Iñaki Azkoaga
La petición oficial y aceptación por la ONU del uso del nombre Türkiye de forma única en todas las lenguas, ha pasado algo desapercibida entre nosotros, pese a proporcinar un modelo referencial para el análisis del problema del nombre del país de los baskos.
El Gobierno de la hasta ahora denominada Turkia, Turquía, Turkey, Turquie, según los idiomas, ha pedido a la ONU y a otros organismos internacionales que el nombre oficial del país sea único, sin cambios en función del idioma utilizado, adoptando el utilizado por el propio país, Türkiye, escrito de esta forma.
El 1 de junio pasado Mevlüt Çavuşoğlue ministro de Asuntos Exteriores de Türkiye envió una carta al secretario general de la ONU Antonio Guterres requiriendo el empleo del nuevo nombre. Tal y como dijo el portavoz de la ONU el cambio se hizo efectivo en el mismo momento en que se recibió la carta de solicitud.
El 3 de junio los medios daban la noticia de que en la reunión de Consejo de Seguridad de la ONU celebrada la víspera la representante turca era reconocida por un identificador que llevaba escrito el nombre del país como Türkiye, pese a que la lengua de trabajo fuera el inglés.
El cambio viene precedido por una larga campaña llevada por el departamento de comunicación del Ministerio de Asuntos Exteriores turco, sus profesionales afirman que para tener éxito se han esforzado en preparar el terreno para la aceptación de la propuesta. Desde hace un tiempo todas las embajadas turcas ya habían adoptado como nombre único, sea cual fuere el país y el idioma del mismo, el de Türkiye.
Entre estas acciones destaca un video promocional utilizado para explicar el cambio. El video en cuestión muestra a turistas diferentes países, ubicados en lugares emblemáticos turcos muy conocidos a nivel mundial, saludando con la frase «Hola Türkiye», cuyo objetivo ha sido mejorar su reputación internacional como destino turístico y reactivar de este modo un sector de la economía deprimido tras dos años de pandemia.
Aunque responde a un anhelo de hace tiempo, fue en diciembre de 2021 cuando el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, escribió un memorando pidiendo que se usara el nombre Türkye en todos los idiomas, aduciendo dos motivos. Por una parte indicaba que el término anglófilo Turkey tenía en inglés un significado peyorativo, pues además de servir para denominar al pato, muy consumido en acción de gracias, también se utiliza en el argot popular estadounidense para insultar, donde tratar a una persona de pavo es considerarla tonta. El segundo motivo era que un único nombre recoge mejor la cultura y los valores del pueblo turco “Türkiye es la mejor representación y expresión de la cultura, la civilización y los valores del pueblo turco”.
De esta forma se plantea que el término Türkiye aglutine la imagen del país y actúe como una marca paraguas, tanto a nivel estatal como internacional. La dirección de comunicación del ministerio expresó que lanzó la campaña “para promover de manera más efectiva el uso de Türkiye como el nombre nacional e internacional del país en plataformas internacionales”.
Una de las primeras acciones que ha propuesto el presidente ha sido cambiar el sello “Made in Turkey” por “Made in Türkiye”, sugerencia que ha sido recogida con convición por la Asociación turca de exportadores, TIM.
El analista de política exterior turco Yoruk Isik dice que esta acción le parece un movimiento para distraer a la gente de la larga lista de problemas que enfrenta el país. La oposición turca también ha criticado este movimiento auspiciado por el presidente Erdogan, aduciendo que trata de despistar al ciudadano con una iniciativa popular en un momento en que su imagen sufre un importante desgaste, acusado de corrupción y con la inflación totalmente desbocada (tasa de variación anual 78,62 % en junio).
El cambiar el nombre para homogeneizarlo es una antigua idea que en general ha sido vista con simpatía entre una ciudadanía que, sin saber muy bien para qué sirve este cambio, la acepta en cuanto que refuerza su identidad turca, aunque una vez más ha sido una decisión adoptada sin pedir la opinión al pueblo turco. Parece que Erdogan quería deshacerse de las variantes del nombre que consideraba occidentalizadas que no concordaban con su marca neoislamista y nacional-populista. En Ankara la identidad puja fuerte.
El próximo año celebra su centenario la República de Türkiye (Türkiye Cumhuriyeti) cuyo nombre fue adoptado con la independencia de 1923, tras la caída del imperio otomano, oficialmente denominado Sublime Estado Otomano, aunque era conocido por sus contemporáneos como Imperio turco. Las tierras ocupadas por los turcos actuales fueron conocidas a lo largo de los siglos por nombres como Asia Menor, Anatolia y Tracia oriental. Será un fecha clave para redundar en el cambio.
Pese a que los productos que se adquieren en el Gran Bazar ya incorporarán al Made inglés el nombre turco Türkye, imprimiendo el sello Made in Türkiye, el tiempo dirá si el cambio se hace efectivo en los diferentes idiomas.
En inglés la letra ü, la u con diéresis, no existe, lo que añade un inconveniente muy importante para que su uso se imponga en una lengua que no tiene academia. He leído un artículo francés donde el periodista afirmaba que el nuevo nombre era de aplicación solamente en lengua inglesa, no dándose por aludido cuando la propuesta turca indica con total claridad que el cambio propuesto es para todas las lenguas del mundo.
Estimo que los turcos van a tener que recorrer un largo camino para conseguir su implantación. No se trata de un cambio de nombre del propio estado turco, sino que incita a las diferentes lenguas a adoptar una forma que se usa específicamente en el idioma turco. De momento los medios de comunicación siguen usando el nombre como lo hacían antes y son pocas las instituciones oficiales de los diferentes países que lo han actualizado en sus comunicaciones. Sin embargo, queda claro que Türkiye ya no es un pato, en adelante es sólo Türkiye.
De todas formas parece que se está dando una evolución respecto a uso de los nombres de los países. Al dar noticia el portavoz del secretario general de la ONU, Stephane Dujarric declaró al Washington Post: “No es raro que recibamos este tipo de solicitudes”. De lo que se deduce que hay una cierta tendencia en el ajuste o cambio de nombre en diferentes países, que no es un movimiento que se circunscribe a un único país
De este actuación se pueden extraer varias lecciones muy interesantes para el país de los baskos.
- El cambio de nombre, orientado a mantener un único denominativo en todos los idiomas, potencia la mejora reputacional. Lo turcos lo han entendido bien.
- El nombre de un país lo deciden prioritariamente los propios ciudadanos, si bien en este caso han sido los dirigentes.
- El juego democrático requiere que la voluntad de un país, al menos en cuando al nombre, sea aceptada de forma automática.
- Todo cambio de nombre exige un largo esfuerzo de promoción y extensión del nuevo denominativo.