Antxon Erostarbe
Dice Otegi, “Nosotros también tenemos una alternativa y un modelo de empresa. Sabemos que para distribuir hay que producir”. ¿y eso como se consigue? Otegi propuso cuatro ejes: a) Liderazgo del sector público. Que este sea también tecnológico y emprendedor para que intervenga de forma proactiva dando sentido y orientación a la transformación, tanto en la economía como en cualquier ámbito de la organización social) b) Empresa con arraigo c) Sostenible y rentable; d) Reparto del trabajo.
Resulta que el Gobierno Vasco ha sido pionero en implementar políticas de intervención proactivas, desde la tremenda crisis de los años 80, con las políticas industriales de Azua, que promovieron la iniciativa empresarial, las industrialdeas y los parques tecnológicos. El I+D vasco promovido por el Gobierno a lo largo de décadas resulta un ejemplo de política pública eficiente. Otegi proclama que va a conseguir algo que ya es un logro. Que es un fruto de la perseverancia de un partido y un gobierno que no es el suyo, sino su contrario.
Dentro de este modelo económico, tienen un modelo de empresa (modelo de empresa vasco le llama), que además de sostenible y rentable pasa por “dar a la sociedad lo que la sociedad les ha dado” y “con participación de los trabajadores en la gestión, en el reparto de beneficios y en la propiedad” Resulta a todas luces sorprendente el adanismo de Otegi, ¿qué pasa con nuestra Economía Social, que es ejemplo en todo el mundo y es de inspiración cristiana? ¿no existe? ¿O lo de ellos es otra cosa?. Las empresas cooperativas han sido calificadas por especialistas económicos del mundo como el “modelo de producción vasco”. ¿Es qué Otegi va a inventar ex novo algo que ya hay y además tiene éxito? ¿O como en el caso de las políticas institucionales que promete y han sido ya promovidas, pretende poner en su haber algo que otros han realizado?
Después de esta retahíla de intenciones, de las que no nos muestra nada de su sustancia, y además le sirven para ocultar la historia y la constancia de los logros de los gobiernos del PNV y de la propia sociedad vasca, Otegi se pone en plan provocador e ironiza: “esta propuesta ¿os parece bolchevique?”. El actual programa de Otegi, como lo dice su partido Sortu en la disputa con la joven disidencia de GKS, pretende “acumular fuerzas” también por la parte empresarial, pues el primer estadio de toda revolución pasa por la toma del estado. Como Paz y Tierra, para Lenin, el planteamiento que nos ofrece Otegi es un programa mínimo como condición para el salto al programa máximo. Y recordemos el punto principal del catecismo del socialismo del siglo XXI: hay que tocar poder como sea. Si Otegi tiene que vestirse de lagarterana lo hará con tal de conseguirlo. En todo caso, ¿no es irónico que Otegi ironice sobre su bolchevismo cuando está aplicando el bolchevismo?
Mientras tanto, el partido que preside Otegi, Sortu, acudió en febrero de este año a La Habana al I Encuentro Internacional de Publicaciones Teóricas de Partidos y Movimientos de Izquierda. Cumbre organizada por Cuba Socialista, la revista teórica y política del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En ella, el representante de Sortu, Andoni Olariaga, perteneciente a las nuevas generaciones del partido, celebró “compartir ideas con las delegaciones de los movimientos revolucionarios del sur y norte global”.
Otro aspecto en la intervención de Otegi nos puede dar luz acerca de la política económica o la política a secas de Bildu de cuando este disponga de la oportunidad del poder institucional. Resulta evidente el perfil de la ex Diputada de Hacienda de Gipuzkoa, pues representa el momento en el que la Izquierda Abertzale logró sus mayores cotas de poder institucional. A propósito de la legislatura de Bildu en Gipuzkoa, Otegi reconoció que fracasaron en la Diputación de Guipúzcoa y que de ese fracaso aprendieron que lo que se consigue con una mayoría parlamentaria en una democracia formal se puede perder en las siguientes elecciones. Por eso, dice Otegi, hay que anclar lo conseguido de forma popular, logrando que la ciudadanía no permita dichos pasos atrás.
Otegi, en la mejor línea bolchevique, nos dice que las elecciones parlamentarias deben servir para que las políticas de su partido queden fijadas para siempre, aunque vengan por detrás otras elecciones. Quiere sustituir el principio de alternancia democrática por el de hegemonía revolucionaria. Calla también como un muerto sobre el por qué Bildu perdió las elecciones del 2015. Y es que, con motivo a la imposición institucional de Bildu de un modelo de gestión de basuras, como fue el Puerta a Puerta, la ciudadanía guipuzcoana se alzó en una rebelión cívica. La escasa memoria de los ciudadanos tiene que refrescarse ante la flagrante falta de autocrítica de Otegi, amén de la exhibición de sus principios profundamente antidemocráticos y anti-industriales. A tenor de lo dicho por Otegi en Forum, el viaje al “centro” de Bildu se revela puramente virtual. El verdadero viaje es el que hizo Sortu a La Habana, una sentida peregrinación a sus Santos Lugares, donde reinan líderes fuertes, científicos, emprendedores.
Para finalizar, en algún momento a Otegi parece que se le escapó algo acerca del poco tiempo que le quedaba. No vamos a suponer que un político tan inteligente y medido como Otegi deja caer tal observación sin calibrarla. Es posible que nos encontremos ante uno de sus discursos de despedida. Pero tal cosa no hace que los principios básicos de su alternativa política sean diferentes a esta intervención. Si Otegi se retira será para dar a su alternativa el máximo de posibilidades electorales. Nadie niega su capacidad de seducción que entre sus masas llega hasta la hipnosis. Pero incluso para los baremos de las nomenklaturas soviéticas, Otegi ya lleva demasiado tiempo en la vida pública como para seguir mostrándose eficiente como figura pública. Su retirada sería un alivio para los que recuerdan la historia vasca que le tocó vivir.