Koldo Martínez Urionabarrenetxea (*)

Escribo este texto pensando en la mayoría social que desea, para sí y para los demás, y después de una vida lo más digna posible, la mejor muerte posible, la más humanamente tolerable. Morir, al fin y al cabo, es dejar de existir. Y el hecho de desaparecer quizás solo pueda ser aceptado como bueno desde las religiones que prometen la vida eterna en el más allá como lo realmente deseable; o desde la idea romántica de creer que seguimos vivos mientras alguien nos recuerda.No me dirijo, pues, a quienes desde sus ideologías (religiosas o laicas) defienden que acabar con la vida de alguien (o ayudarle a morir) es siempre contrario a la dignidad humana o a la Medicina. Tampoco a quienes defienden que basta con que alguien solicite esa ayuda para que la sociedad se la deba reconocer automáticamente como un derecho, sin valorar otros factores.

La Rochefoucauld escribió: “Al sol y a la muerte no se les puede mirar fijamente”. Por eso (pero no solo por eso), ahora que empezamos en el Senado el trámite de legislar la regulación de la ayuda para morir es cuando más debemos mantener un debate sosegado sobre todos los aspectos implicados en el morir, evitando las prisas de algunos por aprobar la ley y los empeños de otros en impedir su aprobación. También debemos hacerlo por democracia, que es más, mucho más, que la fría suma del número de votos en un momento dado –aunque algunos grupos políticos parecen haberlo olvidado–.

Para realizar ese debate es fundamental aclarar conceptos, y llamar a cada cosa por su nombre. El primero concepto en aclarar es el propio término de eutanasia: proviene del término griego eu thanatos, que podemos traducir por buena muerte pero debemos recordar que dicha denominación hacía referencia a la muerte de los jóvenes héroes en el campo de batalla, lo que nada tiene que ver con el sentido que damos hoy a esa palabra. Porque hay quienes están empeñados en identificar eutanasia con “buena muerte” o “muerte digna”, como si no fuera posible “bien morir” de otras formas. Y se puede..

Hasta hace unas décadas el 99% de la población moría de forma aguda. Hoy, gracias al desarrollo social y sanitario –aunque la llegada de la Covid seguramente también ha trastocado esto–, el 90% de todos nosotros moriremos tras enfermedades más largas, progresivas, degenerativas. Esto nos da tiempo para pensar y decidir, en el ámbito de la relación clínica con los profesionales que nos atienden, no iniciar o rechazar cualquier tratamiento y poder despedirnos de nuestros seres queridos.

Buena muerte es la de los pacientes que, ingresados en una UCI, y tras haber realizado el intento curativo durante un tiempo considerado adecuado por profesionales y paciente (o sus seres queridos), deciden junto con sus médicos –o han dejado escrito en su testamento vital– que, llegado un momento de su evolución, se les practique la adecuación del tratamiento de soporte vital. Es decir, que se proceda a retirar el respirador, la hemodiálisis, las drogas inotrópicas, etc., y se les permita morir en paz.

Aceptable es, también, la muerte de las personas que, tras luchar contra su enfermedad, acaban recibiendo tratamiento paliativo y fallecen sedadas, libres de síntomas, rodeadas de sus familias.

Estas tres maneras de morir, aceptadas éticamente por todo el mundo, son de obligado cumplimiento por parte de los profesionales de la salud. Son actuaciones clínicas que se realizan todos los días en los centros sanitarios, y a las que la ciudadanía tiene pleno derecho.

La eutanasia es distinta a los procesos anteriormente descritos. Eutanasia es el proceso clínico en el que un médico que, cumpliendo todos los requisitos legales, administra una medicación al paciente para provocarle directamente la muerte.

Otra práctica muy distinta (y que por tanto debe ser recogida de manera explícita e individualizada en la ley) es el suicidio asistido, proceso clínico en el que un médico, habiendo satisfecho los requisitos legales, administra una receta al paciente para que éste, llegado el caso, ingiera la medicación recetada y acabe con su propia vida.

A pesar de las diferencias existentes entre ellos, el texto de la ley aprobado en el Congreso recoge ambos procesos bajo el ambiguo y equívoco epígrafe de “eutanasia”.

Dada la enorme controversia ética que esta asunto suscita en la sociedad, deseo que ningún grupo político impida la necesaria deliberación sobre esta ley –a diferencia de lo ocurrido con otras como la de Presupuestos Generales del Estado o la de Educación–. Y deseo que podamos mejorar su redacción mediante enmiendas durante su tramitación en el Senado: empezando por modificar su nombre para que mencione tanto la eutanasia como el suicidio asistido (o ninguno de ellos); diseñando una regulación especifica para cada proceso; y reconociendo, de verdad, la autonomía de las personas y su capacidad para decidir, para que los requisitos exigidos no conviertan estas solicitudes de ayuda en una larga y complicada carrera de obstáculos.

(*) Senador de Navarra, Geroa Bai

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10 comentarios en «Reflexiones sobre la «Eutanasia» (I)»

  1. JELen agur

    Apreciado Koldo. Valoro mucho la valentía que supone traer a debate un tema por una parte tan controvertido, pero por otro, no seamos cínicos, condenado a la aprobación independientemente de la opinión de esos grupos a los que no quieres dirigirte por considerar atentar contra la vida contrario a la dignidad humana. Una pena, pues creo que somos mayoría.
    Eutanasia, efectivamente, hace referencia a la buena muerte, gracias a la vida digna. Porque la muerte digna, por sí misma, no existe. Es muerte, simplemente. Y mucho me temo que el proyecto de ley no cambia la muerte miserablemente en digna. Sigue siendo miserable, porque miserable ha sido la situación (abandono, desesperación, depresión) que ha llevado a desearla. No será más que la muerte lamentable de un final de vida lamentable. Da igual cómo se produzca.
    Lo que me sorprende es que se requiera a un médico recetar un producto letal de necesidad. La receta se requiere para controlar un medicamento de modo que no se produzcan excesos ni defectos que, en este caso, poco importan. Simplemente con poner un producto letal a la venta controlada, es suficiente. ¿Para qué meter a un médico que tendrá escrúpulo moral en recetarlo?
    Un médico nunca producirá la muerte de nadie, si no es por presión familiar. No va en su ética profesional, antes bien, por lo que se esfuerza es por minimizar el sufrimiento. Y con eso es mas que suficiente. Inducir la muerte no es aquello para lo que se ha preparado con tanto esfuerzo. Cualquier titulado matarife es capaz de conseguirlo.
    No involucréis a los médicos en vuestras nefastas resoluciones que hace décadas estaban ya prevista su aprobación.
    Hoy he leído que Bill Gates dijo en una ocasión, que cuando un anciano ingresa en un hospital deja de poder contraerse a 4 profesores universitarios.
    Da que pensar.

  2. Sinceramente Koldo no estoy nada de acuerdo con la filosofía de tu escrito y de la iniciativa legislativa que acarrea. Me parece que a veces los nacionalistas vascos y sobre todo los que nos decimos progresistas o de progreso tenemos un empacho de corrección política que nos hace perder el equilibrio de las cosas.

    Hoy día es un problema mucho más gordo que el que las personas que quieran puedan morir sin problemas el que una anciana pueda entrar en una clínica y un grupo de médicos o de familiares, sin consultar para nada la opinión de la afectada, deciden que es mejor que muera. Mi experiencia me dice que muchas personas, por muy mal que estén, por muy engorrosa que sea su vida para los demás, prefieren vivir que morir.

    Cualquier ley de eutanasia, está comprobado, presupone una cuota de gente que es matada sin consulta de ella misma. No a la inhumanidad, Koldo, no al hacerse el bueno andando por medio vidas humanas.

  3. JELen agur

    Diría más aún.
    Koldo ha puesto en su escrito mucha relevancia en los requisitos legales.
    De la experiencia del aborto es bien conocido que los requisitos legales, no son más que papeles firmados con el medio consentimiento del paciente (o si él) que acaban sido un coladero para la ejecución libre sin cortapisas.
    Acabará pasando como con el aborto. Lo que no es útil, o es incómodo, o inoportuno, se eliminará. Sin más conflicto.
    Esta ley es impropia de un movimiento como el nuestro, en el siglo en el que vivimos. Me dices en la Edad Media, o en países donde la vida humana no vale más que para lo que es útil, lo entiendo.
    Pero como esto ya estaba prefijado, anunciado desde hace tiempo (décadas) y desde fuera de nuestra sociedad, desde despachos supraestatales que deciden más que nuestros gobernantes elegidos por el pueblo, pues no sé qué más puedo aportar.
    Estoy decepcionado.

  4. «Pero como esto ya estaba prefijado, anunciado desde hace tiempo (décadas) y desde fuera de nuestra sociedad, desde despachos supraestatales que deciden más que nuestros gobernantes elegidos por el pueblo….».

    Y asi con todo majo, y vosotros de la mano de los supraestatales y sobre todo de los estatales desde 1934.

    Puedes resistirte a ello a base de «misas» dominicales, como haciais contra Franco…………..

  5. Mientras tu familia te enseñaba euskera y tu lo hablabas por los codos, Irusta, la gente nacionalista montó ikastolas con Franco mientras tu dedicabas a cantar soleares.

  6. JELen agur

    Esos supraestatales a los que refieres, son los mismos que financiaron la revolución socialista en Rusia, los conflictos sociales donde les daba y les da la gana, mantienen las revoluciones socialistas en todo el mundo y os utilizan y actuáis como simples peones de ellos para darles la gobernanza mundial.
    O que te crees, que luchas por la causa de los pobres? ¡Y eso que no eres memo!
    Pero tu socialismo jamas ha contribuido a aliviar las penurias de ningún pobre y de ningún marginado. Mas bien habéis facilitado el poder a grupos de influencia mundial, empezando por la gran banca mundialista.
    Para esos trabajáis y aun no te has enterado.
    Con el estado español, el pueblo vasco ha ido de la mano como con tantos otros estados antiguos y modernos. Somos pequeños, pero no aislados.
    Las Misas dominicales y diarias, seguro que me clarifican las ideas y no me dejan caer en la mediocridad y torpeza ideológica.
    De estos estatales provienes tú, tu movimiento cutre y tus objetivos finales. A ellos volvereis. No engañas a nadie. A nosotros no nos llevaréis.
    Estamos en guerra permanente. No lo olvides.

  7. Insisto en la españolidad de Irusta que considera que los matarifes de ETA eran «resistencia» y desprecia y ningunea la labor pacífica de recuperación del euskera que hicieron los nacionalistas (no los de su familia).

  8. JELen agur

    Es la vez que mas cerca hemos estado en la cooperación con el MLNV, la época que colaboramos con el FPE.
    Pero nosotros colabarábamos pero nos distinguíamos. Ellos son lo mismo, sin distinción. Es su referente y su destino.

  9. Kaixo danoi. Leo con interés todas vuestras reflexiones y paso a contestaros, en orden de intervención.
    Joseba (I): Si en mi primer texto digo que no me dirijo a los dos extremos (la eutanasia nunca es aceptable, la eutanasia siempre es aceptable) lo digo porque son sectores totalmente convencidos de lo adecuado de sus ideas o posicionamientos. Y con los “auténticos creyentes” (de uno y otro grupo) es muy complicado entrar a deliberar. Y por los datos del CIS, de España, la suma de la población en esos dos extremos es menor que la que está en medio (sí a la eutanasia con ciertas condiciones) Por lo tanto, no parece que seáis mayoría, Joseba.
    Hay mucho escrito sobre muerte buena, digna, etc… A mí tampoco me gusta el concepto de muerte “digna” por muchos motivos. Hay autores que dicen que la muerte nunca es buena ni digna y explican por qué. Y algún otro que dice que la muerte, como mucho, puede ser “tolerable” y explica por qué.

    Hector: Es un hecho que en todos los países fallecen personas o se le provoca la muerte (ya sé que no es lo mismo) sin ser consultadas. Pero esto sucede con y sin ley de eutanasia. La ley de eutanasia lo que hace -entre otras cosas- es que al menos se sepan cuántas, o al menos se sepan algunas de esas. La ley no es la responsable. Y por supuesto que estos de acuerdo en decir NO a la falta de humanidad en el trato a nuestros pacientes, mayores, discapacitados, pobres, etc…

    Joseba (II): En contra de la ley, de ésta y de otras aprobadas en otros países, se ha recurrido siempre a la acusación de “pendiente resbaladiza”, ya sabes, “se empieza matando a gente mayor con su permiso para seguir con gente menos mayor, luego a los pobres, luego a las mujeres migrantes, luego a…”Créeme que yo, desde luego, estaré alerta para que ésta no se produzca.

    Resto de conversación: No entro en las acusaciones de “meapilas” (dejadme usar esa expresión aunque no se haya utilizado así en vuestras intervenciones), estatalistas, españoles, etc., porque no aportan nada al debate de la ley y lo que es peor, desvían la atención del tema de debate. Lo primero que se necesita para iniciar una deliberación es el respeto mutuo entre los intervinientes. Y por eso, ahí lo dejo.

    ESKERRIK ASKO DANOI.

  10. JELen agur

    Repito, la defensa de la vida, es una creencia mayoritaria. Eso es incuestionable. Otra cosa es la manipulación de la mayoría para conseguir introducir subrepticiamente leyes que en esencia atentan contra esa creencia.
    Porque la muerte nunca es digna. Repito NUNCA. Eso es un perogrullo. Solo es digna la vida hasta ese ,momento. Los que piden el suicidio es casi universal que consideran su vida sin dignidad. Y su muerte será así de igual manera. Por eso la dignidad de la muerte es una simple manipulación social con el lenguaje.
    El aborto es el paradigma de los que pasara con esta ley, porque es de la misma naturaleza. No hay limitación. Los limites, con el tiempo se irán ampliando con modificaciones de la ley. Y donde dije digo, digo Diego. No haréis nada.

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