Antxon Erostarbe
Pensaba cerrar mis artículos con el anterior, a la espera de que el partido de Arnaldo Otegi, Sortu próximamente desgrane estos planteamientos en un “programa”. Pero me envían el comentario de José A. del Moral, de la Crónica Vasca de El Español. Suelo, de vez en cuando, frecuentar la lectura de ese foro, y escucho sus comentaristas en otros medios. Compruebo que entre ellos la tendencia antivasca y antiPNV se radicaliza a la vez que Bildu, y la posibilidad de que alcance el poder en Euskadi, es cada vez vista con mejores ojos. Este artículo, que trata de Otegi en el Forum, es un ejemplo parcial de eso.
Digo parcial porque no es abiertamente sectario y aporta datos valiosos. Quisiera destacar mi coincidencia con uno de los puntos ilustrados por del Moral. Los planteamientos de Otegi se mimetizan con la política seguida por el Gobierno Vasco y el PNV. Dos son los criterios que cita en ese sentido: la propuesta de Otegi de una “soberanía energética” (la posibilidad de construir molinos de energía eólica en los montes, merced a una compañía pública); la reiterada alusión de Otegi de la economista italiana Mariana Mazzucato, que fue contratada por la Diputación de Bizkaia para cuestiones fiscales y además guarda amistad con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar.
En el primer criterio, del Moral alude a las iniciativas público-privadas de la Diputación de Gipuzkoa para establecer parques eólicos y otras del PNV en un sentido análogo, como la colaboración con Petronor y con Ekiola (Eve y Grupo Mondragón). Según la perspectiva “purista” de Otegi, al contrario que el PNV, este preferiría una acción solamente pública, en relación a una posible empresa creada ex profeso desde las instituciones que lo hiciera.
En estas lides la mejor manera de prever el futuro es mirar al pasado. ¿Qué experiencia tenemos de las “empresas públicas” de la Izquierda Abertzale? El caso mejor conocido es el de Garbitania, la empresa encargada de la gestión de residuos que reina todavía en algunos municipios gobernados por Bildu y que en su legislatura de 2011-2015 pretendió extenderse por toda Gipuzkoa. ¿Qué conocemos de su funcionamiento? Que produce un notable aumento del gasto público, que somete a los pueblos a tremendos niveles de suciedad y al ciudadano a una disciplina basuril penosa y anti-higiénica, que no resuelve el problema (pues muchos ciudadanos hacen transmigrar la basura a otros municipios con otros sistemas). Además genera un empleo público gracias al cual Bildu puede colocar cómodamente a sus acólitos. Por último, los datos demuestran que el sistema de contenedores es más eficaz para el reciclaje. Si Bildu montase una empresa eólica a partir de las instituciones nos esperan el despilfarro, la ineficiencia y el colocar a dedo a los adeptos, que es lo que actualmente rige en Garbitania.
Es verdad que Otegi citó varias veces a Mazzucato. A grandes rasgos podemos decir que esta economista propone darle más valor al sector público y no dejarlo como sector subsidiario. Y también propone la colaboración público-privada. ¿Es qué Bildu propugna un modelo de economía concertada? En lo que certeramente analiza, del Moral nos aclara que tal cosa no es así. Para el ejemplo de la energía Otegi opta de forma inequívoca por el modelo Garbitania, de empresa pública regida por políticos con criterios políticos.
Otegi también propone una semana laboral de cuatro días para mejorar el reparto del trabajo. Esto augura niveles de control por encima de cualquier colaboración entre lo público y lo privado. Significa entrar de hoz y coz en el mercado laboral con la intención de amoldarlo a directrices gubernamentales cuya única consecuencia puede ser la emigración de capitales privados y la opresión sobre las empresas, grandes y pequeñas. Habida cuenta del dogmatismo con el que Bildu se toma este tipo de medidas voluntaristas -cuya aplicación supone una fiscalización ajena a los criterios de rentabilidad empresarial, y representa el gobierno de sectarios funcionarios políticos-, nos tememos lo peor: la destrucción del tejido empresarial en nombre del reparto de trabajo, y la consiguiente destrucción del trabajo. Pero a Otegi le interesa controlar a la sociedad desde las instancias gubernamentales, aunque para eso airee propuestas milagreras. Una vez tocado poder, siempre es posible utilizar los recursos del poder para echar la culpa a la oposición, como está pasando con el modelo venezolano.
Para finalizar, hay otro aspecto ominoso en el modelo de Otegi. Lo anuncia Helena Franco cuando apuesta por un “modelo de transición ecosocial” bajo el liderazgo de los “científicos”. Parte de la extrema izquierda europea, junto con algunos grupos ecologistas, utiliza estos planteamientos catastrofistas para reforzar su agenda de control sobre la sociedad. Por mucho que el Calentamiento Global sea un peligro al que aluden científicos eminentes, la instrumentalización local de un problema global tiene repercusiones peligrosas. Europa Occidental emite el 8% de emisiones mundiales de CO2. Y Euskadi apenas una mínima parte de ese conjunto. Mientras tanto, países como Rusia, India y China (solo ella supone el 33% de las emisiones del mundo), no ponen cortapisas a sus emisiones, ni tienen intención alguna de hacerlo, más allá de firmar tratados que no van a cumplir.
La única forma de que exista una terapia eficiente para el Calentamiento Global es un acuerdo global que se cumpla por todas las partes. Europa, y Euskadi dentro de ella, son regiones mundiales donde se cumple una mejora en la disminución de de las emisiones de CO2. Seamos realistas, Bildu hace un planteamiento (el Calentamiento Global) para realizar una crítica política local. Al prescindir de una visión de quien contamina globalmente (China y sus aliados) está potenciando el liderazgo economico mundial (junto con el politico y militar) de ese que es su bloque geopolítico. En la práctica local, lo “ecosocial” para Bildu significa disponer de una fuente de conflicto, de fiscalización de la sociedad y el reinado de seudo especialistas.
Para Bildu, la cuestión nacional, la cuestión de la ideología de género y la cuestión ecológica son la fachada que esconde una ambición de dominio totalitario de la sociedad. Son formas de crear obligatoriedades, con la intención de destruir la posibilidad del debate democrático por la vía de la imposición de un imperativo al que nadie debe negarse. Comprendamos, como señalé en el segundo artículo, que los planteamientos de Otegi frente a la sociedad son tácticos, igual que esa tendencia camaleónica a querer parecerse al PNV criticando al PNV. Le vemos invistiendo a su probable sucesor, Pello Otxandiano, que hereda sus mismas ideas y al que supuestamente le acusan de cierta “querencia al discurso técnico”. Hasta en este líder Bildu hace pinitos de imitar al PNV. Pero debajo de la apariencia, Otxandiano, como Otegi, propone soluciones imaginarias para problemas reales con la finalidad, siguiendo las reglas del catecismo de Lenin y de Chavez, de tomar el poder, ahora en el Gobierno Vasco.
Frente al planteamiento táctico de Otegi, frente a su modelo virtual de lo vasco y de lo económico, tenemos que poner en valor lo bueno que tenemos. Ya que hay un modelo vasco real, de pequeñas y grandes empresas, de empresas de finalidad social, como las cooperativas, de colaboración entre lo público y lo privado. Y existe un liderazgo que tiene en cuenta sus amenazas, como aquí se comprueba. El Lehendakari Urkullu afronta los auténticos retos de la renovación industrial de un país real y presente, y no de uno futurible e imaginado. Alegrémonos y proclamémoslo con orgullo, el modelo vasco existe. Es posible mejorarlo. Pero haciendo el ejercicio de realismo de admitir su bondad esencial. Nada más lejano de ello que el mesianismo apocalíptico exhibido por Arnaldo Otegi.
De aquí a un tiempo veo que hay una cierta coincidencia entre Bildu y la derecha española diciendo que se acabó el mito de la buena gestión del PNV.
Los unos para llegar al poder, los otros para conservar la cuota de gente que les votaba y no lo hacen. En la derecha española hay malquerencia al PNV, al que no le perdonan su «buenismo» y el no haber aguantado los niveles de corrupción de la era Rajoy. Les gustaría que Euskadi fuera mal. Un títere de Otegi en el poder sería lo mejor para realizar ese bello sueño.
Leyendo las encuestas de Eitb creo que Garaikoetxea puede volver a ser decisivo, tanto en Gipuzkoa como en Nafarroa.
Si no da una respuesta en clave electoral, el atropello que han sufrido sus seguidores pasará desapercibido, la mayoría de EA será definitivamente ninguneada, se quedará sin margen para maniobrar en el escenario político vasco.