Alfonso Goikoetxea
Hay un dicho en el juego del mus: ganador de chica perdedor de mus. Creo que algo de esto nos está sucediendo cuando confrontamos nuestra particular tradición social contra los universalismos actualmente dominantes, es decir, individualismo y colectivismo. Como consecuencia, estamos perdiendo progresivamente nuestras referencias culturales tradicionales, nuestra propia identidad y perspectiva social, integrándonos cada vez más en las corrientes y culturas uniformizadoras dominantes.
Todas las sociedades tienen que dar respuesta a unas cuestiones comunes y que son origen de conflicto: como se estructura la sociedad y como relacionar las personas y los bienes materiales. La convivencia puede enfocarse desde lógicas y ámbitos diferentes: UNIVERSALES y PARTICULARES.
Las características más destacadas de los modelos universales son dos:
- Se desarrollan de arriba abajo.
- Parten de un modelo racional, considerado de validez universal.
Por otro lado, las características propias de los modelos particulares son:
- Se desarrollan de abajo arriba.
- Parten de las necesidades y prácticas concretas de la realidad.
La pregunta a responder sería la siguiente: ¿Partiendo de un modelo particular puede desarrollarse alguna generalización que pueda contrastarse más fácilmente con los modelos dominantes? Desde un sano relativismo, sin verdades universales, me atrevería a decir que sí.
Ya hemos indicado que las alternativas particulares parten de las necesidades concretas y de la experiencia, pero ello no es un impedimento para que también pueden racionalizarse, al igual que las ideologías universales. A su vez, en toda particularidad podemos apreciar la existencia de unas características universales, tanto físicas (salud, energía, bienestar) como psicológicas (libertad, entendimiento, voluntad, afectividad).
En definitiva, el “saber experimental” (experiencia práctica concreta) se puede racionalizar y contrastar más claramente con los modelos universales. Tengamos en cuenta que en la confrontación entre modelos no solo importa la calidad, sino también la cantidad, porque ésta visualiza y condiciona el marco de discusión. Y si no somos capaces de jugar a la grande, en el terreno universal, perderemos la partida. Tendríamos que aspirar a desarrollar un modelo vasco más racional y generalizado, que llegue al máximo de personas, planteando y contrastando valores morales similares.
Necesitamos partir de ejemplos concretos y tratar de generalizarlos. Por ejemplo, Pedro Uriarte, en su obra “Psicosociología de los vizcaínos a través de la historia” mediante una metodología antropológica, estudia una “cultura explicita” (usos y costumbres) desde donde trata de adivinar e inducir su “cultura implícita” (creencias y valores).
Lo que busca es saber si en el humanismo tradicional vasco predomina: lo individual, lo grupal, o una consonancia de lo individual y lo grupal. Y llega a la siguiente conclusión: cuando en la práctica se regulan los usos y costumbres de los “diversos sujetos” (individuo, familia, anteiglesia, Junta, Señorío), en los “diversos campos” (cívico, penal, económico, político), lo hacen con una misma intuición humanista “individual-grupal”
Está claro que se refiere a una sociedad particular, pero también podemos decir que los modelos universales buscan ser válidos para todos los modelos particulares, algo que no han conseguido en la práctica.
¿Como generalizar esa intuición humanista individual-grupal? En mi opinión plantearía tres factores:
- Si es humanista debemos considera que la base de la sociedad es la persona.
- A su vez, la persona ha de ser considerada tanto en su universalidad (somos iguales) como en su particularidad (somos individuos diferentes).
- Como ambos aspectos se dan en todas las personas no se deben plantear como antagónicos, sino como complementarios.