Joxan Rekondo (*)
Son múltiples las expresiones con las que Arizmendiarrieta ensalzó la cooperación. Podríamos destacar dos de las más conocidas. La primera postula que “la cooperación es la poderosa palanca que multiplica la eficacia de nuestros esfuerzos”. La segunda completa el sentido de la anterior al significar la cooperación como fórmula más adecuada para las actividades económicas que pretenden la promoción de las personas, ya que busca “conjugar los esfuerzos humanos en orden a la producción o la obtención de recursos para satisfacer progresivamente las necesidades humanas”.
Sobre estos fundamentos se ha definido la llamada Economía de Cooperación, con cuya propagación está comprometida la Fundación Arizmendiarrieta (AKF). Una economía que forma parte de la sociedad en la que se inserta y a la que presta servicio, y que se sustenta sobre la base de una cultura de cooperación entre los diferentes agentes económicos y sociales, públicos y privados. En este sentido, el Modelo inclusivo-participativo de empresa es una buena expresión de la Economía de Cooperación, tanto por los contenidos que lo definen como por el proceso cooperativo del que ha sido resultado. Cooperación que se ha manifestado también a la hora de sustanciarse en los Parlamentos vasco y navarro, en los que el Modelo ha sido respaldado por unanimidad.
La cooperación, sin embargo, no es un resorte limitado en exclusiva a la formación y organización interna de las empresas. La cooperación entre empresas es una realidad muy potente en nuestro país, con experiencias muy variadas aunque desigual nivel de desarrollo. Los agentes que impulsan nuestra economía tienen ganas de cooperar, a sabiendas de que así incrementan sus propias capacidades. Con la vista puesta en esta realidad, AKF (junto con Oreki Fundazioa) ha organizado recientemente un Foro de Cooperación al que han acudido entidades y personas interesadas en el conocimiento e intercambio de experiencias cooperación entre empresas que se están desarrollando hoy en las tres comunidades vecinas (EAE, NFK y EHE), radicadas en el ámbito histórico de Vasconia.
El pasado 11 de abril, en el acto celebrado en la sede de la Fundación Orona, se dieron cita una amplia variedad de instituciones empresariales y agentes económicos territoriales, representando visiones y misiones diferentes, centradas sobre todo en la promoción y desarrollo de las empresas vinculadas y sus trabajadores. En el diálogo compartido por los participantes en el Foro, se pudo observar la concurrencia de las diferentes dimensiones de la cooperación, como palanca empresarial que puede determinar su propia vida interna, favorecer las relaciones entre empresas, integrar empresas y entorno social o contribuir a políticas de gobernanza que sean capaces de aunar a empresas y administración en torno al logro del bien común del espacio humano que representan.
Entre los temas que pudieron compartir los reunidos, habría que hacer referencia a los modelos comarcales de intercooperación, la implicación de la Administración Pública y la cooperación entre empresas tractoras y pymes en el marco de una gestión a servicio del territorio.
En la medida en que los protagonistas principales de la jornada eran las asociaciones de empresas, se valoró positivamente la misma en tanto que facilitaba la creación de un espacio de mutuo conocimiento, intercambio y cooperación entre ellas. Ante la posibilidad de repetir el encuentro, se apuntaron ideas para la mejora del formato, buscando una mayor profundización en los temas expuestos por los ponentes y facilitando más tiempo para la deliberación crítica entre los asistentes.
En una perspectiva abierta al futuro, se concluyó que hay que abordar la transformación de las empresas ante los nuevos desafíos estructurales. La vitalidad empresarial pasa por la promoción del emprendizaje y el intraemprendizaje entre las nuevas generaciones, y por mejorar la gestión del talento. Se elogió el modelo de desarrollo comarcal. En ese marco, interesa el enraizamiento de las empresas en su entorno evitando que las capitales polaricen las actividades económicas más interesantes y desequilibren el territorio. Se cree también necesario crear ecosistemas y transformar los existentes, identificando ‘mesas de inversión’ para nuevos proyectos que dinamicen las comarcas, diversificando las actividades para evitar el colapso que pudiera producirse a causa de las variaciones del mercado.
La Economía de Cooperación irá ganando transcendencia siempre que la cooperación, a partir del contraste en la experimentación práctica, vaya afianzándose en el sistema de valores. En el encuentro de instituciones empresariales y agentes económicos al que me refiero, se resaltó además la importancia del factor cultural que proporcionaría a la actividad económica un entronque comunitario más intenso. “Conjuguemos el trabajo y la cultura”, proclamó Arizmendiarrieta, que quería vincular ambos elementos al servicio de las personas y de una comunidad progresiva. En este sentido, podría ser muy valioso y estimulante interpretar a la luz de los elementos históricos que son comunes a la cultura vasconavarra las experiencias modernas de cooperación en el ámbito del trabajo que se pusieron de manifiesto en el Foro de Cooperación entre empresas que organizó la Fundación Arizmendiarrieta.
(*) Miembro de la Fundación Arizmendiarrieta
“integrar empresas y entorno social o contribuir a políticas de gobernanza que sean capaces de aunar a empresas y administración en torno al logro del bien común del espacio humano que representan.”
Neurri haundi batean guzti hori gure esku dago, ez dezagun gure indar guztiak kanpora begirako, estatu, lanetan gal!