Gabriel Otalora
Israel es más de la mitad de lo que los británicos, durante su ocupación, bautizaron como Palestina cuando lograron echar a los turcos (otomanos) de la zona al finalizar la Primera Guerra Mundial. Hasta la independencia en 1948, los palestinos no eran árabes, sino judíos. Pero los británicos habían hecho las mismas promesas sobre los territorios a los árabes, a los judíos e incluso a los franceses para que les ayudaran a echar a los otomanos;promesas que luego no cumplieron, entre otros motivos porque habían dividido el Medio Oriente con regla y cartabón;uno de los puntos más oscuros del estadista Churchill. Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes nada homogéneas, por cierto.
Un Estado judío de un tamaño apenas como dos Navarras, enclavado entre decenas de pueblos de origen árabe con mayorías y sistemas de gobiernos islámicos, que reclaman también su derecho a existir. Mientras tanto, Jerusalén sigue siendo el punto de encuentro y discrepancia entre las culturas árabes, cristiana y judía. Pero me ha sorprendido la convivencia en medio de los radicalismos que pretenden mantener odios milenarios, como he podido comprobar en la oportunidad que he tenido de visitar la zona en la pasada semana de la Pascua judía y, a la vez, Semana Santa ortodoxa cristiana.
El nombre de Palestina, sin embargo, viene de mucho más atrás, de cuando el emperador Adriano (año 135) quiso borrar todo vestigio judío cambiando incluso el nombre de la provincia romana de Judea por el de Palestina, sabiendo lo que esto les dolía a aquellos judíos israelitas. Pocos recuerdan que el término Palestina es una versión latinizada de la Filistea ya extinta, que mil años antes había ocupado una estrecha franja costera, hoy llamada Franja de Gaza. Los filisteos (del término “plishtim”, que significa “invasores”) eran griegos originarios de la isla de Creta. Llegaron a Canaán por mar en el siglo XII a.C., y se encontraron a los hebreos, que habían llegado casi al mismo tiempo desde el este. Ambas naciones estuvieron en constantes guerras hasta que David los venció. Y desde entonces la zona vive en permanente conflicto.
Esta región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, es considerada sagrada por musulmanes, judíos y católicos, y reivindicada como Estado por los dos primeros, aunque los islamistas nacieron con Mahoma y la conquista musulmana que, a su vez, originó las cruzadas para liberar los que hoy se llama Tierra Santa. El Holocausto prendió el sionismo y en la Guerra de Independencia de Israel los judíos residentes en los países árabes emigraron (el éxodo) o fueron expulsados, llegando al actual Israel;los árabes huyeron a los países árabes fronterizos. Más de 700.000 lo hicieron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías: la llamada Nakba o “catástrofe”. Los judíos, llamados “palestinos” en 1948, hoy son llamados “israelíes”. Los árabes de la Cisjordania, llamados “sirios” o “jordanos” en 1949, hoy son los “palestinos”;El conflicto se vive con un odio que no permite ejercer el derecho real a ser dos Estados, muy teocráticos los dos, ni el derecho a vivir en cristiano, ante la cada vez mayor presión del radicalismo musulmán. Impresiona la realidad de la minoría árabe cristiana de Belén, encajonada entre el muro físico israelí (condenado por la Corte Internacional de Justicia de La Haya) y el muro sociológico musulmán.
No se puede seguir por más tiempo negando la realidad del Estado judío ni el derecho a un Estado gobernado por la llamada Autoridad Nacional Palestina, con liderazgos que parecen dirigidos no tanto a construir sino a destruir al contrario. Ni tampoco rechazar el derecho a que las tres comunidades sientan propios aquellos lugares como santos: para los cristianos y judíos, Jerusalén es la primera ciudad religiosa;para los musulmanes, la tercera. Y todo a escasos metros, en una amalgama milenaria de culturas, historia, religiones y política.
Es preciso recordar los acuerdos de paz y los intentos para reconducir este disparate milenario que ha estado cerca de una solución satisfactoria en más de una ocasión. Si lo miramos con perspectiva histórica, la maldad no es más que una gran ineptitud demasiadas veces oculta por el manto de la ideología fundamentalista. El rechazo al diferente y sus resultados de muerte se contrapone al hecho de que el mundo se sostiene por la bondad, silenciada demasiadas veces como noticia y esperanza cierta. A pesar de que el mal es muy radical, la bondad puede serlo aún más. La vida nos dice que para restaurar la paz no es necesario destruirlo todo y comenzar de cero. Basta con escuchar al otro de corazón y desprendernos ¡todos a la vez! del miedo al diferente.
Señor Otalora, el Estado de Israel no es teocrático, es más, fue fundado por ateos profesos de ideología socialista y el partido que más tiempo se ha mantenido en el poder ha sido un partido de ideología socialista.
El estado de Israel es perfectamente democrático y laico. Hay partidos religiosos israelíes pero nunca han conseguido la mayoría. Decir que ambos contendientes son iguales en ese sentido es una injusticia y una calumnia.
Israel admite la existencia de un estado palestino y ha tratado por todos los medios de que este se consolidarara. Sólo la corrupción supina de los líderes palestinos y su incompetencia ha impedido que tal proyecto cuajase.
Además de que los partidos palestinos principales, junto con numerosos países árabes, no admite el derecho de los judíos a disponer de un país. Este es el problema.
Por que los judios van a tener derecho a tener un pais?. Los mormones tienen derecho a secesionar Utah para tener su Casinocracia?.
Cuando veo este tipo de problemas yo siempre me pregunto. ¿Quiénes son los vascos y quienes son los españoles?
Los judíos: 6 millones, expulsados de su país y vueltos a el comprando cada parcela. Los árabes, pueblo imperialista que ha destruido infinitas culturas.
Decenas de millones y además en decenas de países. Pero son incapaces de tolerar el estado judío y le hacen la guerra por todos los medios.
También están los aliados del fundamentalismo islámico que en estos lares son los simpatizantes de ETA y su hija la izquierda abertzale.
Cuando hablas de la expulsion de su pais, te refieres a los judios expulsados de España o a los musulmanes expulsados de Andalucia?. Lo pregunto porque la mitad del reino ha sido mas tiempo musulmana que Cristiana.
Me refiero a la expulsión de los judíos de Judea. Lee un poco al articulista y te aclararás un poco.
Y esa expulsion que dices cuando ocurrio?.
Mira arriba. Lee el artículo.
Por expulsion solo viene la que los judios aplicaron a los palestinos residents en su zona, cientos de miles a los que expulsaron. Expulsar, no comprar tierras.
Dilo, cuando se produjo esa expulsion de los judios?.
«el emperador Adriano (año 135) quiso borrar todo vestigio judío cambiando incluso el nombre de la provincia romana de Judea por el de Palestina».
Este y otros dos emperadores romanos expulsaron a la mayoría de los judíos.
Es que los judíos estaban antes que los árabes. Es como si los españoles nos quisieran expulsar a los vascos de Irún porque la mayoría son extremeños.
Adriano les prohibio vivir en Jerusalen en el 135 d.C. deducir de ahi un derecho me parece del todo peregrino. Dejo de lado otros considerandos sobre el tema de ligar nacionalidad con religion, como tu haces de un modo temerario.
El nacionalismo es la peste de Europa
De ninguna manera, los judíos poblaron esa región antes de que los árabes la conquistaran a sangre y fuego. Y siguieron viviendo allí, aunque en minoría.
El nacionalismo creó Europa.
el imperialismo la peste del mundo….
Y luego se convirtieron al cristianismo. Absurdo que nadie reclame derechos basados en lo que sucedia con sectas religiosas de hace 2000 años que no tienen nada que ver con ninguna religion actual.
Los judíos pueblan Israel y ese es su estado. Los árabes tienen decenas de estados y quieren cargarse el único estado judío del mundo.
Los judios quieren un estado y pueblan Israel. Asi si.
Tienen un estado.
Hava nagila Hava nagila Hava nagila venismejá
Hava neranená Hava neranená Hava neranená venismejá
Uru, uru ajim! Uru ajim belev sameaj Uru ajim, uru ajim! Belev sameaj
Bonita canción hebrea a cuya melodía le puso las letras un niño de 12 años con el nombre de Moshé Nathanson.
Lo someto a reflexión, creo que de alguna manera sintetiza lo que nos proyecta el utor de este post.
Si no partimos de este mensaje, creo que habrá conflicto en esa zona del globo para rato …