Mikel Arriaga (Profesor e Investigador)
El proyecto Althusseriano-estructuralista
La negación/ocultación del “autor” de la transformación social tendría un doble componente: que la transformación se imponga como una suerte de nuevo “sentido común” opuesto al “sentido común” de la sociedad. A esto llamaba Gramsci el conquistar la “hegemonía”. Y que su autoría quede oculta de manera que la imposición se plantee sin poner un blanco de crítica o de lucha al enemigo. En el caso del Alarde, esta cuestión se manifiesta bajo la bandera de una “ideología de género”, donde la compañía Jaizkibel ejercería la función de «sujeto interpuesto» entre la sociedad y el verdadero sujeto, la izquierda abertzale.
La reivindicación de los derechos de la mujer supone que el denominado “alarde mixto” tendría capacidad de imponerse a una mayoría social, abriendo camino a una transformación en la que tales derechos serían un elemento instrumental. Para beneficio de la hegemonía del verdadero “sujeto” político, la Izquierda Abertzale, que hace uso de la lucha de esos derechos. La profesora de Antropología de la Universidad del País Vasco, Carmen Díez Mintegui nos explica la naturaleza revolucionaria global de este «movimiento social» de forma inmejorable cuando dice, «las fiestas patronales de las localidades de Irún y Hondarribia en Guipúzcoa, son «acciones» feministas que reivindican espacios de poder, poder tanto simbólico como material»:
….en el caso de los alardes, estamos claramente ante una reivindicación que pretende cambiar estructuras simbólicas y también materiales, ya que el objetivo es ocupar cargos y espacios en los actos de unas fiestas patronales, lo cual implica también entrar a formar parte de ciertas estructuras de poder y prestigio de esas localidades, estructuras consolidadas en el conjunto de la vida social de esas localidades que van mucho más allá de los momentos festivos (Carmen Díez Mintegui, «Tradiciones culturales y legitimación del poder masculino», Gazeta de Antropología, nº 19, 2003).
Sin embargo, otras voces discordantes apuntan a un problema de otra índole no vinculado al maniqueísmo de la ideología de género. Ya nos lo adelantaba, y lo hemos comentado en capítulos anteriores, la intermediaria y profesora británica Jenny Pearce con amplia experiencia en conflictos internacionales como el de Colombia, que fue invitada a investigar y a analizar el problema, y señaló que el de Hondarribia era un problema de convivencia y no un problema de género. El 11 de mayo de 2022 estuvo en Hondarribia dando una charla invitada por la fundación Baketik después de su anterior experiencia en el municipio, y no dejó dudas en cuanto a que la naturaleza de este problema es de convivencia y no de género, como insiste el sector vinculado a Jaizkibel Konpainia.
En algún lugar, otro filósofo de esta escuela, Gilles Deleuze aludía a «un pensamiento que borra sus huellas». Una filosofía que se define por un carácter político y de lucha necesariamente debe utilizar y aplicarse a sí misma las características de la lucha. El engaño, el camuflaje, el desvío, la confusión deliberada, son elementos que se utilizan de forma profusa en esta batalla de las ideas que ha llegado hasta el ruedo social. Jaizkibel Konpainia representa un «sujeto interpuesto» entre la sociedad y el verdadero sujeto revolucionario. Es también un ejemplo de la abundante «producción de sujetos» (de movimientos sociales interpuestos) que ha caracterizado la historia de la izquierda abertzale. Esta adopta para sí misma y para sus sujetos ese mismo baile de máscaras, de siglas y de transformaciones. No hay más que ver sus cambios de denominación, sus coaliciones, sus divisiones y fusiones.
En esta definición puede entrar el grupo Guztion Alardea, con características de nuevo cuño pero que en el fondo no es más que otro corpúsculo de Jaizkibel Konpainia; sería un nuevo elemento disfrazado o camuflado que buscaría el mismo objetivo: superponerse a la voluntad mayoritaria del pueblo de Hondarribia, desviando el enfrentamiento que Jaizkibel Konpainia está planteando cara a cara de forma más directa, pero para conseguir lo mismo. Rizando el rizo, como sólo los estrategas de la Izquierda Abertzale son capaces, Guztion Alardea sería el “sujeto interpuesto” del “sujeto interpuesto” (Jaizkibel Konpainia) del verdadero “sujeto”, la Izquierda Abertzale.
El uso que hace la izquierda abertzale de la ideología de género, como hemos visto, hunde sus raíces en la revolución de 1968. La crisis del sujeto comunista -y su eclipse en los 80- exige, por parte de los creyentes en ese proyecto, de una resurrección del sujeto revolucionario bajo la forma de «movimiento social». Su teorizador, Louis Althusser construyó un proyecto teórico en el que se incluyeron Jacques Lacan y Michael Foucault. Althusser planteó, para su época, el retorno a Marx, mientras Lacan retornaba a Freud y Foucault a Nietzsche .
¿Qué tenían en común estos retornos? Que, por diversos caminos, negaban la misma cosa: el orden establecido, en el que se encadenan diversas denominaciones: patriarcal-cristiano-neoliberal. Constituían un frente unido filosófico-político-psicoanalítico. Decía Althusser: “Marx había rechazado el homo oeconomicus, Lacan había rechazado el homo psychologicus y había sacado con rigor sus consecuencias” (p. 248). Mientras tanto, Foucault negaba la historia, o mejor dicho, como recoge Mark Poster, decía que la historia “es una forma de conocimiento y a la vez una forma de poder. Dicho con otras palabras, es un medio para dominar y controlar el pasado bajo la forma de reconocerlo ”. Por tanto, en el sentido más orwelliano de la palabra, la historia se podía cambiar, cambiando los libros de texto. Del mismo modo, el género humano podía reinventarse.
A comienzos de los 90, sería Jacques Derrida quien retomaría estos temas, con su reivindicación de Marx. Como lo cuenta François Cusset, gracias en gran parte a Derrida, el proyecto althusseriano tendría proyección exitosa en el mundo de las universidades norteamericanas. Hasta el punto de llegar a una posición dominante en el campo de las humanidades de los EEUU. Derrida, además, llevó la triple interpretación de Althusser-Lacan-Foucault a su culminación. Introdujo en la crítica literaria y en el análisis filosófico la metodología de la “deconstrucción” que presupone, de forma abierta, la primacía de lo político y que, según Derrida, consiste en “derribar y desplazar un orden conceptual, así como el orden no conceptual en el que se articula” y/o “derribar todas las jerarquías establecidas por el logos filosófico ”. Lo que, hablando en plata, significa seguir criticando el orden capitalista a través del pretexto del análisis de la filosofía y de la literatura. Ya que el logos filosófico o logocentrismo implica un sujeto absoluto, es decir, significa conjurar las figuraciones del sujeto que el proyecto althusseriano pretende destruir y sustituir. Por eso, Cusset no duda de calificar a la filosofía de Derrida como “un programa de conquista epistemo-política sin precedentes ”.
Derrida planteó, también, una nueva definición del enemigo simbólico y real, que antaño era el burgués, asimilando el concepto de la “tradición” que había que derribar con la figura del “hombre blanco (europeo) heterosexual ”. Convergían la perspectiva anti-colonial de, por ejemplo, Franz Fanon (“matar a un europeo es matar dos pájaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un hombre libre ”); y la perspectiva del feminismo anti-hombre de Valerie Solanas. Con la conquista por parte de la escuela althusseriana de las disciplinas de la filosofía, la historia y la literatura en los EEUU surgió la cultura llamada cultura “Woke” y la teoría “queer”, con su nuevo tipo de feminismo. Y esta ideología que emigró de Francia a los EEUU, viene de vuelta a Europa. Como confirma el filósofo Miguel Morey: “EEUU acogió en su momento a la French Theory como pensamiento de izquierdas, post-marxista, para armar teóricamente su resistencia al neoliberalismo emergente, y lo devolvió a Europa revestido con todas las aureolas mediáticas ”.
(1) Pérez Navarro, op., cit., p. 152.
(2) Mark Poster, Foucault, el marxismo y la historia, Paidos, Buenos Aires, 1987, p. 110
(3) Felix de Azua, Diccionario de las Artes, Planeta, Barcelona, 1999, p. 120.
(4) François Cusset, French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía y las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos, Melusina, Barcelona, 2005, p. 117.
(5) Peter Salmon, “Since Derrida” Aeon, 2022, https://aeon.co/essays/after-jacques-derrida-whats-next-for-french-philosophy
(6) Franz Fanon, Los condenados de la tierra, Biblioteca Laboral, La Paz, 2016, p. 21.
(7) Miguel Morey, Foucault y Derrida. Pensamiento francés contemporáneo, Batiscafo, 2015, p. 122