Koldo San Sebastián
La dictadura había dado sus primeros pasos allí donde había triunfado el golpe de estado del 17-18 de julio de 1936 y en los territorios que los sublevados iban ocupando y se prolongó hasta por lo menos 1977. Esta dictadura no acabó el 20 de noviembre de 1975 (fecha de la muerte de Francisco Franco) con tantas veces se da entender, quizá con el fin de proteger a una incipiente Monarquía que, en aquellos momentos, ni era democrático-constitucional, ni tenía legitimidad dinástica. No hay que olvidar además que, hasta principios de 1977, no fueron legalizados los partidos (y no todos). En aquel momento -y de los que siguen en activo- solo estaba legalizado Alianza Popular (rebautizado luego como Partido Popular) que había surgido en octubre 1976 acogiéndose a la Ley de Asociaciones de la dictadura.
La policía política (Brigada de Investigación Político-Social), por ejemplo, no fue disuelta hasta marzo de ese año y hasta ese momento, y luego, no dejó de actuar de todo. Aquella brigada policial se creó en 1940, entrenada por los nazis tras el acuerdo entre el conde de Mayalde y Heinrich Himmler. La colaboración siguió cuando llegó al ministerio de Gobernación Blas Pérez con implicación del entonces contralmirante Carrero Blanco, implicación que, desde responsabilidades superiores, no dejó hasta su muerte en atentado en 1973. En aquella policía política, estuvieron, entre otros, Melitón Manzanas, “Billy el Niño”, Amedo, Villarejo, Conesa, Ballesteros… Junto a la “social” otros organismos como el Servicio Central de Documentación, creado por Carrero Blanco y dedicado asimismo a perseguir a opositores a la dictadura. Algo parecido ocurrió con el Tribunal Orden Público suprimido formalmente el 5 de enero de 1977, sustituido ese mismo día por la Audiencia Nacional, tribunal que nace este último todavía en dictadura.
Pero ¿cuál sería la calificación de ese régimen de dictadura? ¿Un “régimen totalitario”? Manuel Tuñón de Lara sostiene que “estamos ante un caso de fascismo”. Por su parte, Julio Arostegui, se refiere a esta dictadura como “una situación constante de ilegitimidad” y añade “el franquismo se constituyó como un aparato de poder basado en la continua limitación de las expresiones y demandas de la masa gobernada”. Hemos vivido (y padecido) años de dictadura, pero, al mismo tiempo, cada vez que salíamos al mundo quedaba claro que para mayoría de las gentes (y, por supuesto, medios, intelectuales y gobiernos) que vivían en países democráticos, Franco nunca dejó de ser un tirano autoritario con una detestable historia pronazi en la Segunda Guerra Mundial.
Escribía Gabriel Jackson que “el hecho más horroroso (de la guerra civil) es que las ejecuciones y los asesinatos en represalia fueron la causa del mayor número de muertos con diferencia. En el bando republicano hubo unas 20.000 muertes de este tipo, la mayor parte durante los tres primeros meses de guerra. Los ’nacionales’ liquidaron de 300.000 a 400.000 compatriotas suyos en el tiempo transcurrido entre julio de 1936 y el final de las ejecuciones masivas en 1944, matanza comparable a la represión de la comuna de Paris en 1871, a la represión nazi en Europa Oriental y en Yugoslavia, a la violencia en Colombia tras la muerte de José Elicer Gaitán en 1948, a la matanza de comunistas indonesios en 1965 y a la guerra civil de Nigeria”. Por su parte, Eduardo Guzmán resaltaba que “aún más estremecedor que el número de víctimas de este terror sea que no se trata de algo imprevisto protagonizado por un grupo de incontrolados e irresponsables dominados por la sed de venganza en el curso de una encarnizada y sangrienta pelea. Existen pruebas sobradas de que la barbarie es perfectamente preparada con autoridad al comienzo de la guerra y fríamente ejecutada a lo largo de años interminables”.
“El régimen se consolidó -resalta Jackson- en aproximadamente ocho años (1936-1944) de persecución política cuya falta de misericordia y de imaginación causan pavor. Fue como si los vencedores hubieran decidido expresamente no dejar que la mayoría de sus compatriotas llegue a reconciliarse con ellos”. Y es que fue la “crueldad” característica esencial de régimen del general Franco, y, claro, de sus sucesores inmediatos. Para Max Gallo “el silencio con que Europa envuelva a España es el que permite la represión”. Ese silencio no se rompió hasta los fusilamientos de antifranquistas del 27 de septiembre de 1975.
En Euskadi, la represión fue intensa y extensa y, desde luego, fue mucho más allá de la represión física. Los conciertos económicos fueron abolidos en Bizkaia y Gipuzkoa por su condición de “provincias traiudoras”. Se prohibieron los símbolos democráticos como la ikurriña o la bandera republicana. Se prohibió el uso del término Euzkadi. En un primer momento se prohibió el euskera y, por supuesto, su enseñanza. Se prohibió la utilización de nombres vascos. Los nuevos funcionarios franquistas se dedicaron a modificar nombres, algunos de cuales no se correspondía con su traducción, llegándose al caso de suplantar el nombre de “Imanol” (Manuel) por el de Braulio. Numerosos maestros fueron depurados, siendo sustituidos por falangistas o por gentes cuya única habilidad era su adhesión al régimen. Lo mismo ocurrió con centenares de funcionarios. Los diarios democráticos fueron clausurados y sus bienes incautados. La rapiña también alcanzó a bienes de partidos, sindicatos y personas: inmuebles, archivos, obras de arte, incluso empresas. El caso de la familia Sota es paradigmático.
La represión física ejercida por el franquismo tuvo en Euskadi espacios y momentos. Por un lado, la ejercida allá donde triunfó el golpe. Es decir, en Araba y Nafarroa. Luego, en los territorios que iba ocupando los rebeldes: Gipuzkoa y Bizkaia. En este último territorio, hay dos periodos: el precedente y el posterior al Pacto de Santoña. Es cierto, por otro lado, que la represión alcanzó a muchos vascos fuera de su territorio: marinos mercantes, funcionarios, comerciantes, soldados de quinta… Tras el final de la guerra mundial, la represión del régimen no cesó hasta 1977.
Característica esencial de la dictadura fue, junto a la represión, la corrupción. El historiador Paul Preston señalaba en una entrevista que “Franco utilizaba la corrupción para controlar a sus colaboradores”. Lo cierto es que la corrupción formó parte esencial del régimen de dictadura desde el minuto uno hasta el último. Euskadi no fue una excepción. Los franquistas vascos amasaron grandes fortunas y, por supuesto, los oligarcas de preguerra afines ampliaron las suyas. El tráfico de cupos de chatarra y otras materias primas o de combustibles dio lugar a la aparición de una nueva clase empresarial, la de los “chatarreros”. El más famoso de los fue Luis Olarra. El Boletín Oficial del Estado publicaba “decretos” firmados por el dictador con concesiones al famoso chatarrero. Luciano Rincón (“Luis Ramírez”) se refiere a las “metas de impunidad” que caracterizaron el clima económico de aquellos años. Basta repasar la colección del BOE para ver cómo se iban alcanzando aquella “metas”. Rincón pone el ejemplo de José María Aguirre Gonzalo y Agromán. Hay otros ejemplos vascos que señala el mismo autor como el de caso “Marimón” protagonizado por el “benemérito” (sic) Julián Ormazabal Tife, que había sido subdirector general del Banco de Vizcaya o la estafa millonaria el Patronato de Protección de Menores de Bizkaia, en la que estuvo inmerso Juan Álvarez, patrón de la cadena Trueba.
Javier Alfaya y Nicolás Sartorius han señalado algunas cuestiones sobre el carácter de la dictadura cuya respuesta, decían, era todo menos académica o puramente historicista. Eso sí, a lo largo de ese cuarto de siglo, desde que Tuñón señalase el carácter fascista de la dictadura, Alfaya y Sartorius denunciaban que se había producido un doble proceso con un doble objetivo: “por un lado, olvidar la dictadura, como si el conjunto de la sociedad española hubiese padecido un fenómeno de amnesia colectica sobre su más reciente pasado; por otro lado, rebajar todo lo posible el nivel de tiranía de aquel régimen y relativizar al máximo los efectos devastadores que tuvo para la sociedad española. Porque se ha confundido amnistía política con amnesia histórica, reconciliación con olvido. El efecto no ha podido ser más negativo. (…) Las expresiones de lo que decimos son muy claras. En primer lugar en el lenguaje, que es por donde se empiezan a perder las batallas de ideas, cuando se habla de ‘régimen anterior’, del ‘periodo preconstitucional’, o cuando se califica a la dictadura de ‘gobierno autoritario’; en la enseñanza, cuando en los libros de texto se explica a las nueva generaciones que ‘el régimen anterior’ tuvo sus cosas buenas y su cosas malas, como ocurre en todas partes, se está diciendo que fue un sistema como los demás, perfectamente homologable. El franquismo se transforma en un periodo normalizado de nuestra historia”.
A todo lo anterior, hay que sumar, la postura de cierta derecha. Jaime Mayor Oreja, por ejemplo, no solo se refirió a la de la dictadura como situación “de extraordinaria placidez” (El País, 12-X-2007). El año anterior la Eurocámara había condenado el franquismo con el apoyo de todos los portavoces excepto Mayor Oreja, claro. Otros como Fernando Suárez, ex ministro de la dictadura que evolucionó desde el falangismo a Alianza Popular reivindicaba en 2018 la figura de Franco: “Franco fue el impulsor de la Monarquía. Y se deslegitima el franquismo y se convierte a Franco a una figura comparable a la de esos grandes dictadores sanguinarios de la humanidad, se le dé a la Corona que la pone en riesgo” (El Mundo, 24-02-2018).
Los demócratas vascos, como los demás, se enfrentaron, primero a un movimiento armado y, luego y durante cuatro décadas, a una dictadura fascista que fue encabezada desde el 1 de octubre de 1936 hasta el 20 de noviembre de 1975 por el general Francisco Franco y, desde entonces y hasta el 15 de junio de 1977, por Juan Carlos de Borbón, a título de rey. No hay que olvidar que este último no se convirtió en rey constitucional hasta el 27 de diciembre de 1978. Y es que, como recuerda Robert Graham, “la transición no se inició con la muerte de Franco”.
Por su parte, Alicia Alted, resalta que “exilio, resistencia, clandestinidad, represión…son términos que de forma conjunta definen una misma realidad, que, a su vez, forma parte inseparable de la propia historia del franquismo”. En este sentido, la resistencia está legitimada en la persistencia de una dictadura, incluida la resistencia armada. Uno puede oponer reparos morales, como hizo el PNV en varios documentos, pero la resistencia armada tuvo su justificación (incluso, legitimidad) hasta 1977. El problema es que la persistencia de ETA militar (que devino en organización “terrorista”) a partir dese año y hasta su disolución ha contribuido a desfigurar la realidad convirtiendo a los verdugos en víctimas, y aceptar la aplicación de término “terrorista” a la resistencia armada, y no a la propia dictadura que lo fue hasta entonces.
“En este sentido, la resistencia está legitimada en la persistencia de una dictadura, incluida la resistencia armada”.
La legitimidad uso de la violencia solo la puede otorgar el pueblo, que encomendará su gestión a gobiernos o equivalentes si lo primero no es posible; por supuesto siempre respetando los derechos humanos. La dirección de ETA, mayoritariamente, la que aposto por la lucha armada lo hizo para instaurar un sistema dictatorial. Aunque no niego que es cierto que muchos militantes de base de ETA creyeron en la dictadura franquista que el Gobierno Vasco en el exilio (que rechazaba la utilización de la violencia por parte de esta organización) ya no representaba al pueblo vasco y que los genuinos representantes eran ellos. Pero una vez celebradas las primeras elecciones democráticas quedo claro, que quien en adelante utilizo la violencia lo hizo contra la opinión mayoritaria del pueblo vasco. Aquí no caben ni dudas, ni disculpas.
Oye Kungfu, te jode mucho el articulo de Koldo?. Joder, como no! Si parece que esta dando a entender que la lucha de ETA era parte de la lucha legitima del pueblo vasco por su libertad!
No, solo no me molestan sus palabras sino que creo que las mismas dejan claro que toda “ideología” que se fundamenta en la violencia certifica su propia ilegitimación democrática. Y eso lo mismo vale para el franquismo, para ETA, que para el GAL.
Conozco el pensar de Koldo, este comentario no lo escribo para él. Lo hago para los que, como tú, creen que toda lucha violenta es legítima bajo la excusa de hacerlo contra un Estado o un Gobierno de naturaleza ilegitima.
Se podrá “entender” mejor o peor, algunas violencias según las circunstancias, pero ni el Franquismo, ni ETA, ni el GAL tuvieron nunca razón legítima para usar la violencia.
Y lo respeto Kungfu, respeto tu opinión porque soy una persona tolerante y demócrata como Koldo. Pero tanto el como yo creemos que la lucha armada fue justa y legitima durante el franquismo y no estamos de acuerdo con lo que dice el inquilino de Ajuria sobre que no fue justa ni legitima. Discrepamos.
JELen agur
La lucha armada no estuvo justificada ni durante el franquismo.
El pueblo la repudió en su inmensa mayoría. Y el gobierno vasco en el exilio jamás la autorizó. No se debio matar en su nombre.
La realidad es que se trató de jugar a revolucionarios para los que Franco no era más que la excusa para instalar una dictadura a semejanza de lo que habia conseguido Fidel. Dictadura por dictadura.
Victor, yo no creo que Koldo discrepe del “inquilino de Ajuria”, la posición que relatas: la de las dos ETAs, la buena antes de la dictadura y la mala después, fue la que se impuso en los PM-s (algunos han cambiado de opinión). Para los de la Izquierda Abertzale ETA, siempre, ha sido buena; incluso cuando pegaba tiros en la nuca a sus disidentes.
Para los que nos consideramos seguidores del lehendakari Agirre, la violencia de ETA siempre ha sido ilegitima.
Kungfu me respondes a no sé qué. Koldo ha dicho que la lucha armada de ETA, durante la larga noche franquista, era justa y legitima, algo que, por otro lado, el presi Agirre no pudo afirmar porque se murió antes de que ETA hiciera ninguna diablura. Tienes un problema con Koldo, él es un disidente del PNV, un Michelin casi diría yo.
Pero admitámoslo, es difícil reconciliar el pasado cuando en 1975 estuvimos a un paso de la independencia de la mano de ETA.
En 1975?
Ojo, atencion al pensamiento magico IA, que aunque en distinto grado de flipe, no envidia en nada al pensamiento mágico JEL.
Ignacio:
Eres un racista de mierda.
Que te follen, gilipollas.
A mamarla.
Ya, pero nos quedamos sin saber que acontecimiento mágico (de pensamiento) sucedió en 1975.
Victor, el artículo de Koldo me parece magnifico pero efectivamente no estoy de acuerdo con “la resistencia armada tuvo su justificación (incluso, legitimidad) hasta 1977.”
Lo de “su justificación” no lo discuto pero con lo de “legitimidad”, al menos entendida en términos democráticos, no estoy de acuerdo.
La institución con legitimidad de origen para aprobar el recurso a la lucha armada era el gobierno vasco en el exilio y este nunca autorizo la lucha armada.
Estando completamente de acuerdo con que la dictadura franquista era “una situación constante de ilegitimidad”, el PNV no puso reparos morales al recurso a la rebelión ante una dictadura, lo que hizo fue descartar el recurso a la lucha armada al considerar que se podían abrir otras vías de resistencia popular.
Resistencia popular, el PNV ??
Este foro es como entrar a la casa de los espejos del parque de atracciones, una deformación constante de la realidad por parte de las bandas de txistularis «patriotas» y/o «nacionalistas».
Kungfu, no. Estais rescribiendo la historia con una caricature, venga que el mismo Rezola dirigia los cursillos de formacion en Iparralde por donde pasaron decenas de miembros de ETA.
Victor ¿Qué en 1976 ETA estuvo a punto de conseguir la independencia? Jajajajajajajajajajajajajaja. ¿Eso es lo que os cuentan? ¿Es lo que contáis?
Los que configuran su identidad, en lugar de a favor de los suyos, en contra de la de los otros, terminan cegados por la desesperanza.
A los cegados no les sirve ningún espejo, ni tan siquiera los de los parques de atracciones.
El PNV salió a la luz del túnel del franquismo y se hizo con el poder institucional, gracias a personas que durante la dictadura se habían curtido en las juntas de las ikastolas, en las cooperativas, en las asociaciones culturales etc. Algunos de ellos, a los que también mostramos nuestros respetos, eran txistularis. El PNV , gracias a estas personas, organizo una red de afiliados, sedes con las que consiguió ser la organización política con mas fortaleza de Euskadi.
Ignacio debe de creer que esto se hizo por que alguien le regalo al PNV una maquina de hacer militantes.
El gobierno vasco, ante la guerra ilegitima declarada por Franco y haciendo uso de sus legitimas prerrogativas, para responder a la agresión fascista, monto un ejercito militar. En la creación del mismo el PNV, fue un actor clave, fue el mayor proveedor de personas y armas. La violencia utilizada para defenderse de esa guerra, además de estar democráticamente legitimada, era acorde al derecho contra la tiranía y la opresión de la declaración universal de los derechos humanos.
La “guerrilla” de ETA en cambio ni tuvo legitimación democrática de origen (jamás tuvo la delegación del Pueblo), ni busco el bien de la comunidad; fue una violencia “particular”, destinada a implantar por la fuerza su proyecto politico.
JELen agur
Exacto, piensa que el PNV obtuvo el apoyo popular de una feria o un mercadillo y que la auténtica resistencia popular era la suya, la prosoviética.
Es lo que pone el manual….
Aqui el PNV organizando un soviet:
https://www.argia.eus/blogak/beranduegi/2019/08/29/izan-zaitez-fidel-sinesten-duzun-horrekin/
Si, victor, ETA estuvo a punto de conseguir la independencia en 1976.
Hola Gariñe, no se de que me hablas.