Jon Urtubi
La ONU pasa por ser una organización que se vincula con las virtudes que deberían tener nuestras instituciones más cercanas. Debe ser muy humano pensar que aquello que está lejos y es desconocido supera lo que tenemos a mano. Es lo que ocurre con la ONU. Pensamos en que la lejana organización cuenta con un staff con personas democráticas, equilibradas, prudentes y defensoras de los derechos fundamentales antes de cualquier prejuicio político o ideológico. Veamos lo que piensa de la guerra iniciada por Hamás, la relatora de la ONU para “los territorios ocupados de Palestina”, Francesca Albanese.
Albanese expresaba que “existe la obligación de impedir un genocidio en Gaza”. La relatora, que interviene en los congresos de Hamás como Pedro por su casa, decía que “las declaraciones que han usado líderes políticos y militares israelíes” muestran el genocidio.” Continúa: “para que haya genocidio no basta con mirar la intención. También hay que mirar la realidad: en unas tres semanas o cuatro semanas Israel ha matado a más de 9.000 personas.” Albanese da por buenas los números suministrados por Hamás. En este caso, suponemos que es porque hay confianza con la organización.
La relatora italiana está particularmente preocupada por la insensibilidad occidental hacia los gazatíes: “las cifras son enormes, y tenemos una audiencia occidental que está totalmente insensibilizada cuando se trata de muertes palestinas.” Y, es que “Israel ataca hospitales, escuelas, y no distingue entre objetivos civiles y militares en una zona densamente poblada.” La cosa no queda ahí, porque para Albanese “ya había un castigo colectivo en marcha, porque el bloqueo de Gaza desde 2007, 16 años de bloqueo aéreo, naval y terrestre, ya era un castigo colectivo, ya era un crimen de guerra.”
Albanese sugiere que Israel no debería controlar por mar y aire la franja, aunque reconoce el “derecho a defenderse” de Israel. Lo que Albanese no explica es cómo se puede defender un territorio sin controlarlo. ¿Dice una cosa y su contraria? ¿O, simplemente se limita a decir algo que nadie pueda rebatir para luego negar su materialización por la vía de los hechos? Albanese se viene arriba cuando afirma: “la limpieza étnica de los palestinos es algo que ha estado en curso desde 1947” (para Albanese el ataque de cinco potencias árabes a Israel no es una limpieza étnica de los israelíes, que fueron los únicos que reconocieron el estado palestino, no como los países árabes). Y finalmente, pierde su peculiar agudeza escudriñando los hechos al detalle cuando es interpelada sobre si Hamás emplea la población civil de la franja como escudo humano. Albanese no hila fino con la insinuación y sencillamente, no la contesta, ella que está tan preocupada por los palestinos. Al revés, evita la pregunta y acusa a Israel de vaguedad y opacidad cuando dice querer erradicar a Hamás: “¿Cómo se erradica un movimiento político?” nos dice la amante de los Derechos Humanos para todos.
La ONU reserva el microscopio ético para Israel, pero pierde sus habilidades investigadoras cuando se trata de sus enemigos. Pero esta doble moral no pasa inadvertida para quien quiera molestarse en bucear en datos y comunicados de la tan neutral y pacifista organización internacional. Antonio Guterres, su presidente, nos deja perlas como que “es importante reconocer también que los ataques de Hamás no ocurrieron de la nada. El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante”. Pero, cuidado porque Guterres se enfada. Para él, decir que el pogromo del Sabbath negro “no ocurre de la nada” no es justificarlo (vamos, que no aplaude). Pero, a Guterres no se le ocurre decir que los ataques israelíes a la franja “no ocurren de la nada”. Simplemente, el ejército hebreo ha de detenerlos. Al revés del ataque de Hamás que es una consecuencia de la “ocupación”. Sobre la matanza del 7 de octubre, todo lo que tiene que decir Guterres es que “no ocurre de la nada”. No se le ocurren nada más que decir, ni sobre los 1500 asesinados (estos sí, de manera indiscriminada) ni sobre los 250 secuestrados, ni sobre los 35 niños que forman parte de ellos. Los ataques israelíes son perniciosos en sí mismos. Curiosa maniobra para convertir al agredido en agresor y al agresor en agredido. Todo sea por causa de la paz.
Quizás no es un episodio muy conocido el hecho que entre el año 1975 y 1991 (aquel año al calor de la guerra del Golfo y el ataque de Sadam Husein sobre Israel, la declaración quedó derogada), la ONU consideró el sionismo como un “movimiento racista». ¿Quiénes fueron los impulsores de la declaración antisemita? Uno de ellos, un personaje tan implicado con el bienestar ajeno como Idi Amin ex dictador de Uganda que consideraba que Hitler fue un blando con los judíos y que ensayó con los indios asiáticos en África su holocausto personal para pasar a la historia como uno de sus mayores criminales en masa. Amín quería competir en la champions de liquidar individuos en el menor tiempo posible con Mao, Stalin, Pol Pot y Hitler. Su apodo, “el carnicero de Uganda”, deja a las claras el compromiso del personaje con la causa de la paz y los derechos humanos.
El día que celebraron con un cóctel la votación en la ONU, que consideraba que todo aquel que aspirara a una organización político-jurídico para los judíos era un racista, quien hizo los honores de anfitrión en el pacifista agape de celebración fue quien fuera secretario general de la ONU durante nueve años (1972-1981), Kurt Waldheim, que fue canciller austriaco en el periodo entre 1986 y 1992. Este militante por la paz, tan implicado en la causa antirracista fue brigada de las SS y participó en 1943 en la conocida limpieza de más de 25.000 militantes partisanos yugoslavos. ¿Con semejantes personajes que podía salir mal para la causa de la paz en el mundo? No nos lo explicamos.
Quizás los acontecimientos han ocultado el hecho de que la tan neutral ONU votó por una declaración que pedía a Israel, un alto el fuego unilateral. Recuérdese que Albanese reconocía “el derecho a defenderse” de Israel. El veredicto fue claro. La mayoría de las naciones estuvieron a favor de Palestina y se opusieron a Israel. Hubo un sonoro aplauso al confirmarse la victoria. La resolución, presentada por Jordania (cómo olvidar que nadie ha matado a tantos palestinos de manera indiscriminada como Jordania) con el apoyo de los países árabes en la Asamblea General, exigía un cese de hostilidades inmediata para “la protección de los civiles y respetar las obligaciones legales y humanitarias”. El texto incluyó en su redacción “un rechazo al traslado forzoso de la población civil palestina”. La Asamblea General votó el texto veinte días después del pogromo del 7-O. Canadá y Estados Unidos trataron de introducir en horas previas una enmienda adicional al texto que incluyera una condena expresa a los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre. Pues la enmienda fracasó al no ser apoyada. De esa forma ha quedado claro el veredicto de la ONU. Lo del 7-O, ni se vota. Allá donde estén, Idi Amín y Kurt Waldheim chocan hoy sus copas por semejante compromiso internacional con la paz y el bienestar general.