José Manuel Bujanda Arizmendi
El año pasado, y por estas fechas, publiqué en este mismo medio un artículo repleto de desazón en el que hacía referencia al Aberri Eguna titulado “Un Aberri Eguna enfrentado al Coronavirus”, eran tiempos de absoluta incertidumbre, estupefacción, confinamiento domiciliario total, tiempos de miedo, una situación inédita cual mal sueño que no termina de despertar. Hoy el título elegido inspira más alivio, suena mejor, se percibe esperanza, parece que estaríamos viendo por fin la luz al final de un túnel largo y obscuro. Bien. El próximo domingo 4 de Abril, con “Aberria indartuz” como lema esta vez, y en pleno proceso de vacunación, y a pesar todavía del virus es efectivamente Aberri Eguna. Parafraseo pues algunas de las ideas que escribí hace doce meses al comienzo de esta pesadilla, algunas de ellas, no todas por suerte, siguen vigentes y están presentes en la muy compleja actualidad que vivimos como ciudadanos.
Sigo estando convencido, como entonces, que venceremos al bicho, que volverá a relucir el sol, que llorando a los que nos han dejado nos miraremos a la cara de nuevo y abrazaremos emocionados. Sigo estando convencido también que pesar de las dificultades, miedos, incertidumbres y angustias nunca perderemos la esperanza ni el optimismo vital, como tampoco lo perdió José Antonio Agirre primer Lehendakari de Euskadi, líder para un trágico momento, ejemplo de saber unir fuerzas en la extrema adversidad y de encarar con templanza desgracias y contratiempos sin parangón. Lo conseguiremos.
Los vascos somos pocos y estamos divididos en administraciones y estados diferentes, pero constituimos una realidad viva latiendo en el tablero internacional, perviviendo a culturas y civilizaciones, sabiendo no perder el pulso de la historia y continuando teniendo la conciencia de querer seguir siendo nosotros mismos. El camino labrado hasta convertirnos en una realidad sociopolítica, compleja, plural y cambiante ha sido sinuoso y a veces muy duro y trágico. Un camino que ha requerido en ásperos momentos de mucha perseverancia y firmeza democrática por encima de cualquier otra consideración. Y a veces también, emulando a Churchill, de sangre, sudor y lágrimas.
Y a pesar de cambios y difíciles circunstancias históricas hemos mostrado voluntad de preservar la identidad como vascos y de manifestar el sentimiento de pertenencia a un proyecto político llamado Euskadi surgido como agrupación de aquellos vascos que, más allá de la no aceptación del despojo político e institucional practicado en el siglo XIX en nombre de la nación española, afirmaron el ser nacional vasco y se unieron para la consecución de los derechos políticos inherentes a tal condición. Sabino Arana fue la figura clave con su lema “Euskadi es la Patria de los Vascos” cual frontispicio del objetivo político a alcanzar: una Euskadi soberana de los siete Herrialdes conformada por Iparralde y hegoalde; el “Zazpiak Bat” como casa de todos los vascos.
Siempre he pensado que política es gestión diaria, pero también aportación a ideas transformadoras que nos haga más cada día más nación, más Euskadi autogobernada, más ciudadanía y más sociedad civil solidaria. Una política en la que la necesidad de contar con la realidad social en todo proyecto no es sólo una elemental exigencia para su viabilidad y eficacia transformadora, sino una garantía para que dicho proyecto posea apoyo, masa crítica, aval y legitimidad democrática. Una política que ha de contar con la realidad en la que vivimos adecuando el proyecto político transformador a la posibilidad de su aceptación. Una política que posibilite alterar y mejorar equilibrios y acuerdos preestablecidos.
Hoy en la Euskadi y Europa de 2021 sigo estando convencido de la necesidad del reconocimiento del derecho a decidir de la ciudadanía vasca, de la necesidad del compromiso mutuamente adquirido a ejercer este derecho por la vía del pacto, convencido también de que el principio de consentimiento de que esta decisión debe integrar las distintas sensibilidades existentes en Euskadi. Sigo estando convencido de la capacidad inteligente de negociar, de la necesidad de pactar, de la astucia de integrar, de la bilateralidad efectiva, de las garantías y de las condiciones de lealtad. Sigo pensando que la cooperación y el reconocimiento mutuo son las llaves que posibilitarán una nueva etapa superadora de la anterior.
Euskadi es pequeña y en la defensa de nuestra voluntad e identidad siempre hemos necesitado inteligencia, astucia, sabiduría, pacto y negociación. Euskadi tiene derecho a decidir y ese decidir pasa hoy por acordarlo con instancias jurídicas y marcos políticos superiores vigentes, pasa por el no imponer y el no impedir, pasa por tener visión de futuro y de lograr un amplio acuerdo político. La necesaria inteligencia del pequeño, que aspira a poder seguir siendo, supone un futuro negociado y pactado con España, libre adhesión y relación amable. Sigo pensando que defender la profundización del autogobierno para Euskadi y su reconocimiento nacional desde la condición de ser sujeto y protagonista de su propia historia, es apostar por el futuro, es confiar en la potencialidad de la sociedad vasca y es evocar la inteligencia.
Vivimos en un mundo de identidades y soberanías compartidas, de pertenencias múltiples y de dependencias dispersas, y ante esta constatación tenemos el deber y la obligación de seguir acertando y conectando con la nueva sociedad civil vasca mediante códigos y referentes exportables y trasmisibles a las nuevas generaciones. De ahí que siga convencido de la necesidad de un PNV moderno, progresista, inteligente, representante de un nacionalismo vasco democrático del siglo XXI, tolerante y solidario que nos mantenga como nación con voluntad de perdurar. Sí, sigo estando convencido de la necesidad de un PNV firme y sin complejos, orgulloso de su pasado democrático, centrado, líder y vertebrador de la sociedad vasca, ciudadano, pactista, de bienestar, amable, moderno y con proyección de futuro.
Con el recuerdo de aquel “Euskadi es la Patria de los vascos” clave de bóveda del pensar de Sabino Arana y bajo la alargada sombra del primer Lehendakari José Antonio Aguirre y posteriores, las makilas del actual Iñigo Urkullu y del presidente del PNV Andoni Ortúzar y, siempre, con la memoria de nuestros antepasados, gudaris y resistentes generosos, me uno emocionado a todos los vascos y vascas repartidos a lo largo y ancho del mundo que sienten en su corazón que Euskadi es su Patria.
Y a pesar del Coranovirus, y hoy, un año más tarde, con la serena esperanza puesta en las vacunas, seguiremos afirmando cual legado a futuras generaciones de vascos que queremos seguir siendo. Resistiremos cual junco, nos doblaremos pero no quebraremos. Y cuando amaine volveremos a ponernos en pie. Ya lo estamos haciendo. Las vacunas nos ayudarán en el empeño. Ánimo pues, prudencia solidaridad y responsabilidad.
Gora Euskadi askatuta!!
Y pretenden vender esto como un éxito. Vender Euskaltel con una fibra pagada por todos ( obviamente envejecida mal) pero que podría cambiar. Exito, vender a una empresa de Madrid, cuyos dueños son un fondo de EEUU. Muy bien.
Y qué importa ?
Tapia dio al Parlamento en mayo de 2019 garantías falsas sobre el arraigo de Euskaltel
El 3 de mayo de 2019 Arantxa Tapia aseguró en el Parlamento que aunque Euskaltel cotizaba en bolsa su arraigo estaba garantizado por un acuerdo recogido en sus estatutos. Ahora, tras anunciarse su venta a MásMóvil, corrige y afirma que lo dicho no vale en caso de OPA, que ya era posible entonces.
JELen agur
MÁS móvil ha garantizado la consideración del País Vasco para la empresa resultante. Lo que viene a ser como un arraigo.
Desde el momento que el accionariado era extranjero, la empresa es extranjera.
Pero no es lo mas importante.
Lo importante es que en el País Vasco se generen empresas con valor añadido, atractivas que sean valoradas para compra. Y que su venta generen plusvalías para afrontar nuevas iniciativas.
Es el sello vasco.
«Esto no es una operación entre empresas vascas, es una operación de compra de Euskaltel por parte de los fondos norteamericanos».
Alfonso Basagoiti, exconsejero de Euskaltel. En El Correo.
«El Gobierno Vasco vendió toda su participación en Euskaltel por un tercio del valor de las acciones que recibió a cambio de la red pública de fibra».
A Iñaki Anasagasti le gusta contar que Euskaltel nació en la madrileña Génova 13. Eran los tiempos del “vayasé señor Gonzalez”, Mario Conde y los bombardeos sobre Croacia. Entonces, durante las elecciones de 1996, el Partido Popular se hizo con las riendas del Estado bajo el lema “gana el centro”. La mayoría parlamentaria era escueta y Jose María Aznar necesitaba los votos de nacionalistas vascos y catalanes para ser investido. Al frente del Euzkadi Buru Batzar estaba Xabier Arzalluz, que junto al propio Anasagasti (aquende conocido como el “azote del Gobierno” por el gremio periodístico genuflexo) y el Vice-Lehendakari Juan José Ibarretxe, negociaron el precio de sus votos. Apenas unas semanas más tarde, la mano de Ibarretxe estrechaba la de Jaime Mayor Oreja dando luz verde a la creación de la empresa pública vasca de telecomunicaciones: Euskaltel.
Anasagasti todavía se jacta de “todo lo que conseguimos con 5 votos” y, en general, disfruta deleitándose con el buen hacer de los gestores de la cosa vasca desde los tiempos del Muro de Berlín. El problema es que los grandilocuentes —y manidos— argumentos sobre la excepcionalidad del Estado de Bienestar vasco, su potente política industrial, contrastan con la realidad asfixiante y financiarizada en la que se respira, siente y palpa el neoliberalismo salvaje. La oferta pública de adquisición (OPA) sobre Euskaltel es prueba de ello.
A finales de 2012 el modelo de crecimiento vasco ya comenzaba a mostrar signos de agotamiento, cuyo principal síntoma ha sido la venta del tejido industrial al mejor postor. Tras un varapalo de 222 millones de multa por el incumplimiento de un contrato que había contraído con la francesa Orange, se abrió la puerta definitivamente a la entrada a Euskaltel de grandes capitales internacionales.
En el plano político, los síntomas mórbidos de época no podían ser más evidentes. Salpicado por el desastre de Orange, el ex-lehendakari Jose Antonio Ardanza dejaba la presidencia de Euskaltel y el Gobierno Vasco abandonaba definitivamente el accionariado de la empresa pública que tantas negociaciones en Madrid le había costado. La participación de Lakua, situada en torno al 15%, se vendió por una cifra ligeramente superior a los 25 millones de euros. Para ilustrar semejante obra de ingeniera política: el gabinete nacionalista entregó toda su participación en la empresa por un tercio del valor de las acciones que había adquirido a cambio de la red pública de telecomunicaciones apenas dos años antes.
“Cuidaremos mucho a Euskadi”, señalaba luciendo camisa y vaqueros Meirad Spenger, el manager-in-chief austriaco del MásMóvil, mientras apelaba al arraigo del operador naranja a las tierras vascas. También, el principal argumento esgrimido por la Consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, a la hora de valorar positivamente la operación. A pesar de voces discordantes de la talla del Presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, en las últimas horas hemos vuelto a escuchar ese mantra cuasi religioso, pero que a estas alturas no parece más que un síntoma de debilidad y anquilosamiento peneuvista.
Euskal Herria es una pequeña región semi-periférica, no un Estado fuerte en el centro de la economía mundial. La élite nacionalista, embriagada de un fatalismo TINA, se siente abocada a desprenderse de los pilares de lo público para que el capitalismo vasco no pierda comba (“competividad”, de acuerdo a la jerga de la patronal). Esta última crisis muestra que sus habituales acrobacias políticas comienzan a dar muestras de extenuación.
JELen agur
En fin, somos una pequeña nación que sabemos hacer las cosas razonablemente bien, mejor, mucho mejor que nuestro entorno, enfebrecido por ideologías ineficaces y autofagocitarias que nos saben más que del expolio ajeno sin aportar media idea ni medio esfuerzo.
Además de una cultura industrial, tenemos un compromiso con nuestra tierra y no necesitamos de profetas a los que les vienen la iluminación de la lejanía. Protestones e inconformistas de espejo de salón. Sin compromiso, sin alma, sin moral.
Cuanto más vale un trabajador sencillo que todos estos charlatanes de medio pelo, trileros del lenguaje, de los que nada cabe esperar.
Vamos bien y seguiremos adelante.
Las mentiras, por mucho que se repitan una y otra vez, no se transforman en verdades por arte de birlibirloque. Llevamos más de 40 años de gobiernos del PNV, y el mantra de la “buena gestión”, de la economía creciendo sobre bases sólidas, de la seriedad en los negocios, etc., es cada vez menos creíble por la población vasca en general, no te digo ya por la población medianamente informada.
A los hechos: en el estudio económico más serio que he visto en los últimos años sobre el crecimiento económico de España (https://www.camara.es/sites/default/files/publicaciones/45-caa1502_1.pdf) se observan DATOS que son indiscutibles.
En primer lugar, el crecimiento medio de la economía española durante los últimos 45 años ha sido del 2,8 % de media anual. Y ese crecimiento, muy magro si te comparas con el resto de países de Europa, es fruto de los más de 500.000 M€ recibidos en forma de ayudas desde 1986, del empuje del turismo y de las inversiones extranjeras en ciertos sectores españoles. Es decir, ningún factor que tenga que ver con el ESFUERZO INTERNO de los propios españoles. Por eso España está como está y afronta esta pandemia en la peor situación interna comparativamente hablando de TODO EL PLANETA.
Y nuestros jauntxos? Qué tal han hecho los deberes?. Pues depende de cómo se mire. Han aprovechado desde 1979 hasta ahora para crear la administración más mastodóntica del estado. Administración en la que han colocado a todos sus votantes (eso explica que ganen siempre, son la casta parasitaria de los vascos). El Informe anterior documenta la imparable decadencia económica del País Vasco, una sombra de lo que fue, a pesar, o gracias, a la actuación del Gobierno Vasco, que no ha hecho nada por evitarla, pese a disponer de una herramienta tan poderosa como el Concierto. Con un crecimiento del 1,8% como media se sitúa a la cola del crecimiento español y se aleja cada vez más de Madrid, su referencia, que crece un 50% más.
A estas alturas, es imposible ocultar un fracaso de esta magnitud, producto de un Gobierno cuya prioridad esencial y verdadera vocación, la creación de una imponente y sobredimensionada burocracia, la mejor pagada del Estado, se ha impuesto de tal manera que ha acabado por marginar otras alternativas como el intento de desarrollar una política económica activa, particularmente industrial, ya sea para evitar el cierre de empresas, especialmente industriales, o su deslocalización, o actuar de forma significativa en el terreno del emprendizaje (capital riesgo).
La existencia de un estupendo Concierto ha permitido que la presión fiscal vasca sea una de las más bajas de España, 9,2%, inferior incluso a la de Madrid, 9,8%, que pasa por practicar un curioso dumping fiscal. Posiblemente, una de las causas de este hecho se deba a las importantes deducciones que se han otorgado a las grandes empresas, casi todas vizcaínas, como Iberdrola o BBVA. La Hacienda vasca ha compensado este hecho encontrando en la clase media su sujeto impositivo ideal, –ya se sabe que los pobres no pagan porque no tienen y los ricos no pagan porque saben la manera de evitarlo–, apoyándose en impuestos como el IRPF o el IVA, junto con las cotizaciones sociales de las empresas, lo que ha permitido que la presión fiscal siga creciendo, era de un 6,7% en 2008, y ahora esté más cerca de la media. Contrariamente a lo que afirman algunos críticos, el País Vasco no se ha convertido en una zona de baja presión fiscal para los ciudadanos y las empresas pequeñas y medianas, que casi todo el mundo consideraba como una de las razones de ser del Concierto.
La aversión del Gobierno Vasco a asumir los problemas planteados por la reconversión industrial o las crisis empresariales derivadas de las recesiones que hemos atravesado, explican que el peso relativo de la Industria haya caído de manera sistemática hasta representar sólo el 19% del PIB (Alemania, 31%, Chequia, 36%), lo que explica buena parte de la decadencia económica que mencionábamos. No exageramos si afirmamos que los más de 40 años de Gobierno autonómico, casi siempre dominados por el PNV, han sido años perdidos desde el punto de vista de la regeneración de la economía vasca.
La Autonomía no sólo no ha servido para dinamizar las energías potenciales de un país de larga tradición industrial, sino que ha servido más bien para lo contrario, para adormecerlas, que es lo que cabe esperar cuando nos convertimos en un país de funcionarios que no devuelven lo que cuestan, que no arriesgan nunca, que no son un faro de los procesos de cambio que nuestra economía debía abordar, que mantienen sistemáticamente un perfil bajo cuando se presenta un problema serio. A pesar de absorber la mayoría de los recursos disponibles.
Menos mal que la Administración Central insiste en no romper la llamada Caja Única porque de lo contrario nos enfrentaríamos a un problema insoluble dado que el déficit de la Seguridad Social vasca se ha disparado con la pandemia y seguramente habrá rebasado los 6.000 millones en 2020, casi un 10% del PIB vasco. Recuérdese que gracias a la racanería mostrada a la hora de ayudar a las empresas más afectadas por la pandemia, particularmente notoria en el caso de la hostelería, el déficit presupuestario del Gobierno Vasco no ha superado el 2% del PIB en 2020, una tontería comparada con el agujero negro del sistema de protección social, producto de una recaudación por cotizaciones que se va alejando año tras año del gasto en pensiones y otras prestaciones sociales.
JELen agur
La verdad es que los gobiernos del PNV han sido correctos, bien gestionados con sus claroscuros, como cualquier actividad humana, pero mucho mejor que los del entorno, con buenas herramientas, y afrontando retos complicadisimos.
La industria, obsoleta, defendida por trasnochados sindicatos, tuvo que ser transformada. Se han generado nuevos nichos de producción industrial y económica en general. Y siempre con la oposición de los inútiles de siempre.
Hemos construido pais año a año, y seguiremos haciéndolo. Y la imbecilidad de los que siempre ladran más que hacen, seguirá sin cambios para generar una insatisfacción que debe ir dirigida mas a los incapaces en su comodidad de la grada que a los actores que se juegan el prestigio, el tiempo y el dinero.
Y estos, no son precisamente los de la barrera.
¿Algún dia los batasunos se harán con el 51% de las acciones de una gran empresa para mostrarnos como se gestiona, se desarrolla, se mantiene su actividad de referencia? Me temo que va a ser que no…
Como siempre se dice, ladran, luego cabalgamos.
«Malos datos de la pandemia pero al menos se ha salvado la semana santa»
Esta frase es del Teleberri/Pnv de hoy.
La frase expresa muy bien que los intereses de Eitb y de quienes gobiernan, no pasan por la salud de las personas.
El cortijo neoliberal del Pnv
I.Urkullu
«El cumplimiento íntegro del Estatuto es un objetivo irrenunciable »
Lleva más de 40 años diciendo lo mismo NI CASO, pero Urkullu y el PNV sin mojarse por avanzar hacia la Independencia.
Acabarán el TAV, algún siglo de estos, y todavía no habrán conseguido que se cumpla en su totalidad un Estatuto desfasado.
Euskaltel nació de un acuerdo del PNV con Aznar. Gobierno Vasco invirtió en red troncal de fibra óptica de Euskadi. La traspasó a Euskaltel, y se fue privatizando y vendiendo…al mejor postor. La historia es tozuda…quizás otras empresas como Kutxabank sigan sus pasos ¿verdad?
Después de más de 60 años, con mogollón de asesinatos, kale borroka, secuestros etc., ¿está mucho más cerca (sin haber conseguido nada) la independencia comunista que prometían ETA y el MNLV, que la culminación de una parte (la otra ya se está aplicando) del Estatuto de Gernika?.
¿Para ser tan lelo te hacían falta tantos cursos de dialéctica marxista?
JELen agur
Estos cafres del marxismo castrochavista pretenden exigir lo que ellos son incapaces de hacer, ni aquí, ni en ninguno de los desgraciados países en los que se han dedicado al saqueo sistemático.
En este país se ha trabajado bien, con desarrollo del autogobierno (demasiado lento por intereses espureos del españolismo de izquierda y derecha) con una apuesta industrial económica que atraerá inversores por la confianza que la estabilidad y la fortaleza de las instituciones vascas generan.
Seguiremos adelante y espero que en los próximos meses culminemos el estatuto y afrontemos su actualización. Veremos a ver quien se apunta y quien se pone de lado bajo cualquier excusa.