la Universidad Estatal de Boise. El viaje de Irala y de la Sota no fue en balde pues tuvo repercusiones profundas a largo plazo. La crónica de Manu de la Sota, nos trae la memoria de ese viaje y esa comunidad en un momento histórico.

(*) Historiador

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