José Manuel Bujanda Arizmendi
Defiendo como principio fundamental en mi personal definición ideológica el reconocimiento nacional y político de Euskadi y por tanto su derecho a escribir de su puño y letra las páginas de la historia que le correspondan. Y entiendo que la tierra en la que se asienta nuestro pueblo, nuestra cultura, lengua y tradiciones, la memoria histórica y la proyección integradora de futuro, y sobre todo -y fundamentalmente- la voluntad actual de la ciudadanía vasca, componen entre otros la realidad poliédrica de Euskadi nación. Y nos merecemos por ello el respeto debido. Pero lo cierto es que los periodos de respeto mutuo y de relación política amable en lo que corresponde al encaje entre el grande y el pequeño, entre España y Euskadi han sido realmente escasos en el tiempo. Pero no tiene por qué ser así siempre. La necesidad de contar con la realidad social en todo proyecto político no es sólo una elemental exigencia para su viabilidad, sino una garantía de que dicho proyecto posee apoyo social, masa crítica, aval y legitimidad democrática. Creo que es imprescindible contar con la realidad social adecuando inteligentemente el proyecto político transformador a la posibilidad de su aceptación.
Apuesta política, posibilidad instrumental de cristalización y aval de las mayorías y consensos los más amplios y transversales posibles que tuvieran a bien libremente conformarse. Todo nuevo proyecto político, todo objetivo político nuevo altera un equilibrio previamente establecido, y si el desequilibrio buscado se decanta a favor del nuevo objetivo político y del nuevo proyecto transformador, la diferenciación positiva obtenida dará la medida de la fuerza y potencia política, social y civil de ese impulso innovador. Se requiere principio de realidad, pacto, consenso, acuerdos amplios e inteligentes, negociación, integración, inclusividad y no exclusividad, fuerza y la mayoría lo más amplia posible de la sociedad. Requiere respeto a las minorías en desacuerdo, es el conocido no imponer y no impedir. Es llave estratégica a futuro.
El respeto es transversal, mutuo, bilateral y sincero, o no lo es y debe de servir para cuando se está mayoría o no, es la clave de bóveda de la convivencia libremente asumida, algo sustancial a un futuro compartido y a la cohesión social por encima de las legítimas discrepancias que se dan en democracia. Respeto, acuerdo y negociación son el óptimo aliño de la pluralidad y sugieren tonos que suenan a soberanías compartidas y a codecisiones. Respeto es antídoto a lo sectario.
Creo en un principio básico para los nacionalistas vascos como es el reconocimiento nacional de Euskadi y el derecho inherente correspondiente a dibujar su presente y futuro en un concierto político que cada vez más conjuga conceptos como cosoberanías y soberanías compartidas. Creo en el compromiso mutuamente fijado con España a ejercer este derecho por la vía del pacto y respeto, del acuerdo y del principio de consentimiento de que esta decisión debe integrar inclusivamente las distintas y legítimas sensibilidades existentes en esta nuestra Euskadi plural. Creo como nacionalista vasco que soy que la capacidad inteligente de negociar y acordar, la necesidad de pactar, la astucia de integrar y conjugar la inclusión, así como la bilateralidad real y efectiva, las condiciones de lealtad y el reconocimiento mutuo son las llaves de una nueva etapa superadora de la anterior y acorde con los principios de la democracia y de un futuro para una Euskadi autogobernada en libertad y en paz. Con convicción, sin complejo alguno.
No hay otra. Es el camino en la búsqueda de un nuevo estatus para Euskadi. Sin juegos florales ante la galería. Sumando sinergias, con pragmatismo complementarios a los principios programáticos. Sin infantilismos ni experimentos. Y quien proponga algo diferente que asuma previamente la responsabilidad de responder del fracaso y la frustración, de su imposibilidad práctica. Creo en una Euskadi en la que los diferentes sentimientos de pertenencia de quienes componemos la sociedad vasca convivan compartiendo un proyecto de País. Creo en una Euskadi en la que la voluntad mayoritaria cual suma de sinergias de su ciudadanía sea la base de la mutua convivencia y en la que los acuerdos lo más amplios posibles entre diferentes sirvan para afrontar los retos del futuro. Creo en una Euskadi en la que nuestra plural identidad vasca se construya en base a valores en un mundo cada vez más abierto y complejo y en el que el amor a lo propio no nos lleve a construir el futuro contra nadie. Creo, sí, en Euskadi nación y su capacidad de escribir su historia.
Y al contrario, no creo en la irresponsabilidad de ofrecer una póliza de frustración por promover un futuro utópico y alejado de la realidad. No creo en incitar deseos de un imaginario que a fuerza de mostrar falta de concreción para rematar, precisamente por el principio de realidad, prepare el terreno para que sean otros quienes, por no tener esas responsabilidades, se apropien de la fantasía de una imposible meta final. Creo finalmente, y muy sinceramente, que es radicalmente falso deducir que pragmatismo y realismo político por un lado y principios ideológicos y doctrinarios por otro son excluyentes e incompatibles. No lo son. Al contrario, son perfectamente compatibles y eficazmente complementarios. Sea.
Eskerrik asko
Lan ona Bujanda jauna. Demokraziaren baloreak ongi azaltzen dituzu.
Vale, ya tenemos «imaginario» para manipular y para inventar historias e imponer historia. Una cosa es el Imaginario y otra la Realidad. Esta siempre se nos hurta.
Por cierto, cuando podamos ser «nosotros mismos» ¿Va a bajar el IBI y a van a dejar de intervenir mi propiedad y mi economía?
Supongamos ya tiene el nacionalismo identitario libertad total para imponer según lo definió con sencillez supina Isaías Berlin
¿Qué pasará con mi libertad personal? Es decir, con mi libertad de elegir y decidir sin coacción del Poder Formal o Informal.
¿Entiende el nacionalismo siquiera en que consiste tener una sociedad libre y abierta? Creo que no. Es la otra cara coyuntural del socialismo.
Me temo que no lo entiende y que ni socialismo ni el nacionalismo, las dos raíces del Nacional Socialismo, van a hacer otra cosa que seguir viviendo a costa de la gente mientras esta se pauperiza. Dos modos de EXTRACTIVIDAD sobre una sociedad de cautivos.
Como ya está pasando
Vale, Manu, ya tenemos tu filípica que hace juicios de valor pero que no los demuestra razonadamente. Una cosa es lo que tu digas que es imaginario y otra cosa es demostrar que eso es imaginario.
Tenemos un nacionalismo español con libertad total para imponer y contra eso no te quejas, Manu. Eres un unilateral. Y te lo demuestro. Eres incapaz de ver la viga en tu ojera.
El nacionalismo claro que consiste en tener una sociedad libre y abierta. El nacionalismo vasco fue pionero en eso, concretamente el PNV, mientras el PP nace directamente de un ministro franquista como Fraga Iribarne y es un neófito en la democracia. Y eso que todavía ama los restos de Franco en el Valle de los Caídos.
Ten en cuenta, además, Manu, que en España los antepasados del PP, los franquistas, son los que se aliaron con el Nacionalsocialismo. ¿O es que no te suena de nada el bombardeo de Gernika?
Comprendo que te pique todavía la destitución de Rajoy. Pero es que tu partido el PP está podrido hasta las cachas. Purifícate de tanto mangante, Manu.
Muy bueno y de rigor el artículo que nos ofrece Bujanda si bien … echo de menos la claridad en cuanto a Euskadi nación, … ¿que pasa con los herrialde de Iparralde, Navarra?
Un proyecto para nuestra nación, a distintas velocidades claro está según la situación en cada momento de cada herrialde, debe siempre tener encima de la mesa a los SIETE.
De lo contrario logaremos desarrollar un proyecto limitado, sesgado, incomplete.