José Manuel Bujanda Arizmendi
Como primera reflexión pienso, y antes de cualquier otra consideración, que el sistema educativo vasco tiene que continuar implementando y proporcionando al alumnado oportunidades y herramientas de desarrollo integral, en su dimensión personal, social, profesional y artística, mediante la mejora de sus resultados, su rendimiento, integración en el grupo, en el centro y a posteriori en la sociedad como futuro ciudadano adulto con criterio propio, libre y crítico. El instrumento es un aprendizaje basado en competencias que posibilite formar personas que tengan como objetivo una (con)vivencia apoyada y basada en el conocimiento y en el aprendizaje a lo largo de la vida. Siempre he pensado también que nuestro sistema educativo, como todos, debe estar al servicio de la propia ciudadanía vasca, anclado en (sus) valores, con el fin de conseguir una sociedad cada vez más justa e igualitaria, inclusiva, solidaria y cohesionada. Entiendo la educación como motor de cambio de la sociedad. Entiendo que la educación y la formación son herramientas básicas para el futuro de nuestros ciudadanos, y por ende de un País suyo denominado Euskadi, herramientas necesarias para el desarrollo personal y profesional, mejora de la competitividad, cohesión social y convivencia ciudadana democrática.
No debemos perder nunca el objetivo irrenunciable y audaz pretensión de seguir construyendo un país, Euskadi, más emprendedor y más humanizado. Para ello es necesario la fotografía en blanco y negro de una sociedad con personas que hayan alcanzado su madurez en los planos individual, social y profesional. Las personas son la (“LA” con mayúscula) clave, personas que desean actuar aprendiendo y haciendo. Personas integradas y colaboradoras con su entorno. Para ello la formación y el aprendizaje a lo largo de la vida, tanto en la escuela como fuera de ella, en lo formal y en lo no formal, se convierten en herramientas fundamentales para el devenir y el futuro de la sociedad vasca. En este sentido el Currículo vasco, en su desarrollo para todos los niveles educativos y en todos sus aspectos, adquiere una importancia de clave de bóveda al integrar como principales de sus componentes lo que conocemos por “cultura vasca”, la estrategia de las competencias educativas y la transmisión-promoción de una cultura científica y tecnológica de base.
El camino recorrido por la Educación vasca es digno de elogio. Lo digo como lo pienso. Lo digo porque así lo he observado. He sido testigo directo de ello. Y sujeto activo. Afirmo sin autocomplacencia ridícula alguna que el camino labrado y recorrido en Euskadi lo ha sido bien ganado a pulso y entre todos y todas. Me veo tiza en mano en noviembre de 1979, eran tiempos del Consejo General Vasco (el “preautonómico”). El Estatuto de Autonomía de Gernika del cual vendrían las competencias plenas en Educación estaba a punto de votarse y aprobarse en Euskadi. En algo más de cuatro décadas y partiendo de cero hemos logrado (primera persona del plural) una educación bilingüe, incluso plurilingüe, y un más que aceptable soporte de conocimiento, desarrollo, recursos humanos y materiales. Aun así, falta mucho por hacer y por mejorar. Todo es susceptible de ser mejorado. Todo es mejorable, obvio. Es evidente que Euskadi tiene que acometer una fuerte innovación en materia educativa, con un proyecto educativo común a todo el sistema educativo, poniendo el conocimiento acumulado y los medios humanos, materiales y funcionales al servicio de un proyecto compartido y adaptado a los retos del futuro. Euskadi precisa que el sistema educativo se convierta realmente en motor de excelencia e innovación, para afrontar con garantías los retos de la educación del siglo XXI. Habrá que, por lo tanto, seguir impulsando un sistema educativo de calidad, que tenga como objetivo la excelencia, que sea capaz de innovar y de construir el futuro con imaginación. Que haga de Euskadi un país líder en educación.
Habrá que seguir garantizando con firmeza la escolarización de los jóvenes, un derecho a la educación que es más que el derecho-deber de la escolarización. Nuestro sistema educativo vasco deberá ser capaz de continuar creando oportunidades efectivas de acceso, aprendizaje y participación de todo el alumnado, de todos y todas:
Mejorando la atención temprana a los más necesitados y/o vulnerables. Proporcionando al alumnado habilidades para desenvolverse con éxito en la vida social y no sólo escolar. Implementando la inclusión socioeducativa en la comunidad. Desarrollando programas de refuerzo educativo no-formal (ocio y tiempo libre), en entornos y/o municipios desfavorecidos y/o con altos grados de absentismo y fracaso escolar. Reduciendo las tasas de absentismo y desescolarización, mediante los programas para garantizar el derecho a la educación de forma coordinada con los servicios sociales municipales y forales. Y para ello, lo repito, la educación en valores considero que es el (“EL” con mayúsculas) elemento fundamental para la convivencia, la paz, conciliación, solidaridad, cohesión social, igualdad de oportunidades, tolerancia, esfuerzo, corresponsabilidad y bienestar ciudadano. Será necesario para y por ello continuar con redoblada eficacia el impulso decidido de la:
-Sensibilización y formación en gestión de la diversidad, erradicando todo tipo de segregación posible y/o potencial. -Actividades enfocadas a apoyar la integración del alumnado inmigrante. Programas complementarios que gestionen la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género dentro de la actividad docente. -Programas de prevención de todo tipo de violencia y de maltrato, para mejorar la convivencia en el aula y en la sociedad. -Atención al alumnado en situación social y cultural desfavorecida con programas y proyectos destinados a tal fin y conseguir la inclusión social y la mejora del rendimiento escolar. -Atención al alumnado que presenta necesidades educativas especiales con la dotación de los medios necesarios para el desarrollo de su capacidad. -Prevención de consumos perjudiciales entre la juventud: alcoholismo, iniciación al consumo de estupefacientes. -Apoyo a la formación y capacitación de los docentes, equipos directivos, tutores y demás profesionales en torno a las nuevas necesidades educativas con el reconocimiento justo y merecido a los profesionales de la educación. -Fomento de un modelo educativo mucho más flexible que dote de mayor autonomía a los centros para responder mejor a sus peculiaridades, retos y deseos.
Y respecto a las lenguas: se trata de continuar con impulso decidido hacia la normalización del euskera implementando el plurilingüismo desde un bilingüismo efectivo y real. Una educación plurilingüe con el euskera como eje central para que el alumnado alcance competencias comunicativas adecuadas al finalizar sus estudios estableciendo objetivos lingüísticos y la disposición de las horas necesarias para cada lengua en consonancia con cada situación sociolingüística y autonomía de los centros. De ahí la importancia del impulso e innovación de nuevas metodologías facilitadoras del aprendizaje y uso de lenguas. En esta cuestión son claves los proyectos lingüísticos de centro para la adopción de criterios y decisiones oportunas por parte de los equipos directivos y profesorado en su conjunto.
Posiblemente habrá algún lector que discrepe de la relación de puntos tratados y de su prelación. Habrá quien piense que sobran unos, faltan otros, que el papel lo aguanta todo y que de lo que se trata es de llevar a la práctica cuestiones que se conocen desde hace tiempo. Y tienen parte de razón.
Termino con dos buenas noticias. El 26 de mayo pasado se ha logrado un buen acuerdo con la mayoría sindical en referencia a importantes cuestiones como: ratios, inglés, educación física, educación especial, dirección, proyectos, tutorías, perfiles, necesidades especiales, plazas no estructurales etc. Y así mismo el pasado 4 de junio de la mano de Eusko Ikaskuntza y Gobierno Vasco se celebró un foro participativo en Donostia de más de 100 personas donde se abordó cómo hacer frente de una manera compartida a una segregación variada desde el sistema educativo. Foro donde el Consejero de Educación, Jokin Bildarratz, volvió a afirmar que una integración inclusiva y heterogénea debe ser la clave de bóveda. Dos buenas noticias, interesantes y prometedores pasos. Entre todos y todas lo conseguiremos. ¿Quién dijo que iba ser fácil? Adelante pues!