José Manuel Bujanda Arizmendi
Con motivo de unas jornadas organizadas por la Fundación Sabino Arana sobre los “Reto de la transformación de la Educación vasca”, tratando sobre los “Nuevos liderazgos y el empoderamiento de los centros” y centrados en el tema de la “Competencia de los equipos directivos en el marco de una educación de calidad” y en el transcurso de una mesa redonda-debate con un Inspector de Educación, Xabier Balerdi, y la Subdirectora General de la Funció Directiva i Lideratge Pedagógic de la Generalitat de Catalunya resumo las palabras que pronuncié este último 20 de mayo en la Sede de la Fundación antes mencionada bajo la acertada moderación de Josune Ariztondo. Así decía yo:
“Todos somos hijos e hijas de nuestras experiencias y percepciones. Nada ni nadie es neutro. Todo tiene su causa y explicación. También en este tema, también en esta cuestión. Bien. Hago un poco de historia, es bueno mirar hacia atrás para saber de dónde venimos y calibrar con motivo y razones hacia dónde vamos. Lo que tenemos, lo bueno que tenemos y lo que podemos y debemos mejorar, empoderar e implementar. Daré mi opinión en función de mis vivencias y experiencias, percepciones personales. Imposible no mirar al espejo retrovisor de mis años en activo como funcionario docente.
La primera vez que tomé una tiza en mi mano fue un 1 de noviembre de 1979, 43 años. Todavía no existía el Estatuto de Autonomía de Gernika (fue el mes siguiente, el 18 de Diciembre cuando mediante Ley Organica3/1979 se logró el ansiado Estatuto), ni el Gobierno Vasco, ni Parlamento en Vitoria, ni EITB, ni Ertzaintza, ni Osakidetza, ni nada. Existía lo que se llamaba “El Preautonómico”, el “Consejo General Vasco” creado en Enero de 1978 y que duró hasta abril de 1980. Era el Donostiarra Carlos Santamaría quien asumió las responsabilidades de Educación en dicho Consejo General. La presidencia del Consejo general tuvo dos presidentes, el primero fue el Socialista Rubial, el siguiente Garaikoetxea, en su día, del PNV.
Estábamos en plena “Transición”, transición de una Dictadura a un Régimen Democrático que se abría paso a duras penas. Entre manos una labor gigantesca cual era el comienzo de la institucionalización de Euskadi, ilusión desbordante, pasión democrática, toda una labor por delante. Se atisbaba la posibilidad de introducir en los planes de estudio en los centros públicos el euskera como asignatura previo a ser también lengua vehicular, algo impensable, el sueño podía ser cierto. En aquellos tiempos era Euskaltzaindia la única entidad que dispensaba títulos de euskera, eran el “D” y el “B”. El “D” fue homologado posteriormente al EGA, al Perfil Lingüístico 2 de los Profesores, hoy lo que llamamos C1. El “B” era superior homologable al nivel más alto hoy del IVAP. Yo tenía los dos, el estar en la cárcel tiene eso de bueno: poseer tiempo a espuertas así conseguí los dos títulos, con el escasísimo material que había, “buscándose uno la vida”. El “B” lo conseguí con un trabajo sobre los escritos, artículos y ensayos de Koldo Mitxelena. A Patxi Altuna duro profesor Jesuíta le gustó mi trabajo posteriormente publicado en la Revista EGAN.
Yo era ese profesor de euskera que con 25 años con más miedo casi que ilusión cogió la tiza…me acuerdo:”Ama atea ! – Ireki ezazu ba!”. Era el Instituto de FP de Zubieta que daba sus primeros pasos. Éramos muy jóvenes, y aguerridos, nos comíamos el mundo. Con 28 años era el Director del Instituto, reconozco mi temeridad, ganaba 50.000 pesetas, 300 euros. El Equipo directivo lo formábamos yo, un secretario, Patxi, un Jefe de estudios Javi y un psicólogo Xaulo. Repito, éramos jóvenes, aguerridos, nos comíamos el mundo mundial, metíamos todas las horas, todas, incansables al desaliento. Yo era el Director pero seguía dando clases de euskera. Estuve de Director 4 años. Levantamos el Instituto, fueron los primeros pasos de una FP que ha alcanzado el prestigio que hoy tiene y que nadie niega. Fue mi primera experiencia de director. Abrimos, contra viento y marea, y recelos varios, puertas al euskera en la FP. Duró cuatro años.
Ya teníamos de un Estatuto de Autonomía, llegaron las transferencias, Euskadi se institucionalizaba. Las competencias de educación recayeron en Euskadi, oposiciones, concursos de traslados, mapas escolares etc. Concurso de traslados, nuevo Instituto, de nuevo fui elegido Director. Duró seis años.
Abro un paréntesis en mi vida de docente, aterrizo en la primera línea de la política, en la Diputación Foral de Gipuzkoa durante dos legislatura como Secretario general del Gabinete de dos Diputados Generales. El 2005 la recién nombrada por el Lehendakari Juan José Ibarretxe, la Consejera de Transporte y Obras Públicas Nuria López de Güereñu me propone ser su Director de Gabinete, lo soy hasta el 2009, hay elecciones autonómicas, el Lehendakari siguiente es Patxi López, vuelvo a la docencia, al Instituto de Lezo, era mayo, en septiembre me estreno como jefe de Estudios. Llegan nuevas elecciones autonómicas, el nuevo Lehendakari es Iñigo Urkullu que nombra a Cristina Uriarte Consejera de Educación, soy su Director de Gabinete toda la legislatura hasta diciembre de 2016. Al acabar la legislatura con 63 años, me puedo jubilar, no lo hago, y paso los dos últimos años en el instituto de Bidebieta como Jefe del Departamento de Euskera y Tutor de un grupo de tercero y cuarto de la ESO. Lloré en la “despedida- sorpresa” que inopinadamente me tenían preparado mis alumnos, volví a llorar sin poder contener la emoción en la despedida a cargo de mis compañeros y compañeras de trabajo. Lloré, no me avergüenzo de decirlo. Fue bonito, el uno y el otro. Nunca lo olvidaré.
Creo en la Educación, la considero clave de bóveda para dibujar una sociedad más justa, más solidaria, más cohesionada. La considero necesaria, no suficiente, pero sí fundamental para lograr una sociedad mejor. Y dentro de esta reflexión reconozco y predico la importancia de una buena Dirección, de un Equipo Directivo motivado, dinámico, intuitivo, líder, con autoridad ganada a pulso, trabajador, bien formado en todos los sentidos. Bien cuidado por la administración, respetado, empoderado, con ilusión. Con sentido de la responsabilidad adquirida.
He formado parte de Equipos Directivos en épocas, situaciones y lugares no fáciles. Seguro me he equivocado muchas veces, supongo que en otras ocasiones habré acertado, quizás me haya ayudado la intuición. En los tiempos que os he contado, hace ya muchos años, había muchas necesidades de todo tipo, otras prioridades.
Se ha conseguido mucho, pero no debemos caer en la autocomplacencia, hay cosas a mejorar, siempre habrá cuestiones mejorables. Y entre ellas el Equipo Directivo. Y por ello me sumo a todas las iniciativas tomadas y a tomar por los actuales responsables del Departamento de Educación. Un buen Equipo Directivo marca impronta, no tiene precio, es un lujo, una inversión a futuro. Es el cuarto de máquinas a cuidar e implementar. Es el centro de operaciones de una misión apasionante, Se requieren claustros con la mayor estabilidad posible, se requieren equipos directivos con la mayor estabilidad posible. Y lo tengo que decir, sí, lo tengo que manifestar, me entristece, me afecta negativamente y mucho, lamento que haya situaciones en los que en algunos centros educativos no se presenten candidatos a ocupar cargos en Equipos Directivos, que no se presenten candidatos a Director y que tenga que ser el inspector de Educación quien lo tenga que nombrar sí o sí. Lamento que en una situación de este tipo los docentes que no quieran asumir esta responsabilicen guarden silencio y preocupados rueguen que no les toque y que sea otro compañero/a quien tenga que asumir obligatoriamente tal responsabilidad. No debe ocurrir, y para ello hay que arbitrar las medidas oportunas.
Estoy convencido que lo conseguiremos. Convencido que la ilusión que genera la presencia de una futura y nueva Ley de Educación implementará de hecho y con medidas oportunas nuevos equipos directivos voluntarios y los más estables y duraderos posibles. Bien formados y atendidos. Es mi historia y experiencia, y basada en ellas es mi humilde opinión. No soy un experto en la materia, y como dijo el poeta: “he hecho camino al andar”. Con voluntad y tesón, creyendo en lo que hacía.”
Estimado lector y estimada lectora, estas fueron resumidamente las palabras, reflexiones e ideas de mi intervención-debate ese día y en ese acto. Las hice de corazón. Sea pues.