Joxan Rekondo
1. Los resultados del ciclo electoral 2023-2024 plantean una ocasión de revisión crítica del estado de salud del movimiento nacionalista vasco. Sin embargo, los resultados electorales no pueden convertirse en el único indicador al que se recurra en la evaluación. Tal revisión tampoco debería ceñirse al tiempo breve ni limitarse al espacio cerrado del partido.
El análisis se puede abordar desde múltiples ángulos de visión. Hay que tomar en cuenta sobre qué realidad sociológica se actúa, pero sin cerrar el examen en las circunstancias y demandas del momento. Uno de los signos más negativos de la época es el corto plazo y la impaciencia. No todo es gestionar la oportunidad. Es necesario pensar con la vista puesta más allá de la próxima campaña electoral.
2. Hay que crear pensamiento cada día. No obstante, el pensamiento no proviene del vacío, se encarna a partir de la experiencia y de su revisión. El nacionalismo ha de revisar la biografía del país y la suya propia. Un partido con historia, no puede dejar de pensar con sentido histórico. El PNV tiene que tener una perspectiva de larga duración hacia el futuro, de construcción paciente de la historia. Una de las cosas que da sentido a la perspectiva a largo plazo es el reconocimiento de las posibilidades que otorga disponer de una identidad narrativa duradera. Cuanta más y mejor tradición histórica tiene un grupo o comunidad más flujo experiencial puede aportar a la innovación que necesita para reconstruirse cada día.
Se suele decir que la mentalidad vasca es de sentido práctico y que carece de preocupación por la filosofía. La generación que renovó el nacionalismo a partir de la guerra era conocida por su gran sentido práctico, pero ello no obstó para que aportaran un pensamiento político de alto nivel, sólidamente arraigado en el país y encaminado hacia lo social. El primer lehendakari estuvo convencido que tal experiencia e ideas tendrían repercusión en la política vasca del futuro, e incluso podría tenerla en la filosofía política contemporánea.
El proceso de debilitamiento progresivo de esa narrativa ideológica es evidente. El problema es que la resonancia de esa narración tan inspiradora puede agotarse si sus esquemas conceptuales no se renuevan. Hay que rehacer el relato de manera continua, si no se quiere que se difumine en la desmemoria. Ante un rearme que incida en el discurso, cabe hacerse algunas preguntas. El nacionalismo de raíz jeltzale, ¿en qué medida es generador de los cuadros conceptuales que hoy utiliza en su discurso? ¿Cuánto interés hay por cultivar el pensamiento político en el espacio (político, social, intelectual) del nacionalismo originario?
3. No se puede analizar la suerte de un partido examinando solo lo que pasa en su seno y sin observar lo que sucede en el entorno social con el que pretende interrelacionarse y al que quiere representar. Concebir el rearme como una mera operación de reforma del aparataje interno o como simple reactivación de la dinámica militante puede que no contribuya por sí sola a resolver el problema de desafección que ha alejado al partido de amplios sectores del cauce central de la comunidad a la que se debe.
El cauce central pertenece al ámbito de los valores dominantes en la sociedad. La imagen del cauce no representa agua embalsada, sino un flujo constante e ininterrumpido. La condición constitutiva del cauce central vasco es la fortaleza asociativa. El centro presenta una dinámica variable en la que buscan reflejarse los partidos. No hay partidos que sean del cauce central por su propia naturaleza y otros que no lo sean. Un partido, por situarse en un lugar entre la izquierda y la derecha, no tiene por qué ostentar la mejor representación del cauce central en la política.
Si no quieren perder capacidad de integración social, los partidos necesitan interrelacionarse con la sociedad organizada, en las diferentes escalas en las que se desenvuelve esta. Han de ponerse en salida, hacia fuera del perímetro de sus sedes. Para esto, se precisa una militancia empoderada que tenga capacidad, en cada nivel territorial (especialmente, desde las responsabilidades que pueden adquirir en las instituciones públicas), de interconectar y colaborar con las diversas dinámicas de la sociedad civil.
Un partido que busca vertebrar una comunidad no puede perder de vista que la médula espinal de esta es su cohesión social interna. Una sociedad que crece en desigualdad social decrece en sentido comunitario. En esa misma línea, habrá que significar también que no puede darse un reforzamiento comunitario -y del bien común en torno al que la comunidad se agrupa- desde la aceptación de frentismos que alimenten políticas de escisión social, sea sobre un antagonismo izquierda-derecha o por un deslizamiento hacia las guerras culturales de moda.
La sociedad vasca sigue estando necesitada de un partido político que provea una visión humanista de genética jeltzale, tradicionalmente considerada hacia la pluralidad de las dinámicas sociales. Más necesario que nunca, por cierto, ante el populismo vasco que quiere penetrar las fuerzas vivas y operadores sociales para convertirlos en aparatos de confrontación. Frente a esta posición que quiere replicar en Euskadi el reñidero madrileño, el nacionalismo debería buscar que estos operadores cultiven su propia autonomía de acción al servicio de bien común, y que permanezcan a salvo de ser atrapados por intereses de carácter frentista.
4. Por añadidura, ese crecimiento de la polaridad entre la izquierda y la derecha españolas ha centrifugado la política vasca hacia Madrid. Este hecho plantea dos problemas para la causa nacional vasca. El primero es la pérdida de peso y centralidad de la agenda propiamente vasca en nuestra opinión pública. El segundo, que aparece asociado al anterior, es el eco que consigue en nuestro ambiente político una política de bloques que puede perjudicar la integración de la comunidad vasca.
El PNV no va a resolver ese choque que se nutre desde Madrid. Pero, no puede evitar jugar en el escenario español buscando siempre las interlocuciones que sean más favorables para la causa vasca. Para resguardar al país de ser contagiado por el clima tóxico del reñidero madrileño, al menos podría hacer dos cosas. Una, contribuir a que en la conversación pública vasca prepondere el debate constructivo sobre los temas de la agenda sociopolítica vasca. Y dos, identificarse y guiarse en sus compromisos por la razón democrática evitando hipotecarse con los intereses de parte de los bloques ahora enfrentados.
5. Frente a la política que centrifuga con fuerza hacia Madrid y el globo, el nacionalismo hoy debe empeñarse en el rescate de una centralidad vasca. Ha de retomar la creación de pensamiento y acción comunitaria que ayude a los vascos en la promoción de su devenir. Cuestión que se habrá de conjugar de forma inseparable con el acierto en la gestión de las soluciones a las necesidades (individuales y comunes) que los vascos tenemos aquí y ahora. En todo caso, sería necesario que las vibraciones que puedan crear la discusión interna y el rearme del partido no afectaran a la vitalidad que se espera de las instituciones vascas.
Buen artículo. El movimiento nacionalista vasco debe a iniciar un nuevo proyecto, capaz de ilusionar a nuestras futuras generaciones. Se deben de crear las bases para una nueva “empresa popular” que nos permita continuar con la honrosa historia de este Pueblo.
JELen agur
También a mi me ha gustado.
Están ganando terreno en el debate político y en el pensamiento del ciudadano, reflexiones, controversias, etc que son producto de otras latitudes, cediendo terreno el impulso a la regeneración de nuestra identidad, la defensa de la libertad y de la dignidad del ciudadano, al esfuerzo por la colectividad en lugar de la ganancia egoísta, la solidaridad y el refortalecimiento de nuestras instituciones. En fin, todos esos valores que han caracterizado nuestro transitar en la historia y con los que nos hemos sentido dignos y protegidos.
La verdad es que la agenda humanista que dice Pradales que va a poner en práctica no se puede imponer a la sociedad desde la Administración. El que quiera ser humanista, que sea humanista. Y el que quiere ser otra cosa, que lo sea tambien
JELen agur
Pues lo tiene que intentar.
Ya estará la realidad y los adversarios para poner los palos en las ruedas.
Pero ha sido el momento de exponer aquello en lo que crees.